
11 de marzo de 2011.- Rostovo era la típica aldea de Bosnia central en la que campesinos musulmanes, católicos y ortodoxos convivieron sin problemas durante años. Los largos y fríos inviernos de la región dejaban paso a cálidos veranos mientras los niños de las tres culturas crecían en paz. Hasta que, ya empezada la Guerra de los Balcanes (1992-1995), comenzaron las represalias y las amenazas. Los primeros en ser expulsados fueron los ortodoxos. Luego les tocó huir a los católicos. Fray Hervoje Vranjes tenía apenas cinco años cuando comenzó el conflicto, y con casi siete se convirtió en un desplazado de guerra, en un niño que se vio obligado a guardar los juguetes y memorias de su infancia en la maleta del huido, del refugiado. Leer más...
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