“No pude evitarlo: rompí a llorar en público, algo que no había hecho nunca, y empecé a sentir en mi corazón, por primera vez en mi vida, el amor: un amor intenso, fuerte, que nunca había sentido. Sentí a Jesús al lado mío, como si me diera un beso en el fondo del alma. Fue una reacción espiritual y física tan intensa, tan hermosa y tan fuerte que estuve a punto de desmayarme”
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