“Evangelizar hoy en el mundo exige de nosotros una gran conversión. No podemos anclarnos en viejos métodos o en ideologías mundanas. Evangelizar supone celo apostólico. Supone la parresía de salir de sí mismo. La Iglesia está llamada a salir de sí misma hacia las periferias, no solo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de las injusticias, las de la ignorancia, las del pensamiento, las de toda miseria. Y cuando la Iglesia no lo hace se vuelve autorreferencial y entonces enferma”
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