* «En el seminario, he sentido más que nunca que Dios es mi padre. He encontrado mi lugar, y ya no me siento como un huérfano. No estoy abandonado. Si antes tenía un gran sentimiento de ausencia por la muerte de mi padre, ahora tengo la presencia continua de Dios, el Padre de mi vida. Es por mi pérdida que siento a Dios Padre de una forma mucho más profunda que muchas personas. Me siento precioso a Sus ojos. Me doy cuenta de que las experiencias de mi vida están dirigidas a una misión particular. Estoy deseando ver qué me tiene preparado Dios para el futuro. He llegado a este punto de mi vida porque Dios, poco a poco, me ha ido guiando. Ahora no puedo esperar a ver que más va a hacer. Vivimos en un momento en el que todo va de independencia. La vida va a toda velocidad, y tenemos la mentalidad de que podemos resolver los problemas inmediatamente y sin ayuda. Sé que siempre debo ser dependiente de Dios, como sacerdote y como persona. Debo vivir en la Verdad con Dios siempre»
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