* «Les pedí que no me soltaran, y ahí empezó mi quiebre que pasaría a ser camino de transformación. Pude sentir el manto amoroso de Jesús sobre mí, su presencia diciéndome aquí estoy, vas a estar bien no tengas miedo, aquí estoy. Fue como la primera manifestación real de que yo iba a poder sobrellevar esa situación (…) y dormí perfecto esa noche»
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