Camino Católico.- “Me crie lejos de la Iglesia pese a estar bautizada y haber hecho la Comunión. Y a medida que crecí, me fui perdiendo en el mundo. Con poco más de 18 años vivía como casada sin estarlo y tenía una relación muy dependiente que iba de mal en peor. Con 24 años, después de terminar de estudiar arquitectura, tuve un accidente que lesionó mi médula y empecé a vivir en una silla de ruedas”, ha relatado Esther, una española de 34 años, en el Vía Crucis de la JMJ de Lisboa presidido por el Papa Francisco. En su testimonio ha compartido su experiencia antes y después de encontrarse con Dios, a quien cariñosamente llama “Padre del Cielo”.
Estar en silla de ruedas fue una experiencia compleja, que la sacó del ambiente en el que estaba y le cambió la mirada sobre su propia vida, haciéndole entender que no lo estaba haciendo bien, que tal vez se estaba perdiendo de lo mejor.
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