CaminoCatólico.com.- En Estados Unidos celebran 50 años de reintroducción del diaconado permanente en la Iglesia Católica y es el país que tiene más ministros de este tipo. El diácono permanente puede ordenarse aunque sea un hombre casado, con permiso de su esposa (pero no puede casarse si enviuda, ni si era soltero antes de ordenarse).
Es un colaborador del obispo, que le puede destinar a todo tipo de tareas en la diócesis, aunque mantenga su trabajo civil para atender a su familia y estar presente en el mundo laboral. Lee el Evangelio en misa, puede predicar y bendecir, tiene una misión de servicio en caridad, preside bodas, bautizos y entierros y en la práctica, excepto consagrar y confesar, puede realizar casi todas las funciones de un sacerdote.
En el Arlington Catholic Herald cuentan el testimonio de Atanacio Sandoval, un diácono permanente que huyó en su juventud de la guerra civil en El Salvador. Allí nunca conoció un diácono permanente. Hoy, con 48 años, casado y con dos hijos, él lo es en la parroquia de San Juan Neumann de Reston. El párroco de la iglesia, el sacerdote oblato Thomas E. Murphy, sabiendo que su familia era devota, le invitó con un simple: “¿Por qué no te haces diácono?”