Un tema que seguramente fue cuestión de discusión después de que Pío XII declarara el dogma de la Asunción, pues al final, por prudencia, no se pronunció definitivamente sobre la muerte o no de María: nunca aclaró si fue asunta después de morir y resucitar, o si fue trasladada al cielo en cuerpo y alma sin pasar por el trance de la muerte.
Pero una excelente aclaración sobre el tema la hizo san Juan Pablo II en la magnífica catequesis de la audiencia del 25 de junio de 1997, cuyo texto completo es el siguiente: