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miércoles, 16 de enero de 2008

La «Nueva Era» sin máscaras / Autor: Eleuterio Fernández Guzmán

La «Nueva Era» sin máscaras El que esto escribe ha tenido la oportunidad, no sé yo si decir la suerte, de ver un anuncio que no por ser curioso deja de preocupar. En el mismo se anunciaba una colección de libros de la denominada Nueva Era. Nada más y nada menos.

Sabemos (al menos algunas personas avisadas de la situación) que la denominada Nueva Era es, en primer lugar, un movimiento presuntamente espiritual y, en segundo lugar, un intento de sustituir, bajo la denominada Era de Acuario, al cristianismo.

Y eso es así, por muy increíble que pueda parecer.

Mucho se ha escrito sobre esa especie de masa invisible pero tangible (por los ámbitos sociales a los que afecta) y también la Iglesia Católica ha dicho lo que le correspondía sobre tal preocupante situación.

Así, el documento «Jesucristo. Portador del agua de la vida» subtitulado «Una reflexión cristiana sobre la 'Nueva Era'» refiere, abundantemente a lo que, en realidad «representa una especie de compendio de posturas que la Iglesia ha identificado como heterodoxas»[1]. Esta situación es, muy propiamente, la que abunda hoy día, donde el principio moral por excelencia es el «todo vale» y donde lo que podría parecer aceptación de cualquier postura religiosa no es, sino, un grave empobrecimiento de la Verdad.

Pero, en realidad, ¿Qué es la Nueva Era?

Hay, seguramente, mucha confusión con lo que, en realidad, es esto. «No es un movimiento en el sentido en que normalmente se emplea el término 'Nuevo Movimiento Religioso', ni es lo que normalmente se da a entender con los términos 'culto' o 'secta'»[2]. Y todo esto lleva, seguramente, a una confusión notable a cualquier persona que quiera, siquiera, conocer a lo que se enfrenta su fe.

Sobre la persona humana, la Nueva Era niega la existencia de un Dios trascendente y establece, por así decirlo, que aquella tiene una especie de «yo auto-creador»[3] que le permite, independientemente del Creador, llegar a ser todo lo que su potencia como persona, pueda porque, en realidad, «somos co-creadores y creamos nuestra propia realidad»[4]. ¿No es esto, precisamente, lo que el Maligno propuso al hombre cuando, aún, habitaba el Paraíso?

Ya hemos dicho, arriba, que la Nueva Era no cree en un Dios trascendente. Se apoya, sobre todo, en las religiones procedentes de oriente y, claro, en todas las que sean anteriores al nacimiento de Cristo pues, por decirlo así, establece una especie de puente que uniría dos orillas de un gran mar de supuesta espiritualidad: la época anterior al cristianismo y el ahora mismo, una vez superada la llamada «edad cristiana».

Y es que, como, en su día, dijo el ahora Pontífice, «Dios no es una persona que está frente al mundo, sino la energía espiritual que invade el Todo»[5] y, por eso, «si no existe la verdad común, vigente precisamente porque es verdadera, el cristianismo es sólo algo importado de fuera, un imperialismo espiritual que se debe sacudir con no menos fuerza que el político»[6]

Una vez fijado el espacio básico de actuación de la Nueva Era, es conveniente, casi como si se tratara de un verdadero servicio público, traer, aquí, un ejemplo bien definido sobre lo que ese movimiento entiende sobre Dios.

El padre Jordi Rivero[7], facilita esta necesidad con algo que es, en sí mismo, símbolo y paradigma de la Nueva Era. Es un, a modo, de expresión de fe.

«Esta es mi idea de Dios:

Dios hombre, mujer.
Dios con la capacidad de entender y perdonar toda desviación humana.
Dios es animal, vegetal, mineral. Dios interconectado con toda la vida que palpita en el planeta.
Dios juego, Dios canto y alabanza. Dios festivo y risueño.
Dios con tendencia a ver la vida con la tranquilidad e inocencia de los niños.
Dios presente o ausente en las acciones humanas.
Dios equilibrio, estrella y universo.
Creo en un Dios sin sexo, ni edad, ni condición social o raza.
Creo en un Dios más allá de toda iglesia porque su amor es poco abarcable por los hombres actuales.
Creo en el Dios pintor, escultor, poeta, capaz de crear todas las maravillas del entorno.
Creo en un Dios comprensivo, que ama hasta el punto de dejarnos errar a lo largo de la vida.
Creo en un Dios que sonríe ante conceptos como cielo, infierno y purgatorio.
No creo en un Dios limitado a un solo espacio-tiempo.
Creo en un Dios sol, dios luna, Dios pacha mama, demeter, gea...etc.
Creo en un Dios sentimental, sensible y sabio como lo fue Jesús... uno de sus tantos enviados.
Creo que cada ser vivo en el planeta tiene en su alma una chispa divina, trocitos del gran padre-madre... dados por amor».
Y esto, confrontado con nuestro Credo, como eje principal de la fe cristiana, y con el resto de creencias propias del que confía en el Dios verdadero y único, Padre de Jesucristo, debería dejar las cosas bastante clarificadas para cualquiera que no sepa, exactamente, de qué tratamos aquí.

Pero, por si no fuera, eso, ya, suficiente, hemos de recurrir, porque es conveniente siempre, a las fuentes de nuestra fe que, como suele suceder, son fuentes de agua viva a donde podemos acudir cuando se nos haya quedado un poco seca el alma.

Así, Juan Pablo II entendió, perfectamente, la necesidad de reacción. En el Mensaje para la Jornada Mundial del Emigrante, en 1990, dijo lo siguiente: «La misma vigilancia que ponéis cuando están en juego vuestros asuntos materiales, con el fin de no ser víctimas de los engaños de quienes quieren aprovecharse de vosotros, debe guiaros para no caer en la red de las asechanzas de quien atenta contra vuestra fe.

Y, para decir esto no se apoya en un pensamiento que hubiera discurrido por él mismo sino que, lógicamente, tenía, y tiene, su origen evangélico tal decir. Es el evangelista Marcos[8] el que recoge el siguiente aviso de Jesús: "Mirad que no os engañe nadie -nos advierte el Señor-. Vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo ´yo soy´, y engañarán a muchos ... Si alguno os dice: ´Mirad, el Cristo aquí´. ´Miradlo allí´, no le creáis. Pues surgirán falsos profetas", porque, al fin y al cabo, hemos de guardarnos de los "Que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis"[9].

Por eso ahora, en España, la Nueva Era ha quedado desenmascarada por voluntad propia. La labor de cada uno de los que nos consideramos cristianos y católicos es ahondar en su conocimiento para revelar su verdadero sentido, maligno, y hacer ver a aquellas personas que no son capaces de apreciar la importancia negativa que tiene tal movimiento dogmático para sus vidas.

En realidad, nos va la vida en ello. Aunque, por ahora, sólo sea la espiritual.

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Notas

[1] "Jesucristo. Portador del agua de la vida", 1.4.

[2] Ídem nota anterior, introducción apartado 2 "La espiritualidad de la Nueva Era. Visión general".

[3] Ídem nota anterior, 2.3.4.1.

[4] Ídem nota anterior.

[5] Josep Ratzinger, "Situación actual de la Fe y la Teología", en www.mercaba.org/TEOLOGIA/Articulos/teo-003.htm.

[6] Ídem documento anterior.

[7] En http://www.corazones.org/apologetica/grupos/nueva_era.htm puede leerse el resto de la información.

[8] Mc 13, 6. 21-22.

[9] Mt 7, 15-16.


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Fuente: Conoze.com

lunes, 14 de enero de 2008

¿Quién fue? / Autor: Raul Martínez Caso


Platicando durante la comida mi hija de siete años nos contó que un niño de su salón antes de iniciar la clase gritó “Ahí viene la bruja” refiriéndose a la maestra y corrió a sentarse. La maestra lo oyó, pero no alcanzó a ver quien había sido, les preguntó a los niños por el responsable, pero ellos no contestaron y ante la negativa para confesarlo optó por llamar a la directora.

La directora entró al salón y con cara de muy pocos amigos lanzó la temida pregunta nuevamente ¿Quién fue? Ante el silencio de los niños, decidió preguntarle a uno por uno de forma amenazante quien había llamado bruja a la maestra, si no respondían serian castigados todos. Los niños aterrados guardaban silencio viéndose unos a otros y diciéndose con la mirada que no dirían nada por solidaridad con el amigo, algunos tímidamente respondían “no se”. Cuando llego el turno de mi hija, ella dijo el nombre del niño que lo había gritado, en ese momento se acabo el interrogatorio y se llevaron al culpable a la dirección para hablar con el y reportarlo con sus papas

Nuestra primera reacción fue decirle que ella había cometido un error, que tenia que haber permanecido callada como el resto de sus compañeros y haber sido solidaria con su amigo, le dijimos que se crearía fama de ser la chismosa del salón, que los demás niños la molestarían por eso, etc. etc. Sin embargo pronto nos dimos cuenta que estábamos cometiendo un gran error; En nuestra casa hemos valorado mucho en la educación de nuestras hijas la importancia que tiene decir siempre la verdad por difícil que sea la situación, sin importar las consecuencias que esto pueda tener y ella fue lo que hizo, decir la verdad, no le importó lo que sus amigos podían pensar.

Cambiamos de inmediato nuestra actitud y le dijimos que estábamos en un error, que ella había hecho lo correcto, que había dicho la verdad sin importarle las consecuencias y que eso requería de mucho valor, la felicitamos por ello y le explicamos que es muy importante ser solidario con los demás siempre y cuando fuera en una causa buena. Cuando encubrimos o ayudamos a alguien en algo negativo, ilícito, tramposo, sucio, corrupto, etc. más que ser solidarios nos estamos convirtiendo en cómplices.

A simple vista puede parecer que nosotros que vamos por la vida con etiqueta de ser buenas personas somos solidarios y no cómplices, sin embargo: ¿Cuántas veces guardamos silencio en una conversación en la cual se ataca a nuestros valores, principios morales o religiosos para no ser tachados de retrogradas mochos o anticuados? ¿Cuántas veces encubrimos a nuestros hijos, nuestros amigos, conocidos e incluso a desconocidos porque podemos obtener algún beneficio o para evitar un castigo? ¿Cuántas veces nos hacemos de la vista gorda en nuestro trabajo ante el despilfarro de tiempo y talento de alguno de nuestros compañeros; al fin y al cabo no es nuestro dinero? ¿Cuántas veces ignoramos las injusticias y abusos que se comenten en contra de nuestros semejantes por evitarnos un conflicto? ¿Cuántas veces preferimos pasar desapercibidos que exponer valientemente nuestra posición y puntos de vista por miedo al que dirán o evitar una discusión? ¿Cuántas veces hacemos oídos sordos a los gritos que a nuestro alrededor dan nuestros hermanos en busca de apoyo y no hacemos nada al respecto porque no es nuestro problema; que trabajen? ¿Cuántas veces caminamos orgullosos con la cabeza levantada mirando al frente sin voltear a nuestro alrededor, sin bajar la mirada para no ver la miseria y las manos lastimadas que se levantan pidiéndonos ayuda? ¿Cuántas veces ignoramos con desden y desaire a los ancianos y los niños que son abusados por sus padres o terceros haciéndolos trabajar en la calle en condiciones infrahumanas?

“Lo mas atroz de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena"
Mahatma Gandhi

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Fuente: Catholic.net