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domingo, 12 de marzo de 2023

Homilía del Evangelio del Domingo: Es necesario redescubrir el sentido de eternidad / Por Cardenal Raniero Cantalamessa, OFM Cap.


* «Está claro que no basta con saber que existe la eternidad; se necesita también saber qué hacer para alcanzarla. Preguntarse, como el joven rico del Evangelio: «Maestro, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna?». Leopardi, en la poesía El Infinito, habla de un cercado que oculta de la vista el último horizonte. ¿Cuál es para nosotros este cercado, este obstáculo que nos impide mirar hacia el horizonte último, hacia lo eterno? La samaritana, aquel día, comprendió que debía cambiar algo en su vida si deseaba obtener la «vida eterna», porque en poco tiempo la encontramos transformada en una evangelizadora que relata a todos, sin vergüenza, cuanto le ha dicho Jesús»

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domingo, 8 de enero de 2023

Homilía del Evangelio del Domingo: Necesitamos «dosis masivas de Espíritu Santo» / Por Cardenal Raniero Cantalamessa, ofmcap.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Vivamos actualizando cada día la salvación de Cristo / Por Arturo López


Camino Católico.-
  Arturo López Martos, laico casado y padre de dos hijos, miembro de la Comunidad Familia, Evangelio y Vida, profundiza en esta enseñanza en como perseverar en la salvación que Cristo realizó al morir en la cruz de toda la humanidad. Sólo actualizando esa salvación cada día con oración, con perdón, viviendo y dando testimonio de los valores del evangelio, con la Eucaristía, podremos avanzar en nuestro crecimiento personal y espiritual. Entregar todo nuestro corazón a Dios es actualizar la salvación de Cristo.

Arturo López es miembro y también participa de la reuniones de plegaria del grupo de oración Familia, Evangelio y Vida de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Vilanova i la Geltrú, Barcelona, España, donde ha sido grabada en directo esta meditación, el 7 de noviembre de 2009.

domingo, 20 de septiembre de 2009

sábado, 11 de abril de 2009

"El Señor es Dios; ¡Él nos alumbra!"
/ Autores: Conchi Vaquero y Arturo López
"El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. Corrió entonces a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho, y les dijo:
–¡Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto!
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Se agachó a mirar y vio allí las vendas, pero no entró. Detrás de él llegó Simón Pedro, que entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas, y vio además que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado y creyó. Y es que todavía no habían entendido lo que dice la Escritura, que él tenía que resucitar".

(Juan 20, 1-9).

Jesús resucitó hace casi dos mil años. Los cristianos, que se supone intentamos seguirle, poniendo en práctica el mensaje del evangelio, que nos revela toda la historia de la salvación contenida en la Biblia, con asiduidad repetimos la escena de María Magdalena en muchas ocasiones y exclamamos:

–¡Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto!

Eso sucede en nuestras vidas cuando vivimos momentos de dificultad ante los cuales no podemos hacer nada, sólo estar quietos esperando la resurección, la solución al problema que nos provoca desaliento, desesperanza, depresión, angustia y miedo. Estamos como Jesús en el sepulcro: con una gran losa, una piedra muy pesada, atados e inmóviles. Sólo el Amor de Dios Padre puede apartar esas dificultades de nuestra vida y restablecernos de manera providencial. Pese a que, en decenas de ocasiones, hemos vivido como de repente toda losa era quitada, todo camino allanado, no nos acabamos de creer la promesa de Jesús resucitado que prometió acompañarnos siempre.

Y hemos constatado todos lo que nos sucede: el problema ya no existe, ha desaparecido. Pero, la oscuridad, el miedo, la angustía y la depresión persisten. Nos preguntamos: ¿Es verdad o es un espejismo de mi mente? Cuando María Magdalena fue al sepulcro era oscuro y vió con sus propios ojos que Jesús no estaba. Entonces, no recuerda la promesa del Señor que resucitaría, el miedo le hace pensar que se han llavado el cuerpo. Hemos escuchado tantas veces estas Palabras de Vida del evangelio de Juan y en cambio no las sabemos vivir al mínimo tropiezo.

Pero eso no es todo, el discípulo amado se va con Simón Pedro al Sepulcro, ve las vendas desde fuera y no se atreve a entrar: el miedo le paraliza. Es como si pensará: "Bastante hemos sufrido ya, sólo falta que nos suceda algo más". Esto también lo vivimos nosotros cuando acompañamos a alguien en el dolor y sufrimiento: "A ver si no voy saber estar a la altura de las circunstancias".

Én todas las variantes en que la resurrección de Cristo no es actualizada en nuestras vidas seguramente es que necesitamos crecer dejándonos guiar por el auténtico resucitado: Jesús el Señor. Para ver la luz de Cristo sólo hace falta que nos acerquemos a Él con confianza, en todo el estado deplorable en que nos encontremos y reconozcamos que sólo Él tiene Palabras de Vida.

Como los apóstoles, muchas veces vivimos en la dispersión -ellos la experimentaron con la muerte de Jesús- y no entendemos las Escrituras porque no escuchamos la voz suave del Salvador que clama continuamente: "no tengaís miedo. Soy yo el que os hace caminar pese a vuestra debilidad". A cada uno de nosotros como toda respuesta sólo se nos ocurre gritar como Pedro cuando debía andar sobre las aguas: "Señor que me hundo!!!." Hasta ese grito es humano y positivo hacerlo porque nos muestra nuestra debilidad y el tener que depender de la providencia del Altísimo.

Claro que, a veces o casi siempre, y ese es el mayor de los problemas, los cristianos no comprendemos las Escrituras porque nos fabricamos una interpretación a nuestra medida de la Palabra de Dios. Realmente Cristo ha Resucitado!!! Aleluya!!! ¿Pero, donde está escrito que se nos quitarían las dificultades y los problemas que tenemos como consecuencia del pecado y del espiritu del mundo por la resurrección de Jesús? El oró al Padre para que fueramos preservados del maligno en medio del mundo y nos aseguró acompañarnos en todo momento hasta el fin del mundo por el don del Espíritu Santo. El Espíritu de la verdad es quien debe enseñarnos todo, entre otras cosas como afrontar el mal cogidos de la mano de Jesús resucitado.

Como el discípulo amado corrió delante de Simón Pedro, nosotros nos soltamos de la mano de Jesús para ver y discernir con ojos humanos lo que nos está pasando hasta quedar paralizados por el miedo. Dejemos que el Señor nos indique el camino y aunque sea angosto a primera vista oremos para poder saber a que ritmo debemos andar, para poder escuchar paso a paso la voz de Cristo que nos habla al corazón: "Soy yo. La paz este contigo."

Uno de los ejemplos contemporáneos de cuanto hemos explicado es la Madre Teresa de Calcuta. De la obra realizada por ella no dudan ni los cristianos, ni los creyentes de otras religiones, ni los mismos ateos o laicistas. Actualmente conocemos que Teresa de Calcuta vivió momentos de gran sequedad y oscuridad. Ninguna explicación intelectual, ni sicológica puede justificar que una mujer sóla iniciara a contracorriente y sin posibilidad de volver atrás la atención a tantos moribundos, pobres, enfermos y desesperados. Si a los problemas que supone atender humanamente con pocos medios a los más desprotegidos sumamos la sequedad espiritual y la oscuridad, sería imposible la consolidación de las Misioneras de la Caridad si no es porque la obra estuvo cimentada fuertemente en la creencia que Cristo estaba resucitado, a su lado, enseñándole el camino para construir sobre roca una obra que da gloria a Dios porque sólo Él la ha podido realizar.

Aclamemos la resurección de Cristo con el salmo 118 (117):

"Dad gracias al Señor, porque él es bueno,
porque su amor es eterno.
Digan los israelitas:
“El amor del Señor es eterno.”
Digan los sacerdotes:
"El amor del Señor es eterno.”
Digan los que honran al Señor:
“El amor del Señor es eterno.”

En mi angustia llamé al Señor;
él me escuchó y me dio libertad.
El Señor está conmigo; no tengo miedo.
¿Qué me puede hacer el hombre?
El Señor está conmigo; él me ayuda.
¡He de ver derrotados a los que me odian!
Es mejor confiar en el Señor
que confiar en el hombre.
Es mejor confiar en el Señor
que confiar en grandes hombres.

Todas las naciones me rodearon,
pero en el nombre del Señor las derroté.
Me rodearon por todas partes,
pero en el nombre del Señor las derroté.
Me rodearon como avispas,
pero su furia se apagó como fuego de espinos;
¡en el nombre del Señor las derroté!
Me empujaron con violencia, para que cayera,
pero el Señor vino en mi ayuda.
Yo canto al Señor, que me da fuerzas.
¡Él es mi salvador!

En las casas de los hombres fieles
hay alegres cantos victoriosos:
“¡El poder del Señor alcanzó la victoria!
¡El poder del Señor es extraordinario!
¡El poder del Señor alcanzó la victoria!”
¡No moriré, sino que he de vivir
para contar lo que el Señor ha hecho!
El Señor me ha castigado con dureza,
pero no me ha dejado morir.

¡Abrid las puertas del templo,
que quiero entrar a dar gracias al Señor!

Esta es la puerta del Señor,
y por ella entrarán los que le son fieles".

Te doy gracias, Señor, porque me has respondido
y porque eres mi salvador.
La piedra que los constructores despreciaron
se ha convertido en la piedra principal.
Esto lo ha hecho el Señor,
y estamos maravillados.
Este es el día en que el Señor ha actuado:
¡estemos hoy contentos y felices!

Por favor, Señor, ¡sálvanos!
Por favor, Señor, ¡haz que nos vaya bien!

¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
Os bendecimos desde el templo del Señor.
El Señor es Dios; ¡él nos alumbra!
Comentad la fiesta y llevad ramas
hasta los cuernos del altar.

Te doy gracias y alabo tu grandeza,
porque tú eres mi Dios.
Dad gracias al Señor, porque él es bueno,
porque su amor es eterno.

Feliz Pascua de Resurrección!
Que la Luz de Cristo os llene de su Paz!
Alegraos con este vídeo

domingo, 21 de septiembre de 2008

"Escucharé lo que Dios, el Señor, dice en mí" / Autores: Conchi y Arturo

Nuestro vivir cotidiano para disfrutar de una vida plena en abundancia debería ser esencialmente mantener una relación personal con Dios constante -Padre, Hijo y Espíritu Santo-. Si crecemos diariamente en el conocimiento de Dios, que nos ha revelado su amor en Jesucristo por el don del Espíritu Santo, vamos a desear tener una visión del mundo y de cada persona con la mirada única que el Padre del cielo tiene por cada hijo suyo. Leemos en Juan 6, 28-29 como interrogan a Jesús:

"Le preguntaron:
–¿Qué debemos hacer para que nuestras obras sean las obras de Dios?
Jesús les contestó:
–La obra de Dios es que creáis en aquel que Él ha enviado."


Creer a Cristo es hacer lo que Él realizaría ante cada situación. Pero eso no podemos llevarlo a la práctica sin mantener una relación profunda con Dios en la oración, para discernir cual es la actitud que espera de nosotros y testimoniar su amor persona a persona con la que nos encontremos en la vida. Si en la pobreza de nuestro espíritu deseamos conocer a Jesucristo como Salvador y Señor, lograremos penetrar en la mirada que Él tiene para cada hijo de Dios. Sólo con los ojos de Cristo que nos muestra la voluntad del Padre, alimentándonos con su Palabra podremos ver el corazón herido de la humanidad y ser misericordiosos por gracia de Dios. Leer más...

sábado, 7 de junio de 2008

La relación entre movimientos y parroquias / Autora: Miriam Díez i Bosch


Posibilidades y dificultades, según un párroco español

MADRID, (ZENIT.org).- La irrupción de movimientos y nuevas comunidades en la vida parroquial no siempre es fácil. De ella depende, sin embargo, la nueva evangelización.

Así lo piensa don Francisco Garvía, párroco de Nuestra Señora de las Delicias (Madrid) y autor de la ponencia "Parroquia, comunidades y movimientos" pronunciada en la XVIII Semana de Teología Pastoral del Instituto de Pastoral de Madrid y ahora recogida en "A vueltas con la parroquia, balances y perspectivas", de la editorial Verbo Divino.

Para superar las dificultades que existen en la parroquia, los movimientos, las comunidades y la vida religiosa sería bueno "favorecer el encuentro en libertad, el respeto, la generosidad y el aprecio mutuo" así como "acoger y educar la diversidad", "promover la convivencia" y "trabajar en corresponsabilidad, favoreciendo la participación de todos", sugiere este sacerdote, que no esconde los problemas para que así sea.

"Una dificultad la ofrecemos los mismos pastores: nuestro propio pensamiento, sensibilidad o línea pastoral pueden impedir la presencia en la parroquia de los carismas que proponen los diversos movimientos y las pequeñas comunidades", reconoce.

Don Francisco Garvía sostiene que "el exceso protagonismo del propio pastor, de la comunidad, de uno o de varios movimientos en la parroquia, de manera que acaparen sus acciones pastorales, sus miembros ocupen puestos de responsabilidad y servicio de las mismas".

Otra dificultad sería "la identificación plena de la comunidad parroquial, de tal forma que sólo pueda sentirse miembro corresponsable de la parroquia aquel que pertenezca a la pequeña comunidad o movimiento".
El "enrocamiento o encerramiento sobre sí misma de la que se ha ensimismado" y se ha constituido como el "mejor modelo de comunidad" también dificulta la armonización entre parroquia y movimientos, que a su vez a veces "se repliegan a veces sobre sí mismos y corren el riesgo de confundir a la Iglesia con la experiencia propia de Iglesia que ellos tienen".

"La convicción de una comunidad de que sólo perteneciendo a ella se puede construir parroquia, convirtiéndose ella en el único modelo de comunidad parroquial posible en el barrio donde esté ubicada" es un riesgo, advierte este párroco madrileño.

Otra dificultad que impide la inserción y el trabajo conjunto de parroquias, asociaciones, movimientos y comunidades de vida religiosa es la "desconfianza y el desconocimiento mutuos, que llevan en ocasiones a la exclusión y privan a los seglares de su autonomía".

Sin embargo, existen muchas más posibilidades que dificultades: "Siendo la parroquia el lugar más significativo para manifestar la comunidad cristiana, vendrá bien a los grupos, movimientos y comunidades que estén integrados en la misma, hacerles la propuesta de trabajar la dimensión comunitaria en su formación, invitar a vivir las celebraciones centrales de la vida cristiana en la comunidad parroquial e implicarse en la creación de un clima de comunión".

"Los movimientos y comunidades están llamados a ser elemento integrador en el conjunto de la vida parroquial, por su preocupación y seguimiento de las tareas comunes de la parroquia y por su presencia, animación y participación en los acontecimientos y celebraciones claves", anuncia.

Además, "pueden ser una propuesta de vida cristiana" pues "cuando en la parroquia existen comunidades o movimientos, éstos sirven de referencia a los más jóvenes a quienes se les propone un estilo de vida concreto para realizarse como cristianos".

"Se trata de armonizar las diferentes carismas presentes en una comunidad parroquial, de manera que se encuentren, se conozcan y pongan al servicio de todos lo que a cada movimiento lo hace diferente". Aquí "el equipo sacerdotal y / o el párroco tienen un papel importante", insiste.

"Es de desear que la parroquia sea un lugar abierto a la presencia de diferentes espiritualidades, las presente y promueva" para que "grupos, movimientos y comunidades compartan entre sí y con el resto de la gran comunidad parroquial oración y celebración", concluye.

jueves, 29 de mayo de 2008

Sólo por hoy / Autor: J.M. ALIMBAU

Sólo por hoy? arrancaré las malas hierbas del pesimismo y de la tristeza que crecen en mi interior y ahogan las futuras flores y frutos de la alegría.
- Sólo por hoy? evitaré por todos los medios no agriarme. Avinagrarse es un mal camino para llegar a la alegría.
- Sólo por hoy? intentaré vivir el momento presente?con plenitud, con paz, con esperanza? y con una leve sonrisa...
- Sólo por hoy? me reiré de mí mismo y no me tomaré tan en serio lo que piensan, digan y hagan los demás...
- Sólo por hoy? no seré envidioso. La envidia hace imposible que crezca, en nuestro interior, el fruto maravilloso de la alegría?
- Sólo por hoy... buscaré en la dimensión espiritual, en el seguimiento de Jesús, la solución a mis fracasos, a las horas bajas. Darle sentido trascendente a la vida es encontrar el manantial de la alegría...
- Sólo por hoy? dedicaré un tiempo para alimentar mi vida espiritual-cristiana, dónde se encuentra, la mayor reserva, de la verdadera alegría.

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Fuente: La Razón

jueves, 22 de mayo de 2008

Olvídate de ti mismo / Autores: Conchi y Arturo

"Sed prudentes y manteneos despiertos, porque vuestro enemigo el diablo, como un león rugiente, anda buscando a quien devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que en todas partes del mundo vuestros hermanos soportan los mismos sufrimientos. Pero después que hayáis sufrido por un poco de tiempo, Dios os hará perfectos, firmes, fuertes y seguros. Él es el mismo Dios que en su gran amor nos ha llamado a tener parte en su gloria eterna en unión con Jesucristo. A él sea el poder para siempre. Amén." (1 Pedro 5, 8-11)

Demasiadas veces nos autocomplacemos justificando que el mal es un misterio que no puede explicarse. El pecado original fue la puerta para que el maligno se convirtiera en el principe de este mundo. Por lo tanto, todos como pecadores estamos siempre expuestos a ser instrumentos para dañar a los demás profundamente si no permanecemos vigilantes y perseverantes en oración ante el Señor para que el Espíritu Santo nos defienda y guie nuestros pasos.

Cuando obramos el mal sin que nadie lo sepa o lo sospeche, maquinando en nuestro corazón cómo conseguir determinados objetivos, estamos abriendo la puerta para "ser devorados por el diablo" como dice la 1 Pedro. Aparentemente, a los ojos de los demás quizás estemos actuando inteligentemente cuando nos
proponemos para hacer alguna actividad o trabajo, sirviéndonos de lo mal que lo hace otra persona y queriendo marginarla, desacreditarla. Quizás conseguiremos nuestro objetivo, pero el maligno empezará a devorar lentamente en nuestro interior la vida de Dios, la luz, la verdad, el amor.

El acecho en la oscuridad

Se habla mucho de satanás repecto a actos ocultistas, cuando hay posesión, se hacen brujerías, tarots, misas negras, ouijas, espiritismos, magías, adivinaciones... Y es verdad, en esos casos hay que tener cuidado. En nuestro blog hablamos abiertamente de esos temas. La sabiduría de Dios nos enseña que nadie está exento de ser embestido por el maligno en su vida de forma sutil y sin tener conciencia inmediata de ello. Es ahí donde nuestra humildad diaria de perseverar reconociendo nuestras faltas y pidiendo a Dios que nos haga caminar en su luz serán los únicos antídotos y salvavidas eficaces que nos podrán rescatar de ser heridos y paralizados en nuestra vida profunda.

Jesús en respuesta a sus díscipulos les enseñó a orar diciendo: "Y líbranos del mal". Sólo si Cristo es nuestro pastor seremos preservados del mal o rescatados de él. Tenemos tendencía a minimizar toda nuestra debilidad real. Nos cuesta asumir que el diablo desea que hagamos muchas cosas y que su objetivo es sólo uno: paralizar y matar la vida de Dios en nosotros. Si pudiera nos asesinaría físicamente, pero como en muchas ocasiones le es imposible, lo que pretende es tenernos muy ocupados, que nos consideremos importantes e imprescindibles en la familia, en el trabajo, en las relaciones sociales y que no tengamos tiempo para estar con el único que puede llenar nuestra vida de sentido: Dios.

El orgullo y el egoísmo se suele decir que son por naturaleza inherentes al ser humano, pero se omite que lo son por el pecado. El hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios con la única misión de Amar. Dios es Amor. Y nuestra vida debe ser construida sobre el amor de Dios. Si Él no nos enseña a Amar nosotros no sabemos. El orgullo y el egoísmo nunca han formado parte del plan original de Dios para el hombre. En los versículos precendentes del texto de 1 Pedro que hemos leído al principio se habla de esta cuestión con claridad antes de advertirnos que seamos prudentes:

“Dios se opone a los orgullosos,
pero ayuda con su bondad a los humildes.
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os enaltezca a su debido tiempo. Dejad todas vuestras preocupaciones a Dios, porque él se preocupa de vosotros." ( 1 Pedro 5, 5-7)


Escuchar la Palabra de Dios es lo único que nos da la vida y hace crecer espiritual y humanamente. Jesús en una discusión con los judios les contesta y explica con claridad la forma de actuar del maligno. Lo encontramos en Juan 8, 42-47:

"–Si Dios fuese de veras vuestro padre, me amaríais, porque yo, que estoy aquí, vengo de Dios. No he venido por mi propia cuenta, sino que Dios me ha enviado. ¿Por qué no podéis entender mi mensaje? Porque no queréis escuchar mi palabra. Vuestro padre es el diablo:v vosotros le pertenecéis, y tratáis de hacer lo que él quiere. Desde el principio, el diablo ha sido un asesino; jamás se ha basado en la verdad, porque la verdad no está en él. Cuando miente, habla como lo que es: mentiroso y padre de la mentira. En cambio a mí, que digo la verdad, no me creéis. ¿Quién de vosotros puede demostrar que he cometido pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de Dios escucha las palabras de Dios, pero vosotros no queréis escuchar porque no sois de Dios. "

Cada vez que no escuchamos al Señor dejamos de ser prudentes y damos campo al diablo para actuar de forma solapada. Si precisamos de Dios sólo para recitar oraciones y cumplir con preceptos estamos atrapados como los fariseos en el cumplimiento de la ley, pero desposeídos de la esencia de la vida que es dejarse enseñar por Dios para saber amar siempre, en toda situación. Incluso perseverando el príncipe de este mundo intentará cegarnos. El Espíritu Santo quiere enseñarnos a hacerle frente cuando se nos presenta revestido de ángel de luz. ¿Cuantas veces dejamos de clamar: habla Señor que tu siervo escucha? Dios quiere que tengamos a todas horas oidos de díscipulos para aprender de Él. Jesús siempre escuchó a su Padre. Todos los días. Para que nuestra fe sea plasmada en obras necesitamos beber el Agua viva que quita toda sed para que de nosotros manen rios para los demás que los llene de fortaleza, paz, vida, luz y los conduzcan a poner su mirada únicamente en Dios.

Dame tu vida, que soy pobre, Señor

No se trata de ver detrás de cada acto al diablo, pero si de ser conscientes de nuestra necesidad de abandono y dependencia total de Dios. San Pablo lo describe con precisión en Romanos 7, 14-25:

"Sabemos que la ley es espiritual, pero yo, en mi condición humana, estoy vendido como esclavo al pecado. No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino que precisamente aquello que odio es lo que hago. Pero si lo que hago es lo que no quiero hacer, reconozco con ello que la ley es buena. Pero en este caso ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está en mí. Porque yo sé que en mí, es decir, en mi débil condición humana, no habita el bien; por eso, aunque tengo el deseo de hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero. Ahora bien, si lo que no quiero hacer es lo que hago, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que está en mí.

Me doy cuenta de que, aun queriendo hacer lo bueno, solo encuentro lo malo a mi alcance. En mi interior me agrada la ley de Dios; pero veo en mí otra ley, que se opone a mi capacidad de razonar: es la ley del pecado que está en mí y me tiene preso.

¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará del poder de la muerte que está en mi cuerpo? Solamente Dios, a quien doy gracias por medio de nuestro Señor Jesucristo. En conclusión: entiendo que debo someterme a la ley de Dios, pero en lo débil de mi condición humana estoy sometido a la ley del pecado."

En cada acto y decisión nuestra libertad de elegir es lo que nos lleva a hacer el bien o el mal. El libro del Deutoronomio 30, 14-16, lo revela con exactitud:

"Al contrario, el mandamiento está muy cerca de vosotros; está en vuestros labios y en vuestro pensamiento, para que podáis cumplirlo.
Mirad, hoy os doy a elegir entre la vida y el bien, por un lado, y la muerte y el mal por el otro. Si obedecéis lo que hoy os ordeno, y amáis al Señor vuestro Dios, seguís sus caminos y cumplís sus mandamientos, leyes y decretos, viviréis y tendréis muchos hijos, y el Señor vuestro Dios os bendecirá en el país que vais a ocupar."


Nuestra boca habla de lo que hay en el corazón. Satanás intentará siempre que prescindamos de relacionarnos con el Señor de forma profunda, que no le dediquemos tiempo, para que nuestra mente este ocupada por ideas vanas. El primer acto de nuestra libertad diaria consiste en decidir vivir toda la jornada unidos a Cristo resucitado para que ilumine nuestro ser interior. Por eso debemos resevar un tiempo exclusivo para contemplar su mirada y dejarnos penetrar por su sabiduría. Es la única manera de Amar a Dios sobre todas las cosas: convertirlo en el centro real y cotidiano. Por eso Jesús advierte a la gente y a sus díscipulos lo que encontramos en Marcos 7, 14-23:

"–Escuchadme todos y entended:

Nada de lo que entra de fuera puede hacer impuro al hombre. Lo que sale del corazón del hombre es lo que le hace impuro. Cuando Jesús dejó a la gente y entró en casa, sus discípulos le preguntaron sobre esta enseñanza. Él les dijo:

–¿Así que vosotros tampoco lo entendéis? ¿No comprendéis que ninguna cosa que entra de fuera puede hacer impuro al hombre? Porque no entra en el corazón, sino en el vientre, y después sale del cuerpo.

Con esto quiso decir que todos los alimentos son puros, y añadió:

–Lo que sale del hombre, eso sí le hace impuro. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos pensamientos, la inmoralidad sexual, los robos, los asesinatos, los adulterios, la codicia, las maldades, el engaño, los vicios, la envidia, los chismes, el orgullo y la falta de juicio.Todas estas cosas malas salen de dentro y hacen impuro al hombre."


Cuando uno ha aceptado a Cristo como Salvador y Señor de su vida debe tener un solo objetivo: pensar y vivir como Jesús. Eso no es fácil. Si no meditemos lo que le sucedió a Pedro y a los dispículos tal y como se cuenta en Marcos 8, 31-33:

"Comenzó Jesús a enseñarles que el Hijo del hombre tenía que sufrir mucho, y que sería rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley. Les dijo que lo iban a matar, pero que resucitaría a los tres días. Esto se lo advirtió claramente.

Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderle. Pero Jesús se volvió, miró a los discípulos y reprendió a Pedro diciéndole:

–¡Apártate de mí, Satanás! Tú no ves las cosas como las ve Dios, sino como las ven los hombres."

Perder la vida por Cristo

Cristo quiere iluminar la mente de Pedro. Nosotros decidimos si perseveramos poniéndonos a los pies del Señor para que nos haga ver con sus ojos todas las cosas y vacíe de pensamientos vanos la mente. Pedro no es satanás pero sus pensamientos si vienen de él para desviarlo del camino y hacer que no cumpla la voluntad de Dios. Por eso, Jesús proclama con profundidad lo que supone ser discípulo suyo en Marcos, 7, 34-38:

"Luego llamó Jesús a sus discípulos y a la gente, y dijo:

–El que quiera ser mi discípulo, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía y del evangelio, la salvará. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida? O también, ¿cuánto podrá pagar el hombre por su vida?Pues si alguno se avergüenza de mí y de mi mensaje delante de esta gente infiel y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre y con sus santos ángeles."

Para poder perder la vida por causa del evangelio es imprescindible invocar al Espíritu Santo que mora en nosotros y que nos capacite para ser testigos en todo momento y lugar del Amor del Padre y de Cristo Resucitado. San Pablo lo refleja en Romanos 8, 5-8, 12-17:

"Los que viven conforme a lo débil de la condición humana se preocupan solo de las cosas humanas; pero los que viven conforme al Espíritu se preocupan de las cosas del Espíritu. Ahora bien, preocuparse sólo de lo que es humano lleva a la muerte; en cambio, preocuparse de las cosas del Espíritu lleva a la vida y la paz. Los que se preocupan sólo de las cosas humanas son enemigos de Dios, porque ni quieren ni pueden someterse a su ley. Por eso, los que viven sometidos a los deseos de la débil condición humana no pueden agradar a Dios......

Así pues, hermanos, tenemos un deber, que no es el de vivir conforme a los deseos de la débil condición humana. Porque si vivís conforme a esos deseos, moriréis; pero si los hacéis morir por medio del Espíritu, viviréis.
Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud que os lleve otra vez a tener miedo, sino el Espíritu que os hace hijos de Dios. Por este Espíritu nos dirigimos a Dios, diciendo: “¡Abbá!, ¡Padre!” Este Espíritu es el mismo que se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y por ser sus hijos tendremos también parte en la herencia que Dios nos ha prometido, la cual compartiremos con Cristo, si en verdad sufrimos con él para después estar con él en su gloria."

El apóstol de los gentiles explica en la práctica cómo vivir en Cristo Jesús en Efesios 4, 17-31:
Así pues, en el nombre del Señor os digo y encargo que no viváis más como los paganos, que viven de acuerdo con sus vanos pensamientos y tienen oscurecido el entendimiento. No gozan de la vida que procede de Dios, porque son ignorantes a causa de lo insensible de su corazón. Se han endurecido y se han entregado al vicio, cometiendo sin freno toda clase de acciones impuras. Pero vosotros no conocísteis a Cristo para vivir de ese modo, si es que realmente oísteis acerca de él; esto es, si de Jesús aprendisteis en qué consiste la verdad. En cuanto a vuestra antigua manera de vivir, despojaos de vuestra vieja naturaleza, que está corrompida por los malos deseos engañosos. Debéis renovaros en vuestra mente y en vuestro espíritu, y revestiros de la nueva naturaleza, creada a imagen de Dios y que se manifiesta en una vida recta y pura, fundada en la verdad.

Por lo tanto no mintáis más, sino que cada uno sea veraz cuando hable con su prójimo, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo. Si os enojáis, no pequéis: procurad que el enojo no os dure todo el día. No deis oportunidad al diablo. El que robaba, deje de robar y póngase a trabajar, realizando un buen trabajo con sus manos para que tenga algo que compartir con los necesitados.
No digáis palabras groseras, sino solo palabras buenas y oportunas que ayuden a crecer y traigan bendición a quienes las escuchen. No hagáis entristecer al Espíritu Santo de Dios, con el que habéis sido sellados para distinguiros como propiedad de Dios el día de vuestra liberación definitiva.
Echad fuera de vosotros la amargura, las pasiones, el enojo, los gritos, los insultos y toda clase de maldad. Sed buenos y compasivos unos con otros, y perdonaos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo.

Resurgir de la prueba por la oración

Aun intentando llevar una vida espiritual equilibrada podemos caer presos de la ceguera del espíritu del mundo. No obstante, la constancia y la limpieza de corazón son decisivas para que Dios pueda rescatarnos de una caída acontecida de forma indeseada.

Un matrimonio joven con varios hijos pequeños ha vivido hace unas semanas uno de los golpes más habituales del espíritu del mundo, que la sociedad acepta como normal y fruto de la libertad y el progreso.

Se casaron, vírgenes, comprometidos ambos en un movimiento de la iglesia. Su matrimonio quería ser un canto de alabanza a Dios para siempre, un testimonio vivo de su amor. Eso ha sido durante tiempo. Hace poco, una mujer muy joven y atractiva, que trabajaba con el esposo de éste matrimonio, se separó de su marido. Le sedujo de tal forma que se dispuso a abandonar a su mujer.

La joven esposa acudió al sacerdote de la parroquia donde estaban comprometidos como familia cristiana. El párroco habló con el esposo y se dio cuenta que aquel hombre seguía amando a Dios, a su esposa y a sus hijos, aunque había quedado enamorado y apegado físicamente a la compañera de trabajo. Después de la conversación, el hombre volvió a su casa y decidió marchar. Era un jueves por la noche. La esposa llamó al sacerdote para explicarle que su marido se había ido de casa. El párroco le dijo a la desesperada mujer que había que orar con confianza porque Dios no quería eso y su marido estaba atrapado por una ceguera espiritual reversible.

Cinco días después, el martes, el hombre vuelve al párroco para explicarle lo que le ha sucedido. Cuando llegó a la casa de su compañera de trabajo para quedarse a vivir se sintió muy extraño, como fuera de lugar, pese a eso, el tercer día, el domingo decide ir a buscar todas las cosas a su casa para abandonar el hogar definitivamente. Al llegar al domicilio vió salir a su esposa y a sus hijos y al entrar en la vivienda se sintió conmovido. Se sentó y vió como su mente se iluminaba y se daba cuenta profundamente, que lo que estaba haciendo era un error. Dios mismo le mostró que su felicidad y su amor estaban unidos a su familia. Decidió quedarse para seguir disfrutando de un hogar en el que nunca había habido ningún problema.

Si el deseo profundo de nuestro corazón es vivir unidos a la voluntad de Dios manifestada en Cristo Jesús, no debemos temer a nada ni a nadie. S. Pablo lo confirma en Romanos 8, 35-39:
"¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la muerte violenta...? Como dice la Escritura:
“Por causa tuya estamos siempre expuestos a la muerte;
nos tratan como a ovejas llevadas al matadero.”

Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente ni lo futuro, ni lo alto ni lo profundo ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús, nuestro Señor!"

Oremos con un texto de Marcelo A. Murúa pidiendo que el Espíritu de Dios nos lo enseñe todo:

Danos tu Espíritu
Danos tu Espíritu,
Señor de la Vida.

El Espíritu que nos llena el corazón
para seguir tus pasos y vivir el evangelio.
El Espíritu que guió tu camino,desde la concepción,
llenando la vida de María,tu madre y madre nuestra.
El Espíritu que acompañó tu crecimiento
en estatura, gracia y sabiduría,en los años sencillos de Nazaret.
El Espíritu que te orientó hacia el desierto para meditar el llamado y salir a la predicación.
El Espíritu que te daba fuerzas,aliento y ánimo
para anunciar el Reino y construirlo con gestos de vida solidaria.
El Espíritu que te enseñó a descubrir a Dios en los pobres y sencillos,
y alabar al Padre,como María en el Magnificat.
El Espíritu que te alentó en tu hora
y que pusiste en las manos del Padre,como signo definitivo de tu entrega.
Señor, danos tu Espíritu.
Nos has prometido un compañero,un guía, un defensor, un maestro.
Envía tu Espíritu a nuestras comunidades.
Lo esperamos con ansías, lo buscamos con alegría,
queremos llenarnos de su pasión por la Vida.
Renueva nuestra esperanza,
ayúdanos a caminar en los conflictos,
enséñanos la fidelidad al Evangelio en estos tiempos difíciles.
Queremos construir el Reino,
ofrecer al mundo los frutos de tu presencia.
Dios de la Vida, danos tu Espíritu,
para que nos haga nuevos,
para que nos impulse a la misión,
para que seamos testigos,hermanos y mensajeros.
Para que vivamos en el Espíritu de Jesús
y él nos muestre las huellas del Reino en la sociedad que vivimos.

Sigue orando con este video, pide el Espíritu Santo en cada instante de tu vida

miércoles, 21 de mayo de 2008

¿Yo mando en mi corazón? / Autor: Prof. Felipe Aquino

Debo conocerme para poder amar más y mejor.

La gente transforma el amor en egoísmo, porque no tiene el dominio de sí misma. La relación de dos personas, sean amigos, novios o casados, tiene su base en el amor mutuo, que une a los dos y los hace crecer. Sin esto, cualquier relación cae al vacío.

Amar es construir al otro; hacerlo crecer como persona; pero para esto es necesario poseerse; ser señor de sí mismo, porque para amar a alguien es necesario saber renunciarse. Y solamente puede renunciarse quien aprendió a dominarse.

La gente transforma el amor en egoísmo, porque no tiene el dominio de sí misma, por eso no consigue amar. Sepa que la gran crisis del hombre moderno es que, él dominó el macrocosmos de las estrellas y el microcosmos de las bacterias y de los átomos, pero perdió el dominio de sí mismo; por eso no consigue amar de verdad, continua muy egoísta.

Para que puedas amar de verdad, como Dios quiere, es necesario que camines “de pie”, es decir, respetando la primacía de los valores: en cima, el espíritu; abajo el racional y más abajo el físico. Así tendrás el control y el comando de tus actos y de tu vida.

Si tu cuerpo domina tu espíritu, entonces, caminarás de cabeza para bajo. Si no te dominas delante de las fuerzas de los instintos y de las pasiones, entonces, te arrastrarás y no serás capaz de amar.

También podrás dejar de caminar de pie, si la sensibilidad comanda tus actos, y, no el espíritu ni la razón. Claro que la sensibilidad es importantísima; pues es lo que nos diferencia de los animales pero, no puede ser la emperatriz de nuestros actos.

No podemos ser conducidos, sólo, por el "sentir". Si es así, te puede parecer que una persona está correcta sólo porque te es simpática o muy amiga y no porque, de hecho, ella tiene razón.

La sensibilidad está comandando en tu vida cuando cambias la realidad por el sueño, cuando no te aceptas a ti mismo como eres, etc. Para caminar de pie, es necesario que tu espíritu, fortalecido por el Espíritu Santo, comande tu sensibilidad y tu cuerpo.

La sensibilidad es bella y te hace llorar ante el dolor y el sufrimiento del otro, pero necesita ser controlada por el espíritu. Un caballo fogoso puede llevarte muy lejos si tienes firmes sus riendas, pero te puede tirar al suelo si no lo dominas.

Para amar es necesario poseerse; y, para poseerse es preciso ejercitar el amor. Jesús fue el que mejor amó, porque tenía el dominio perfecto de sí mismo. Nunca el egoísmo gritó más alto que el amor dentro de Él. Así también fueron los santos.

Pero hay una cosa que necesitas saber. Sólo con nuestras propias fuerzas no podemos caminar de pie. Jesús avisó que "el espíritu es fuerte, pero la carne es débil". Por lo tanto, necesitas la fuerza de Dios para soportar tu naturaleza fragilizada por el pecado original.

La persona que camina de pie, sabe pensar independientemente de la opinión pública y de la propaganda, sabe ser calma, tranquila y paciente, no se agita y no se desespera, no grita ni pega, vive con sencillez y tiene los pies en la tierra. No desprecia a nadie, sabe valorar a todos, no es vanidosa ni arrogante y no necesita de aplausos para ser feliz. Está siempre lista para aprender y para enseñar, sabe aceptar la opinión de los demás cuando es mejor que la suya, cultiva la verdad, tiene mente adulta y corazón de niño, se conoce y ama a Dios.

En fin, la persona "de pie", es la persona madura, que aprendió a dominarse para poder de hecho amar.

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Fuente: Comunidad Canción Nueva


miércoles, 14 de mayo de 2008

Un posible decálogo de la Nueva Evangelización hoy en Europa / Monseñor Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto

1.¡No te cierres en ti mismo, prisionero de tus angustias o de tus defensas!

2.¡No te cierres en la pertenencia tranquilizadora o en el egoísmo ligado al interés de tu grupo!

3.¡Ábrete al Misterio santo, que te envuelve a ti y todo lo que existe, y ayuda al buscador del Misterio, que hay en ti y en todo corazón inquieto, a reconocer sus signos en la vida y en la historia!

4.¡Respeta al otro en su diversidad, y disponte a recibir el don y la riqueza que él, en cuanto diverso, representa para ti y para tu comunidad!

5.Acoge el don de Dios, ofrecido en Cristo Jesús, en la obediencia de la fe. No seas incrédulo, sino creyente, y confiesa el único nombre en que se da a los hombres la reconciliación: el Señor Jesús.

6.Vive tu fe de tal modo que irradies la fuerza y la belleza de la reconciliación dada en Cristo, y que la anuncies a tiempo y a destiempo como buena noticia para todo hombre y para todo el hombre, así como para la entera comunidad de los pueblos y de las Iglesias de Europa.

7.Sé solidario con el otro, reconociendo en su necesidad y en su debilidad su derecho a tu compromiso y al de tu comunidad civil y eclesial.

8.Vive la pasión de la unidad del cuerpo de Cristo, comprometiéndote en la búsqueda de una comunión plena con todos los que creen en él, y acoge con respeto la diversidad religiosa, promoviendo el diálogo y la colaboración con todos los que creen en Dios, sea cual fuere la fe a la que pertenecen, sin renunciar jamás a proponer a todos el don del Evangelio.

9.Sé consciente de tus responsabilidades en relación con toda la familia humana y con esa casa grande que es el mundo, actuando de tal modo que favorezcas al crecimiento de la calidad de la vida de todos en la justicia y en la salvaguarda de la creación.

10.Vive en constante conversión y reforma, y mantente abierto a las sorpresas de Dios, teniendo la valentía de pagar el precio más alto para que la reconciliación prometida y ofrecida en el Evangelio de Jesucristo tome cuerpo en la vida de los hombres.

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Fuemte: Agencia Veritas

sábado, 10 de mayo de 2008

'Ven, Espíritu Creador', de Raniero Cantalamessa / Autor: David Amado

Los Padres de la Iglesia, la literatura, su experiencia personal, autores de otras confesiones... todo encaja para reivindicar al Espíritu Santo.

Durante mucho tiempo ha habido silencio sobre la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Dicho silencio, que le valió el nombre de “Dios desconocido”, debe venir en parte de que al Espíritu Santo se le conoce por su acción y, por decirlo de alguna manera, se le experimenta pero siempre es difícil expresarlo.

Así como el Hijo nos habla del Padre, el Espíritu Santo da testimonio del Hijo. Pero a Él lo conocemos por su acción. A partir del Concilio Vaticano II se han renovado los estudios de pneumatología y hoy es posible encontrar muy buenas monografías.

El Padre Cantalamessa, uno de los autores más leídos en la actualidad, y de profunda y prolífica pluma así como influencia en los fieles, nos ofrece en este volumen una auténtica enciclopedia sobre el Espíritu Santo.

Lo hace, además, de una forma atractiva. Su esquema sigue un célebre poema medieval que aún hoy se utiliza en la liturgia, el Veni, creador Spiritus, atribuido a Rábano Mauro (s. IX).

Siguiendo las estrofas de ese bello texto medieval el autor desarrolla toda la teología sobre el Espíritu Santo y su acción en la Iglesia. Para Cantalamessa es de suma importancia recuperar la importancia de los carismas, como floraciones de la acción del Espíritu Santo en la historia y en la vida de la Iglesia. Por eso el libro no es sólo especulativo sino muy orientado a vivir la fe y a comprender la acción de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad en nuestra vida.

El Padre Cantalamessa conoce muy bien los textos escriturísticos referidos al Espíritu Santo. Acude a ellos para poder conocer mejor al Paráclito. Pero, además, hace uso de un tesoro de fuentes, que van desde un amplio conocimiento de los Padres de la Iglesia, a referencias muy oportunas a la literatura actual, sin descuidar las hermosas oraciones compuestas en la época medieval o las afirmaciones provenientes de autores reformados.

La riqueza de los recursos empleados por el autor se suma a la reflexión y vivencia propia del autor, que nos ofrece así un texto muy completo que no debe pasar desapercibido. Así, el libro se nos ofrece como un testimonio de la Tradición católica abierto a la dimensión ecuménica.

Precisamente este aspecto ecuménico le interesa mucho al autor. Se nota especialmente en lo que señala acerca de la doctrina del filioque que, como es sabido, es motivo de discusión teológica entre ortodoxos y católicos. Al respecto propone una interpretación conciliadora: “Padre en el Espíritu; Hijo en el Espíritu”.

Cantalamessa nos ofrece un volumen muy bien documentado, exquisitamente trabajado y notablemente sugerente. Apropiado para el estudio pero también para la formación de los laicos y para la lectura espiritual.

VEN, ESPÍRITU CREADOR
Raniero Cantalamessa
Prólogo del Cardenal Joseph Ratzinger
Monte Carmelo
Burgos, 2007
484 páginas

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Fuente: Forum Libertas

miércoles, 7 de mayo de 2008

El testimonio de Bono, de U2, donde apuesta por la gracia de Cristo frente a la ley del karma

Entrevistado en el año 2005 por un periodista de hip rock, no creyente, Bono hizo toda una declaración de fe argumentada y bien estructurada. Puede leerse en el libro de entrevistas, Bono in Conversation, cuyo autor, el entrevistador Michka Assayas, queda subyugado por la exposición que Bono hace del cristianismo. Reproducimos el fragmento por su interés:

La Gracia contra el Karma

Assayas pregunta a Bono si no le parece que cuando alguien se hace religioso suceden cosas "aterradoras" [apalling].

-Es un concepto impactante la idea de que el Dios que creó el Universo podría estar buscando compañía, una verdadera relación con personas, pero lo que de verdad me mantiene arrodillado es la diferencia entre la Gracia y el Karma".


-¿Y eso que es?

-En el centro de todas las religiones está la idea de Karma. Ya sabes, lo que tú haces te vuelve a ti; un ojo por un ojo, un diente por un diente, o en física -en las leyes físicas- cada acción encuentra otra igual o bien otra opuesta. Y entonces llega esta idea llamada Gracia que acaba con todo esto... El amor interrumpe, si quieres, las consecuencias de tus acciones, lo que en mi caso realmente son buenas noticias porque yo he hecho muchas estupideces.

-¿Cómo cuáles?

-Eso es entre yo y Dios. Pero yo tendría problemas serios si el Karma finalmente fuese mi juez. No es que excuse mis errores, pero yo me acojo a la Gracia. Me acojo a que Jesús tomó mis pecados sobre la Cruz, porque yo sé quien soy y espero no tener que depender de mi propia religiosidad.

-El Hijo de Dios que se lleva los pecados del mundo... Desearía poder creer en eso .

-El sentido de la muerte de Cristo es que Cristo tomó los pecados del mundo, de forma que lo que soltamos no vuelva a nosotros rebotado, y que nuestra naturaleza pecadora no coseche la muerte obvia. No son nuestras buenas obras lo que nos abre las puertas del Cielo.

-Esa es una gran idea, no se puede negar. Una esperanza tan grande es maravillosa, aunque esté cercana a la demencia, en mi opinión . Cristo tiene su lugar entre los grandes pensadores del mundo. Pero... Hijo de Dios... ¿no es eso increíble?

-Mira, la respuesta secular a la historia del Cristo siempre dice algo así... "Era un gran profeta, obviamente un tío muy interesante, tenía mucho que decir, en la línea de otros profetas, sean Elías, Mahoma, Buda o Confucio". Pero la realidad es que Cristo no te permite decir esto. No te deja salir por ahí. Cristo dice: no, yo no digo "soy un maestro", no me llaméis maestro. No estoy diciendo "soy un profeta". Estoy diciendo: "soy el Mesías". Estoy diciendo: "Yo soy Dios Encarnado". Así que lo que te queda es que o Cristo era quien decía que era -el Mesías- o era un completo chiflado. La idea de que todo el curso de la civilización de medio planeta ha cambiado, que se ha vuelto del revés, debido a un chiflado... para mí, eso sí que es increíble.

¿De dónde vienen y a dónde van las parroquias? / Autora: Miriam Díez i Bosch

Reflexión del sacerdote y profesor de pastoral Jesús Sastre García
MADRID,(
ZENIT.org).- La parroquia no es un tema agotado y su vitalidad y renovación provocan ríos de tinta. Lo ha constatado un congreso del Instituto Superior de Pastoral de Madrid --recogido ahora en un libro-- que ha analizado qué es hoy la parroquia, cuál es su futuro y en que momento se remontan sus orígenes.

El tema fue tratado en la XVIII Semana de Teología y Pastoral del Instituto Superior de Pastoral de la Universidad Pontificia de Salamanca
(
www.upsa.es) en enero de 2007, cuyas aportaciones forman el volumen «A vueltas con la parroquia: balance y perspectivas», recién publicado este 2008 por Verbo Divino.

«Yo creo en la parroquia, la misión de la parroquia me parece insustituible y la parroquia del futuro necesariamente ha de hacer una renovación en profundidad», afirma como punto de partida Jesús Sastre García, profesor del Instituto Superior de Pastoral de la Universidad Pontificia de Salamanca.

«En la parroquia se dan los elementos fundamentales que constituyen la vida cristiana: Palabra de Dios, sacramentos, comunidad, ministerios y atención a los necesitados. Esto hace que la parroquia tenga vocación de globalidad», recuerda el profesor Sastre. El sacerdote constata después de su recorrido histórico cómo «en la práctica, la parroquia es la referencia más cercana y común para los creyentes».

Para renovar la vida parroquial, el autor sugiere «no dar por supuesto que existe la parroquia», sino «crearla, con comunidades que cultivan la vida de fe, el compromiso social y la labor evangelizadora».La labor «iniciática» de la parroquia es fundamental: «iniciar, y reiniciar en la fe es la tarea más urgente e importante en la totalidad de nuestras parroquias», recuerda el profesor Sastre García.«La parroquia comunidad debe sentirse en estado de misión» y debe ayudar a «superar el divorcio entre la Iglesia y la sociedad», anima