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martes, 31 de enero de 2023

Papa Francisco pide rezar en febrero «para que las parroquias sean cada vez más comunidades de fe, de fraternidad y de acogida a los más necesitados»

 


* «Las parroquias deben ser comunidades cercanas, sin burocracia, centradas en las personas y donde encontrar el regalo de los sacramentos»

31 de enero de 2023.- (Camino Católico) “Oremos para que las parroquias, poniendo la comunión, la comunión de la gente, la comunión eclesial, en el centro, sean cada vez más comunidades de fe, de fraternidad y de acogida a los más necesitados”, pide el Santo Padre en el  “Video del Papa” del mes de febrero de 2023.

El Pontífice explica que “las parroquias tienen que volver a ser escuelas de servicio y generosidad, con sus puertas siempre abiertas a los excluidos. Y a los incluidos. A todos”. El texto completo de las palabras de Francisco en  “el Video del Papa” es el siguiente:

A veces pienso que deberíamos poner en las parroquias, en la puerta, un cartel que diga ‘Entrada libre’.

Las parroquias deben ser comunidades cercanas, sin burocracia, centradas en las personas y donde encontrar el regalo de los sacramentos.

Tienen que volver a ser escuelas de servicio y generosidad, con sus puertas siempre abiertas a los excluidos. Y a los incluidos. A todos.

Las parroquias no son un club para pocos, que dan una cierta pertenencia social.

Por favor, seamos audaces.

Replanteémonos todos el estilo de nuestras comunidades parroquiales.

Oremos para que las parroquias, poniendo la comunión, la comunión de la gente, la comunión eclesial, en el centro, sean cada vez más comunidades de fe, de fraternidad y de acogida a los más necesitados.

Francisco

sábado, 7 de junio de 2008

La relación entre movimientos y parroquias / Autora: Miriam Díez i Bosch


Posibilidades y dificultades, según un párroco español

MADRID, (ZENIT.org).- La irrupción de movimientos y nuevas comunidades en la vida parroquial no siempre es fácil. De ella depende, sin embargo, la nueva evangelización.

Así lo piensa don Francisco Garvía, párroco de Nuestra Señora de las Delicias (Madrid) y autor de la ponencia "Parroquia, comunidades y movimientos" pronunciada en la XVIII Semana de Teología Pastoral del Instituto de Pastoral de Madrid y ahora recogida en "A vueltas con la parroquia, balances y perspectivas", de la editorial Verbo Divino.

Para superar las dificultades que existen en la parroquia, los movimientos, las comunidades y la vida religiosa sería bueno "favorecer el encuentro en libertad, el respeto, la generosidad y el aprecio mutuo" así como "acoger y educar la diversidad", "promover la convivencia" y "trabajar en corresponsabilidad, favoreciendo la participación de todos", sugiere este sacerdote, que no esconde los problemas para que así sea.

"Una dificultad la ofrecemos los mismos pastores: nuestro propio pensamiento, sensibilidad o línea pastoral pueden impedir la presencia en la parroquia de los carismas que proponen los diversos movimientos y las pequeñas comunidades", reconoce.

Don Francisco Garvía sostiene que "el exceso protagonismo del propio pastor, de la comunidad, de uno o de varios movimientos en la parroquia, de manera que acaparen sus acciones pastorales, sus miembros ocupen puestos de responsabilidad y servicio de las mismas".

Otra dificultad sería "la identificación plena de la comunidad parroquial, de tal forma que sólo pueda sentirse miembro corresponsable de la parroquia aquel que pertenezca a la pequeña comunidad o movimiento".
El "enrocamiento o encerramiento sobre sí misma de la que se ha ensimismado" y se ha constituido como el "mejor modelo de comunidad" también dificulta la armonización entre parroquia y movimientos, que a su vez a veces "se repliegan a veces sobre sí mismos y corren el riesgo de confundir a la Iglesia con la experiencia propia de Iglesia que ellos tienen".

"La convicción de una comunidad de que sólo perteneciendo a ella se puede construir parroquia, convirtiéndose ella en el único modelo de comunidad parroquial posible en el barrio donde esté ubicada" es un riesgo, advierte este párroco madrileño.

Otra dificultad que impide la inserción y el trabajo conjunto de parroquias, asociaciones, movimientos y comunidades de vida religiosa es la "desconfianza y el desconocimiento mutuos, que llevan en ocasiones a la exclusión y privan a los seglares de su autonomía".

Sin embargo, existen muchas más posibilidades que dificultades: "Siendo la parroquia el lugar más significativo para manifestar la comunidad cristiana, vendrá bien a los grupos, movimientos y comunidades que estén integrados en la misma, hacerles la propuesta de trabajar la dimensión comunitaria en su formación, invitar a vivir las celebraciones centrales de la vida cristiana en la comunidad parroquial e implicarse en la creación de un clima de comunión".

"Los movimientos y comunidades están llamados a ser elemento integrador en el conjunto de la vida parroquial, por su preocupación y seguimiento de las tareas comunes de la parroquia y por su presencia, animación y participación en los acontecimientos y celebraciones claves", anuncia.

Además, "pueden ser una propuesta de vida cristiana" pues "cuando en la parroquia existen comunidades o movimientos, éstos sirven de referencia a los más jóvenes a quienes se les propone un estilo de vida concreto para realizarse como cristianos".

"Se trata de armonizar las diferentes carismas presentes en una comunidad parroquial, de manera que se encuentren, se conozcan y pongan al servicio de todos lo que a cada movimiento lo hace diferente". Aquí "el equipo sacerdotal y / o el párroco tienen un papel importante", insiste.

"Es de desear que la parroquia sea un lugar abierto a la presencia de diferentes espiritualidades, las presente y promueva" para que "grupos, movimientos y comunidades compartan entre sí y con el resto de la gran comunidad parroquial oración y celebración", concluye.

sábado, 17 de mayo de 2008

La parroquia, entre la renovación y la acusación / Autora: Miriam Díez i Bosch

Según el catedrático de teología Eloy Bueno de la Fuente
BURGOS, (ZENIT.org).- Se puede hablar de una «revancha de la parroquia, pues «ha sobrevivido a todos los ataques y a todas las profecías de desaparición».

Así lo defiende Eloy Bueno de la Fuente, catedrático de la Facultad de Teología del Norte de España (Burgos), institución que cumple 40 años estos días y de la que este teólogo ha sido decano.

Aunque el pensamiento moderno la consideraba una «institución obsoleta» y la sensibilidad postmoderna se inclinaría por una «red de comunidades», la parroquia sigue teniendo su lugar y su sentido.

Lo argumenta en su disertación «Movimientos de renovación parroquial en los últimos 40 años», publicada dentro del libro «A vueltas con la parroquia: balance y perspectivas», de la editorial Verbo Divino.

La ponencia fue pronunciada en la XVIII Semana de Teología Pastoral del Instituto Superior de Pastoral de la Universidad Pontificia de Salamanca.

«La parroquia constituye el rostro más visible de la Iglesia» y «sigue atravesada por una tensión», pero «tal vez el milagro de la parroquia consiste en su ambivalencia, en el propio dinamismo que la constituye en cuanto cuerpo de la Iglesia en la carne y en la sangre de los hombres reales», afirma.

«No resulta ni exagerado ni aventurado decir que la parroquia se ha convertido en el escenario en el que se han planteado enormes disputas y tensiones, proyectos y alternativas», constata el autor.

Eloy Bueno de la Fuente explica que «la concepción de la parroquia vigente desde el Concilio de Trento hasta el Código de Derecho Canónico de 1917 se ve como «inviable» cuando llegan los movimientos de renovación del siglo XX».

Uno de ellos fue el «Movimiento litúrgico», que redescubre el significado de la asamblea litúrgica y su protagonismo. La centralidad de la eucaristía comunitaria y la participación en la oración de la Iglesia pretenden superar «las tentaciones de individualismo» y «las posibles desviaciones de las devociones particulares».

Otro fue el «Movimiento misionero», que constituyó un «factor decisivo en los proyectos de renovación». La parroquia «debía» recuperar «la lógica de la misión». Se habla de «militante» y «comprometido» como figuras cristianas «privilegiadas» de frente a la figura del «practicante» y «burgués».

Por otra parte -prosigue el catedrático-- surgió el «Movimiento comunitario» para el cual «sólo podía ser misionera una parroquia que viviera como comunidad». Se denunciaba así una parroquia como conglomerado carente de relaciones interpersonales. En este sentido los movimientos juveniles, especialmente en Alemania, jugaron un gran papel.

En este contexto la parroquia adquiere un «mayor rango teológico al ser vista en la analogía del dinamismo de la Iglesia local». Se va tematizando la triple dimensión que constituye la vida parroquial (Palabra, liturgia, servicio).

El Concilio no trató expresamente el tema parroquial, recuerda este teólogo: «La parroquia no formó parte de las grandes preocupaciones del Concilio. De hecho, algunas alusiones en los textos fueron desapareciendo a lo largo del itinerario conciliar».

En este sentido cabe recordar la Sacrosanctum Concilium, que en el número 42 alude a la parroquia con fuerte contenido teológico. Se destaca allí la importancia de la comunidad, su carácter local y su referencia a la diócesis.

En la Lumen Gentium (26 y 28) se hablará de comunidad de personas radicadas en un lugar en el seno de la Iglesia local.

Los movimientos de renovación de la parroquia se inspirarán en la eclesiología conciliar, pero «la recepción no fue pacífica ni sosegada», confiesa el teólogo español.

«La parroquia debió cargar con las acusaciones más radicales, hasta decretar su muerte, porque representaba un pasado del que había que salir», explica dando voz a algunas posiciones.

La parroquia, entonces, vive una «tensión» entre diversos modelos: el de comunidad misionera y el de agencia de servicios religiosos.

El autor concluye considerando que «hay que aceptar y articular el hecho de que en la parroquia existen aquellos que asumen como vocación la lógica que localiza a la Iglesia y la abre a la situación misionera», mientras que otros «simplemente participan en los acontecimientos más importantes». Por último están quienes «simplemente se acercan, se sitúan en el umbral y se sienten de paso».

miércoles, 7 de mayo de 2008

¿De dónde vienen y a dónde van las parroquias? / Autora: Miriam Díez i Bosch

Reflexión del sacerdote y profesor de pastoral Jesús Sastre García
MADRID,(
ZENIT.org).- La parroquia no es un tema agotado y su vitalidad y renovación provocan ríos de tinta. Lo ha constatado un congreso del Instituto Superior de Pastoral de Madrid --recogido ahora en un libro-- que ha analizado qué es hoy la parroquia, cuál es su futuro y en que momento se remontan sus orígenes.

El tema fue tratado en la XVIII Semana de Teología y Pastoral del Instituto Superior de Pastoral de la Universidad Pontificia de Salamanca
(
www.upsa.es) en enero de 2007, cuyas aportaciones forman el volumen «A vueltas con la parroquia: balance y perspectivas», recién publicado este 2008 por Verbo Divino.

«Yo creo en la parroquia, la misión de la parroquia me parece insustituible y la parroquia del futuro necesariamente ha de hacer una renovación en profundidad», afirma como punto de partida Jesús Sastre García, profesor del Instituto Superior de Pastoral de la Universidad Pontificia de Salamanca.

«En la parroquia se dan los elementos fundamentales que constituyen la vida cristiana: Palabra de Dios, sacramentos, comunidad, ministerios y atención a los necesitados. Esto hace que la parroquia tenga vocación de globalidad», recuerda el profesor Sastre. El sacerdote constata después de su recorrido histórico cómo «en la práctica, la parroquia es la referencia más cercana y común para los creyentes».

Para renovar la vida parroquial, el autor sugiere «no dar por supuesto que existe la parroquia», sino «crearla, con comunidades que cultivan la vida de fe, el compromiso social y la labor evangelizadora».La labor «iniciática» de la parroquia es fundamental: «iniciar, y reiniciar en la fe es la tarea más urgente e importante en la totalidad de nuestras parroquias», recuerda el profesor Sastre García.«La parroquia comunidad debe sentirse en estado de misión» y debe ayudar a «superar el divorcio entre la Iglesia y la sociedad», anima