«Si hubiera más santos, esta crisis no habría podido acontecer. La gran crisis de secularización también se explica por la poca fuerza que hemos tenido de convicción desde la santidad, se ha impuesto por carencia nuestra. Si hubiésemos vivido con más santidad el mensaje de Cristo, difícilmente nos habría invadido con tanta facilidad. Lo que hay es una crisis de santidad. Hay que vivir en un estado continuo de revisión y conversión»
«Necesitamos familias que recen unidas y hagan de la oración el lugar en el que encontrarse, que sepan que de ella reciben la fuerza. Los hijos no necesitan superpadres, sino unos padres que posiblemente sean débiles y frágiles, pero que se quieran y que amen a Dios. Ese amor les traerá la fuerza y gracia»