miércoles, 12 de diciembre de 2007
Luigino Bruni, responsable de los focolares en Italia: ´´La Europa unida es una etapa hacia el mundo unido´´ / Autor: Ignasi Mira
La economía de comunión
Luigino Bruni , uno de los participantes en la primera Convención de Cristianos por Europa, ve muy clara la relación entre el carisma de su movimiento, los focolares, y la construcción europea.
*Luigino Bruni, responsable de los focolares en Italia: ´´La Europa unida es una etapa hacia el mundo unido´´
*El principal impulsor de la llamada economía de comunión (más dar y menos tener) es miembro de Cristianos por Europa
Luigino Bruni , uno de los participantes en la primera Convención de Cristianos por Europa, ve muy clara la relación entre el carisma de su movimiento, los focolares, y la construcción europea.
Para este italiano, principal impulsor de la economía de comunión, el apasionante horizonte de un mundo unido desde la fraternidad tiene en su recorrido una parada decisiva: la Europa unida. En este sentido, recuerda también la vinculación de De Gasperi, uno de los fundadores de la primera Comunidad Europea, con el colectivo fundado por Chiara Lubich en 1943.
-Los focolares han hecho mucho por la construcción europea. Hace sólo unos meses, ustedes han organizado encuentros con jóvenes, adultos, niños… Por ejemplo, el mismo presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, participó en una de vuestras iniciativas. ¿Cuál es la aportación global de este movimiento a la Europa del futuro?
-En primer lugar, el carisma. El carisma de los focolares es el de un mundo unido: ´´Ut unum sint´´ (´´que todos sean uno´´). Así empezó Chiara Lubich en 1943. Se trata, por tanto, de algo así como el ADN del movimiento, una vocación que apunta hacia la unidad. Por tanto, para nosotros, trabajar por la Europa unida forma parte de nuestra misión y de nuestro carisma. Y partiendo de esta idea, los focolares siempre ha defendido, desde el principio, la fraternidad universal como vocación de la humanidad.
También hay que recordar que, precisamente por este motivo, para nosotros la Europa unida no es un fin, sino una etapa para el mundo unido. No es un club de estados, sino un momento para mirar más allá, un punto importante para avanzar hacia otra meta más grande. Por eso siempre hemos ido en esta dirección: la de construir Europa. Precisamente De Gasperi, uno de los padres de la Unión Europea, era miembro de los focolares y se ha nutrido de esta espiritualidad. Luego el movimiento se ha relacionado con otros grandes referentes de la nueva Europa, como Gino Giordani, cofundador de los focolares y uno de los primeros dirigentes que habló de federalismo europeo.
-Por tanto, los focolares hacen política…
-Es que los focolares han tenido siempre una vocación política hasta el punto de que, por ejemplo, la primera presencia pública de Chiara Lubich en Roma, en 1958, tuvo lugar en el Parlamento italiano. Por tanto, para nosotros, Europa representa un gran reto. El encuentro de la fundadora con los parlamentarios, las jornadas en Innsbruck y muchas otras son momentos fuertes. El mismo Romano Prodi tiene una gran amistad con nosotros ya desde hace años.
-Romano Prodi, que envió recientemente un mensaje de apoyo a la Convención de Cristianos por Europa, había explicado justo a principios de diciembre lo que para él debe ser la construcción europea. ¿Qué nos puede decir del actual presidente de la Comisión Europea?
-De Prodi, a mí personalmente me gusta su idea de hacer la Europa de las minorías. Él dice que Europa es la unión de las minorías porque es la Europa de los pueblos, y no tanto una unión de gobiernos. Quizás los pueblos no siempre han tenido una representación fuerte a nivel nacional. De ahí le viene, además, su gran pasión por extender la Unión a los países del este y su posición a favor de reconocer la dimensión y la misión cristiana del continente. Este empuje tiene un genuino e importante componente humanista muy presente en su persona, y lo digo también porque le conozco personalmente. Le he visto siempre como un hombre positivo, cristiano, continuamente dialogante y comprometido con su misión en Europa.
-¿Qué le parece a usted, en general, la Convención de Cristianos por Europa?
-Es una buenísima iniciativa en el sentido de que hace falta conseguir encontrar una voz de los cristianos. Estamos en el principio, porque no sé bien cómo seguirá todo, pero yo veo el manifiesto, por ejemplo, como un punto de partida, es decir un documento que expresa la opinión de los primeros participantes. Pienso que, si conseguimos que la Convención de Cristianos por Europa se convierta en la voz de los cristianos europeos, la gran cantidad de trabajo que queda por hacer irá muy bien.
El documento, eso sí, se podrá mejorar mucho tanto en la elaboración como en la forma o la aportación de profesionales. Pero también hay un aspecto que para mí es importantísimo: es la posibilidad de fomentar la participación y la llegada de ideas de todos los países. Hay cristianos en Portugal, República Checa, Alemania y muchos otros.
Hay que crear un feed-back que tendría dos ventajas clave: el proyecto se enriquecería muchísimo y, además, daríamos a los ciudadanos la oportunidad de desarrollar su conciencia como creyentes. Hay que implicar a todos para que sean conscientes del proceso.
-¿Se puede decir que los cristianos europeos deben aprender de errores anteriores?
-¡Ya lo creo que sí! Hay que evitar, por ejemplo, el error de llegar tarde a los grandes retos de la construcción europea. Tenemos que estar presentes en toda la dinámica del proceso que vive ahora la Unión Europea. Desde la experiencia de nuestro movimiento, puedo decir que es urgente fomentar una mayor participación de las otras Iglesias cristianas. Si pudiésemos ser de verdad E-CHRISTIANS y no E-CATHOLICS, acogeríamos de verdad a todos aunque tengan visiones distintas en algunos puntos.
En definitiva, tenemos que llegar a los anglicanos, a los protestantes y a los ortodoxos, que son cristianos como nosotros y, además, nos permitirán tener un peso mayor cuando tengamos serias opciones de incidir en la Convención Europea. No es lo mismo un grupo de católicos que una gran plataforma de cristianos unidos, que sería algo mucho mayor. Por otro lado, también me gustaría que hubiese una mayor presencia femenina en todo el proyecto de la Convención de Cristianos por Europa. No se puede decir que el documento está escrito mayoritariamente por hombres cuando la presencia de la mujer en la sociedad es un hecho cada día más normalizado.
-A pesar de algunas deficiencias o errores puntuales, ¿usted cree que los cristianos pueden incidir de manera notable en la Constitución europea?
-Las catedrales, las piedras de un gran templo, están hechas por cristianos. Pero hoy lo que es importante es lo que estamos haciendo en la sociedad, no nuestra aportación a las raíces del pasado. Los cristianos, en Europa, son como una catedral: una realidad hecha principalmente por ellos. Pero lo más importante es lo que los cristianos hacen ahora en ese templo. En definitiva, volviendo a la realidad de Europa, los cristianos también hoy son una presencia importante en el continente, no sólo en sus raíces históricas. Por tanto, debemos interesarnos no tanto en el preámbulo sino sobre todo en el resto del futuro texto de la Constitucional.
-En Italia, el país donde nació el movimiento, los focolares son muchos, ¿no?
-Sí. Es uno de los movimientos más antiguos porque nació antes del Concilio Vaticano II, en 1943, mientras que otros grandes y preciosos movimientos nuevos, como Comunión y Liberación, se fundaron después. En Italia, por tanto, somos un poco la punta de lanza porque en su momento permitimos que la Iglesia italiana se abriese a la dimensión de esos nuevos movimientos, cuando no existían y parecía que molestaban en las parroquias. Digamos que los focolares han preparado el terreno para que los otros movimientos se integren en el tejido eclesial.
-¿Qué es la economía de comunión como iniciativa de los focolares?
-Es un proyecto económico que puso en marcha Chiara Lubich, fundadora y presidenta de los focolares, en 1991. Hoy acoge sobre todo empresas y presenta desde su inicio un crecimiento. Tiene un interés más allá del movimiento de los focolares porque se trata de un experimento de economía social un poco particular. Las empresas no se quedan con los beneficios.
En definitiva, el valor de las cosas es importante antes de entrar en el mercado. Cuando se habla de economía social, normalmente no se asocia con la economía social (las empresas…). Chiara Lubich, no porque sea una gran economista o porque esté inmersa en el debate sobre el tema, dijo que su experiencia, por ejemplo con las desigualdades entre ricos y pobres en Brasil, le había enseñado que había que hacer nacer empresas. Este instinto no tiene una idea negativa del hacer económico, del capitalismo o del mercado, porque hoy, después de 11 años, el proyecto incluye sobre todo empresas comerciales (ordenadores, frigoríficos, etc.). También es cierto que no faltan expresiones cooperativistas, pero son marginales. La mayoría son empresas, como diríamos en España, comerciales o que buscan el beneficio, por utilizar esta expresión que, a mi juicio, es equivocada porque es como dividir el mundo entre cristianos y no cristianos.
-Ligada a la economía de comunión, existe la cultura del dar. ¿Cómo la definiría usted?
-Es el eje fundamental. Precisamente una de las características de este proyecto es que un tercio de los beneficios generados por las empresas se destina a la difusión de la cultura del dar. Ésta es la parte más original del proyecto porque, sobre tres tercios, uno va a la empresa, otro a los pobres y otro a la cultura del dar. Entonces, las empresas que han reinvertido sus beneficios pensando en la cultura del dar representan un hecho totalmente nuevo porque, según nuestro criterio, es posible llevar adelante en el tiempo comportamientos altruistas, de amor, de corrección fiscal, etc., cuando se supera la lógica del interés o de pensar en algo según convenga o no.
-¿Cuándo se lleva esto a la práctica?
-Cuando las personas empiezan a dar un valor al comportamiento, a la acción humana, porque se convierte en su cultura. Todos nos beneficiamos si yo traigo satisfacción, como ocurre en el mito de Anteo, el hijo de la Tierra. Cuando le querían destruir, en vez de morir por la Tierra, él salía más fuerte. La cultura del dar es esto: formarse y aprender a dar un valor y un significado al comportamiento, también cuando no conviene.
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Fuente: www.e-cristians.net
Iglesia y fecundación artificial / Autor: Fernando Pascual LC
Muchos matrimonios sufren por el drama de la esterilidad. Desean desde lo más profundo de sus corazones la llegada del hijo, pero el maravilloso don de una nueva vida no aparece en el horizonte del hogar.
Frente a este drama, algunos esposos se preguntan si sería correcto recurrir a técnicas de reproducción artificial. Sobre el tema, la Iglesia preparó un documento, publicado con fecha 22 de febrero de 1987, que lleva la firma del entonces Cardenal Joseph Ratzinger (hoy Papa Benedicto XVI) y cuenta con la aprobación de quien era entonces el Papa, Juan Pablo II. Este documento lleva como título «Instrucción sobre el respeto de la vida humana naciente y de la dignidad de la procreación». El título breve en latín es Donum vitae.
Vamos a presentarlo brevemente y a responder a algunas objeciones que suelen formularse contra la doctrina expresada en este documento.
1. Estructura del documento
El documento inicia con una premisa. A ella sigue una introducción general, dividida en 5 puntos, con los criterios básicos a tener en cuenta en estos temas y los motivos por los cuales la Iglesia puede dar un juicio ético sobre las nuevas técnicas de fecundación o reproducción artificial.
Siguen luego tres apartados. El primer apartado, «El respeto de los embriones humanos», se estructura en forma de 6 preguntas y respuestas sobre algunas de las técnicas que experimentan o manipulan embriones humanos. Se tocan, entre otros, el tema del diagnóstico prenatal y de la investigación y experimentación sobre embriones.
El segundo apartado, organizado en forma de 7 preguntas y respuestas y un punto conclusivo, analiza las nuevas técnicas de procreación humana para dar un juicio sobre las mismas. El análisis se fija sobre todo en la inseminación artificial, la fecundación in vitro y la maternidad sustitutiva (o de alquiler).
El tercer apartado, que no sigue el esquema de preguntas y respuestas, ofrece una reflexión sobre la relación que existe entre la moral (la ética) y la ley civil.
2. Algunos datos técnicos
Vamos a presentar ahora, desde la Donum vitae, cuáles son las principales técnicas de reproducción artificial.
a. Inseminación artificial (IA, en inglés AI)
Es un método de fecundación que extrae y capacita la dotación espermática para luego introducirla artificialmente en el útero femenino.
b. Fecundación «in vitro» (FIV, en inglés IVF)
Método de fecundación que busca la unión entre uno o varios óvulos y los espermatozoides fuera del organismo femenino, para después introducir en el útero materno uno o varios embriones obtenidos en el laboratorio («in vitro»).
c. Tipos de inseminaciones y de fecundaciones artificiales
Homóloga: se realiza a partir de los óvulos y los espermatozoides de la misma pareja que quiere tener hijos. En este caso, los padres son verdaderos padres biológicos de los hijos así concebidos.
Heteróloga: usa óvulos o espermatozoides que proceden de una persona (un donante) ajena al matrimonio que desea tener hijos. En general, se busca que los donadores permanezcan en el anonimato, pero no por eso dejan de ser los verdaderos padres biológicos de los hijos concebidos gracias a sus gametos.
3. Resumen de la doctrina católica sobre estas técnicas
Según la Donum vitae, son lícitas aquellas ayudas médicas que permitan a los esposos, desde el acto conyugal realizado como fruto del amor y abierto a la vida, superar algunos obstáculos que impiden la procreación y puedan así concebir un hijo.
En este sentido, cualquier técnica que persiga la procreación fuera del contexto matrimonial, o que no respete la naturaleza propia del acto conyugal, es intrínsecamente mala.
Por lo mismo, la Iglesia declara la inmoralidad de cualquier técnica heteróloga, pues implica recurrir a alguien ajeno a los esposos, realizando así una especie de «adulterio» en el que el hijo no lo es plenamente de uno (o de los dos) de los padres, que no es padre biológico del mismo.
Igualmente el documento hace ver cómo toda forma de fecundación artificial («in vitro») es contraria al respeto del modo correcto de unir procreación y amor conyugal, pues los embriones así concebidos son más producto de la técnica que resultado del amor expresado a través de la relación sexual entre los esposos.
En cuanto a la inseminación artificial, ésta es inmoral si se realiza a través de la obtención del esperma masculino fuera del acto conyugal entre los esposos (con el recurso a la masturbación). A la vez, el documento explica que existe un posible uso correcto de la inseminación artificial, cuando «el medio técnico no sustituya al acto conyugal, sino que sea una facilitación y una ayuda para que aquél alcance su finalidad natural»; es decir, cuando se toma el esperma masculino no a través de la masturbación, sino inmediatamente después de un acto sexual que respete la estrecha relación que existe entre los significados unitivo y procreativo del mismo.
La Donum vitae explica la inmoralidad propia de cualquier técnica que implique poner en peligro o dañar la vida de los embriones, experimentar arbitrariamente con ellos, congelarlos o producirlos simplemente como material biológico disponible para la investigación o para nuevos intentos de lograr el embarazo.
4. Algunas objeciones que han sido puestas al documento y algunas posibles respuestas a las mismas
Objeción 1ª: El documento defiende una moral abstracta, de principios, que va contra la mentalidad moral actual. En la moralidad «moderna», según la objeción, el individuo es el que decide qué esta bien y qué está mal, sin depender de reglas o de las indicaciones que reciba de otros.
Respuesta: La moral católica no es abstracta, aunque se basa en principios generales que sirven para iluminar los casos y las situaciones concretas que se dan en las vidas de las personas.
La misma objeción parte de un principio abstracto («el individuo es quien decide lo bueno y lo malo») que es erróneo. En realidad, la ética no consiste simplemente en seguir lo que uno desea, ni en usar cualquier medio (incluso malo) para alcanzar un fin bueno. Más bien la ética verdadera consiste en respetar un orden moral que nos dice cuál es el camino correcto para realizar el bien en la propia vida.
Objeción 2ª: El documento supone una concepción metafísica de la persona humana, pero en el mundo actual la metafísica ya no tiene ningún valor.
Respuesta: El concepto de persona que defienden muchas corrientes modernas (sociologismo, existencialismo, materialismo, individualismo...) no se sostiene por sí mismo, pues carece de fundamento. Muchas de estas doctrinas arrancan de una postura crítica que va contra cualquier fundamentación metafísica. Sin embargo, sin esta fundamentación (tal como la defiende la verdadera filosofía) es muy difícil defender la dignidad de la persona. Y si no conseguimos una buena fundamentación de la dignidad humana, el hombre queda a merced de cualquier manipulación de las ideologías, según criterios arbitrarios que han llevado y pueden volver a llevar a las más disparatadas consecuencias y a injusticias como el racismo, el aborto, el infanticidio, etc.
Objeción 3ª: El documento se opone a la fecundación «in vitro» porque se basa en una visión «anticuada» de lo que es el acto conyugal, y olvida el legítimo deseo de los esposos de tener hijos gracias a los progresos de la técnica.
Respuesta: Este documento tiene presente las dos dimensiones del acto conyugal, unitivo y procreativo. Si ambas dimensiones quedan separadas por recurrir a técnicas de reproducción artificial, la procreación humana es vista más como producción que como consecuencia de un acto de amor visto en su marco correcto: el que permite la donación mutua de los esposos en el acto conyugal abierto a la vida. Hay que defender siempre la institución del matrimonio en su dinamismo natural como el único modo correcto de colaborar en la transmisión de la vida.
Objeción 4ª: La esterilidad es una enfermedad, y la ciencia debe tratarla así, ofreciendo todas las posibilidades que existan para conseguir un hijo. No se puede obligar a una pareja, por unas pretendidas normas morales, a vivir con resignación su enfermedad y a renunciar a sus aspiraciones legítimas. Además, la fecundación «in vitro» está dando excelentes resultados: muchos hijos nacen sanos gracias a las técnicas de reproducción artificial.
Respuesta: El hecho de que haya buenos resultados no significa que el camino que se está siguiendo sea moralmente correcto. También ha habido hospitales y laboratorios que buscaron alcanzar descubrimientos importantes para la medicina a través de experimentos inmorales sobre enfermos u otros tipos de personas.
La esterilidad puede ser tratada en sus causas según el progreso de la ciencia médica. Pero la medicina está llamada a respetar la dignidad de la persona humana, sea la de los esposos, sea la de los posibles hijos. Nunca será correcto un acto técnico que atente contra los principios éticos y contra la dignidad de alguna de las personas implicadas en el proceso procreativo (padres e hijos).
Objeción 5ª: En virtud de sus principios morales la Iglesia pretende imponer límites a la ciencia, cuando la investigación científica es, de por sí, amoral: la ciencia no debe someterse a cánones ajenos a la misma ciencia.
Respuesta: La investigación científica es realizada por seres humanos que están llamados a respetar las normas éticas como los demás hombres. No es nunca correcto el progreso de la ciencia cuando se logra a base de experimentos que no respetan la dignidad de otros seres humanos (aunque sean pequeños como los embriones). Una ciencia sin ética puede convertirse en un monstruo que termine por destruir a miles de seres humanos inocentes, como ya se hace en los laboratorios que usan y destruyen embriones humanos.
Objeción 6ª: No está claro que desde el momento de la formación del zigoto (desde el instante de la fecundación) exista ya un embrión humano. Han de transcurrir algunos días para que se pueda hablar de embrión humano. Los días anteriores tenemos «pre-embriones», sobre los cuales la ciencia tendría el derecho de experimentar libremente.
Respuesta: Más bien la ciencia está de acuerdo en que desde la concepción el zigoto es una unidad que se autoregula y autoconstituye según las características propias de la vida animal; tiene, además, la dotación cromosómica y los elementos citoplasmáticos que regirán su desarrollo biológico futuro. Es cierto que la ciencia no puede determinar en qué momento llegaría el alma espiritual a los nuevos embriones humanos, pero sí puede decir cuándo nos encontramos ante una nueva realidad biológica: a partir de la fecundación. Si hubiera casos de duda sobre la presencia del alma en esos embriones, sigue en pie la obligación de tratarlos con el respeto debido a todo ser humano.
Objeción 7ª: No existe entre los católicos una plena aceptación sobre la doctrina que defiende el documento. Incluso es posible encontrar a sacerdotes que explican a los esposos que sí es correcto recurrir a la reproducción artificial.
Respuesta: no es imposible que entre los católicos haya personas, incluso sacerdotes, que no acepten la doctrina y la moral de la Iglesia. Pero ello no es motivo para apartarnos de lo que enseña el Papa y los obispos que se mantienen unidos entre sí y al Papa. Un católico, incluso un sacerdote, habla como católico sólo cuando lo hace de acuerdo con los principios que debe profesar si quiere estar en comunión de fe y de amor con la Iglesia instituida por Jesucristo. Por lo mismo, puede haber católicos que profesen abiertamente ideas contrarias a su fe, pero ello no es motivo para poner en duda enseñanzas como las contenidas en la Donum vitae o en otros documentos del Magisterio.
Objeción 8ª: La Donum vitae, en la tercera parte, pide a los legisladores que defiendan y salvaguarden los principios propios de la moral «católica» sobre estos temas, cuando en la vida pública, según el principio de laicidad, habría que respetar la pluralidad de ideas y de opciones como norma suprema, y permitir el libre acceso a las técnicas de reproducción artificial a todos los ciudadanos.
Respuesta: Lo propio de la ley es salvaguardar los derechos de las personas. No es imponer una moral particular y «opcional» el defender tales derechos, como pide la Donum vitae al recordar que los estados deben tutelar la vida de los embriones y no permitir técnicas que pongan en peligro tal vida.
Explica el documento en la tercera parte: «El respeto y la protección que se han de garantizar, desde su misma concepción, a quien debe nacer, exige que la ley prevea sanciones penales apropiadas para toda deliberada violación de sus derechos. La ley no podrá tolerar -es más, deberá prohibir explícitamente- que seres humanos, aunque estén en estado embrional, puedan ser tratados como objetos de experimentación, mutilados o destruidos, con el pretexto de que han resultado superfluos o de que son incapaces de desarrollarse normalmente».
Es cierto que vivimos en una sociedad pluralista, pero pluralismo no es sinónimo de tolerar acciones injustas o violentas. Por eso es necesario asumir e «imponer» a todos un mínimo ético para garantizar la convivencia social. Ese mínimo ético también debe llevarnos a prohibir técnicas de reproducción artificial que no respetan ni la dignidad del matrimonio ni la vida de miles de embriones.
5. Después de la Donum vitae
La instrucción Donum vitae fue un documento clarividente, que descubrió las serias amenazas escondidas en las nuevas técnicas de reproducción artificial.
Desde 1987, miles de embriones han sido abandonados, o congelados, o destruidos, o usados en investigaciones científicas. Miles de parejas han invertido dinero y energías con la esperanza de conseguir un hijo a través de la fecundación artificial. Muchas de esas parejas han visto frustradas sus esperanzas, mientras que otras, con mayor o menor conciencia, permitieron la congelación, e incluso la destrucción, de algunos de sus hijos más indefensos, embriones inocentes que se convirtieron en «sobrantes».
En estos años se han desarrollado nuevas variantes de las técnicas. Una de ellas cuenta con una amplia difusión, la ICSI, que consiste en la microinyección, en laboratorio, de un espematozoide en un óvulo. También se ha difundido la práctica del diagnóstico preimplantacional, orientado a seleccionar los embriones sanos (los «mejores») y a marginar o destruir (de modo injusto y discriminatorio) a los considerados defectuosos o no deseados. Algunos gobiernos han permitido que los laboratorios usen y destruyan a cientos de embriones para fomentar nuevas investigaciones sobre las células madre embrionarias. En algunos casos se ha permitido la creación de nuevos embriones para «servir» a la ciencia y luego ser destruidos.
El panorama presenta tintes de drama. Por eso se hace necesario volver a leer un documento profético que ofrece pautas para rescatar la dignidad del matrimonio, de los embriones y de la vocación médica, y para poner límites a técnicas injustas.
Vale la pena hacer presente lo que indicaba la Donum vitae en su introducción: «Los progresos de la técnica hacen posible en la actualidad una procreación sin unión sexual, mediante el encuentro in vitro de células germinales extraídas previamente del varón y de la mujer. Pero lo que es técnicamente posible no es, por esa sola razón, moralmente admisible».
Es urgente, por lo tanto, profundizar en una correcta visión ética sobre el matrimonio y la procreación, de manera que la medicina verdadera siga ayudando y acompañando a las parejas que no pueden tener hijos. A la vez, hay que educar a los jóvenes para que sepan cuidar la propia fecundidad como un tesoro que permite, tras el «sí» del compromiso matrimonial, que un esposo y una esposa puedan convertirse en colaboradores de Dios en la transmisión del don de la vida.
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Fuente: Conoze.com
Frente a este drama, algunos esposos se preguntan si sería correcto recurrir a técnicas de reproducción artificial. Sobre el tema, la Iglesia preparó un documento, publicado con fecha 22 de febrero de 1987, que lleva la firma del entonces Cardenal Joseph Ratzinger (hoy Papa Benedicto XVI) y cuenta con la aprobación de quien era entonces el Papa, Juan Pablo II. Este documento lleva como título «Instrucción sobre el respeto de la vida humana naciente y de la dignidad de la procreación». El título breve en latín es Donum vitae.
Vamos a presentarlo brevemente y a responder a algunas objeciones que suelen formularse contra la doctrina expresada en este documento.
1. Estructura del documento
El documento inicia con una premisa. A ella sigue una introducción general, dividida en 5 puntos, con los criterios básicos a tener en cuenta en estos temas y los motivos por los cuales la Iglesia puede dar un juicio ético sobre las nuevas técnicas de fecundación o reproducción artificial.
Siguen luego tres apartados. El primer apartado, «El respeto de los embriones humanos», se estructura en forma de 6 preguntas y respuestas sobre algunas de las técnicas que experimentan o manipulan embriones humanos. Se tocan, entre otros, el tema del diagnóstico prenatal y de la investigación y experimentación sobre embriones.
El segundo apartado, organizado en forma de 7 preguntas y respuestas y un punto conclusivo, analiza las nuevas técnicas de procreación humana para dar un juicio sobre las mismas. El análisis se fija sobre todo en la inseminación artificial, la fecundación in vitro y la maternidad sustitutiva (o de alquiler).
El tercer apartado, que no sigue el esquema de preguntas y respuestas, ofrece una reflexión sobre la relación que existe entre la moral (la ética) y la ley civil.
2. Algunos datos técnicos
Vamos a presentar ahora, desde la Donum vitae, cuáles son las principales técnicas de reproducción artificial.
a. Inseminación artificial (IA, en inglés AI)
Es un método de fecundación que extrae y capacita la dotación espermática para luego introducirla artificialmente en el útero femenino.
b. Fecundación «in vitro» (FIV, en inglés IVF)
Método de fecundación que busca la unión entre uno o varios óvulos y los espermatozoides fuera del organismo femenino, para después introducir en el útero materno uno o varios embriones obtenidos en el laboratorio («in vitro»).
c. Tipos de inseminaciones y de fecundaciones artificiales
Homóloga: se realiza a partir de los óvulos y los espermatozoides de la misma pareja que quiere tener hijos. En este caso, los padres son verdaderos padres biológicos de los hijos así concebidos.
Heteróloga: usa óvulos o espermatozoides que proceden de una persona (un donante) ajena al matrimonio que desea tener hijos. En general, se busca que los donadores permanezcan en el anonimato, pero no por eso dejan de ser los verdaderos padres biológicos de los hijos concebidos gracias a sus gametos.
3. Resumen de la doctrina católica sobre estas técnicas
Según la Donum vitae, son lícitas aquellas ayudas médicas que permitan a los esposos, desde el acto conyugal realizado como fruto del amor y abierto a la vida, superar algunos obstáculos que impiden la procreación y puedan así concebir un hijo.
En este sentido, cualquier técnica que persiga la procreación fuera del contexto matrimonial, o que no respete la naturaleza propia del acto conyugal, es intrínsecamente mala.
Por lo mismo, la Iglesia declara la inmoralidad de cualquier técnica heteróloga, pues implica recurrir a alguien ajeno a los esposos, realizando así una especie de «adulterio» en el que el hijo no lo es plenamente de uno (o de los dos) de los padres, que no es padre biológico del mismo.
Igualmente el documento hace ver cómo toda forma de fecundación artificial («in vitro») es contraria al respeto del modo correcto de unir procreación y amor conyugal, pues los embriones así concebidos son más producto de la técnica que resultado del amor expresado a través de la relación sexual entre los esposos.
En cuanto a la inseminación artificial, ésta es inmoral si se realiza a través de la obtención del esperma masculino fuera del acto conyugal entre los esposos (con el recurso a la masturbación). A la vez, el documento explica que existe un posible uso correcto de la inseminación artificial, cuando «el medio técnico no sustituya al acto conyugal, sino que sea una facilitación y una ayuda para que aquél alcance su finalidad natural»; es decir, cuando se toma el esperma masculino no a través de la masturbación, sino inmediatamente después de un acto sexual que respete la estrecha relación que existe entre los significados unitivo y procreativo del mismo.
La Donum vitae explica la inmoralidad propia de cualquier técnica que implique poner en peligro o dañar la vida de los embriones, experimentar arbitrariamente con ellos, congelarlos o producirlos simplemente como material biológico disponible para la investigación o para nuevos intentos de lograr el embarazo.
4. Algunas objeciones que han sido puestas al documento y algunas posibles respuestas a las mismas
Objeción 1ª: El documento defiende una moral abstracta, de principios, que va contra la mentalidad moral actual. En la moralidad «moderna», según la objeción, el individuo es el que decide qué esta bien y qué está mal, sin depender de reglas o de las indicaciones que reciba de otros.
Respuesta: La moral católica no es abstracta, aunque se basa en principios generales que sirven para iluminar los casos y las situaciones concretas que se dan en las vidas de las personas.
La misma objeción parte de un principio abstracto («el individuo es quien decide lo bueno y lo malo») que es erróneo. En realidad, la ética no consiste simplemente en seguir lo que uno desea, ni en usar cualquier medio (incluso malo) para alcanzar un fin bueno. Más bien la ética verdadera consiste en respetar un orden moral que nos dice cuál es el camino correcto para realizar el bien en la propia vida.
Objeción 2ª: El documento supone una concepción metafísica de la persona humana, pero en el mundo actual la metafísica ya no tiene ningún valor.
Respuesta: El concepto de persona que defienden muchas corrientes modernas (sociologismo, existencialismo, materialismo, individualismo...) no se sostiene por sí mismo, pues carece de fundamento. Muchas de estas doctrinas arrancan de una postura crítica que va contra cualquier fundamentación metafísica. Sin embargo, sin esta fundamentación (tal como la defiende la verdadera filosofía) es muy difícil defender la dignidad de la persona. Y si no conseguimos una buena fundamentación de la dignidad humana, el hombre queda a merced de cualquier manipulación de las ideologías, según criterios arbitrarios que han llevado y pueden volver a llevar a las más disparatadas consecuencias y a injusticias como el racismo, el aborto, el infanticidio, etc.
Objeción 3ª: El documento se opone a la fecundación «in vitro» porque se basa en una visión «anticuada» de lo que es el acto conyugal, y olvida el legítimo deseo de los esposos de tener hijos gracias a los progresos de la técnica.
Respuesta: Este documento tiene presente las dos dimensiones del acto conyugal, unitivo y procreativo. Si ambas dimensiones quedan separadas por recurrir a técnicas de reproducción artificial, la procreación humana es vista más como producción que como consecuencia de un acto de amor visto en su marco correcto: el que permite la donación mutua de los esposos en el acto conyugal abierto a la vida. Hay que defender siempre la institución del matrimonio en su dinamismo natural como el único modo correcto de colaborar en la transmisión de la vida.
Objeción 4ª: La esterilidad es una enfermedad, y la ciencia debe tratarla así, ofreciendo todas las posibilidades que existan para conseguir un hijo. No se puede obligar a una pareja, por unas pretendidas normas morales, a vivir con resignación su enfermedad y a renunciar a sus aspiraciones legítimas. Además, la fecundación «in vitro» está dando excelentes resultados: muchos hijos nacen sanos gracias a las técnicas de reproducción artificial.
Respuesta: El hecho de que haya buenos resultados no significa que el camino que se está siguiendo sea moralmente correcto. También ha habido hospitales y laboratorios que buscaron alcanzar descubrimientos importantes para la medicina a través de experimentos inmorales sobre enfermos u otros tipos de personas.
La esterilidad puede ser tratada en sus causas según el progreso de la ciencia médica. Pero la medicina está llamada a respetar la dignidad de la persona humana, sea la de los esposos, sea la de los posibles hijos. Nunca será correcto un acto técnico que atente contra los principios éticos y contra la dignidad de alguna de las personas implicadas en el proceso procreativo (padres e hijos).
Objeción 5ª: En virtud de sus principios morales la Iglesia pretende imponer límites a la ciencia, cuando la investigación científica es, de por sí, amoral: la ciencia no debe someterse a cánones ajenos a la misma ciencia.
Respuesta: La investigación científica es realizada por seres humanos que están llamados a respetar las normas éticas como los demás hombres. No es nunca correcto el progreso de la ciencia cuando se logra a base de experimentos que no respetan la dignidad de otros seres humanos (aunque sean pequeños como los embriones). Una ciencia sin ética puede convertirse en un monstruo que termine por destruir a miles de seres humanos inocentes, como ya se hace en los laboratorios que usan y destruyen embriones humanos.
Objeción 6ª: No está claro que desde el momento de la formación del zigoto (desde el instante de la fecundación) exista ya un embrión humano. Han de transcurrir algunos días para que se pueda hablar de embrión humano. Los días anteriores tenemos «pre-embriones», sobre los cuales la ciencia tendría el derecho de experimentar libremente.
Respuesta: Más bien la ciencia está de acuerdo en que desde la concepción el zigoto es una unidad que se autoregula y autoconstituye según las características propias de la vida animal; tiene, además, la dotación cromosómica y los elementos citoplasmáticos que regirán su desarrollo biológico futuro. Es cierto que la ciencia no puede determinar en qué momento llegaría el alma espiritual a los nuevos embriones humanos, pero sí puede decir cuándo nos encontramos ante una nueva realidad biológica: a partir de la fecundación. Si hubiera casos de duda sobre la presencia del alma en esos embriones, sigue en pie la obligación de tratarlos con el respeto debido a todo ser humano.
Objeción 7ª: No existe entre los católicos una plena aceptación sobre la doctrina que defiende el documento. Incluso es posible encontrar a sacerdotes que explican a los esposos que sí es correcto recurrir a la reproducción artificial.
Respuesta: no es imposible que entre los católicos haya personas, incluso sacerdotes, que no acepten la doctrina y la moral de la Iglesia. Pero ello no es motivo para apartarnos de lo que enseña el Papa y los obispos que se mantienen unidos entre sí y al Papa. Un católico, incluso un sacerdote, habla como católico sólo cuando lo hace de acuerdo con los principios que debe profesar si quiere estar en comunión de fe y de amor con la Iglesia instituida por Jesucristo. Por lo mismo, puede haber católicos que profesen abiertamente ideas contrarias a su fe, pero ello no es motivo para poner en duda enseñanzas como las contenidas en la Donum vitae o en otros documentos del Magisterio.
Objeción 8ª: La Donum vitae, en la tercera parte, pide a los legisladores que defiendan y salvaguarden los principios propios de la moral «católica» sobre estos temas, cuando en la vida pública, según el principio de laicidad, habría que respetar la pluralidad de ideas y de opciones como norma suprema, y permitir el libre acceso a las técnicas de reproducción artificial a todos los ciudadanos.
Respuesta: Lo propio de la ley es salvaguardar los derechos de las personas. No es imponer una moral particular y «opcional» el defender tales derechos, como pide la Donum vitae al recordar que los estados deben tutelar la vida de los embriones y no permitir técnicas que pongan en peligro tal vida.
Explica el documento en la tercera parte: «El respeto y la protección que se han de garantizar, desde su misma concepción, a quien debe nacer, exige que la ley prevea sanciones penales apropiadas para toda deliberada violación de sus derechos. La ley no podrá tolerar -es más, deberá prohibir explícitamente- que seres humanos, aunque estén en estado embrional, puedan ser tratados como objetos de experimentación, mutilados o destruidos, con el pretexto de que han resultado superfluos o de que son incapaces de desarrollarse normalmente».
Es cierto que vivimos en una sociedad pluralista, pero pluralismo no es sinónimo de tolerar acciones injustas o violentas. Por eso es necesario asumir e «imponer» a todos un mínimo ético para garantizar la convivencia social. Ese mínimo ético también debe llevarnos a prohibir técnicas de reproducción artificial que no respetan ni la dignidad del matrimonio ni la vida de miles de embriones.
5. Después de la Donum vitae
La instrucción Donum vitae fue un documento clarividente, que descubrió las serias amenazas escondidas en las nuevas técnicas de reproducción artificial.
Desde 1987, miles de embriones han sido abandonados, o congelados, o destruidos, o usados en investigaciones científicas. Miles de parejas han invertido dinero y energías con la esperanza de conseguir un hijo a través de la fecundación artificial. Muchas de esas parejas han visto frustradas sus esperanzas, mientras que otras, con mayor o menor conciencia, permitieron la congelación, e incluso la destrucción, de algunos de sus hijos más indefensos, embriones inocentes que se convirtieron en «sobrantes».
En estos años se han desarrollado nuevas variantes de las técnicas. Una de ellas cuenta con una amplia difusión, la ICSI, que consiste en la microinyección, en laboratorio, de un espematozoide en un óvulo. También se ha difundido la práctica del diagnóstico preimplantacional, orientado a seleccionar los embriones sanos (los «mejores») y a marginar o destruir (de modo injusto y discriminatorio) a los considerados defectuosos o no deseados. Algunos gobiernos han permitido que los laboratorios usen y destruyan a cientos de embriones para fomentar nuevas investigaciones sobre las células madre embrionarias. En algunos casos se ha permitido la creación de nuevos embriones para «servir» a la ciencia y luego ser destruidos.
El panorama presenta tintes de drama. Por eso se hace necesario volver a leer un documento profético que ofrece pautas para rescatar la dignidad del matrimonio, de los embriones y de la vocación médica, y para poner límites a técnicas injustas.
Vale la pena hacer presente lo que indicaba la Donum vitae en su introducción: «Los progresos de la técnica hacen posible en la actualidad una procreación sin unión sexual, mediante el encuentro in vitro de células germinales extraídas previamente del varón y de la mujer. Pero lo que es técnicamente posible no es, por esa sola razón, moralmente admisible».
Es urgente, por lo tanto, profundizar en una correcta visión ética sobre el matrimonio y la procreación, de manera que la medicina verdadera siga ayudando y acompañando a las parejas que no pueden tener hijos. A la vez, hay que educar a los jóvenes para que sepan cuidar la propia fecundidad como un tesoro que permite, tras el «sí» del compromiso matrimonial, que un esposo y una esposa puedan convertirse en colaboradores de Dios en la transmisión del don de la vida.
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Fuente: Conoze.com
Milenarismo / Autor: Antonio Rivero LC
1. ¿Qué es el milenarismo?
Doctrina religiosa basada en la interpretación literal de algunos pasajes de las Sagrada Escritura, principalmente del Apocalipsis (20, 1-6), que cree que vendrá el fin del mundo, al término de mil años. En el Apocalipsis se dice textualmente: «Ya agarró al dragón, esto es, a aquella serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y le encadenó por mil años...Durante este tiempo vivirán y reinarán los que padecieron por Cristo...Los otros muertos no revivirán hasta cumplirse los mil años...Luego será soltado Satán y engañada a las naciones, hasta que llegue el momento del Juicio final. Y vi a los muertos grandes y pequeños estar delante del trono y abriéronse los libros de las conciencias».
San Agustín, siglo IV, siguió algún tiempo la opinión de los milenaristas, si bien, después la desechó, aunque sin condenarla por herética.
Lo mismo hizo san Jerónimo, también del siglo IV, que dice textualmente: «Nosotros no la seguimos, mas no nos atrevemos a condenarla; porque así pensaron muchos varones de la Iglesia y mártires; cada uno siga su opinión; y resérvese todo para el juicio del Señor».
Modernamente la doctrina ha sido actualizada por algunos sectarios protestantes, por ejemplo, los adventintas del séptimo día.
En pocas palabras, milenarismo significaría, que después de mil años vendría el fin del mundo y el juicio final. Por tanto, según esta doctrina el mundo debería haberse acabado al final del anterior milenio, pues ya hemos comenzado un nuevo milenio. Y todavía estamos vivor.
¿Qué respondemos a esto? Nadie sabe ni el día ni la hora, nos dijo Jesucristo. Por tanto, debemos vivir tranquilos y serenos, rezando, vigilando y llevando una vida conforme a los mandamientos de Dios, no en desenfrenos ni en orgías, ni en juergas ni en francachelas.
Lo que se dice en el Apocalipsis de mil años significa un número simbólico, como el tres, seis, siete...así dice el padre Flaviano Amatulli.
2. ¿Qué decir sobre Michel de Nostradamus?
Unos versos del famoso médico Nostradamus dicen lo siguiente: «En el año mil novecientos noventa y nueve y siete meses, vendrá del cielo un gran rey de susto. Resucitará al gran rey de Angolmois....».
¿Qué decir de esto? La agencia informativa del Vaticano, Zenit, contestó lo siguiente: En general, los textos de esos profetas populares, como las sibilas griegas, dan lugar a interpretaciones de todo tipo. De hecho, otros intérpretes de Nostradamus, quien fue médico de Catalina de Médicis, consideran que la terrible fecha tendrá lugar el 11 de agosto de 1999, cuando sobre el norte de Francia dominará un eclipse de sol. Ambientes de la moda e incluso de la cultura europeos están viviendo con trepidación estos días a causa de las terribles profecías.
Michel de Nostradamus fue un médico de gran éxito en especial a la hora de combatir a la peste que se abatió contra la Provenza en el siglo XVI. Desde que en 1555 escribió las «Centurias astrológicas», los poderosos de la época sintieron un gran respeto por él, pues le atribuían poderes especiales de los que dependía su dominio.
Nostradamus y el monje Malaquías (1095-1148) se han convertido en dos profetas del milenarismo de nuestros días, en un mundo que creía liberarse de la fe y que ahora abraza la superstición.
Juan Pablo II preparó un texto sobre el tercer milenio cristiano. En dicho texto profundizó en los temas adelantados por la carta apostólica «Mientras se aproxima el tercer milenio» de 1994, que nos preparó para el año 2000. Basta leerlo. Se titula «Novo millennio ineunte».
Nada se dice en este documento sobre el fin del mundo. Nos invita al cambio de corazones y a la contemplación del rostro de Cristo. Sólo en Cristo y por Cristo podrán darse los grandes cambios.
3. ¿Qué concluir de todo esto?
Debemos vivir tranquilos y serenos nuestra vida cristiana. La mejor manera de prepararnos para el fin del mundo y para el juicio final es tener desde ahora la conciencia tranquila y en paz con Dios, porque estamos cumpliendo los diez mandamientos de la Ley de Dios.
¿Que cuándo vendrá el fin del mundo? Sólo Dios lo sabe. Y si Él no lo ha revelado a ninguno, Él sabrá por qué. Dios nos invita desde el evangelio a vigilar y orar, a tener la lámpara de la fe encendida, con el aceite hasta arriba, pues no sabemos ni el día ni la hora.
Tomémonos la vida en serio y no juguemos con el alma. De Dios nadie se burla. Lo que sembremos ahora, eso es lo que cosecharemos. Si sembramos amor, alegría, dedicación por el prójimo, sinceridad, honestidad...recogeremos amor y buenos frutos. Pero si sembramos vida licenciosa, deshonesta, ligera, chabacana, pervertida...amigo, no me gustaría estar en tu pellejo el día del juicio, porque entonces, sí, estaría temblando, porque Dios es muy serio, y de Él nadie se burla. Él no es tonto. Es el más serio. Ahora es el tiempo de convertirnos a Dios y de cambiar de ruta, si estábamos desviados. Y si estamos en el buen camino de Dios, sigamos adelante, invitando a otros a seguirnos. Cantemos juntos y apoyémonos mutuamente.
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Fuente: Conoze.com
Doctrina religiosa basada en la interpretación literal de algunos pasajes de las Sagrada Escritura, principalmente del Apocalipsis (20, 1-6), que cree que vendrá el fin del mundo, al término de mil años. En el Apocalipsis se dice textualmente: «Ya agarró al dragón, esto es, a aquella serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y le encadenó por mil años...Durante este tiempo vivirán y reinarán los que padecieron por Cristo...Los otros muertos no revivirán hasta cumplirse los mil años...Luego será soltado Satán y engañada a las naciones, hasta que llegue el momento del Juicio final. Y vi a los muertos grandes y pequeños estar delante del trono y abriéronse los libros de las conciencias».
San Agustín, siglo IV, siguió algún tiempo la opinión de los milenaristas, si bien, después la desechó, aunque sin condenarla por herética.
Lo mismo hizo san Jerónimo, también del siglo IV, que dice textualmente: «Nosotros no la seguimos, mas no nos atrevemos a condenarla; porque así pensaron muchos varones de la Iglesia y mártires; cada uno siga su opinión; y resérvese todo para el juicio del Señor».
Modernamente la doctrina ha sido actualizada por algunos sectarios protestantes, por ejemplo, los adventintas del séptimo día.
En pocas palabras, milenarismo significaría, que después de mil años vendría el fin del mundo y el juicio final. Por tanto, según esta doctrina el mundo debería haberse acabado al final del anterior milenio, pues ya hemos comenzado un nuevo milenio. Y todavía estamos vivor.
¿Qué respondemos a esto? Nadie sabe ni el día ni la hora, nos dijo Jesucristo. Por tanto, debemos vivir tranquilos y serenos, rezando, vigilando y llevando una vida conforme a los mandamientos de Dios, no en desenfrenos ni en orgías, ni en juergas ni en francachelas.
Lo que se dice en el Apocalipsis de mil años significa un número simbólico, como el tres, seis, siete...así dice el padre Flaviano Amatulli.
2. ¿Qué decir sobre Michel de Nostradamus?
Unos versos del famoso médico Nostradamus dicen lo siguiente: «En el año mil novecientos noventa y nueve y siete meses, vendrá del cielo un gran rey de susto. Resucitará al gran rey de Angolmois....».
¿Qué decir de esto? La agencia informativa del Vaticano, Zenit, contestó lo siguiente: En general, los textos de esos profetas populares, como las sibilas griegas, dan lugar a interpretaciones de todo tipo. De hecho, otros intérpretes de Nostradamus, quien fue médico de Catalina de Médicis, consideran que la terrible fecha tendrá lugar el 11 de agosto de 1999, cuando sobre el norte de Francia dominará un eclipse de sol. Ambientes de la moda e incluso de la cultura europeos están viviendo con trepidación estos días a causa de las terribles profecías.
Michel de Nostradamus fue un médico de gran éxito en especial a la hora de combatir a la peste que se abatió contra la Provenza en el siglo XVI. Desde que en 1555 escribió las «Centurias astrológicas», los poderosos de la época sintieron un gran respeto por él, pues le atribuían poderes especiales de los que dependía su dominio.
Nostradamus y el monje Malaquías (1095-1148) se han convertido en dos profetas del milenarismo de nuestros días, en un mundo que creía liberarse de la fe y que ahora abraza la superstición.
Juan Pablo II preparó un texto sobre el tercer milenio cristiano. En dicho texto profundizó en los temas adelantados por la carta apostólica «Mientras se aproxima el tercer milenio» de 1994, que nos preparó para el año 2000. Basta leerlo. Se titula «Novo millennio ineunte».
Nada se dice en este documento sobre el fin del mundo. Nos invita al cambio de corazones y a la contemplación del rostro de Cristo. Sólo en Cristo y por Cristo podrán darse los grandes cambios.
3. ¿Qué concluir de todo esto?
Debemos vivir tranquilos y serenos nuestra vida cristiana. La mejor manera de prepararnos para el fin del mundo y para el juicio final es tener desde ahora la conciencia tranquila y en paz con Dios, porque estamos cumpliendo los diez mandamientos de la Ley de Dios.
¿Que cuándo vendrá el fin del mundo? Sólo Dios lo sabe. Y si Él no lo ha revelado a ninguno, Él sabrá por qué. Dios nos invita desde el evangelio a vigilar y orar, a tener la lámpara de la fe encendida, con el aceite hasta arriba, pues no sabemos ni el día ni la hora.
Tomémonos la vida en serio y no juguemos con el alma. De Dios nadie se burla. Lo que sembremos ahora, eso es lo que cosecharemos. Si sembramos amor, alegría, dedicación por el prójimo, sinceridad, honestidad...recogeremos amor y buenos frutos. Pero si sembramos vida licenciosa, deshonesta, ligera, chabacana, pervertida...amigo, no me gustaría estar en tu pellejo el día del juicio, porque entonces, sí, estaría temblando, porque Dios es muy serio, y de Él nadie se burla. Él no es tonto. Es el más serio. Ahora es el tiempo de convertirnos a Dios y de cambiar de ruta, si estábamos desviados. Y si estamos en el buen camino de Dios, sigamos adelante, invitando a otros a seguirnos. Cantemos juntos y apoyémonos mutuamente.
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Fuente: Conoze.com
Un Belén sin estrés / Autor: Valentí Puig
Viene a ser un manierismo, un capricho de nuestro tiempo, que las vacaciones generen ansiedad. En Navidad, comprar, consumir por placer, produce ansiedad en no pocos países. No en el más alto grado en España, por ejemplo, aunque todo llegará. Después de siglos de carestía, la humanidad padece de ansiedad al comprarse un pavo trufado para consumirlo entre Navidad y los Reyes. Ese ocio —según las estadísticas— magnifica el estrés. De eso no se sabía nada hace dos mil años, cuando los pastores llegaban a Belén para saber qué estaba pasando en aquel portal iluminado por los kilovatios del misterio. Para solventar esa ansiedad, uno no piensa en lo que está haciendo con su vida: generalmente compra más, consume, se agota. Están luego las terapias alternativas de los balnearios, hacer kilómetros en una bicicleta estática. Buen analista de la hipermodernidad, Lipovetsky dice que los individuos supermodernos están a la vez más informados y desestructurados, son más adultos y más inestables, están menos ideologizados y son más deudores de las modas, son más abiertos y más influenciables, más críticos y más superficiales, más escépticos y menos profundos.
Somos consumidores «volubles, fragmentados, desregulados», pero no tanto en Navidad. Hay que estar algo desestructurado para llegar hasta Belén y sentir ansiedad cuando los coros cantan «Adeste fideles». Hay que estar profundamente enajenado por los arcaísmos ideológicos como para —según ha hecho Izquierda Unida en Morón de la Frontera— enviar felicitaciones navideñas en las que se compara la muerte del Che Guevara con la muerte del Jesucristo nacido en un portal de Belén. Característicamente, la Navidad es algo para compartir todas las gentes de buena voluntad. Compartimos júbilo y costumbres, una emoción sin nombre y la celebración de un antiquísimo misterio. ¿Qué hay de intrínsecamente malo en celebrar la Navidad también comprando? No es paradoja que al mismo tiempo sea una gran ocasión para la caridad y el altruismo. Deseamos agradar al prójimo, agasajar excepcionalmente, dar a los nuestros lo que les gratifica, compartir el beneficio de un esfuerzo mientras nos apresuramos para llegar al almacén de las videoconsolas, a la gran superficie que vende árboles de Navidad, a la tienda esa de fiambres.
En la noche de Belén, el estruendo originario de la creación llegaba a su segunda fase con un «big bang» humilde y rústico, a la espera de unos Reyes de Oriente que llegarían como séquito de una estrella indiciaria. Acudían al aparecer de la verdad en lo más oscuro de la noche. El niño Jesús iba a recibir a todos, llegado para redimir a los hombres, puesto en el mundo para celebrar la gloria. Estos días algo del amor de Belén está en los sms que entrelazan presencias en la distancia, en las canciones que hablan de Navidades blancas, en las viejas películas que relatan fiestas navideñas bajo la nieve, cruzadas por el largo convoy de los sueños y de las esperanzas.
Un parpadeo de pequeñas luces trepa por el árbol de Navidad y traza sobre el cielo del belén doméstico el vigor astronómico de lo que uno cree desde que era niño. Ahí la ansiedad se desintegra en mil pedazos y una bendición elemental confirma nuestro destino de cada año, pasajeros del gran Montgolfier que va a anclar en las ariscas tierras de Belén de Judá. Luego se escribieron los cuatro evangelios y la vida de aquel recién nacido resulta ser el nacer más decisivo del planeta, hasta ese día de hoy que celebramos como sabemos, con la tarjeta de crédito en una mano y parte del corazón en la otra.
Cuando se niega la posibilidad de grandes relatos, ahí está el mayor de todos. Cada año nos coge metiendo en el ascensor un oso de peluche o una caja de vino tinto. Son formas quizá triviales de celebrarlo, pero no todo es la impaciencia de comprar y consumir, no todo es la consumación instantánea del deseo. Andamos en busca de seguridad, de certidumbre. Sabemos que la hubo y la hay en aquel portal de Belén. Tan frágiles como somos, tan etiquetados con nuestra fecha de caducidad, la llegada de la Navidad nos alerta de aquella memoria de la eternidad que tanto se olvida pasando el año en los dominios del todo a cien.
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Fuente ABC
Somos consumidores «volubles, fragmentados, desregulados», pero no tanto en Navidad. Hay que estar algo desestructurado para llegar hasta Belén y sentir ansiedad cuando los coros cantan «Adeste fideles». Hay que estar profundamente enajenado por los arcaísmos ideológicos como para —según ha hecho Izquierda Unida en Morón de la Frontera— enviar felicitaciones navideñas en las que se compara la muerte del Che Guevara con la muerte del Jesucristo nacido en un portal de Belén. Característicamente, la Navidad es algo para compartir todas las gentes de buena voluntad. Compartimos júbilo y costumbres, una emoción sin nombre y la celebración de un antiquísimo misterio. ¿Qué hay de intrínsecamente malo en celebrar la Navidad también comprando? No es paradoja que al mismo tiempo sea una gran ocasión para la caridad y el altruismo. Deseamos agradar al prójimo, agasajar excepcionalmente, dar a los nuestros lo que les gratifica, compartir el beneficio de un esfuerzo mientras nos apresuramos para llegar al almacén de las videoconsolas, a la gran superficie que vende árboles de Navidad, a la tienda esa de fiambres.
En la noche de Belén, el estruendo originario de la creación llegaba a su segunda fase con un «big bang» humilde y rústico, a la espera de unos Reyes de Oriente que llegarían como séquito de una estrella indiciaria. Acudían al aparecer de la verdad en lo más oscuro de la noche. El niño Jesús iba a recibir a todos, llegado para redimir a los hombres, puesto en el mundo para celebrar la gloria. Estos días algo del amor de Belén está en los sms que entrelazan presencias en la distancia, en las canciones que hablan de Navidades blancas, en las viejas películas que relatan fiestas navideñas bajo la nieve, cruzadas por el largo convoy de los sueños y de las esperanzas.
Un parpadeo de pequeñas luces trepa por el árbol de Navidad y traza sobre el cielo del belén doméstico el vigor astronómico de lo que uno cree desde que era niño. Ahí la ansiedad se desintegra en mil pedazos y una bendición elemental confirma nuestro destino de cada año, pasajeros del gran Montgolfier que va a anclar en las ariscas tierras de Belén de Judá. Luego se escribieron los cuatro evangelios y la vida de aquel recién nacido resulta ser el nacer más decisivo del planeta, hasta ese día de hoy que celebramos como sabemos, con la tarjeta de crédito en una mano y parte del corazón en la otra.
Cuando se niega la posibilidad de grandes relatos, ahí está el mayor de todos. Cada año nos coge metiendo en el ascensor un oso de peluche o una caja de vino tinto. Son formas quizá triviales de celebrarlo, pero no todo es la impaciencia de comprar y consumir, no todo es la consumación instantánea del deseo. Andamos en busca de seguridad, de certidumbre. Sabemos que la hubo y la hay en aquel portal de Belén. Tan frágiles como somos, tan etiquetados con nuestra fecha de caducidad, la llegada de la Navidad nos alerta de aquella memoria de la eternidad que tanto se olvida pasando el año en los dominios del todo a cien.
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Fuente ABC
Hay un claro espíritu de Navidad / Autora: Covadonga O´Shea
No supero la fuerza con la que Dickens explica por qué esos días llegan con una carga explosiva de felicidad
Soy incapaz de superar la fuerza con la que Dickens ha descrito algo que, desde su época hasta hoy, explica por qué esos días llegan con una carga explosiva de felicidad y alegría, para gentes de cualquier condición, que tienen el alma abierta a la verdad y resultan duros y amargos para quienes rechazan la gran noticia del Amor de Dios por los hombres , que encierra esa fecha de la Nochebuena.
En su mil veces leído y repetido Cuento de Navidad relata el escritor inglés que, «una vez, en uno de los mejores días del año, la víspera de Navidad, el viejo Scrooge, un hombre avaro, egoísta, recomido por el mal humor y el dinero mal empleado, se hallaba trabajando en su despacho. Hacía un tiempo frío, crudísimo y nebuloso, y podía oír a la gente que pasaba jadeando arriba y abajo, golpeándose el pecho con las manos y pateando sobre las piedras del pavimento para entrar en calor. Los relojes públicos acababan de dar las tres: pero la oscuridad era casi completa —había sido oscuro todo el día—, y por las ventanas de las casas vecinas se veían brillar las luces como manchas rubias en el aire moreno de la tarde.
La bruma se filtraba a través de todas las hendeduras y de los ojos de las cerraduras, y era tan densa por fuera que, aunque la calleja era de las más estrechas, las casas de enfrente se veían como meros fantasmas. Al ver cómo descendía la nube sombría, oscureciéndolo todo, se habría pensado que la naturaleza habitaba cerca y que estaba haciendo destilaciones en gran escala.
Scrooge tenía abierta la puerta del despacho para poder vigilar a su dependiente, que en una celda lóbrega y apartada, una especie de cisterna, estaba copiando cartas. Scrooge tenía poquísima lumbre, pero la del dependiente era mucho más escasa: parecía una sola ascua; mas no podía aumentarla, porque Scrooge guardaba la caja del carbón en su cuarto, y si el dependiente hubiera aparecido trayendo carbón en la pala, sin duda que su amo habría considerado necesario despedirle. Así, el dependiente se embozó en la blanca bufanda y trató de calentarse en la llama de la bujía: pero, como no era hombre de gran imaginación, fracasó en el intento.
—¡Felices Pascuas, tío! ¡Dios os guarde! — gritó una voz alegre.
Era la voz del sobrino de Scrooge, que cayó sobre él con tal precipitación que fue el primer aviso que tuvo de su aproximación.
—¡Bah! —dijo Scrooge—. ¡Patrañas!
Este sobrino de Scrooge se hallaba tan arrebatado a causa de la carrera a través de la bruma y de la helada, que estaba todo encendido: tenía la cara como una cereza, sus ojos chispeaban y humeaba su aliento.
—Pero, tío: ¿una patraña la Navidad? —dijo el sobrino de Scrooge—. Seguramente no habéis querido decir eso.
—Sí —contestó Scrooge—. ¡Felices Pascuas! ¿Qué derecho tienes tú para estar alegre? ¿Qué razón tienes tú para estar alegre? Eres bastante pobre.
—¡Vamos! —replicó el sobrino alegremente—. ¿Y qué derecho tenéis vos para estar triste? ¿Qué razón tenéis para estar cabizbajo? Sois bastante rico.
No disponiendo Scrooge de mejor respuesta en aquel momento, dijo de nuevo: «¡Bah!» Y a continuación: «¡Patrañas!»
—No estéis enfadado, tío —dijo el sobrino. —¿Cómo no voy a estarlo —replicó el tío— viviendo en un mundo de locos como éste? ¡Felices Pascuas! ¡Buenas Pascuas te dé Dios! ¿Qué es la Pascua de Navidad sino la época en que hay que pagar cuentas no teniendo dinero; en que te ves un año más viejo y ni una hora más rico: la época en que, hecho el balance de los libros, ves que los artículos mencionados en ellos no te han dejado la menor ganancia después de una docena de meses desaparecidos? Si estuviera en mi mano —dijo Scrooge con indignación— a todos los idiotas que van con el ¡Felices Pascuas! en los labios, los cocería en su propia sustancia y los enterraría con una vara de acebo atravesándoles el corazón. !Eso es!
—¡Tío! —suplicó el sobrino.
—¡Sobrino! —repuso el tío secamente—-. Celebra la Navidad a tu modo y déjame a mí celebrarla al mío.
—¡Celebrar la Navidad! —repitió el sobrino de Scrooge—. Pero vos no la celebráis.
—Déjame que no la celebre —dijo Scrooge— ¡Mucho bien puede hacerte a ti! ¡Mucho bien te ha hecho siempre!
—Hay muchas cosas que podían haberme hecho muy bien y que no he aprovechado, me atrevo a decir —replicó el sobrino—. Entre ellas la Navidad. Mas estoy seguro de que siempre, al llegar esta época, he pensado en la Navidad, aparte la veneración debida a su nombre sagrado y a su origen, como en una agradable época de cariño, de perdón y de caridad; el único día, en el largo almanaque del año, en que hombres y mujeres parecen estar de acuerdo para abrir sus corazones libremente y para considerar a sus inferiores como verdaderos compañeros de viaje en el camino de la tumba y no otra raza de criaturas con destino diferente.
Así, pues, tío, aunque tal fiesta nunca ha puesto una moneda de oro o de plata en mi bolsillo, creo que me ha hecho bien y que me hará bien, y digo: ¡Bendita sea!
—Lamento de todo corazón encontraros tan resuelto. Nunca ha habido el más pequeño disgusto entre nosotros. Pero he insistido en la celebración de la Navidad y llevaré mi buen humor de Navidad hasta lo último. Así, ¡Felices Pascuas, tío!»
La historia se repite. Espero, que los lectores, como este personaje de Dickens, disfrutéis de una Feliz Navidad con ese espíritu envidiable.
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Fuente: La Gaceta de los Negocios
Soy incapaz de superar la fuerza con la que Dickens ha descrito algo que, desde su época hasta hoy, explica por qué esos días llegan con una carga explosiva de felicidad y alegría, para gentes de cualquier condición, que tienen el alma abierta a la verdad y resultan duros y amargos para quienes rechazan la gran noticia del Amor de Dios por los hombres , que encierra esa fecha de la Nochebuena.
En su mil veces leído y repetido Cuento de Navidad relata el escritor inglés que, «una vez, en uno de los mejores días del año, la víspera de Navidad, el viejo Scrooge, un hombre avaro, egoísta, recomido por el mal humor y el dinero mal empleado, se hallaba trabajando en su despacho. Hacía un tiempo frío, crudísimo y nebuloso, y podía oír a la gente que pasaba jadeando arriba y abajo, golpeándose el pecho con las manos y pateando sobre las piedras del pavimento para entrar en calor. Los relojes públicos acababan de dar las tres: pero la oscuridad era casi completa —había sido oscuro todo el día—, y por las ventanas de las casas vecinas se veían brillar las luces como manchas rubias en el aire moreno de la tarde.
La bruma se filtraba a través de todas las hendeduras y de los ojos de las cerraduras, y era tan densa por fuera que, aunque la calleja era de las más estrechas, las casas de enfrente se veían como meros fantasmas. Al ver cómo descendía la nube sombría, oscureciéndolo todo, se habría pensado que la naturaleza habitaba cerca y que estaba haciendo destilaciones en gran escala.
Scrooge tenía abierta la puerta del despacho para poder vigilar a su dependiente, que en una celda lóbrega y apartada, una especie de cisterna, estaba copiando cartas. Scrooge tenía poquísima lumbre, pero la del dependiente era mucho más escasa: parecía una sola ascua; mas no podía aumentarla, porque Scrooge guardaba la caja del carbón en su cuarto, y si el dependiente hubiera aparecido trayendo carbón en la pala, sin duda que su amo habría considerado necesario despedirle. Así, el dependiente se embozó en la blanca bufanda y trató de calentarse en la llama de la bujía: pero, como no era hombre de gran imaginación, fracasó en el intento.
—¡Felices Pascuas, tío! ¡Dios os guarde! — gritó una voz alegre.
Era la voz del sobrino de Scrooge, que cayó sobre él con tal precipitación que fue el primer aviso que tuvo de su aproximación.
—¡Bah! —dijo Scrooge—. ¡Patrañas!
Este sobrino de Scrooge se hallaba tan arrebatado a causa de la carrera a través de la bruma y de la helada, que estaba todo encendido: tenía la cara como una cereza, sus ojos chispeaban y humeaba su aliento.
—Pero, tío: ¿una patraña la Navidad? —dijo el sobrino de Scrooge—. Seguramente no habéis querido decir eso.
—Sí —contestó Scrooge—. ¡Felices Pascuas! ¿Qué derecho tienes tú para estar alegre? ¿Qué razón tienes tú para estar alegre? Eres bastante pobre.
—¡Vamos! —replicó el sobrino alegremente—. ¿Y qué derecho tenéis vos para estar triste? ¿Qué razón tenéis para estar cabizbajo? Sois bastante rico.
No disponiendo Scrooge de mejor respuesta en aquel momento, dijo de nuevo: «¡Bah!» Y a continuación: «¡Patrañas!»
—No estéis enfadado, tío —dijo el sobrino. —¿Cómo no voy a estarlo —replicó el tío— viviendo en un mundo de locos como éste? ¡Felices Pascuas! ¡Buenas Pascuas te dé Dios! ¿Qué es la Pascua de Navidad sino la época en que hay que pagar cuentas no teniendo dinero; en que te ves un año más viejo y ni una hora más rico: la época en que, hecho el balance de los libros, ves que los artículos mencionados en ellos no te han dejado la menor ganancia después de una docena de meses desaparecidos? Si estuviera en mi mano —dijo Scrooge con indignación— a todos los idiotas que van con el ¡Felices Pascuas! en los labios, los cocería en su propia sustancia y los enterraría con una vara de acebo atravesándoles el corazón. !Eso es!
—¡Tío! —suplicó el sobrino.
—¡Sobrino! —repuso el tío secamente—-. Celebra la Navidad a tu modo y déjame a mí celebrarla al mío.
—¡Celebrar la Navidad! —repitió el sobrino de Scrooge—. Pero vos no la celebráis.
—Déjame que no la celebre —dijo Scrooge— ¡Mucho bien puede hacerte a ti! ¡Mucho bien te ha hecho siempre!
—Hay muchas cosas que podían haberme hecho muy bien y que no he aprovechado, me atrevo a decir —replicó el sobrino—. Entre ellas la Navidad. Mas estoy seguro de que siempre, al llegar esta época, he pensado en la Navidad, aparte la veneración debida a su nombre sagrado y a su origen, como en una agradable época de cariño, de perdón y de caridad; el único día, en el largo almanaque del año, en que hombres y mujeres parecen estar de acuerdo para abrir sus corazones libremente y para considerar a sus inferiores como verdaderos compañeros de viaje en el camino de la tumba y no otra raza de criaturas con destino diferente.
Así, pues, tío, aunque tal fiesta nunca ha puesto una moneda de oro o de plata en mi bolsillo, creo que me ha hecho bien y que me hará bien, y digo: ¡Bendita sea!
—Lamento de todo corazón encontraros tan resuelto. Nunca ha habido el más pequeño disgusto entre nosotros. Pero he insistido en la celebración de la Navidad y llevaré mi buen humor de Navidad hasta lo último. Así, ¡Felices Pascuas, tío!»
La historia se repite. Espero, que los lectores, como este personaje de Dickens, disfrutéis de una Feliz Navidad con ese espíritu envidiable.
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Fuente: La Gaceta de los Negocios
Volverá la Navidad / Autor: Enrique Monasterio
Si en tu buzón aparecen Christmas aderezados con hojitas de acebo, bosques nevados y cervatillos de mirada lánguida, no te alarmes; aunque no hablen para nada del nacimiento de Jesús, te aseguro que se acerca la Navidad. Y si recibes archivos informáticos con música new age y más cervatillos, sé comprensivo: la cursilería, como la gripe del pollo, es contagiosa y universal.
Aunque prediquen que esta fiesta, en el fondo, es sólo un homenaje al invierno y a la escarcha, y nos digan que hemos de cantar villancicos a la naturaleza y al milagro del turrón y del champagne; aunque pretendan que amemos a los osos y a los abetos, y las luces de las ciudades se llenen de palabras esterilizadas, sin contaminaciones religiosas; aunque inventen plegarias dirigidas a Papá Noel (y a mamá Noel, por supuesto), y los veamos llegar vestidos de rojo, arrastrados por las borrascas del Norte con un cortejo de renos, avefrías y bolitas de colores; aunque embalen en naftalina la imagen del Niño Jesús..., ten confianza: volverá la Navidad. Aunque no haya nieve en la sierra ni terminen de llenarse los embalses este año; con cambio climático o sin él, es cuestión de días: vendrá la Navidad.
Aunque ahora sean los mercaderes quienes empuñen el látigo y traten de vengarse de Jesucristo expulsándolo de su templo; aunque el Maestro haya desaparecido ya de las escuelas, del Parlamento, de la Universidad, de los quirófanos y de las UCI de los hospitales; aunque desinfecten las aulas para que no queden gérmenes cristianos en los pupitres ni en los babies de los niños, a pesar de los pesares, volverá la Navidad.
Aunque secularicen los belenes y los hagan inofensivos; aunque quieran sustituir a María, a José y al Niño por una metáfora cutre que exprese paz, tolerancia, democracia y vitamina C, al menos, digo yo, respetarán al buey y a la mula, y podremos ponernos a su lado para recordar que el Niño ha venido como todos los diciembres. Y no lograrán ahuyentar a los ángeles, que estos días revolotean sobre nosotros buscando corazones para poner el Nacimiento.
Tendremos una gran Nochebuena si dejamos que Jesús nazca. Él anda buscando una cueva, un pesebre honrado y un poco de buena voluntad. Los demás elementos del belén -la estrella, los ángeles, los Magos- corren de su cuenta. Mira a ver cómo tienes el establo de tu alma. Tal vez sirva todavía, aunque este año haya albergado a demasiadas bestias y parásitos, y parezca una pocilga. No trates de decorarlo ni de ponerle ambientador. Una mano de estropajo con el detergente infalible de la penitencia bastaría para el caso.
Mira también a los Sagrarios de las iglesias vecinas. ¿Te parecen más ricos que la Cue\ a de Belén? Jesús está allí de verdad, pero me temo que sigue solo. ¿Echará de menos al borrico y al buey que le acompañaron hace tantos siglos?
Acabamos de celebrar un año dedicado a la Eucaristía. Juan Pablo II quiso convocarlo para recordarnos que todos los días pueden ser Navidad; que Jesús sigue naciendo, a pesar de los pesares. y no le importa correr riesgos como entonces, ni tener que huir de Heredes en plena noche, con tal de que los suyos no le abandonemos.
Luego, echa una ojeada a tu alrededor: los inmigrantes. Los tenemos de todos los géneros: blancos, tostados y negros; gigantescos y pequeños; legales e ilegales; honrados, como José y María, y delincuentes como Herodes; con papeles y sin papeles: con buenas y con malas intenciones. Llegaron de todos los rincones del planeta: en patera o en avión, qué más da. Algunos viajaron en el seno de su madre, como Jesús; otros, se diría que han dejado el camello en el parking de la esquina. Pero lo malo es que la posada sigue estando llena, y cuesta compartir nuestras indigestiones, aunque sea Nochebuena.
De nosotros depende que al día siguiente sea de nuevo Navidad.
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Fuente: Revista Mundo Cristiano
Aunque prediquen que esta fiesta, en el fondo, es sólo un homenaje al invierno y a la escarcha, y nos digan que hemos de cantar villancicos a la naturaleza y al milagro del turrón y del champagne; aunque pretendan que amemos a los osos y a los abetos, y las luces de las ciudades se llenen de palabras esterilizadas, sin contaminaciones religiosas; aunque inventen plegarias dirigidas a Papá Noel (y a mamá Noel, por supuesto), y los veamos llegar vestidos de rojo, arrastrados por las borrascas del Norte con un cortejo de renos, avefrías y bolitas de colores; aunque embalen en naftalina la imagen del Niño Jesús..., ten confianza: volverá la Navidad. Aunque no haya nieve en la sierra ni terminen de llenarse los embalses este año; con cambio climático o sin él, es cuestión de días: vendrá la Navidad.
Aunque ahora sean los mercaderes quienes empuñen el látigo y traten de vengarse de Jesucristo expulsándolo de su templo; aunque el Maestro haya desaparecido ya de las escuelas, del Parlamento, de la Universidad, de los quirófanos y de las UCI de los hospitales; aunque desinfecten las aulas para que no queden gérmenes cristianos en los pupitres ni en los babies de los niños, a pesar de los pesares, volverá la Navidad.
Aunque secularicen los belenes y los hagan inofensivos; aunque quieran sustituir a María, a José y al Niño por una metáfora cutre que exprese paz, tolerancia, democracia y vitamina C, al menos, digo yo, respetarán al buey y a la mula, y podremos ponernos a su lado para recordar que el Niño ha venido como todos los diciembres. Y no lograrán ahuyentar a los ángeles, que estos días revolotean sobre nosotros buscando corazones para poner el Nacimiento.
Tendremos una gran Nochebuena si dejamos que Jesús nazca. Él anda buscando una cueva, un pesebre honrado y un poco de buena voluntad. Los demás elementos del belén -la estrella, los ángeles, los Magos- corren de su cuenta. Mira a ver cómo tienes el establo de tu alma. Tal vez sirva todavía, aunque este año haya albergado a demasiadas bestias y parásitos, y parezca una pocilga. No trates de decorarlo ni de ponerle ambientador. Una mano de estropajo con el detergente infalible de la penitencia bastaría para el caso.
Mira también a los Sagrarios de las iglesias vecinas. ¿Te parecen más ricos que la Cue\ a de Belén? Jesús está allí de verdad, pero me temo que sigue solo. ¿Echará de menos al borrico y al buey que le acompañaron hace tantos siglos?
Acabamos de celebrar un año dedicado a la Eucaristía. Juan Pablo II quiso convocarlo para recordarnos que todos los días pueden ser Navidad; que Jesús sigue naciendo, a pesar de los pesares. y no le importa correr riesgos como entonces, ni tener que huir de Heredes en plena noche, con tal de que los suyos no le abandonemos.
Luego, echa una ojeada a tu alrededor: los inmigrantes. Los tenemos de todos los géneros: blancos, tostados y negros; gigantescos y pequeños; legales e ilegales; honrados, como José y María, y delincuentes como Herodes; con papeles y sin papeles: con buenas y con malas intenciones. Llegaron de todos los rincones del planeta: en patera o en avión, qué más da. Algunos viajaron en el seno de su madre, como Jesús; otros, se diría que han dejado el camello en el parking de la esquina. Pero lo malo es que la posada sigue estando llena, y cuesta compartir nuestras indigestiones, aunque sea Nochebuena.
De nosotros depende que al día siguiente sea de nuevo Navidad.
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Fuente: Revista Mundo Cristiano
Las letanías son alabanzas, piropos de amor, de ternura / Autor: P Mariano de Blas LC
Las letanías son alabanzas, piropos de amor, de ternura. ¿Te aburres rezándolas? No amas, no comprendes. ¿Te gustan? Sí amas, sí comprendes.
El que las inventó sí amaba, sí comprendía. Son, en definitiva, un poema de amor; sólo quien ama a María lo entiende. Dile a los enamorados que son aburridos porque repiten con frecuencia frases de amor.
Santa María
Es el nombre de la mujer más maravillosa... ¡Cuantas iglesias dedicadas a su nombre!¡Cuantas mujeres llevan este nombre de María! Por algo será. Yo me llamo Mariano y me alegro de llevar ese nombre. Cuanta gente canta, reza, dice ese nombre que a los mismos ángeles impresiona y enternece el corazón de Dios. Los ángeles obedecen a Dios y luego a su Reina, a una mujer, una criatura humana, a María.
Nosotros le hemos puesto un sobrenombre llamándola Santa María de Guadalupe. Cuanto significa este nombre para los mexicanos.
María es amor, toda amor; es el lado misericordioso y tierno del amor de Dios para nosotros.
Santa Madre de Dios
Esta es su grandeza incomparable, Nos merece un respeto tremendo. Pero su amor y humildad la convierten en una Madre incomparable, única. Podía el Hijo de Dios habérsela quedado. Era suya, solo suya y toda suya. Pero el amor es donación y entrega. Y por amor -¡qué grande amor!- nos la regaló. Cristo nos dio el derecho de ser sus hijos.
La sangre que Cristo derramó en el Calvario esa la sangre de una mártir,, era su propia sangre. Dios lleva en sus venas la sangre de María.
Santa Virgen de las vírgenes
Es la inmaculada, la llena de gracia, La hicieron las manos del tres veces santo para ser digna morada del Hijo de Dios.
Está a la cabeza de todas las vírgenes, es reina de todas ejemplo para cada una de ellas.
Madre de Cristo
La sangre que derramó en el Calvario era la sangre de una mártir, María, la Corredentora. Madre del Niño Jesús que nació de Ella en Belén. Madre del Cristo que predicó en Palestina. Madre del Cristo del Calvario: Madre mártir.
Madre de la Iglesia
Pablo VI le otorgó ese título durante el Concilio Vaticano II. Madre de Cristo Cabeza, Madre de su cuerpo, la Iglesia. Madre de todos nosotros: madre tuya, madre mía. Una prueba de que Jesús nos ha tomado en serio como hermanos es que nos ha dado a su Madre, y para siempre.
Te cuida y te ama como si fueras el único. Pero María no puede besar al hijo que la rechaza, no puede curar al hijo que no la quiere, no puede ayudar al hijo que la rehuye. No puede ser Madre de quien no quiere ser su hijo. Y es más madre de quien desea con toda su alma ser hijo suyo.
Madre que cuida de una manera especial a sus hijos enfermos, pecadores, tristes... Madre de las almas consagradas. Para Jesús son sagrados, para María también.
Mexicano, si alguna vez has sentido en tu corazón un algo de ternura por la Morenita del Tepeyac, ten cuidado, te la quieren arrebatar. Te habrán quitado mucho. Ya solo nos falta que nos quiten la fe en Dios y en la Virgen de Guadalupe. Y a ver qué nos queda de mexicanos.
Madre de la divina gracia
No en el sentido de productora de la gracia, sino distribuidora, medianera de la misma. Todas las gracias que recibes pasan por las manos de una Madre, por voluntad de Dios. Al ser la Madre de Cristo m de alguna manera es la madre de esa gracia que Cristo nos dio. Porque el sí de María pondría en marcha la Redención de los hombres, la redención que nos otorgaría la gracia.
Madre purísima. Castísima, virginal, inmaculada
Un abismo de pureza. La Mujer con mayúscula fue una mujer purísima. Cualquier mujer que quiera conservar su grandeza, no puede menospreciar esta virtud. La impureza te hace menos mujer y te acerca al reino inferior de la naturaleza. Las mujeres, las muchachas que hoy aman la pureza y la tratan de vivir tienen el beneplácito de Dios y la sonrisa de la Mujer ideal.
Con ello no quiero decir que las caídas en este campo no se puedan reparar. Como nadie dice que un vestido manchado no se puede lavar.
Los gustos del cielo tan distintos a los del mundo. ¿Qué han hecho de la mujer? Hoy la mujer ideal es totalmente distinta. Si eres mujer, escoge el perfil del cielo o el de la tierra.
La pureza no roba belleza a una persona, al contrario, la realza. El rostro más bellos y los ojos más hermosos son aquellos en los que se refleja Dios. La mujer pura tiene un encanto adicional, un toque de cielo azul, aunque hoy no se le quiera tener en cuanta. Si se quiere rescatar al mundo debe ser desde la mujer, Y gran parte del recate de la mujer se llama castidad.
Madre amable
Digna de todo nuestro amor.
Por lo buena que es
Por lo santa
Por ser mi Madre
Por todo lo que le debo
Porque, después de Dios, nadie me quiere tanto
Por su encantadora sencillez.
María es digna de todo nuestro amor. Totus tuus. Todo tuyo y para siempre.
Te quiero, madre dela cielo, como quiero al mismo cielo, como quiero los bellos paisajes, los mares, los ríos, las montañas... Te quiero en los amaneceres y puestas de sol, en las flores de la pradera. Lo mismo que siento a Dios, te siento a Ti en cada rosa, en el canto del jilguero, en las estrellas de la noche. Algo de tu hermosura ha quedado en la naturaleza. Y por eso te veo en todas partes
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Fuente: Catholic.net
El que las inventó sí amaba, sí comprendía. Son, en definitiva, un poema de amor; sólo quien ama a María lo entiende. Dile a los enamorados que son aburridos porque repiten con frecuencia frases de amor.
Santa María
Es el nombre de la mujer más maravillosa... ¡Cuantas iglesias dedicadas a su nombre!¡Cuantas mujeres llevan este nombre de María! Por algo será. Yo me llamo Mariano y me alegro de llevar ese nombre. Cuanta gente canta, reza, dice ese nombre que a los mismos ángeles impresiona y enternece el corazón de Dios. Los ángeles obedecen a Dios y luego a su Reina, a una mujer, una criatura humana, a María.
Nosotros le hemos puesto un sobrenombre llamándola Santa María de Guadalupe. Cuanto significa este nombre para los mexicanos.
María es amor, toda amor; es el lado misericordioso y tierno del amor de Dios para nosotros.
Santa Madre de Dios
Esta es su grandeza incomparable, Nos merece un respeto tremendo. Pero su amor y humildad la convierten en una Madre incomparable, única. Podía el Hijo de Dios habérsela quedado. Era suya, solo suya y toda suya. Pero el amor es donación y entrega. Y por amor -¡qué grande amor!- nos la regaló. Cristo nos dio el derecho de ser sus hijos.
La sangre que Cristo derramó en el Calvario esa la sangre de una mártir,, era su propia sangre. Dios lleva en sus venas la sangre de María.
Santa Virgen de las vírgenes
Es la inmaculada, la llena de gracia, La hicieron las manos del tres veces santo para ser digna morada del Hijo de Dios.
Está a la cabeza de todas las vírgenes, es reina de todas ejemplo para cada una de ellas.
Madre de Cristo
La sangre que derramó en el Calvario era la sangre de una mártir, María, la Corredentora. Madre del Niño Jesús que nació de Ella en Belén. Madre del Cristo que predicó en Palestina. Madre del Cristo del Calvario: Madre mártir.
Madre de la Iglesia
Pablo VI le otorgó ese título durante el Concilio Vaticano II. Madre de Cristo Cabeza, Madre de su cuerpo, la Iglesia. Madre de todos nosotros: madre tuya, madre mía. Una prueba de que Jesús nos ha tomado en serio como hermanos es que nos ha dado a su Madre, y para siempre.
Te cuida y te ama como si fueras el único. Pero María no puede besar al hijo que la rechaza, no puede curar al hijo que no la quiere, no puede ayudar al hijo que la rehuye. No puede ser Madre de quien no quiere ser su hijo. Y es más madre de quien desea con toda su alma ser hijo suyo.
Madre que cuida de una manera especial a sus hijos enfermos, pecadores, tristes... Madre de las almas consagradas. Para Jesús son sagrados, para María también.
Mexicano, si alguna vez has sentido en tu corazón un algo de ternura por la Morenita del Tepeyac, ten cuidado, te la quieren arrebatar. Te habrán quitado mucho. Ya solo nos falta que nos quiten la fe en Dios y en la Virgen de Guadalupe. Y a ver qué nos queda de mexicanos.
Madre de la divina gracia
No en el sentido de productora de la gracia, sino distribuidora, medianera de la misma. Todas las gracias que recibes pasan por las manos de una Madre, por voluntad de Dios. Al ser la Madre de Cristo m de alguna manera es la madre de esa gracia que Cristo nos dio. Porque el sí de María pondría en marcha la Redención de los hombres, la redención que nos otorgaría la gracia.
Madre purísima. Castísima, virginal, inmaculada
Un abismo de pureza. La Mujer con mayúscula fue una mujer purísima. Cualquier mujer que quiera conservar su grandeza, no puede menospreciar esta virtud. La impureza te hace menos mujer y te acerca al reino inferior de la naturaleza. Las mujeres, las muchachas que hoy aman la pureza y la tratan de vivir tienen el beneplácito de Dios y la sonrisa de la Mujer ideal.
Con ello no quiero decir que las caídas en este campo no se puedan reparar. Como nadie dice que un vestido manchado no se puede lavar.
Los gustos del cielo tan distintos a los del mundo. ¿Qué han hecho de la mujer? Hoy la mujer ideal es totalmente distinta. Si eres mujer, escoge el perfil del cielo o el de la tierra.
La pureza no roba belleza a una persona, al contrario, la realza. El rostro más bellos y los ojos más hermosos son aquellos en los que se refleja Dios. La mujer pura tiene un encanto adicional, un toque de cielo azul, aunque hoy no se le quiera tener en cuanta. Si se quiere rescatar al mundo debe ser desde la mujer, Y gran parte del recate de la mujer se llama castidad.
Madre amable
Digna de todo nuestro amor.
Por lo buena que es
Por lo santa
Por ser mi Madre
Por todo lo que le debo
Porque, después de Dios, nadie me quiere tanto
Por su encantadora sencillez.
María es digna de todo nuestro amor. Totus tuus. Todo tuyo y para siempre.
Te quiero, madre dela cielo, como quiero al mismo cielo, como quiero los bellos paisajes, los mares, los ríos, las montañas... Te quiero en los amaneceres y puestas de sol, en las flores de la pradera. Lo mismo que siento a Dios, te siento a Ti en cada rosa, en el canto del jilguero, en las estrellas de la noche. Algo de tu hermosura ha quedado en la naturaleza. Y por eso te veo en todas partes
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Fuente: Catholic.net
¿Cómo es una personalidad inmadura? / Autor: Enrique Rojas
La personalidad es la suma total de las pautas de conducta actuales y potenciales determinadas por tres notas: la herencia (el equipaje genético, lo que recibimos de nuestros padres), el ambiente (el entorno) y la experiencia de la vida (la biografía de cada uno). La personalidad es el sello propio y específico de cada uno. La tarjeta de visita. Dicho en otros términos, la personalidad es una organización dinámica, en movimiento, en donde confluyen los aspectos físicos, psicológicos, sociales y culturales de un individuo. Los psiquiatras nos dedicamos a la ingeniería de la conducta. Somos perforadores de superficies psicológicas, intentamos ahondar en la mecánica interna del comportamiento, para corregirlo, mejorarlo, hacerlo más equilibrado.
La inmadurez significa una persona a medio hacer, que da lugar a una psicología incipiente, incompleta, que no está bien terminada y que tiene muchos flecos negativos, pero que puede cambiar y mejorar y hacerse mas sólida, con la ayuda de un psiquiatra o de un psicólogo.
Voy a intentar sistematizar sus principales ingredientes en este decálogo, para que el lector pueda adentrarse en la frondosidad de lo que ahí reside. Los síntomas son los siguientes:
1) Desfase entre la edad cronológica y la edad mental: esta es una de las manifestaciones que más llama la atención de entrada, en una primera aproximación. No olvidemos que hay gente de maduración tardía y otra de maduración temprana, y esto le da un carácter ligeramente distinto a esta observación.
2) Desconocimiento de uno mismo: ésta era una de las normas del héroe griego. En el templo de Apolo, en Grecia, había en el frontispicio de la entrada una inscripción que decía así: "Nosci se autom", conócete a ti mismo. Se trata de tener claro que la asignatura más importante de cada persona es uno mismo, lo que quiere decir saber las actitudes y las limitaciones que uno tiene. Ambas son como el cuaderno de bitácora que nos ayuda a una navegación por la vida adecuada.
3) Inestabilidad emocional: que se expresa mediante cambios en el estado de ánimo, pasando de la euforia a la melancolía y esto de un día para otro o dentro de un mismo día. Esto hay que diferenciarlo claramente de las llamadas depresiones bipolares. El inmaduro es desigual, variable, irregular, sus sentimientos se mueven y bambolean de forma pendular, lo que hace que nunca pueda uno saber qué va a encontrar en el otro. Esa fragilidad mudable es una nota muy característica. Su estado de ánimo se expresa a través de unos dientes de sierra, una especie de montaña rusa, en donde las oscilaciones son muy frecuentes.
4) Poca o nula responsabilidad; la inmadurez tiene niveles, lo mismo que sucede con cualquier hecho psicológico. Esta palabra procede del latín "respondere", que significa: contestar, prometer, satisfacer. Estar en la realidad es conocer el hoy-ahora de uno mismo sin ningunearse y sin creerse uno más que nadie.
5) Mala o nula percepción de la realidad: la captación incorrecta de sí mismo y del entorno que le rodea le lleva a tener una conducta desadaptada tanto intrapersonal (disarmonía consigo mismo) como interpersonal (inadecuado contacto con los demás, no sabiendo medir las distancias ni las cercanías).
6) Ausencia de un proyecto de vida: la vida no se improvisa. Necesita una cierta organización, un esquema que diseñe el porvenir. Los tres grandes argumentos de éste son: amor, trabajo y cultura. En ninguno de ellos ha calado con profundidad. No se puede vivir sin amor, el amor debe ser el primer argumento de la vida, que da vida y fuerza a los demás. Del cumplimiento de estos tres grandes temas brota la felicidad, suma y compendio de una coherencia de vida donde los tres tienen una enorme importancia.
7) Falta de madurez afectiva: entender qué es, en qué consiste y cómo vertebra nuestra vida sentimental. Por amor tiene sentido la vida. Pero no hay amor sin renuncias. Y al mismo tiempo saber que nadie puede ser absoluto para otro. El amor eterno no existe; se da en las películas, en las canciones de moda y en las personas poco maduras. Lo que sí existe es el amor trabajado día a día. Amar no significa tener dulces sentimientos, sino volcarse con el otro en las pequeñas cosas de cada día. En mi libro Quién eres, describo la madurez afectiva como una modalidad aparte, con perfiles propios y específicos. Ahí solamente subrayaría ¡que fácil es enamorarse y qué complejo mantenerse enamorado. Hoy se ha producido en este campo una auténtica socialización de la madurez sentimental.
8) Falta de madurez intelectual: la inteligencia es otra de las grandes herramientas de la psicología, junto con la afectividad. Hay muchas variedades de inteligencia: teórica, práctica, social, analítica, sintética, discursiva, matemática, analógica, intuitiva y reflexiva... Pero para quedarnos con una idea clara: una persona es inteligente cuando sabe centrar un tema, haciendo razonamientos y juicios de la realidad adecuados, siendo capaz de elaborar un conjunto de soluciones asequibles y positivas que permitan resolver problemas concretos. Dicho en términos más modernos de la psicología cognitiva: inteligencia es saber recibir información, codificarla y ordenarla de forma correcta y ofrecer respuestas válidas, coherentes y eficaces. Aquí las manifestaciones de la inmadurez se expresan de forma rica y variada. Falta de visión y de planificación del futuro. Hipertrofia del presente, una exaltación del instante. No hay crecimiento en los análisis personales y generales, con poca o nula justeza de juicio. Serias dificultades para racionalizar los hechos y aplicar un cierto espíritu cartesiano. La vida es como un viaje, por eso es importante saber a dónde uno quiere ir.
9) Poca educación de la voluntad: la voluntad es una joya que adorna la personalidad del hombre maduro. Cuando es frágil y no está templada en una lucha perseverante, convierte a ese sujeto en alguien débil, blando, voluble, caprichoso, incapaz de ponerse objetivos concretos, ya que todos se desvanecen ante el primer estímulo que llega de fuera y le hace abandonar la tarea que iba a tener entre manos. Es la imagen del niño mimado que tanta pena produce; traído y llevado y tiranizado por lo que le apetece, por lo que le pide el cuerpo en ese momento. Que no sabe decir que no, ni renunciar. Alguien echado a perder, consentido, malcriado, estropeado por cualquier exigencia seria, que no doblará el cabo de sus propias posibilidades. Un ser que ha aprendido a no vencerse, sino a seguir sus impulsos inmediatos. Por ese derrotero se ha ido convirtiendo en voluble, inconstante, ligero, superficial, frívolo, que se entusiasma fácilmente con algo, para abandonarlo cuando las cosas se tornan mínimamente difíciles.
Esto trae consigo otros datos: baja tolerancia a las frustraciones, ser mal perdedor, ya que tiene poca capacidad para remontar las adversidades, pues no está acostumbrado a vencerse en casi nada; tendencia a refugiarse en un mundo fantástico, para alejarse de la realidad.
10) Criterios morales y éticos inestables: la moral es el arte de vivir con dignidad; el arte de usar de forma correcta la libertad, conocer y poner en práctica lo que es bueno. En la persona inmadura todo está cogido por alfileres y fácilmente se deshilacha y se rompe. La moda, la permisividad, el relativismo son pautas vertebrales básicas, sigue los vaivenes de lo último a lo que se apunta todo el mundo sin ningún espíritu crítico.
La madurez es uno de los puentes levadizos que lleva a la fortaleza de la felicidad, y es el resultado de un trabajo esforzado, serio, paciente, de quitar y añadir, de pulir, de limar, de intentar que nuestra forma de ser sea como una piedra de canto rodado de esas que vemos en los ríos y que casi no tienen aristas.
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Fuente: ABC
La inmadurez significa una persona a medio hacer, que da lugar a una psicología incipiente, incompleta, que no está bien terminada y que tiene muchos flecos negativos, pero que puede cambiar y mejorar y hacerse mas sólida, con la ayuda de un psiquiatra o de un psicólogo.
Voy a intentar sistematizar sus principales ingredientes en este decálogo, para que el lector pueda adentrarse en la frondosidad de lo que ahí reside. Los síntomas son los siguientes:
1) Desfase entre la edad cronológica y la edad mental: esta es una de las manifestaciones que más llama la atención de entrada, en una primera aproximación. No olvidemos que hay gente de maduración tardía y otra de maduración temprana, y esto le da un carácter ligeramente distinto a esta observación.
2) Desconocimiento de uno mismo: ésta era una de las normas del héroe griego. En el templo de Apolo, en Grecia, había en el frontispicio de la entrada una inscripción que decía así: "Nosci se autom", conócete a ti mismo. Se trata de tener claro que la asignatura más importante de cada persona es uno mismo, lo que quiere decir saber las actitudes y las limitaciones que uno tiene. Ambas son como el cuaderno de bitácora que nos ayuda a una navegación por la vida adecuada.
3) Inestabilidad emocional: que se expresa mediante cambios en el estado de ánimo, pasando de la euforia a la melancolía y esto de un día para otro o dentro de un mismo día. Esto hay que diferenciarlo claramente de las llamadas depresiones bipolares. El inmaduro es desigual, variable, irregular, sus sentimientos se mueven y bambolean de forma pendular, lo que hace que nunca pueda uno saber qué va a encontrar en el otro. Esa fragilidad mudable es una nota muy característica. Su estado de ánimo se expresa a través de unos dientes de sierra, una especie de montaña rusa, en donde las oscilaciones son muy frecuentes.
4) Poca o nula responsabilidad; la inmadurez tiene niveles, lo mismo que sucede con cualquier hecho psicológico. Esta palabra procede del latín "respondere", que significa: contestar, prometer, satisfacer. Estar en la realidad es conocer el hoy-ahora de uno mismo sin ningunearse y sin creerse uno más que nadie.
5) Mala o nula percepción de la realidad: la captación incorrecta de sí mismo y del entorno que le rodea le lleva a tener una conducta desadaptada tanto intrapersonal (disarmonía consigo mismo) como interpersonal (inadecuado contacto con los demás, no sabiendo medir las distancias ni las cercanías).
6) Ausencia de un proyecto de vida: la vida no se improvisa. Necesita una cierta organización, un esquema que diseñe el porvenir. Los tres grandes argumentos de éste son: amor, trabajo y cultura. En ninguno de ellos ha calado con profundidad. No se puede vivir sin amor, el amor debe ser el primer argumento de la vida, que da vida y fuerza a los demás. Del cumplimiento de estos tres grandes temas brota la felicidad, suma y compendio de una coherencia de vida donde los tres tienen una enorme importancia.
7) Falta de madurez afectiva: entender qué es, en qué consiste y cómo vertebra nuestra vida sentimental. Por amor tiene sentido la vida. Pero no hay amor sin renuncias. Y al mismo tiempo saber que nadie puede ser absoluto para otro. El amor eterno no existe; se da en las películas, en las canciones de moda y en las personas poco maduras. Lo que sí existe es el amor trabajado día a día. Amar no significa tener dulces sentimientos, sino volcarse con el otro en las pequeñas cosas de cada día. En mi libro Quién eres, describo la madurez afectiva como una modalidad aparte, con perfiles propios y específicos. Ahí solamente subrayaría ¡que fácil es enamorarse y qué complejo mantenerse enamorado. Hoy se ha producido en este campo una auténtica socialización de la madurez sentimental.
8) Falta de madurez intelectual: la inteligencia es otra de las grandes herramientas de la psicología, junto con la afectividad. Hay muchas variedades de inteligencia: teórica, práctica, social, analítica, sintética, discursiva, matemática, analógica, intuitiva y reflexiva... Pero para quedarnos con una idea clara: una persona es inteligente cuando sabe centrar un tema, haciendo razonamientos y juicios de la realidad adecuados, siendo capaz de elaborar un conjunto de soluciones asequibles y positivas que permitan resolver problemas concretos. Dicho en términos más modernos de la psicología cognitiva: inteligencia es saber recibir información, codificarla y ordenarla de forma correcta y ofrecer respuestas válidas, coherentes y eficaces. Aquí las manifestaciones de la inmadurez se expresan de forma rica y variada. Falta de visión y de planificación del futuro. Hipertrofia del presente, una exaltación del instante. No hay crecimiento en los análisis personales y generales, con poca o nula justeza de juicio. Serias dificultades para racionalizar los hechos y aplicar un cierto espíritu cartesiano. La vida es como un viaje, por eso es importante saber a dónde uno quiere ir.
9) Poca educación de la voluntad: la voluntad es una joya que adorna la personalidad del hombre maduro. Cuando es frágil y no está templada en una lucha perseverante, convierte a ese sujeto en alguien débil, blando, voluble, caprichoso, incapaz de ponerse objetivos concretos, ya que todos se desvanecen ante el primer estímulo que llega de fuera y le hace abandonar la tarea que iba a tener entre manos. Es la imagen del niño mimado que tanta pena produce; traído y llevado y tiranizado por lo que le apetece, por lo que le pide el cuerpo en ese momento. Que no sabe decir que no, ni renunciar. Alguien echado a perder, consentido, malcriado, estropeado por cualquier exigencia seria, que no doblará el cabo de sus propias posibilidades. Un ser que ha aprendido a no vencerse, sino a seguir sus impulsos inmediatos. Por ese derrotero se ha ido convirtiendo en voluble, inconstante, ligero, superficial, frívolo, que se entusiasma fácilmente con algo, para abandonarlo cuando las cosas se tornan mínimamente difíciles.
Esto trae consigo otros datos: baja tolerancia a las frustraciones, ser mal perdedor, ya que tiene poca capacidad para remontar las adversidades, pues no está acostumbrado a vencerse en casi nada; tendencia a refugiarse en un mundo fantástico, para alejarse de la realidad.
10) Criterios morales y éticos inestables: la moral es el arte de vivir con dignidad; el arte de usar de forma correcta la libertad, conocer y poner en práctica lo que es bueno. En la persona inmadura todo está cogido por alfileres y fácilmente se deshilacha y se rompe. La moda, la permisividad, el relativismo son pautas vertebrales básicas, sigue los vaivenes de lo último a lo que se apunta todo el mundo sin ningún espíritu crítico.
La madurez es uno de los puentes levadizos que lleva a la fortaleza de la felicidad, y es el resultado de un trabajo esforzado, serio, paciente, de quitar y añadir, de pulir, de limar, de intentar que nuestra forma de ser sea como una piedra de canto rodado de esas que vemos en los ríos y que casi no tienen aristas.
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Fuente: ABC
El Buen Pastor siempre nos busca / Autor: P. Cipriano Sánchez LC
"Una voz dice: ’¡Grita!’ Y yo le respondo: ’¿Qué debo gritar?’. Todo hombre es como la hierba y su grandeza es como flor del campo. Se seca la hierba y la flor se marchita, pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre”.
Durante el Adviento no debemos olvidar dos dimensiones básicas de lo que la esperanza —virtud con frecuencia muy olvidada— significa para el ser humano. Lo que cada una de nuestras vidas tiene que anunciar al mundo en el que vivimos no es otra cosa sino que la esperanza se basa en un Dios cuya palabra permanece para siempre.
La esperanza no se basa en el hombre, sino en un Dios fiel, que llega lleno de poder y al que acompaña el premio de su victoria. Éste es el Dios en el cual nosotros creemos, en el cual nosotros esperamos: Un Dios que no defrauda; un Dios que apoya y sostiene al hombre en todo momento; un Dios que acoge y recibe al ser humano necesitado, hoy más que nunca, de alguien que le diga en quién puede esperar.
No puedes poner tu esperanza ni cimentar tu vida en nadie más, porque todo es como la flor y como la hierba: la flor se marchita y la hierba se seca. Si tú te afianzas en el Señor, jamás te marchitarás ni te secarás. Nunca serás una oveja perdida, jamás tu existencia estará alejada de Aquel que es tu gozo, tu alegría y tu certeza, porque estarás apoyado en Dios, cuya palabra permanece para siempre.
¡Qué hermosa imagen es la del pastor que lleva en sus brazos a los corderos recién nacidos que todavía no pueden caminar! ¡Qué bella figura es la del pastor que atiende a las ovejas que acaban de dar a luz a los corderitos, y que por estar más débiles, no pueden ir al ritmo del resto del rebaño en la peregrinación hacia los pastos verdes!
Pero, ¿quién es el Pastor? ¿Quién te carga? ¿Quién te espera? ¿Puedes decir con serenidad, con paz, que quien te carga y quien te espera es sólo Dios? ¡Cuántas veces eres cargado por la opinión de los demás, por las circunstancias, o por los bienes materiales! Y sin embargo, ninguno de ellos permanece para siempre.
Tenemos que tener en cuenta que es necesario afianzar nuestra esperanza en Alguien que nunca nos defraude, que nunca nos falle. Y que por mucho que nosotros esperemos en un hombre o en una mujer con muchas cualidades, que está muy cerca de nuestra vida, que nos apoya en todo momento, ese hombre o esa mujer son tan débiles como nosotros, y por lo tanto, no siempre nos van a poder sostener, ayudar o estar a nuestro lado.
En el Evangelio de San Mateo, Cristo nos habla de un Pastor que no sólo nos sostiene y nos carga, sino que nos habla de un Pastor que busca a la oveja que se perdió. ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que este Pastor encuentre a la oveja? ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que la oveja se dé cuenta que está siendo buscada por su Pastor? ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que la oveja acepte al Pastor que la busca? ¿Qué pasaría si la oveja ve venir al Pastor, se mete por vericuetos muy complicados y huye más lejos, o si a la oveja le da vergüenza haber huido del rebaño, se esconde y no permite que el Pastor llegue a ella?
No importa cuánto tiempo tenga que pasar, ni dónde se haya metido la oveja, el Pastor la va a seguir buscando. Estemos donde estemos: en el rebaño o fuera de él; estemos como estemos: cansados o con temor, siempre tenemos que tener la certeza, la esperanza de que el Pastor jamás va a dejar de buscarnos, de que Él siempre estará dispuesto a cargarnos sobre sus hombros.
¡El Pastor siempre busca! A veces busca Él mismo en tu corazón, a veces te busca a través de otros seres humanos, a veces te busca a través de las circunstancias, porque lo último que quiere el Pastor es que pierdas la esperanza de que estás siendo buscado. Esa certeza es lo que aviva el alma de todo hombre y de toda mujer de la peor de las desesperaciones, de la peor de las angustias, que es la desesperación y la angustia de la propia soledad, del saberse solo frente a la propia miseria, del saberse abandonado frente a la propia pequeñez.
Cuando la esperanza se apoya en el Señor, cuando Dios sabe que tu alma está esperando en Él, el primero que se alegra es Él. ¿Cuánto vale una oveja entre noventa y nueve? Muy poco, casi nada. Y sin embargo, ese muy poco y casi nada se multiplica por el amor infinito de Jesucristo, por el amor infinito de un Señor y de un Redentor que te busca en sus inspiraciones, en las circunstancias, a través de los hombres, a través de caminos de santificación cristiana.
Adviento es el tiempo de la esperanza en el que caminamos al encuentro del Pastor que ha venido a Belén para poder amarnos con un corazón como el nuestro, para poder mirarnos con unos ojos como los nuestros, para poder entregarse en la Cruz con un cuerpo como el nuestro. Hay que saber esperar con la seguridad de que siempre estamos siendo buscados por un Pastor que se va a alegrar cuando nos encuentre.
Que el Adviento sea un motivo de esperanza, porque tenemos la certeza de que ese dolor, ese miedo, esa tristeza, esa desesperación o esa debilidad de nuestra existencia está siendo buscada por un Pastor que no te busca sólo a ti, sino que a través de ti quiere ser luz y esperanza para poder encontrar a otros muchos.
¿Quién te buscó a ti? ¿Quién te encontró? ¿Llegaste solo? ¿Quién te trajo? Quien te trajo fue un pastor, y ese pastor, a su vez, fue traído por otro Pastor. Convierte tu corazón en fuente de esperanza para tantos hombres y mujeres que no la tienen. Transforma tu vida en un camino del Pastor que busca sin cesar a todo hombre y a toda mujer que, por la razón que sea, no está en su rebaño.
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Fuente: Catholic.net
Durante el Adviento no debemos olvidar dos dimensiones básicas de lo que la esperanza —virtud con frecuencia muy olvidada— significa para el ser humano. Lo que cada una de nuestras vidas tiene que anunciar al mundo en el que vivimos no es otra cosa sino que la esperanza se basa en un Dios cuya palabra permanece para siempre.
La esperanza no se basa en el hombre, sino en un Dios fiel, que llega lleno de poder y al que acompaña el premio de su victoria. Éste es el Dios en el cual nosotros creemos, en el cual nosotros esperamos: Un Dios que no defrauda; un Dios que apoya y sostiene al hombre en todo momento; un Dios que acoge y recibe al ser humano necesitado, hoy más que nunca, de alguien que le diga en quién puede esperar.
No puedes poner tu esperanza ni cimentar tu vida en nadie más, porque todo es como la flor y como la hierba: la flor se marchita y la hierba se seca. Si tú te afianzas en el Señor, jamás te marchitarás ni te secarás. Nunca serás una oveja perdida, jamás tu existencia estará alejada de Aquel que es tu gozo, tu alegría y tu certeza, porque estarás apoyado en Dios, cuya palabra permanece para siempre.
¡Qué hermosa imagen es la del pastor que lleva en sus brazos a los corderos recién nacidos que todavía no pueden caminar! ¡Qué bella figura es la del pastor que atiende a las ovejas que acaban de dar a luz a los corderitos, y que por estar más débiles, no pueden ir al ritmo del resto del rebaño en la peregrinación hacia los pastos verdes!
Pero, ¿quién es el Pastor? ¿Quién te carga? ¿Quién te espera? ¿Puedes decir con serenidad, con paz, que quien te carga y quien te espera es sólo Dios? ¡Cuántas veces eres cargado por la opinión de los demás, por las circunstancias, o por los bienes materiales! Y sin embargo, ninguno de ellos permanece para siempre.
Tenemos que tener en cuenta que es necesario afianzar nuestra esperanza en Alguien que nunca nos defraude, que nunca nos falle. Y que por mucho que nosotros esperemos en un hombre o en una mujer con muchas cualidades, que está muy cerca de nuestra vida, que nos apoya en todo momento, ese hombre o esa mujer son tan débiles como nosotros, y por lo tanto, no siempre nos van a poder sostener, ayudar o estar a nuestro lado.
En el Evangelio de San Mateo, Cristo nos habla de un Pastor que no sólo nos sostiene y nos carga, sino que nos habla de un Pastor que busca a la oveja que se perdió. ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que este Pastor encuentre a la oveja? ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que la oveja se dé cuenta que está siendo buscada por su Pastor? ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que la oveja acepte al Pastor que la busca? ¿Qué pasaría si la oveja ve venir al Pastor, se mete por vericuetos muy complicados y huye más lejos, o si a la oveja le da vergüenza haber huido del rebaño, se esconde y no permite que el Pastor llegue a ella?
No importa cuánto tiempo tenga que pasar, ni dónde se haya metido la oveja, el Pastor la va a seguir buscando. Estemos donde estemos: en el rebaño o fuera de él; estemos como estemos: cansados o con temor, siempre tenemos que tener la certeza, la esperanza de que el Pastor jamás va a dejar de buscarnos, de que Él siempre estará dispuesto a cargarnos sobre sus hombros.
¡El Pastor siempre busca! A veces busca Él mismo en tu corazón, a veces te busca a través de otros seres humanos, a veces te busca a través de las circunstancias, porque lo último que quiere el Pastor es que pierdas la esperanza de que estás siendo buscado. Esa certeza es lo que aviva el alma de todo hombre y de toda mujer de la peor de las desesperaciones, de la peor de las angustias, que es la desesperación y la angustia de la propia soledad, del saberse solo frente a la propia miseria, del saberse abandonado frente a la propia pequeñez.
Cuando la esperanza se apoya en el Señor, cuando Dios sabe que tu alma está esperando en Él, el primero que se alegra es Él. ¿Cuánto vale una oveja entre noventa y nueve? Muy poco, casi nada. Y sin embargo, ese muy poco y casi nada se multiplica por el amor infinito de Jesucristo, por el amor infinito de un Señor y de un Redentor que te busca en sus inspiraciones, en las circunstancias, a través de los hombres, a través de caminos de santificación cristiana.
Adviento es el tiempo de la esperanza en el que caminamos al encuentro del Pastor que ha venido a Belén para poder amarnos con un corazón como el nuestro, para poder mirarnos con unos ojos como los nuestros, para poder entregarse en la Cruz con un cuerpo como el nuestro. Hay que saber esperar con la seguridad de que siempre estamos siendo buscados por un Pastor que se va a alegrar cuando nos encuentre.
Que el Adviento sea un motivo de esperanza, porque tenemos la certeza de que ese dolor, ese miedo, esa tristeza, esa desesperación o esa debilidad de nuestra existencia está siendo buscada por un Pastor que no te busca sólo a ti, sino que a través de ti quiere ser luz y esperanza para poder encontrar a otros muchos.
¿Quién te buscó a ti? ¿Quién te encontró? ¿Llegaste solo? ¿Quién te trajo? Quien te trajo fue un pastor, y ese pastor, a su vez, fue traído por otro Pastor. Convierte tu corazón en fuente de esperanza para tantos hombres y mujeres que no la tienen. Transforma tu vida en un camino del Pastor que busca sin cesar a todo hombre y a toda mujer que, por la razón que sea, no está en su rebaño.
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Fuente: Catholic.net
Benedicto XVI presenta a san Paulino de Nola
Intervención en la audiencia general
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 12 diciembre 2007 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención de Benedicto XVI en la audiencia general de este miércoles dedicada a presentar la figura de san Paulino, obispo de Nola.
* * *
Queridos hermanos y hermanas:
El padre de la Iglesia que presentamos hoy es san Paulino de Nola. De la época de san Agustín, con quien estuvo unido por una intensa amistad, Paulino ejerció su ministerio en Campania, en Nola, donde fue monje, y luego presbítero y obispo. Ahora bien, era originario de Aquitania, en el sur de Francia, más en concreto de Burdeos, donde nació en el seno de una familia de alta alcurnia. Allí recibió una fina educación literaria, teniendo por maestro al poeta Ausonio. Se alejó de su tierra en una primera ocasión para seguir su precoz carrera política. Siendo todavía joven, desempeñó el papel de gobernador de Campania. En este cargo público destacó por su sabiduría y mansedumbre. En este período la gracia hizo germinar en su corazón la semilla de la conversión. La chispa surgió de la fe sencilla e intensa con la que el pueblo honraba la tumba de un santo, el mártir Félix, en el santuario de la actual Cimitile. Como responsable público, Paulino se preocupó por este santuario e hizo construir un hospicio para los pobres y un camino para hacer más fácil el acceso de los numerosos peregrinos.
Mientras se dedicaba a construir la ciudad terrena descubría el camino hacia la ciudad celestial. El encuentro con Cristo fue el punto de llegada después de un camino arduo, sembrado de pruebas. Circunstancias dolorosas, comenzando por la pérdida del favor de la autoridad política, le hicieron tocar con la mano la caducidad de lo terrenal. Tras descubrir la fe, escribirá: «El hombre sin Cristo es polvo y sombra» (Carmen X, 289). Buscando el sentido de la existencia, viajó a Milán para aprender de san Ambrosio. Después completó la formación cristiana en su tierra natal, donde recibió el bautismo de manos del obispo Delfín, de Burdeos. En su camino de fe aparece también el matrimonio. Se casó con Teresa, una mujer noble de Barcelona, con quien tuvo un hijo. Hubiera seguido siendo un buen laico cristiano, si la muerte del niño a los pocos días no le hubiera sacudido interiormente, mostrándole que Dios tenía otro designio para su vida. Se sintió llamado a entregarse a Cristo en una rigurosa vida ascética.
En pleno acuerdo con su mujer, Teresa, vendió sus bienes para ayudar a los pobres y, junto con ella, dejó Aquitania para ir a vivir a Nola, junto a la basílica del protector san Félix en casta fraternidad, según una forma de vida a la que otros se unieron. El ritmo era típicamente monástico, pero Paulino, que fue ordenado presbítero en Barcelona, comenzó a ejercer también el ministerio sacerdotal con los peregrinos.
Esto le atrajo la simpatía y la confianza de la comunidad cristiana que, al morir el obispo, hacia el año 409, le eligió como sucesor en la cátedra de Nola. S acción pastoral se intensificó, caracterizándose por una atención por los pobres. Dejó la imagen de un auténtico pastor de la caridad como lo describió san Gregorio Magno en el capítulo III de sus Diálogos, en donde Paulino es retratado en el heroico gesto de ofrecerse como prisionero en lugar del hijo de una viuda. El episodio es discutido históricamente, pero queda la figura de un obispo de gran corazón, que supo estar junto a su pueblo en las tristes contingencias de las invasiones de los bárbaros.
La conversión de Paulino impresionó a sus contemporáneos. Su maestro, Ausonio, poeta pagano, se sintió «traicionado», y le dirigió palabras duras, reprendiéndole por su «desprecio», considerado irrazonable, de los bienes materiales, y por abandonar su vocación de escritor. Paulino replicó que su ayuda a los pobres no significaba desprecio por los bienes terrenales, sino más bien valorarlos con el fin más elevado de la caridad. Por lo que se refiere a sus capacidad literaria, Paulino no había abandonado el talento poético, que seguiría cultivando, sino las fórmulas poéticas inspiradas en la mitología y en los ideales paganos. Una nueva ascética regía su sensibilidad: era la belleza del Dios encarnado, crucificado y resucitado de quien ahora se había convertido en trovador. En realidad, no había dejado la poesía, sino que pasaba a buscar inspiración en al Evangelio, como dice en este verso: «Para mí el único arte es la fe, y Cristo mi poesía» («At nobis ars una fides, et musica Christus»: Carme XX, 32).
Sus poemas son cantos de fe y de amor, en los que la historia diaria de los pequeños y grandes acontecimientos es vista como historia de salvación, como historia de Dios con nosotros. Muchas de estas composiciones, los así llamados «Cármenes de Navidad», están ligados a la fiesta anual del mártir Félix, a quien había escogido como patrono celestial. Recordando a san Félix, quería glorificar al mismo Cristo, convencido de que la intercesión del santo le había alcanzado la gracia de la conversión: «En tu luz, glorioso, he amado a Cristo» (Carmen XXI, 373). Expresó este mismo concepto ampliando el espacio del santuario con una nueva basílica, que decoró de manera que las pinturas, ilustradas con explicaciones adecuadas, se convirtieran para los peregrinos en una catequesis visual. De este modo explicaba su proyecto en un carmen, dedicado a otro gran catequista, san Niceto de Remesiana, mientras le acompañaba en una visita a sus basílicas: «Ahora quiero que contemples la larga serie de pinturas de las paredes de los pórticos... Nos ha parecido útil representar con la pintura argumentos sagrados en toda la casa de Félix, con la esperanza de que, al ver estas imágenes, la figura dibujada suscite el interés de las mentes sorprendidas de los campesinos» (Carmen XXVII, versículos 511.580-583). Todavía hoy se pueden admirar aquellos vestigios que hacen del santo de Nola una de las figuras de referencia de la arqueología cristiana.
En el cenobio de Cimitile, la vida discurría en pobreza, oración y totalmente sumergida en la lectio divina. La Escritura leída, meditada, asimilada, era el rayo de luz a través del cual el santo de Nola escrutaba su alma en su búsqueda de la perfección. A quien se sorprendía por la decisión de abandonar los bienes materiales, le recordaba que este gesto no representaba ni muchos menos la plena conversión: «Abandonar o vender los bienes temporales poseídos en este mundo no significa el cumplimiento, sino sólo el inicio de la carrera en el estadio; no es, por así decir, la meta, sino sólo la salida. El atleta no gana cuando se quita los vestidos, pues los deja a un lado para poder comenzar a luchar. Sólo recibe la corona de vencedor después de haber combatido como se debe» (Cf. Epístola XXIV, 7 a Sulpicio Severo).
Junto a la ascesis y a la Palabra de Dios, la caridad: en la comunidad monástica los pobres se sentían en su casa. Paulino no se limitaba a darles limosna: les acogía como si fuera el mismo Cristo. Les reservaba un ala del monasterio y, de este modo, no tenía la impresión de dar, sino de recibir, en el intercambio de dones entre la acogida ofrecida y la gratitud hecha oración de aquellos a quienes ayudaba. Llamaba a los pobres sus «dueños» (Cf. Epístola XIII, 11 a Pamaquio) y, al observar que se alojaban en el piso inferior, les decía que su oración desempeñaba la función de los cimientos de su casa (Cf. Carmen XXI, 393-394).
San Paulino no escribió tratados de teología, sino que sus cármenes y su denso epistolario están llenos de una teología vivida, penetrada por la Palabra de Dios, escrutada constantemente como luz para la vida. En particular, expresa el sentido de la Iglesia como misterio de unidad. Vivía la comunión sobre todo a través de una profunda práctica de la amistad espiritual. En este sentido, Paulino fue un verdadero maestro, haciendo de su vida un cruce de caminos de espíritus elegidos: de Martín de Tours a Jerónimo, de Ambrosio a Agustín, de Delfín de Burdeos a Niceto de Remesiana, de Vitricio de Rouen a Rufino de Aquileya, de Pamaquio a Sulpicio Severo, y muchos más, ya sean conocidos o no. En este clima nacen las intensas páginas que dirigió a Agustín. Independientemente de los contenidos de las diferentes cartas, impresiona el ardor con el que el santo de Nola canta la amistad misma, como manifestación del único cuerpo de Cristo animado por el Espíritu Santo.
Este es un significativo pasaje de los inicios de la correspondencia entre los dos amigos: «No hay que sorprenderse si nosotros, a pesar de la lejanía, estamos juntos y sin habernos conocido nos conocemos, pues somos miembros de un solo cuerpo, tenemos una sola cabeza, hemos quedado inundados por una sola gracia, vivimos de un solo pan, caminamos por un camino único, vivimos en la misma casa» (Epístola 6, 2). Como puede verse, se trata de una bellísima descripción de lo que significa ser cristianos, ser Cuerpo de Cristo, vivir en la comunión de la Iglesia. La teología en nuestro tiempo ha encontrado precisamente en el concepto de comunión la clave para afrontar el misterio de la Iglesia. El testimonio de san Paulino de Nola nos ayuda a experimentar la Iglesia tal y como la presenta el Concilio Vaticano II: sacramento de la íntima unión con Dios y de este modo de la unidad de todos nosotros y por último de todo el género humano (Cf. Lumen gentium, 1). Con esta perspectiva os deseo a todos vosotros un feliz tiempo de Adviento.
[Al final de la audiencia, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, les dijo:]
Queridos hermanos y hermanas:
San Paulino de Nola se dedicó en un primer momento de su vida a la actividad política, destacando por su sabiduría y mansedumbre en su cargo como gobernador. El contacto con la fe sencilla e intensa del pueblo fue el comienzo de su camino de conversión, lleno de numerosas dificultades y pruebas. En Milán recibió de san Ambrosio su primera formación cristiana, bautizándose poco después. Más adelante, tras la muerte de su hijo recién nacido decidió, junto con su mujer, dar sus bienes a los pobres y fundar una comunidad monástica llevando una rigurosa vida de oración, meditación de la Escritura y caridad, acogiendo a los necesitados como si fueran el mismo Cristo. Asimismo, su labor como sacerdote y Obispo de Nola se caracterizó por una atención particular hacia los pobres y peregrinos, dejando la imagen de un Pastor siempre cercano a su pueblo en todas sus necesidades. Con su talento poético y su esmerada educación literaria escribió muchos cantos para exaltar la belleza del Dios encarnado, crucificado y resucitado. En sus escritos destaca sobre todo el sentido de la Iglesia como misterio de unidad.
Saludo cordialmente a los visitantes de lengua española. En particular, a las Siervas de María Ministras de los Enfermos, y a los distintos grupos venidos de España, México, Venezuela y de otros países latinoamericanos. Os animo a intensificar vuestra preparación para las Fiestas de Navidad siguiendo el ejemplo de oración y de caridad de san Paulino de Nola. Muchas gracias.
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Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 12 diciembre 2007 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención de Benedicto XVI en la audiencia general de este miércoles dedicada a presentar la figura de san Paulino, obispo de Nola.
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Queridos hermanos y hermanas:
El padre de la Iglesia que presentamos hoy es san Paulino de Nola. De la época de san Agustín, con quien estuvo unido por una intensa amistad, Paulino ejerció su ministerio en Campania, en Nola, donde fue monje, y luego presbítero y obispo. Ahora bien, era originario de Aquitania, en el sur de Francia, más en concreto de Burdeos, donde nació en el seno de una familia de alta alcurnia. Allí recibió una fina educación literaria, teniendo por maestro al poeta Ausonio. Se alejó de su tierra en una primera ocasión para seguir su precoz carrera política. Siendo todavía joven, desempeñó el papel de gobernador de Campania. En este cargo público destacó por su sabiduría y mansedumbre. En este período la gracia hizo germinar en su corazón la semilla de la conversión. La chispa surgió de la fe sencilla e intensa con la que el pueblo honraba la tumba de un santo, el mártir Félix, en el santuario de la actual Cimitile. Como responsable público, Paulino se preocupó por este santuario e hizo construir un hospicio para los pobres y un camino para hacer más fácil el acceso de los numerosos peregrinos.
Mientras se dedicaba a construir la ciudad terrena descubría el camino hacia la ciudad celestial. El encuentro con Cristo fue el punto de llegada después de un camino arduo, sembrado de pruebas. Circunstancias dolorosas, comenzando por la pérdida del favor de la autoridad política, le hicieron tocar con la mano la caducidad de lo terrenal. Tras descubrir la fe, escribirá: «El hombre sin Cristo es polvo y sombra» (Carmen X, 289). Buscando el sentido de la existencia, viajó a Milán para aprender de san Ambrosio. Después completó la formación cristiana en su tierra natal, donde recibió el bautismo de manos del obispo Delfín, de Burdeos. En su camino de fe aparece también el matrimonio. Se casó con Teresa, una mujer noble de Barcelona, con quien tuvo un hijo. Hubiera seguido siendo un buen laico cristiano, si la muerte del niño a los pocos días no le hubiera sacudido interiormente, mostrándole que Dios tenía otro designio para su vida. Se sintió llamado a entregarse a Cristo en una rigurosa vida ascética.
En pleno acuerdo con su mujer, Teresa, vendió sus bienes para ayudar a los pobres y, junto con ella, dejó Aquitania para ir a vivir a Nola, junto a la basílica del protector san Félix en casta fraternidad, según una forma de vida a la que otros se unieron. El ritmo era típicamente monástico, pero Paulino, que fue ordenado presbítero en Barcelona, comenzó a ejercer también el ministerio sacerdotal con los peregrinos.
Esto le atrajo la simpatía y la confianza de la comunidad cristiana que, al morir el obispo, hacia el año 409, le eligió como sucesor en la cátedra de Nola. S acción pastoral se intensificó, caracterizándose por una atención por los pobres. Dejó la imagen de un auténtico pastor de la caridad como lo describió san Gregorio Magno en el capítulo III de sus Diálogos, en donde Paulino es retratado en el heroico gesto de ofrecerse como prisionero en lugar del hijo de una viuda. El episodio es discutido históricamente, pero queda la figura de un obispo de gran corazón, que supo estar junto a su pueblo en las tristes contingencias de las invasiones de los bárbaros.
La conversión de Paulino impresionó a sus contemporáneos. Su maestro, Ausonio, poeta pagano, se sintió «traicionado», y le dirigió palabras duras, reprendiéndole por su «desprecio», considerado irrazonable, de los bienes materiales, y por abandonar su vocación de escritor. Paulino replicó que su ayuda a los pobres no significaba desprecio por los bienes terrenales, sino más bien valorarlos con el fin más elevado de la caridad. Por lo que se refiere a sus capacidad literaria, Paulino no había abandonado el talento poético, que seguiría cultivando, sino las fórmulas poéticas inspiradas en la mitología y en los ideales paganos. Una nueva ascética regía su sensibilidad: era la belleza del Dios encarnado, crucificado y resucitado de quien ahora se había convertido en trovador. En realidad, no había dejado la poesía, sino que pasaba a buscar inspiración en al Evangelio, como dice en este verso: «Para mí el único arte es la fe, y Cristo mi poesía» («At nobis ars una fides, et musica Christus»: Carme XX, 32).
Sus poemas son cantos de fe y de amor, en los que la historia diaria de los pequeños y grandes acontecimientos es vista como historia de salvación, como historia de Dios con nosotros. Muchas de estas composiciones, los así llamados «Cármenes de Navidad», están ligados a la fiesta anual del mártir Félix, a quien había escogido como patrono celestial. Recordando a san Félix, quería glorificar al mismo Cristo, convencido de que la intercesión del santo le había alcanzado la gracia de la conversión: «En tu luz, glorioso, he amado a Cristo» (Carmen XXI, 373). Expresó este mismo concepto ampliando el espacio del santuario con una nueva basílica, que decoró de manera que las pinturas, ilustradas con explicaciones adecuadas, se convirtieran para los peregrinos en una catequesis visual. De este modo explicaba su proyecto en un carmen, dedicado a otro gran catequista, san Niceto de Remesiana, mientras le acompañaba en una visita a sus basílicas: «Ahora quiero que contemples la larga serie de pinturas de las paredes de los pórticos... Nos ha parecido útil representar con la pintura argumentos sagrados en toda la casa de Félix, con la esperanza de que, al ver estas imágenes, la figura dibujada suscite el interés de las mentes sorprendidas de los campesinos» (Carmen XXVII, versículos 511.580-583). Todavía hoy se pueden admirar aquellos vestigios que hacen del santo de Nola una de las figuras de referencia de la arqueología cristiana.
En el cenobio de Cimitile, la vida discurría en pobreza, oración y totalmente sumergida en la lectio divina. La Escritura leída, meditada, asimilada, era el rayo de luz a través del cual el santo de Nola escrutaba su alma en su búsqueda de la perfección. A quien se sorprendía por la decisión de abandonar los bienes materiales, le recordaba que este gesto no representaba ni muchos menos la plena conversión: «Abandonar o vender los bienes temporales poseídos en este mundo no significa el cumplimiento, sino sólo el inicio de la carrera en el estadio; no es, por así decir, la meta, sino sólo la salida. El atleta no gana cuando se quita los vestidos, pues los deja a un lado para poder comenzar a luchar. Sólo recibe la corona de vencedor después de haber combatido como se debe» (Cf. Epístola XXIV, 7 a Sulpicio Severo).
Junto a la ascesis y a la Palabra de Dios, la caridad: en la comunidad monástica los pobres se sentían en su casa. Paulino no se limitaba a darles limosna: les acogía como si fuera el mismo Cristo. Les reservaba un ala del monasterio y, de este modo, no tenía la impresión de dar, sino de recibir, en el intercambio de dones entre la acogida ofrecida y la gratitud hecha oración de aquellos a quienes ayudaba. Llamaba a los pobres sus «dueños» (Cf. Epístola XIII, 11 a Pamaquio) y, al observar que se alojaban en el piso inferior, les decía que su oración desempeñaba la función de los cimientos de su casa (Cf. Carmen XXI, 393-394).
San Paulino no escribió tratados de teología, sino que sus cármenes y su denso epistolario están llenos de una teología vivida, penetrada por la Palabra de Dios, escrutada constantemente como luz para la vida. En particular, expresa el sentido de la Iglesia como misterio de unidad. Vivía la comunión sobre todo a través de una profunda práctica de la amistad espiritual. En este sentido, Paulino fue un verdadero maestro, haciendo de su vida un cruce de caminos de espíritus elegidos: de Martín de Tours a Jerónimo, de Ambrosio a Agustín, de Delfín de Burdeos a Niceto de Remesiana, de Vitricio de Rouen a Rufino de Aquileya, de Pamaquio a Sulpicio Severo, y muchos más, ya sean conocidos o no. En este clima nacen las intensas páginas que dirigió a Agustín. Independientemente de los contenidos de las diferentes cartas, impresiona el ardor con el que el santo de Nola canta la amistad misma, como manifestación del único cuerpo de Cristo animado por el Espíritu Santo.
Este es un significativo pasaje de los inicios de la correspondencia entre los dos amigos: «No hay que sorprenderse si nosotros, a pesar de la lejanía, estamos juntos y sin habernos conocido nos conocemos, pues somos miembros de un solo cuerpo, tenemos una sola cabeza, hemos quedado inundados por una sola gracia, vivimos de un solo pan, caminamos por un camino único, vivimos en la misma casa» (Epístola 6, 2). Como puede verse, se trata de una bellísima descripción de lo que significa ser cristianos, ser Cuerpo de Cristo, vivir en la comunión de la Iglesia. La teología en nuestro tiempo ha encontrado precisamente en el concepto de comunión la clave para afrontar el misterio de la Iglesia. El testimonio de san Paulino de Nola nos ayuda a experimentar la Iglesia tal y como la presenta el Concilio Vaticano II: sacramento de la íntima unión con Dios y de este modo de la unidad de todos nosotros y por último de todo el género humano (Cf. Lumen gentium, 1). Con esta perspectiva os deseo a todos vosotros un feliz tiempo de Adviento.
[Al final de la audiencia, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas. En español, les dijo:]
Queridos hermanos y hermanas:
San Paulino de Nola se dedicó en un primer momento de su vida a la actividad política, destacando por su sabiduría y mansedumbre en su cargo como gobernador. El contacto con la fe sencilla e intensa del pueblo fue el comienzo de su camino de conversión, lleno de numerosas dificultades y pruebas. En Milán recibió de san Ambrosio su primera formación cristiana, bautizándose poco después. Más adelante, tras la muerte de su hijo recién nacido decidió, junto con su mujer, dar sus bienes a los pobres y fundar una comunidad monástica llevando una rigurosa vida de oración, meditación de la Escritura y caridad, acogiendo a los necesitados como si fueran el mismo Cristo. Asimismo, su labor como sacerdote y Obispo de Nola se caracterizó por una atención particular hacia los pobres y peregrinos, dejando la imagen de un Pastor siempre cercano a su pueblo en todas sus necesidades. Con su talento poético y su esmerada educación literaria escribió muchos cantos para exaltar la belleza del Dios encarnado, crucificado y resucitado. En sus escritos destaca sobre todo el sentido de la Iglesia como misterio de unidad.
Saludo cordialmente a los visitantes de lengua española. En particular, a las Siervas de María Ministras de los Enfermos, y a los distintos grupos venidos de España, México, Venezuela y de otros países latinoamericanos. Os animo a intensificar vuestra preparación para las Fiestas de Navidad siguiendo el ejemplo de oración y de caridad de san Paulino de Nola. Muchas gracias.
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Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina
© Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana
La historia de Samuel un testimonio de amor a la Vida
Foto de un niño con "spina bifida" se convierte en nuevo estandarte de la causa pro-vida
El fotógrafo profesional que documentó gráficamente una revolucionaria intervención quirúrgica por espina bífida practicada dentro del útero materno a un feto de sólo 21 semanas de gestación en una auténtica proeza médica, nunca imaginó que sus fotos se convertirían en uno de los más conmovedores y eficaces estandartes de la defensa de la vida frente al aborto. Esta es la historia completa de una foto y del pequeño héroe que es su protagonista, Samuel Alexander Armas.
Michael Clancy, un fotógrafo profesional que nunca había cubierto casos médicos, se enteró que en la Universidad de Vanderbilt en Nashville, (Estado norteamericano de Tennessee), tendría lugar algo que podía considerarse como un "noticia importante", por lo menos en el campo de la cirugía: la operación de un niño por nacer en el vientre materno. Conseguida la autorización para tomar la foto, Clancy nunca se preparó para lo que su obturador registraría: el momento en el que pequeño bebé recién operado estira su pequeñísima mano desde el interior del útero de su madre para sujetar uno de los dedos del médico que lo había intervenido.
La espectacular secuencia fotográfica corrió como reguero de pólvora: tras un reportaje del periódico USA Today -el más vendido del país- varios diarios en Estados Unidos y en otras naciones recogieron la misma imagen. Su repercusión llegó incluso hasta Irlanda, donde se convirtió inesperadamente en una de las banderas pro-vida con la que se quiere evitar la legalización de abortos aún en el período de gestación durante el que fue intervenido el bebé.
Pocos hasta ahora se han podido explicar con precisión el poder conmovedor de la fotografía: las páginas de Internet con su imagen registraron cifras récord de visitas, y la foto ha circulado copiosamente en grupos de discusión y correos electrónicos. La atracción de la imagen tal vez radica en que, al observarla con detenimiento, ésta transmite un mensaje elocuente: la vida del bebé literalmente pende de un hilo; los especialistas aún no están en capacidad de mantenerlo vivo fuera del útero materno y deben tratarlo dentro de la matriz para corregir su fatal anomalía y cerrar luego el ambiente en el que debe terminar de crecer. En ese marco dramático, el pequeño bebé toma el dedo del médico, como si quisiera transmitir su fragilidad y, a la vez, su agradecimiento.
La imagen ha sido considerada como una de las fotografías médicas más importantes y el recuerdo de una de las operaciones más extraordinarias registradas en el mundo. Pero la historia detrás de la imagen es más impresionante aún. Se trata de la experiencia, lucha y confianza de una pareja de esposos que decidió agotar hasta el último recurso para salvar la vida de su primer hijo. Julie y Alex Armas viven en Georgia, Estados Unidos. Ellos lucharon durante mucho tiempo por tener un bebé. Julie, una enfermera de 27 años de edad, sufrió dos pérdidas antes de salir embarazada del pequeño Samuel. Sin embargo, cuando cumplió 14 semanas de gestación comenzó a sufrir fuertes calambres y una prueba de ultrasonido mostró las razones. Al revelar la forma del cerebro y la posición del bebé en el útero, la prueba evidenció serios problemas. El cerebro de Samuel lucía deforme y la espina dorsal se desprendía de una columna vertebral que también lucía anomalías. El diagnóstico no se hizo esperar, el bebé sufría de "spina bífida", un síndrome por el cual la columna vertebral en formación no cierra, dejando la médula expuesta y afectando seriamente funciones motoras. A los padres se les propuso elegir entre un aborto o un hijo con serias discapacidades.
Alex, un ingeniero aeronáutico de 28 años de edad, relata que se sintieron devastados por la noticia pero, por su profunda fe, el aborto nunca fue una opción.
Antes de dejarse abatir, la pareja decidió buscar una solución por sus propios medios y fue así como ambos comenzaron a solicitar ayuda a través de Internet. Fue la madre de Julie -que ahora administra una página web especializada en casos de "spina bífida", quien dio con la página electrónica que proporcionaba detalles sobre la cirugía fetal experimental desarrollada por un equipo de la Universidad de Vanderbilt. De esta manera, entablaron contacto con el Doctor Joseph Bruner -cuyo dedo es el que sostiene Samuel en la fotografía- y comenzó así una carrera contra el tiempo.
Dado que afecta la espina dorsal, la malformación puede llevar al daño cerebral, generar diversas parálisis e incluso una incapacidad total. Sin embargo, si pudiera ser corregida antes que el bebé nazca, se tienen muchas más opciones de curación.
Aunque el riesgo era grande y el bebé no podía nacer en ese momento, los Armas decidieron encomendarse a Dios... y ensayar la novedosa cirugía. La operación fue un éxito. Durante ella, los médicos pudieron tratar al bebé –cuyo tamaño no era mayor al de un conejillo de indias- sin sacarlo del útero, cerrar la brecha originada por la deformación y proteger la médula espinal, que sirve de camino para las señales nerviosas desde y hacia el cerebro. Samuel se convirtió así en el paciente más joven en haber sido sometido a una intervención quirúrgica de su tipo.
Los periódicos, revistas y páginas de Internet que habían cubierto el caso de Samuel, recibían constantes presiones de sus lectores para averiguar qué había pasado con Samuel. Finalmente, a pesar de la preocupación de la familia por su privacidad, los esposos Armas decidieron publicar una escueta nota de prensa dando un feliz anuncio: Samuel nació a través de una operación cesárea el 2 de diciembre de 1999, casi un mes antes de lo previsto, un poco bajo de peso, como era de esperarse, pero en perfecto estado de salud, a pesar de las naturales secuelas de su problema, especialmente una cierta rigidez en las piernas. Dos meses y medio después de su milagroso nacimiento, el pequeño Samuel inició un arduo programa de rehabilitación destinado a completar el éxito de la operación intrauterina que le practicaron cuando sólo tenía 21 semanas de gestación. Su madre, explicó que Samuel pesaba más de tres kilogramos y y aunque el pequeño necesitará de algunos implementos para comenzar a caminar, "su ortopedista está muy satisfecho con su evolución".
La Sra. Armas confesó que siempre supo que la complicada operación intrauterina no implicaba la cura para su hijo sino "una gran esperanza". Pero las buenas noticias no son pocas: el menor no ha desarrollado hidrocefalia, o sobreproducción del fluido cerebral que es una de las complicaciones más comunes de la espina bífida. La última prueba de ultrasonido sobre su cabeza demostró que era prácticamente normal.
"Él es un bebé típico, nos mantiene despiertos toda la noche", agrega Julie y expresa que con su esposo han decidido no conceder más entrevistas porque no quieren perder su vida privada. Sobre las entrevistas ya publicadas, Julie afirma que las hicieron conscientes "de que la gran mayoría de los bebés que sufren de espina bífida son abortados en el país". "Nosotros queríamos ayudar a la gente con nuestro testimonio. Somos una pareja educada y profesional que ama y valora a su hijo aunque para la sociedad tenga un defecto. No importa cómo sea Samuel, lo único que sabemos es que Dios le ha permitido nacer para impactar a otros con una fotografía de su pequeña mano".
Una fotografía tan elocuente no ha estado exenta de polémicas generadas especialmente en las tiendas abortistas. Algunos dirigentes pro-aborto, por ejemplo, han señalado que la foto es "una burda manipulación"; admitiendo tácitamente que la imagen ha mermado significativamente la causa del aborto no sólo en Estados Unidos, sino también en otros países.
Un episodio elocuente de la polémica suscitada tuvo lugar a fines de 1999, cuando el excéntrico periodista de Internet Matt Drudge se enfrentó con la poderosa cadena Fox, del magnate de los medios Rupert Murdoch. Drudge, un periodista del escándalo que es también un convencido pro-vida, había decidido abrir la primera secuencia de su programa de noticias en Fox con la espectacular foto que muestra la mano de Samuel, que para entonces ya había dado la vuelta la mundo.
Los directivos de Fox, que se precian de respetar el derecho de opinión de sus periodistas, y que han permitido que Drudge diga prácticamente de todo en su programa, incluyendo los detalles más salaces de la relación entre el Presidente Bill Clinton y Mónica Lewinsky, prohibieron tajantemente que el periodista exhibiera la foto.
La razón que dieron para justificar su la decisión rayaba en lo inconcebible: según los directivos, la fotografía se prestaba a "confusión", porque se trataba de una intervención de un no nacido para curarlo de un caso de "spina bífida", mientras que Drudge pensaba hacer un "uso indebido" al presentarla como un testimonio a favor de la vida y en contra del aborto.
La razón de fondo era evidente: en Fox no se muestran bebés que contribuyan a reforzar los argumentos pro-vida. Drudge abandonó el set enfurecido, dejando a Fox sin programa y acusando a los directivos de practicar "pura y simple censura". "Yo expliqué que dejaría en claro de qué cosa se trataba la fotografía, pero que quería usarla como respaldo dramático para demostrar hasta qué punto un feto de 21 semanas está desarrollado". "Si hubiera mostrado la foto de un huevo de águila con el pollo asomando una pata, no me hubieran hecho ninguna crítica". "El problema es que se trata de un ser humano", dijo Drudge. Los editores, por su parte, respondieron con acostumbrado cinismo: "lo que él llama censura -dijeron-, nosotros llamamos edición".
Por suerte, las reacciones positivas han sido mucho más importantes. La impactante imagen fue considerada por la revista Life como una de las 12 fotografías más importantes de 1999. La selección de Life decidió que la imagen de Samuel Armas tomando la mano del médico Joseph Bruner merecía ser considerada también como una de las más importantes de la década.
Por otra parte, según Justine McCarthy, una veterana periodista irlandesa, "nadie puede dejar de sentirse conmovido por la poderosa imagen de esta pequeña mano sujetando el dedo del cirujano" y así como una mano puede salvar vidas, esta imagen "es tal vez el argumento más fuerte contra el aborto".
Según McCarthy, la foto ha tenido un papel definitivo en el debate en torno a la legalización del aborto en Irlanda, pues ha reforzado los esfuerzos pro-vida por impulsar un referéndum que permita su prohibición.
Al mismo tiempo, en California, el caso podría impulsar la medida presentada por el congresista George Runner para prevenir el dolor en los bebés que son abortados a través de la aplicación de anestesia al menos en los abortos tardíos. El proyecto fue rechazado por la presión de la filial de la poderosa Planned Parenthood en California que considera que proporcionar anestesia a los 3,900 abortos tardíos que se practican anualmente en California no sólo sería muy costoso, sino que iría generando en el público la conciencia de que el niño por ser asesinado es una "persona que sufre"… y eso es algo que los abortistas no quieren que suceda.
Pese a todo, las pruebas sobre la sensibilidad al dolor de los bebés a partir del quinto mes de gestación son cada vez más abundantes y avaladas por destacados expertos.
Para Joseph Bruner, el médico que operó a Samuel, la operación ha lanzado un interesante desafío a la sociedad estadounidense, considerando que miles de bebés son abortados a la misma edad en que Samuel fue salvado. "Al practicar operaciones para mejorar la calidad de vida de estos niños, es difícil justificar una operación que podría tomar sus vidas. Al avanzar a través de este campo ideológico, la sociedad va a tener que hacer una seria introspección porque es imposible sostener ambas posturas", afirma Bruner.
Otro fruto sorprendente de la fotografía es el cambio de vida del fotógrafo que captó la conmovedora imagen del bebé. Michael Clancy nunca imaginó que lo que vería no sólo llevaría una de sus fotos a los principales medios del mundo sino que lo ayudaría a comprender que es necesario defender a los no nacidos.
El fotógrafo de 43 años, que nunca antes había fotografiado una intervención quirúrgica, confesó que ver a Samuel fue una experiencia sorprendente que lo convirtió en "un pro-vida". Clancy dice que nunca antes se había dado cuenta que los abortos legales pueden ser practicados en el quinto mes del embarazo y aún después. De hecho, en Estados Unidos los abortos son legales hasta el momento previo al parto.
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