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sábado, 23 de junio de 2007

Practicar la Escucha interior / Autores: Arturo y Conchi

Es importante la práctica de la Escucha y por eso te proponemos que hagas silencio interior, después del Evangelio y pidas al Señor la gracia que te enseñe a reconocer su voz.

Mateo 6, 7-15

Y al orar no os pongáis a repetir palabras y palabras, como hacen los paganos, que se imaginan que Dios los escucha solamente cuando dicen largas oraciones. No hagáis eso, porque vuestro Padre sabe de qué tenéis necesidad aun antes que le pidáis nada. Vosotros debéis orar así: Padre nuestro, que estás en los cielos; santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad en la tierra como se hace en el cielo. Danos hoy el pan que necesitamos. Perdónanos el mal que hacemos, como también nosotros perdonamos a quienes nos hacen mal. No permitas que nos apartemos de ti, y líbranos del maligno. Porque, si vosotros perdonáis a los demás el mal que os hayan hecho, también os perdonará a vosotros vuestro Padre que está en los cielos. Pero, si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre os perdonará el mal que vosotros hacéis.


Puedes continuar en silencio después de hacer también esta pequeña oración:

Señor, bendice la tierra que se despierta;
bendice a la ciudad y a los suburbios;
a los ricos,
para que piensen en los otros...
a los pobres,
para que se amen y se esfuercen por superarse.
Aparta las discordias en los hogares,
que reine tu paz entre los hermanos.
Has que todos nos sintamos felices
con este nuevo día que nos otorgas
y que te seamos fieles en nuestro corazón.
Te pido por aquellos que hoy no se acordarán de Ti,
te amo
por todos los que no te aman todavía;
te doy mi vida,
para que la vida de ellos sea mejor
y menos dura.
Te pido por los niños,
para que lleguen a descubrir, que eres su Padre;
te pido por los enfermos,
para que sepan elevar el sentido del dolor;
por todos los que sufren,
para que sepan encontrar el sentido de su sufrimiento.
Porque es verdad, Señor, que si es triste sufrir,
no lo es menos no saber por qué se sufre.
Y basta de pedirte.
Antes de despedirme, quiero decirte
que estoy dispuesto a escuchar tu voz;
esa voz que me manda que ame a mis hermanos.
"Habla, Señor, que tu siervo escucha
Amén

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