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viernes, 29 de junio de 2007

"Vengan a mi los que tengan sed" // Autor: Jaume Burke O.P.


Jesús gritó en el templo (San Juan): "si alguno tiene sed que venga a mí y beba del agua viva".Del interior de Jesús fluyen torrentes de agua viva. Sin sed no vamos a acercarnos al torrente de agua viva. Él grita porque tiene en su corazón ese deseo de darnos el Espíritu Santo, pero por el amor de su corazón respeta nuestra libertad. Nosotros, en cambio. queremos imponer nuestra fe a los demás.

Después de una charla en un retiro vino una señora y me dijo:"ha sido una predicación excelente todo ha sido para mi marido". A la siguiente conferencia que dí, yo veía a esta mujer que le daba codazos a su marido y le susurraba: "escucha que esto es para ti".El amor verdadero no se impone. Cuando hay imposición no es jamás la voluntad Dios. En el profeta (Zacarías 12, 10) se lee: "Y derramaré sobre la casa de David y sobre los moradores de Jerusalén un Espíritu de Gracia y de oración y alzarán sus ojos a mí".

Jesús grita para que vayamos a beber del Agua Viva que viene de su costado cuando fue traspasado por la lanzada, saliendo Sangre y Agua, entregándonos su Espíritu.

Cuando estuve en Bolivia éramos un grupo muy grande de sacerdotes y monjas. Nunca hubo entre nosotros la conciencia de la necesidad del Espíritu Santo. Cuando llegaron las grandes contrariedades sí que nos dimos cuenta de lo imprescindible que era invocar y ser asistidos por el Espíritu Santo.

Una vez vinieron tres grandes hombres a evangelizarnos y uno de ellos dijo: "Yo conozco a Jesucristo más que todos vosotros, y más que cada uno de vosotros". Esto nos dio un deseo de conocer al Espíritu Santo, alimentarse en la mesa del santo deseo (palabras de Santa Catalina. Concluí, incluso estudiando, que sin el deseo de tener sed de Jesús era fácil estancarse en la vida espiritual y en la relación con Dios. Ahora entiendo las palabras de Juan Pablo II: "La Iglesia debe estar abierta a la conversión".

Hubo un tiempo en que se decía que la Iglesia estaba muerta. No obstante el Señor suscitó múltiples movimientos de renovación con sus gracias y carismas particulares que dieron impulso a la Iglesia. Para los judíos los fariseos eran un grupo que querían renovar el judaísmo, pero con el tiempo se estancaron, empezaron a juzgar a los demás, creyéndose superiores y volviéndose inflexibles.

El Espíritu santo es viento y quiere movernos y llevarnos a Jesús. El estancamiento es una realidad y el Espíritu Santo nos quiere renovar y darnos una nueva vida.

Decía Juan XXIII: "Tenemos que abrir las ventanas del Vaticano para que entre el Espíritu Santo". Todos estamos obligados a vivir el Evangelio y llevar la Buena Nueva y llevarla a los demás, no quedarnos estancados. El Espíritu Santo siempre va renovando la Iglesia. Él tiene la misión de formar la imagen de Dios en nosotros.

Un día acusaban a Jesús de que expulsaba los demonios por el poder de Belleza, príncipe de los demonios, y Jesús les interpeló con estas palabras: "Todo reino dividido contra sí mismo será devastado, y caerá casa sobre casa. Si pues Satanás se halla dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino?. Puesto que decís que por virtud de Beelzebu expulso yo a los demonios. Si yo expulso los demonios por Beelzebu, ¿vuestros hijos por quien los expulsan?. Por esto ellos mismos serán vuestros jueces. Pero si expulso los demonios por el dedo de Dios sin duda que el reino de Dios ha llegado a vosotros". (Lucas 11, 17- 20). Jesús nos dice que ha vencido todos los poderes del mal. Con esa victoria de Cristo no hay necesidad de tener miedo de nada. tampoco de los poderes del mal.

Muchas personas tienen miedo y dicen que otras persona les han hecho rituales, magias y brujerías contra ellas. Jesús nos afirma y muestra con su vida que Él es mas fuerte que cualquiera, incluido el mal. Él ha vencido y está con nosotros.

Un niño me contó que veía al diablo al fondo de la cama y siempre estaba llorando. Yo le aconsejé: Cuando lo veas dile a Jesús ven y protégeme, el ha vencido el mal y su victoria es la nuestra.

El diablo pelea en contra de nuestra fe y trata de quitarnos la fe en Jesús.

San Pablo habla con mucha fuerza a los Gálatas: "Insensatos, ¿habéis recibido el Espíritu Santo por virtud de las obras de la ley o por virtud de las obras de la fe?. Habiendo comenzado en el Espíritu habéis acabado en la carne. Estamos salvados por la fe en Jesucristo".

Nosotros tenemos que ser niños y llevar nuestras debilidades a Dios. No estamos salvados por nuestras buenas obras sino por nuestra fe en Dios.

Estaba un día en el aeropuerto en Miami y había una pareja con una niña de tres años. Luego vino otra pareja con otro niño de un año. Todos estaban contentos y reían, el niño tenía un peluche y la otra niña se lo arrebataba estirando de él, y decía es mío. El egoísmo humano. ¿Quién nos puede salvar de él?. Jesús.

Al terminar una predicación una señora me dijo: "su charla me sentó fatal". Mi corazón se sintió herido hacia esa mujer, pero yo le presente a Jesús esta angustia y Él me dio un fuerte amor hacia ella. Fue una gracia grande del Señor. Somos salvados por Jesús que nos sana y él viene a liberarnos.

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