“Nos recomendaron pruebas para abortar, pero Elisa nació sana”
Los médicos aconsejaron la amniocentésis y otras pruebas con riesgo de aborto
18 de marzo de 2009.- La decisión no admitía ningún tipo de duda. En ningún momento aceptaron hacerse esas pruebas. La niña vendría como viniese, pero vendría. Y contaría con el amor de sus padres y sus seis hermanos (José-16, Paula-14, Loreto-12, Juan Pedro-9, Mariam-5 y David-2). Todo lo dejaron en manos de Dios, y la cosa funcionó. Elisa, del hebreo Elisabet que significa “Dios ayuda”, a quien vemos en la fotografía a los dos días de nacer, vino al mundo sin ningún problema de salud.
(Juan Manuel Romero / Alba)
-¿Con qué problemas os encontrasteis durante el embarazo?
-Desde el primer momento tuve cierta presión en las visitas al ginecólogo por la edad. Tengo 39 años y cuando me plantearon al principio el TS, una prueba que es sólo estadística, para valorar riesgos, me negué. Hubo un médico que lo respetó, pero en la siguiente visita a la Seguridad Social (cada día te atiende uno en el Centro de Salud) la ginecóloga de turno me “regañó”, me dijo que era protocolario y que al día siguiente tenía que ir. No volví a la Seguridad Social.
Después, en la eco de la semana 20, en principio la más importante del embarazo en cuanto a diagnóstico, nos dijeron que la niña tenía quistes en la cabeza, concretamente en el plexo coroideo y, además, el intestino hiperecogénico. Ambos son marcadores menores de trisomías y, sumado a mi “terrible” edad, era imprescindible hacerme más pruebas diagnósticas, -que eran invasivas-. Cuando me negué, aún en la consulta del radiólogo, si bien es cierto que lo respetó, puso por escrito en el informe “se informa de la necesidad de pruebas diagnósticas adicionales”.
-Parecía entonces seguro que la niña venía mal
-No nos lo aseguraron porque los marcadores menores no son en sí diagnósticos como lo mayores pero sí nos dijeron que un marcador aislado no es muy importante pero que dos, más la edad, subían la probabilidad…
-Había varios marcadores en tu contra. ¿Qué son los marcadores y cuales estaban en tu contra?
-En la ecografía del segundo trimestre de embarazo buscan lo que llaman “marcadores”. Hay de dos tipos: mayores y menores. En principio, los mayores son visibles e implican diagnóstico como, por ejemplo, labio leporino… malformaciones de las extremidades, etc. Y luego están los menores que son meros “indicadores de posibilidad”. Entre ellos están los quistes en plexo coroideo y el intestino hiperecogénico. En sí no implican hallazgo de enfermedad pero te alertan sobre la posibilidad, especialmente, de enfermedades genéticas como las trisomías: síndrome de Down, de Edwards, de Patau, etc. Me dijeron que si un marcador implica un 2%, dos marcadores suben a lo mejor a un 7% y con el “agravante” de la edad a lo mejor era un 10%.
-¿Os plantearon la posibilidad del aborto?
-Nos plantearon la amniocéntesis y otras pruebas invasivas que implican riesgo de aborto con prontitud para entrar dentro de los plazos legales de interrupción del embarazo.
-¿Tuvisteis algún tipo de duda?
-En ningún momento dudamos siquiera en hacerme más pruebas, sólo por el riesgo de aborto que implican. Teníamos claro que la vida es un regalo y que, como dice el salmo, “muchas son las pruebas que le esperan al justo más de todas le libra el Señor”. De hecho, fue en esa eco en la que nos dijeron con seguridad que era una niña (ya que al principio hablaban de niño) y decidimos allí mismo que sería Elisa, del hebreo Elisabet que significa “Dios ayuda”.
-¿Y para hacerte la amiocentesis, te presionaron?
-Insistieron, y dejaron constancia por escrito de que me habían informado de la conveniencia de hacerme la prueba.
-¿Por qué no lo hiciste? ¿Qué razones les diste para no hacerlo?
-No lo hice por el riesgo de aborto que conllevan las pruebas diagnósticas y porque no entrañan ningún beneficio para el bebé. Si el diagnosticar la enfermedad implicara poder ayudar a mi hija de alguna manera, habría sopesado riesgos y beneficios, pero cuando el único fin del diagnóstico es abortar en un plazo legal no tenía sentido ninguno arriesgar. Las razones que dimos fueron las de la fe, la convicción de que la vida la da Dios y que si nos quería dar una niña especial, sería bueno para nosotros. Que si teníamos la fortuna de tener seis sanos por qué íbamos a rechazar uno enfermo.
-Si hubieses decidido abortar habrías abortado a una niña sana. ¿Qué reflexión te plantea esto teniendo en cuenta la cantidad de abortos que se practican hoy en día con situaciones similares a esta?
-Que vivimos en un mundo en el cual hay unos cánones de perfección que discriminan lo diferente. Estamos acostumbrados a llamar la atención por tener siete hijos pero que estés dispuesto a aceptar/querer/cuidar de un niño enfermo es casi un escándalo. Además, el motivo que argumenta todo el mundo para abortar es qué va a ser de ese niño, etc. Es triste matar un hijo porque esté enfermo, e igual de triste es perderlo por no saber con certeza si lo está y que luego resulte que estaba sano. La realidad es que hay más riesgo de abortar después de una amniocentesis, por ejemplo, que de tener un niño ‘especial’ por hallazgo de marcadores. Pero de esto no suelen informar. Es una especie de “sálvese quién pueda” de las posibles demandas.
-¿Cómo ha nacido la niña?
-Sana como una manzana. Su pediatra le ha pedido unas ecografías para descartar que no queda nada de lo que vieron durante en el embarazo pero está convencido de que está bien. Está bien, y además es preciosa.
-¿Qué le dirías a una madre que vaya a abortar, porque su hijo viene mal, o simplemente porque no quiere tenerlo?
-Le diría que la vida viene de Dios, que un hijo siempre es un regalo y que abortar es un asesinato. Además las personas que conozco que se deshacen de sus bebés se quitan el hijo y se quedan huecas, todas tocadas. Yo les diría que busquen ayuda, que superen el embarazo y que si no lo quieren después que lo den en adopción. Yo me los quedaría.
-Desde el primer momento tuve cierta presión en las visitas al ginecólogo por la edad. Tengo 39 años y cuando me plantearon al principio el TS, una prueba que es sólo estadística, para valorar riesgos, me negué. Hubo un médico que lo respetó, pero en la siguiente visita a la Seguridad Social (cada día te atiende uno en el Centro de Salud) la ginecóloga de turno me “regañó”, me dijo que era protocolario y que al día siguiente tenía que ir. No volví a la Seguridad Social.
Después, en la eco de la semana 20, en principio la más importante del embarazo en cuanto a diagnóstico, nos dijeron que la niña tenía quistes en la cabeza, concretamente en el plexo coroideo y, además, el intestino hiperecogénico. Ambos son marcadores menores de trisomías y, sumado a mi “terrible” edad, era imprescindible hacerme más pruebas diagnósticas, -que eran invasivas-. Cuando me negué, aún en la consulta del radiólogo, si bien es cierto que lo respetó, puso por escrito en el informe “se informa de la necesidad de pruebas diagnósticas adicionales”.
-Parecía entonces seguro que la niña venía mal
-No nos lo aseguraron porque los marcadores menores no son en sí diagnósticos como lo mayores pero sí nos dijeron que un marcador aislado no es muy importante pero que dos, más la edad, subían la probabilidad…
-Había varios marcadores en tu contra. ¿Qué son los marcadores y cuales estaban en tu contra?
-En la ecografía del segundo trimestre de embarazo buscan lo que llaman “marcadores”. Hay de dos tipos: mayores y menores. En principio, los mayores son visibles e implican diagnóstico como, por ejemplo, labio leporino… malformaciones de las extremidades, etc. Y luego están los menores que son meros “indicadores de posibilidad”. Entre ellos están los quistes en plexo coroideo y el intestino hiperecogénico. En sí no implican hallazgo de enfermedad pero te alertan sobre la posibilidad, especialmente, de enfermedades genéticas como las trisomías: síndrome de Down, de Edwards, de Patau, etc. Me dijeron que si un marcador implica un 2%, dos marcadores suben a lo mejor a un 7% y con el “agravante” de la edad a lo mejor era un 10%.
-¿Os plantearon la posibilidad del aborto?
-Nos plantearon la amniocéntesis y otras pruebas invasivas que implican riesgo de aborto con prontitud para entrar dentro de los plazos legales de interrupción del embarazo.
-¿Tuvisteis algún tipo de duda?
-En ningún momento dudamos siquiera en hacerme más pruebas, sólo por el riesgo de aborto que implican. Teníamos claro que la vida es un regalo y que, como dice el salmo, “muchas son las pruebas que le esperan al justo más de todas le libra el Señor”. De hecho, fue en esa eco en la que nos dijeron con seguridad que era una niña (ya que al principio hablaban de niño) y decidimos allí mismo que sería Elisa, del hebreo Elisabet que significa “Dios ayuda”.
-¿Y para hacerte la amiocentesis, te presionaron?
-Insistieron, y dejaron constancia por escrito de que me habían informado de la conveniencia de hacerme la prueba.
-¿Por qué no lo hiciste? ¿Qué razones les diste para no hacerlo?
-No lo hice por el riesgo de aborto que conllevan las pruebas diagnósticas y porque no entrañan ningún beneficio para el bebé. Si el diagnosticar la enfermedad implicara poder ayudar a mi hija de alguna manera, habría sopesado riesgos y beneficios, pero cuando el único fin del diagnóstico es abortar en un plazo legal no tenía sentido ninguno arriesgar. Las razones que dimos fueron las de la fe, la convicción de que la vida la da Dios y que si nos quería dar una niña especial, sería bueno para nosotros. Que si teníamos la fortuna de tener seis sanos por qué íbamos a rechazar uno enfermo.
-Si hubieses decidido abortar habrías abortado a una niña sana. ¿Qué reflexión te plantea esto teniendo en cuenta la cantidad de abortos que se practican hoy en día con situaciones similares a esta?
-Que vivimos en un mundo en el cual hay unos cánones de perfección que discriminan lo diferente. Estamos acostumbrados a llamar la atención por tener siete hijos pero que estés dispuesto a aceptar/querer/cuidar de un niño enfermo es casi un escándalo. Además, el motivo que argumenta todo el mundo para abortar es qué va a ser de ese niño, etc. Es triste matar un hijo porque esté enfermo, e igual de triste es perderlo por no saber con certeza si lo está y que luego resulte que estaba sano. La realidad es que hay más riesgo de abortar después de una amniocentesis, por ejemplo, que de tener un niño ‘especial’ por hallazgo de marcadores. Pero de esto no suelen informar. Es una especie de “sálvese quién pueda” de las posibles demandas.
-¿Cómo ha nacido la niña?
-Sana como una manzana. Su pediatra le ha pedido unas ecografías para descartar que no queda nada de lo que vieron durante en el embarazo pero está convencido de que está bien. Está bien, y además es preciosa.
-¿Qué le dirías a una madre que vaya a abortar, porque su hijo viene mal, o simplemente porque no quiere tenerlo?
-Le diría que la vida viene de Dios, que un hijo siempre es un regalo y que abortar es un asesinato. Además las personas que conozco que se deshacen de sus bebés se quitan el hijo y se quedan huecas, todas tocadas. Yo les diría que busquen ayuda, que superen el embarazo y que si no lo quieren después que lo den en adopción. Yo me los quedaría.
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