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jueves, 30 de diciembre de 2010

La primera misión de los padres: llevar a los hijos a Dios

Que no se pierda ni uno solo de estos pequeños

30 de diciembre de 2010.-
No hay mejor herencia para un hijo que la fe y la confianza en Dios; no hay mejor regalo para ellos en esta Navidad -y siempre- que acercarles al Señor; no hay mejor misión para una familia que enseñar a un hijo a rezar. En la transmisión de la fe a los hijos, nos jugamos mucho, no sólo el futuro de la sociedad o de la Iglesia, sino la felicidad terrena y la salvación eterna de los propios niños.


María Belén, una niña de 6 años, llega a casa llorando, porque una amiga suya le ha contado que su padre se ha quedado sin trabajo y que había tantas discusiones en casa que sus padres han decidido separarse. A los tres días, llega el propio padre de María Belén a casa y cuenta que él también se ha quedado en paro. María Belén se acuerda entonces de lo que le ha pasado a la familia de su amiga y pregunta a sus padres con ansiedad: «¿Y qué nos va a pasar a nosotros ahora?» Y entonces dice su papá: «Nada, cariño, Dios proveerá». Y María Belén pasa del drama que se le había venido encima a cantar y a jugar, como si no pasara nada.

La anécdota la refiere el propio tío de María Belén, el padre escolapio Rafael Belda, autor del libro Al paso de los niños. Los niños en la Biblia (Edicep): «Éste es un modo imborrable de transmitir la fe que deja una huella y un sello interior mucho más firme que cualquier argumento verbal. Un niño, lo que necesita es vivir la vida así. Al decir: Dios proveerá, y al proponer: Vamos a rezar, vamos a rezar el Rosario, vamos a la iglesia..., estás confesando tu fe en que Dios nos cuida, y esto da al niño un eje interior que nadie puede romper». Leer más...

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