V Domingo del Tiempo Ordinario
4 de febrero de 2011.- Nada nos dicen los evangelios de la reacción de los que escucharon estas hermosas palabras de Jesús. Sin embargo, parece evidente que se sentirían, además de sorprendidos, muy halagados con lo que acababan de oír. Lo que escucharon era tan íntimo y provocador que, a juzgar por lo que sentimos nosotros, se hace irremediable el entusiasmo de sus oyentes. Jesús les invita a compartir su misión, los está comprometiendo con el Reino. A todos los llama a ser sal de la tierra y luz del mundo. Se trata, por tanto, de un mensaje claro, que lo es más aún con la explicación que enseguida les dará. Leer más...
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