* La mujer, de 45 años, condenada a muerte en Pakistán, pasa los días recluida en una prisión a 50 kilómetros de Lahore. Apenas sale de su celda porque un clérigo radical ha puesto precio a su cabeza: 4.400 euros. ¿Su pecado? Ser cristiana en un país islámico. El diario El País le hace una entrevista exclusiva en la cárcel
* Su marido e hijos están amenazados: "Me preocupan más ellos que yo"
* "Yo no cometí blasfemia. Nunca hablaría en contra del Profeta. Y creo que Dios ha visto todo y al final las cosas volverán a su lugar"
24 de febrero de 2011.- Confinada en una celda aislada pasa los días Asia Bibi, la mujer cristiana condenada a la horca por blasfemia en Pakistán. Esa habitación de tres por tres metros es el destino de los condenados a muerte desde que se dicta sentencia hasta que se consuma. Bibi ha estado allí los últimos tres meses de los 20 que lleva recluida. El edificio, ahora pintado de rosa, es herencia de la colonia británica y está en la ciudad de Sheikhupura, a unos 50 kilómetros de Lahore, al noroeste de Pakistán. Bibi sale en muy pocas ocasiones de su celda. Cada vez menos. Las amenazas de muerte de los extremistas o de atacar la prisión son cada vez más reales. Sobre todo desde que en enero pasado mataran al gobernador del Estado, Salman Taseer, justo por defenderla.
La cabeza de Bibi tiene precio: 4.400 euros ha ofrecido un clérigo radical. Pero la mujer parece optimista y fuerte: "Confío en que Dios escuchará mis plegarias, me ayudará a salir de aquí y volveré con mi familia a mi casa", dice nada más dar un fuerte apretón con su mano helada a la periodista. Bibi recibe a El PAÍS en exclusiva. Tras el asesinato del gobernador no se ha concedido ningún permiso para hablar con ella. Aunque el superintendente de la prisión no la deja sola y presiona constantemente con el tiempo. Leer más...
jueves, 24 de febrero de 2011
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