30 de octubre de 2011.- El comentario a este texto no se puede escribir poniendo distancia ante él. Necesariamente, hay que hacer examen de conciencia cada vez que se escucha a Jesús decir estas cosas. Es evidente que las dice en un contexto concreto, y tras la refriega que, según San Mateo, ha tenido con los escribas y fariseos, expertísimos en Sagrada Escritura y en asuntos religiosos. Lo que dice, en efecto, es para los que se sientan en la cátedra de Moisés, es decir, para los que son maestros de la ley, aunque tengan su corazón lejos de ella. Jesús denuncia la hipocresía de los que ponen cargas pesadas e insoportables en las espaldas de los hombres y, sin embargo, ellos se sitúan al margen de lo que enseñan con tanta dureza y severidad. Esa fractura entre la fe y la vida era, por lo visto, una actitud típica de aquella gente, que Jesús, además, conocía muy bien. Por eso se cuida de recordar que no hay que hacer lo que ellos hacen, pero sí lo que dicen. Y justamente porque esa actitud es típica, el modelo se puede repetir, y de hecho se repite con mucha frecuencia. El fariseísmo es un modo de ser, que se da en todas las épocas y, por supuesto, también en la nuestra. Por eso, comenzaba diciéndoos que ninguno de nosotros, sea obispo, sacerdote, consagrado o seglar, puede poner distancia ante las duras palabras del Señor. | |
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domingo, 30 de octubre de 2011
XXXI Domingo del Tiempo ordinario: La típica hipocresía / Por Amadeo Rodríguez Magro, obispo de Plasencia
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