* “¿No estamos ya en Jerusalén, en la comunión con Dios? Sí, pero cada año se nos invita, con la gracia de Dios y nuestro esfuerzo personal, a profundizar en esta comunión, a adentrarnos más y más en la Ciudad Santa y en su Templo, que es Cristo: a amar con mayor pureza, a vivir con mayor confianza y abandono en Dios, a negarnos más plenamente a nosotros mismos, a servir con mayor diligencia, a orar con más fe”
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