* «¿Cuántas cosas de Dios no entendemos en la actualidad? Ante un mundo cada vez más evolucionado en técnica, más globalizado en creencias, con un potencial de embotamiento mental inimaginable, al cristiano no le queda otra opción que doblar sus rodillas a los pies del Señor de señores y Rey de reyes para ser continuamente protegido y liberado de todas las falsedades, externas e internas, con capacidad de embotar, cegar, apresar y oprimir. Cabe, además, estar vigilantes para no caer en el engaño, muy extendido en nuestros tiempos, de trocear la Palabra de Dios, seleccionando lo que gusta y descartando verdades que no encajan con criterios personales o sociales. «Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar en la justicia» (2 Tm 3,16). Sólo unos pocos luchan incesantemente para agradar a Dios en la totalidad de su Palabra»
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