* «El Señor, todo un caballero, fue poco a poco, siempre con delicadeza y sin imponer nada, ocupando mi corazón por entero. Me iba atrayendo cada vez más a hacia Él y, aunque al principio opuse resistencia (¡y tanto!), me hizo ver que quería un trato íntimo conmigo, que me quería para ser Suya. Han sido años de gran lucha y resistencia pues una vida completamente entregada exige mucha renuncia, a todos los niveles, sin embargo, como dice San Agustín: “Mi corazón está inquieto hasta que descansa en Ti”. Mi corazón, sin yo ser consciente del todo, ya le pertenecía y no anhelaba otra cosa que entregarme por entero»
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