* «Pequeña de estatura y grande de corazón. Santa Teresa de Calcuta no pasó inadvertida a los hombres y mujeres de su tiempo. Escuchaste al maestro en tu corazón: «ven y sé mi luz, no puedo ir solo». Desde ese momento la antorcha de Cristo no dejó de iluminar la India ni el mundo. Madre Teresa, mujer Santa, intercede por nosotros para que, no mirándonos tanto a nosotros mismos, veamos la pobreza humana, que puede estar en la puerta de al lado, y a imitación tuya podamos llevar la antorcha de Cristo y aliviar aunque sólo sea un poco la soledad y abandono de aquellos que se sienten «descartados» de este mundo»
Carlos García Malo / Camino Católico.- Cada 5 de septiembre, celebramos la fiesta de Santa Teresa de Calcuta, canonizada por el Papa Francisco en una Misa celebrada en la Plaza de San Pedro, a la cual asistieron unas 120 mil personas. La Santa albanesa murió exactamente hace 21 años, el 5 de septiembre de 1997 en Calcuta, India, a los 87 años de edad a causa de un paro cardiaco.
Santa Teresa de Calcuta dio siempre testimonio de servir a Cristo en los “más pobres entre los pobres”, enseñando que la mayor pobreza no estaba en los barrios humildes de Calcuta, sino en los lugares donde muchas veces falta el amor o en las sociedades que permiten el aborto.
La Madre Teresa nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, perteneciente en ese entonces a Albania, y actualmente a Macedonia. Su nombre original fue Gonxha Agnes Bojaxhiu, que cambió a Teresa al ingresar al Instituto de la Bienaventurada Virgen María. Fue bautizada al día siguiente de nacer, recibió la Primera Comunión a la edad de 5 años, y la confirmación un año después.
Ingresó a la Congregación de las Hermanas de Loreto en 1928, un año después llegó a la India e hizo sus primeros votos en 1937. Estuvo 20 años en dicha congregación. El 7 de octubre de 1950 fundó a las Misioneras de la Caridad, con el carisma de entregarse a los más pobres entre los pobres. En 1963 fundó la rama masculina los Hermanos Misioneros de la Caridad, en 1973 a las Hermanas Contemplativas, en 1979 a los Hermanos Contemplativos. En 1984 fundó a los Padres Misioneros de la Caridad y el movimiento Corpus Christi para sacerdotes.
En 1979 se le confirió el Premio Nobel de la Paz.
Cuando la congregación que fundó contaba con 3,842 religiosas en 594 casas en todo el mundo, fue llamada a la Casa del Padre el 5 de septiembre de 1997.
Fue beatificada por su gran amigo San Juan Pablo II el 19 de octubre del 2003, quién la recordó de la siguiente manera: “Saciar la sed de amor y de almas de Jesús en unión con María, la Madre de Jesús, se convirtió en el único objetivo de la existencia de la Madre Teresa, y en la fuerza interior que la impulsaba y la hacía superarse a sí misma e ‘ir deprisa’ a través del mundo para trabajar por la salvación y la santificación de los más pobres de entre los pobres”.
Fue canonizada 13 años después por el Papa Francisco dentro de la celebración del Jubileo de los voluntarios y operarios de la misericordia.
El Pontífice señalo que «Madre Teresa, a lo largo de toda su existencia, ha sido una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada. Se ha comprometido en la defensa de la vida proclamando incesantemente que ‘el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre'».
En una célebre entrevista poco antes de morir, Santa Teresa de Calcuta dejó este mensaje a la revista brasileña misionera “Sem Fronteras” en 1997: “Ámense los unos a los otros, como Jesús los ama. No tengo nada que añadir al mensaje que Jesús nos dejó. Para poder amar hay que tener un corazón puro y rezar. El fruto de la oración es la profundización en la fe. El fruto de la fe es el amor. Y el fruto del amor es el servicio al prójimo. Esto nos trae la paz”.
Pidamos a santa Teresa de Calcuta ser antorchas de Cristo y atender a los «descartados» de este mundo:
Santa Teresa de Calcuta no pasó inadvertida a los hombres y mujeres de su tiempo.
Admirada por tantos y rechazada sólo por aquellos que se empecinan en no ver.
Tu testimonio de amor por los pobres más pobres y tú dedicación a socorrer sus necesidades más primarias salpicaron las conciencias de este mundo.
Desde alimento y agua, medicación o trato médico hasta mortuorios para que esa humanidad abandonada de sus semejantes pueda morir dignamente.
Escuchaste al maestro en tu corazón:
«ven y sé mi luz, no puedo ir solo».
Desde ese momento la antorcha de Cristo no dejó de iluminar la India ni el mundo.
Tú y tus hermanas os convertisteis en la conciencia de la Iglesia Madre que aboga por los más olvidados y necesitados.
Madre Teresa, mujer Santa, intercede por nosotros para que, no mirándonos tanto a nosotros mismos, veamos la pobreza humana, que puede estar en la puerta de al lado, y a imitación tuya podamos llevar la antorcha de Cristo y aliviar aunque sólo sea un poco la soledad y abandono de aquellos que se sienten «descartados» de este mundo.
Amén.
Santa Teresa de Calcuta, ruega por nosotros.
Carlos García Malo
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