* «Gracias por haberme dado una familia y por la bendición de una larga vida. Te agradezco los momentos de alegría y de dificultad. Te agradezco este tiempo de renovada fecundidad al que me llamas. Aumenta, Señor, mi fe, hazme un instrumento de tu paz; enséñame a acoger a quien sufre más que yo, Envía tu Espíritu, Señor, a renovar el mundo, para que la tormenta de la pandemia se apacigüe, los pobres sean consolados y toda guerra termine»
Camino Católico.- El Papa Francisco reza con los abuelos y los ancianos del mundo con motivo de la primera Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, que se celebra este domingo 25 de julio, en un vídeo. Francisco une su voz a la de muchos rostros, para una oración que tiene como protagonistas al Papa y a los ancianos del mundo. Abuelos: hombres, mujeres, matrimonios, de diferentes orígenes y colores, físicamente distantes pero cercanos en la fe y en la fuerza de la oración que los hace uno con Francisco y la humanidad. De ellos surge, en un vídeo, la invocación al Señor para que calme la pandemia y acabe con todas las guerras, pero también la acción de gracias por los momentos de alegría y dificultad, por la bendición de una larga vida en la que nunca ha faltado el consuelo y la presencia viva del Señor. Así, las voces se alternan y entre ellas está también la de monseñor Laurent Noël que, a sus 101 años, es el obispo más anciano del mundo.
La oración es la oficial para la primera Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, que se celebra por iniciativa del Papa, y su texto completo es el siguiente:
La oración oficial
Te doy las gracias, Señor,
por el consuelo de tu presencia:
También en la soledad,
eres mi esperanza, mi confianza;
¡Desde mi juventud, eres mi roca y mi fortaleza!
Gracias por haberme dado una familia
y por la bendición de una larga vida.
Te agradezco los momentos de alegría y de dificultad,
por los sueños cumplidos y por los que aún tengo por delante.
Te agradezco este tiempo de renovada fecundidad
al que me llamas.
Aumenta, Señor, mi fe,
hazme un instrumento de tu paz;
enséñame a acoger a quien sufre más que yo,
a no dejar de soñar
y a narrar tus maravillas a las nuevas generaciones.
Protege y guía al Papa Francisco y a la Iglesia,
para que la luz del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra.
Envía tu Espíritu, Señor, a renovar el mundo,
para que la tormenta de la pandemia se apacigüe,
los pobres sean consolados y toda guerra termine.
Sostenme en la debilidad,
y concédeme vivir plenamente
cada momento que me das,
con la certeza de que estás conmigo
cada día hasta el fin del mundo.
Amén.
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