* «Aunque de niño había vivido la fe, ahora el Señor me estaba pidiendo tener un encuentro verdadero con Él y ver que la vida hay que tomarla en serio…. Me marcaron mucho las conversaciones que mantenía con mi párroco, actual arzobispo de Barranquilla. Me ayudó mucho a plantearme mi vocación, me hizo darme cuenta de que la vida, sin un encuentro con Jesucristo, no vale absolutamente nada. Dispuse mi corazón estando dispuesto a ir donde el Señor me llamase, abierto a la misión en cualquier parte del mundo… Durante todo el camino he tenido dificultades, sabiendo que soy un pecador. Lo que más me enriquece de esto es ver que no soy yo el que me presento, sino que la misión del sacerdote es dar a conocer el Evangelio, el mensaje de la Buena Nueva que es Jesucristo que se hace carne verdaderamente en el otro»
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