* «Ese fue el gran milagro de Dios en mi vida. Comencé a reconstruirme como persona junto a Él, me dejé moldear por sus manos, empecé a seguir sus consejos. Por primera vez, comencé a vivir la vida que realmente era mi vida. Ya no era una vida de estrellatos ni de triunfos, era una vida sencilla y llena de obstáculos, pero junto a Cristo, los obstáculos son regalos. A partir de entonces, me propuse estudiar, realicé el acceso a la Universidad, comencé el Grado de Teología en el CRETA (decidí conocer a Dios más profundamente), aprendí piano, continué mis estudios de Ciencias Religiosas en la Universidad de Pamplona, cuidé de la persona que mejor me comprendió y amó en este mundo (mi madre). Aunque ella no me lo pidió, yo sentí que debía devolverle todas sus oraciones y lágrimas para que cambiara de vida. Tuve el lujo de estar con ella hasta que se marchó al Cielo»
* «Os preguntaréis cuales fueron mis drogas, fueron muchas, pero ninguna puede convertirse en nuestra dueña si uno se atreve a vencerla. Si uno se arrodilla ante Dios y le pide que le ayude, nunca se va de vacío. Dios nos hace libres, sólo Él nos hace verdaderamente libres: “Me viste a mí, cuando nadie me vio; me diste un nombre, me cogiste en tus brazos y me rescataste del infierno de las drogas”. Este es el gran milagro de Dios en mi vida. Las oraciones de mi madre no fueron en vano, mis oraciones tampoco lo son. Dios tiene un método, un tiempo, un lugar, pese a lo que hoy dicen de Dios, Él vive y vivirá. Nunca se cansa de esperar, ojalá te atrevas hoy a volver al hogar; no dudes que Dios te está esperando con los brazos abiertos y llenos de amor»
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