* «El sacerdote me prestó un Catecismo de la Iglesia Católica que devoré en unas semanas. Al principio estaba perdidísimo, tenía todos los prejuicios típicos, pero he de decir que, a pesar de todo, fui confirmando mi fe de manera muy fluida. Gracias al Catecismo comprendí mucho más la Iglesia y la doctrina y todo iba encajando»
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