* «Recuerdo que durante la transmisión dije: Señor Dios, o haces algo o ya no sé qué hacer. Y cuando oraban por la sanación, simplemente me acosté. Escuché, escuché… y en algún momento me quedé dormida. Me desperté a la mañana siguiente. Y… ¡era una persona completamente nueva!. Mis pensamientos depresivos se habían ido, tenía la cabeza clara y liviana, un corazón que ni siquiera tenía las cicatrices del pasado»
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