* «Es una experiencia humillante y sé que muchos se burlarán de ella o la cuestionarán. Estoy renunciando a todos mis ingresos y entregando mi vida a Cristo. Dejo atrás mi vida de pecado desenfrenado, vicio, orgullo, libertinaje, vanidad y mentiras… Nunca seré la misma otra vez y doy gracias a Dios por este hecho innegable. Estoy tan enamorada de ti, Jesús. No permitas nunca que me aleje un centímetro de su Sacratísimo Corazón»
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