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jueves, 19 de junio de 2025

Amelio Castro, atleta paralímpico: «Lo que más me ha ayudado en la vida es esa confianza absoluta en que Dios tiene un plan para mí, aunque no entienda siempre cuál es»


 Amelio Castro Grueso, esgrimista colombiano y atleta paralímpico / Foto: Juegos Paralímpicos

* «Cuando con 20 años tuve el accidente que me hizo perder la movilidad, en el hospital entendí que Dios siempre está a tu lado. Quizá no como nosotros esperamos. Aprendí que Dios actúa y no te explica. Y una vez empecé a comprenderlo ha sido maravilloso, porque lo siento en cada paso, en cada persona. Su gracia me ha traído a Italia, a los Juegos Paralímpicos, y a usar mi historia como inspiración» 

Vídeo de Vatican News en el que Amelio Castro cuenta su testimonio

Camino Católico.- Desde muy joven, la vida de Amelio Castro Grueso, esgrimista paralímpico, que tiene 33 años, estuvo marcada por duros golpes. A los dieciséis años, la pérdida de su madre sumió su mundo en la incertidumbre y la tristeza. Sin embargo, en el hospital, tras un accidente de tránsito que lo dejó sin movilidad a los veinte años, encontró algo que cambiaría su vida: el amor de Dios. Allí, en ese lecho de dolor, Amelio descubrió que la fe podía ser su mayor fortaleza, esa fe que le sostendría en las pruebas, que le daría esperanza y le abriría las puertas a un camino lleno de grandes oportunidades. En esa experiencia, él aprendió que la presencia de Dios no solo era un consuelo en el sufrimiento, sino la fuerza que transforma los corazones y renace la esperanza.

“Nací en 1992 en el mejor país del mundo, Colombia, y tuve la fortuna de una niñez maravillosa. Luego empezaron las situaciones difíciles, como la pérdida de mi madre cuando yo tenía 16 años. Fue asesinada en una situación tan compleja que no tendría palabras para expresarla. Después, con 20 años, tuve un accidente de tráfico y perdí la movilidad en las piernas. Para mí no fue tan duro el accidente como ver que mi familia gradualmente se olvidaba de mí y me dejaba en el hospital. No se interesaron en ayudarme. Pero esa experiencia me permitió acercarme a la fe. En medio de toda esa soledad tuve la gracia de conocer a Dios” relata al semanario Alfa y Omega.

“Entendí que Dios siempre está a tu lado”

“Siempre he sido católico, pero en el hospital entendí que Dios siempre está a tu lado. Quizá no como nosotros esperamos. Aprendí que Dios actúa y no te explica. Y una vez empecé a comprenderlo ha sido maravilloso, porque lo siento en cada paso, en cada persona. Su gracia me ha traído a Italia, a los Juegos Paralímpicos, y a usar mi historia como inspiración”, afirma con convicción Amelio Castro.

Su inicio como deportista se produjo después de pedir esa gracia al Señor: “Empecé a escribir un libro para motivar a las personas en situaciones difíciles. Pero me di cuenta de que debía hacer algo más que contar que había caído y me había alzado. Pedí a Dios la posibilidad de hacer deporte y poder ganar una medalla. Y en Cali conocí la esgrima. Obtuve tres medallas de oro, siempre fui el número uno. También, en mi primera salida internacional gané un oro en sable y una plata en espada contra el campeón olímpico de Brasil”.

Atleta paralímpico Amelio Castro / Foto: Juegos Paralímpicos

“Camino tratando de hacer los sacrificios que agradan a Dios”

La relación de Amelio con muchos jóvenes con los que hacía trabajo social lo llevó a tener que marchar de Colombia sin nada: “En Colombia hacía mucho trabajo social con jóvenes y eso empezó a generar conflictos con ciertos grupos. Yo trataba de convencerlos de que hicieran las cosas bien, cuando otros trataban de convencerlos de que las hicieron mal. Eso me generó problemas y tuve que salir. Me vine sin nada. Llegué al aeropuerto y la gracia de Dios me permitió encontrar a una chica a la que la empresa donde trabaja le acababa de dar un coche y me recogió. Por eso digo que soy un chico que camina tratando en lo posible de hacer los sacrificios que agradan a Dios, y Él nunca ha dejado de darme los recursos necesarios”.      

Al llegar a Italia pasó de estrella del deporte a vivir en un albergue para personas sin hogar: “Yo venía de ser un triple campeón que económicamente estaba en una posición privilegiada. En el albergue de Cáritas no tenía nada. Fue un contraste. Lo viví como una oportunidad para compartir mi experiencia con personas a las que podía inspirar para seguir luchando o para volver a luchar. Un uruguayo que dormía en la calle me admiraba mucho. Me decía: «Vos sos loco, ¿cómo haces esto?». «Si yo puedo, usted tiene que poder, porque tiene mejores condiciones. El solo hecho de caminar ya le da una posición mejor», le respondía”.

Siguió entrenando, pero tenía que desplazarse en transporte público y el explica que “no tengo otra forma. Tengo un sueño y he visto que Dios me da los instrumentos para realizarlo. Por tanto, no me pararé hasta obtener los resultados o hasta que Él me dé la señal de parar. Parecía imposible entrar en el Equipo Paralímpico de Refugiados, pues estábamos a seis meses de los Juegos de París. La puerta estaba cerrada, pero yo no dejaba de intentarlo. Al final me clasifiqué. Nunca perdí la esperanza y por eso iba a entrenar incluso si llovía. Y cuando me dieron la oportunidad, estaba preparado. La mayoría de atletas del equipo ya no viven la vida de refugiados. Pero yo sí que aún vivía en un centro de acogida. Mi comida era la que se servía, no una dieta especial. Me emocionó dar voz a esos chicos del centro de acogida y motivarlos. Cuando regresé, decían: «Estuvimos siempre siguiéndote». «Si yo puedo, ustedes pueden», les decía”.  

Se quedó a las puertas de ganar una medalla Paralímpica en París y  dijo: «En París perdí, pero he ganado siempre». Amelio lo argumenta así: “Cuando pierdo, gano siempre. No solo en París. Siempre aprendo. Si pierdo y no me doy cuenta de por qué perdí es un problema; pero si lo descubro es una victoria, porque empiezo a trabajar en esas situaciones. Lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Y para mantenerse tienes que perder muchas veces, saber cómo gestionar las emociones cuando te van ganando y luego remontar. Ahora me estoy preparando para los Juegos Paralímpicos de Los Ángeles 2028. Aunque ya en septiembre tenemos el Mundial de Corea. Esperamos conseguir buenos resultados. 

En el marco del Jubileo del Deporte, Amelio Castro participó en un congreso organizado por el Augustinianum y el Dicasterio para la Cultura y la Educación. También pudo saludar al Papa León XIV. En consonancia con su experiencia, al clausurar la cita el Santo Padre afirmó que «perder es importante, porque al experimentar esta fragilidad nos abrimos a la esperanza» / Foto: Vatican Media

El perdón a su familia que lo abandonó y la confianza en Dios

El sufrimiento y el trauma, que padeció cuando sufrió el accidente que lo dejó sin movilidad en el hospital y su familia lo dejó abandonado, lo ha afrontado con la fe y asegura haber perdonado aquella situación: “No puedo decir que amo a Dios si no logro amar a quienes tengo cerca. Creo que mi cuerpo es un templo donde habita Dios, pero para que Él habite en mí, tengo que estar separado del odio, del rencor, de esas cosas que emocionalmente me desequilibran. Yo no odio a nadie. Por eso trato de tener una buena relación con la familia”.

Amelio explica a Vatican News que “tener fe es confiar en que Dios nunca te abandona, incluso cuando tú sientes que todo se derrumba”. Él comparte que “lo que más me ha ayudado en la vida es esa confianza absoluta en que Dios tiene un plan para mí, aunque no entienda siempre cuál es”. 

En sus propias palabras, describe cómo esa fe le ha dado la fuerza para no rendirse, lo que más agradece es que, a pesar de que su cuerpo no responde igual que antes, su corazón sí resiste y late con la alegría de saber que Dios tiene el control. “En el 2012, cuando tuve el accidente y estaba en el hospital, no entendía qué pasaba. Pero escuchaba las palabras del Papa Francisco, y eso me daba esperanza. Él decía: ‘No perder la esperanza, porque Dios no abandona a quienes confían en Él’”.

Y continúa: “Eso me dio la esperanza de que podía seguir luchando, de que podía volver a soñar en grande, que podía venir acá y tener la oportunidad de hacer deporte en alto nivel y gracias a Dios y al profesor Danile Pantone ya estamos en ese camino y entrenamos con grandes atletas”.

Un día en sinceridad con Dios

Amelio Castro comparte una recomendación a las personas, particularmente a las de la parte eclesiástica, “es tener siempre, sin ser superficial, primero la sinceridad consigo mismos y después con Dios”. En su experiencia, “creo que una persona de fe es una persona que vive siempre en constante comunicación con Dios, con el Espíritu”.

Cuenta que todos los días, a las primeras horas de la mañana, “me despierto siempre a las 3 o 4 de la mañana”, y en ese momento, hace una introspección profunda de su día: “Cuántas personas ayudé, qué cosas hice bien, qué podría haber hecho mejor”. Después, expresa que inicia un acto de agradecimiento hacia Dios, porque siente que “Dios ha sido bueno conmigo; no tengo nada que pedir, solo agradecer”, y añade que, en ocasiones, “la gente me invita a rezar para que me pare, pero yo solo me río y pienso: ‘No saben cuánto Dios ha sido maravilloso conmigo’”.

Vídeo de la EWTN en el que Amelio Castro cuenta su testimonio

Una invitación a desnudar el corazón

Amelio enfatiza que “los procesos que vivimos en la vida deben llevarnos a desnudarnos ante Dios, a abrir nuestro corazón sin reservas”. Él recuerda que “la Biblia es un libro lleno de historias de hombres que eran procesados, que tenían errores y luchas, pero que volvieron siempre con el corazón desnudo ante Dios”. “Dios siempre perdona y está con quienes se abren sinceramente”, afirma con convicción, y aconseja a los jóvenes que “lo más importante es tratar de desnudar el corazón ante Dios, ser lo más sinceros posible”.

Atleta paralímpico Amelio Castro entrenando

Recomienda también pedirle a Dios discernimiento y fuerza para aceptar lo que en ocasiones no podemos cambiar: “Si tienes una lucha entre la carne y el espíritu, pide a Dios que te dé discernimiento para entender lo que debes aceptar, y fuerza para superar aquello que no debes. Él te ayudará, porque si Dios ha hecho lo imposible en mi vida, que era uno de los que menos posibilidades tenía, también puede hacerlo contigo”.

Ser testigo del amor de Dios en medio del deporte

Amelio Castro, con un espíritu jovial y lleno de entusiasmo, afirma que “mi propósito no es solo ganar medallas, sino mostrar que Dios actúa en todos los rincones de nuestra vida, incluso en el deporte”. Su forma de vivir y su testimonio son un llamado para todos, especialmente para los jóvenes, a reconocer la presencia de Dios en cada paso del camino: “Yo trato de ser un ejemplo de que, en medio de la disciplina, el esfuerzo y el sacrificio, Dios se manifiesta — en la sonrisa, en la solidaridad, en la esperanza. Cuando uno es sincero con Dios, alguien que solo busca agradarle y no esconder su sinceridad, Él empieza a obrar en su corazón”. La verdadera victoria no solo está en ganar una medalla, sino en aceptar que Dios nos ama y que, si confiamos en Él, podemos superar cualquier prueba.