* «El amor de mi vida ha sido Dios, el deporte y la familia, por supuesto. Y no nada más mi esposa y mis hijos, sino también mi papá y mi mamá, que le doy gracias a Dios que todavía los tengo; mis hermanos, tíos, primos, sobrinos; algunos que no conozco, algunos nuevos que tampoco sé quiénes son… ¡qué sabiduría la de Dios nuestro Señor, los ejemplos que nos da! Él siempre nos dice: tienes que tender la mano a tu prójimo. Eso me ha servido mucho, tener esa fe. Me han servido también los ejemplos de los sacerdotes. Hay una lectura del Evangelio que dice que, entre más grandes seas, tienes que hacerte más pequeño. Y también que, cuando seas invitado a una fiesta, espera a que te sienten, porque uno puede llegar y sentarse en el lugar principal, y te pueden levantar y quitar. ¡Entre más grande seas, más humilde tienes que ser! Eso me ha servido para mi vida en el día a día. Algunas personas me dicen: “Le agradezco su sencillez”. Así me educaron, así me enseñaron, y lo que reforzó esa educación fue asistir a Misa todos los domingos»