* «En el Camino de Santiago, me entraron unas ganas inmensas de poner mi vida en orden, me confesé a los pocos días, empecé de nuevo a ir a Misa y a comulgar, práctica que había dejado 10 años atrás. Noté que era Cristo, Quien me cuidaba y venía a mi lado en todo momento para que aquella invitación de dejarlo todo por Él, pudiera realmente hacerse realidad un día. La respuesta a mi pregunta está resuelta. Como decía San Pablo en la Carta a los Filipenses, capítulo 1, versículo 21: ‘Mi vida es Cristo’»