«La carcoma de la búsqueda de la propia gloria no muere sin antes probar el leño amargo de la cruz. Aceptar la cruz, determinadas cruces, es el único camino para purificar de verdad nuestras intenciones y convertirnos, también nosotros, como los apóstoles en Pentecostés, en muertos a nosotros mismos y en proclamadores sólo de las grandes obras de Dios»
«La carcoma de la búsqueda de la propia gloria no muere sin antes probar el leño amargo de la cruz. Aceptar la cruz, determinadas cruces, es el único camino para purificar de verdad nuestras intenciones y convertirnos, también nosotros, como los apóstoles en Pentecostés, en muertos a nosotros mismos y en proclamadores sólo de las grandes obras de Dios»