miércoles, 3 de octubre de 2007
"La misión de Fe y Luz en la iglesia y en el mundo, en medio de una cultura que se mira a si misma" / Autor: Jean Vanier
Publicamos una de las reflexiones de Jean Vanier impartidas a una de las comunidades de Fe y Luz durante un retiro sobre el mismo tema. La primera de ellas está publicada en nuestro blog el día 5 de septiembre, la segunda el 14 de septiembre, la tercera el 19 de septiembre y la cuarta el 27 de septiembre. Introduciendo el nombre de Jean Vanier en el buscador del blog os aparecerán todas, además de los artículos que citan al autor.
Sabéis lo que pasó en los años 30 en vuestro País. Nacisteis a la realidad de la guerra, muchos habéis nacido en esa realidad. Yo entré en la marina de guerra en el año 32. Durante la Guerra y en el año 45 estaba en París, muy poco después de la Liberación con mi madre, que era una canadiense que trabajaba en Cruz Roja, y acogimos a mucha gente que venían de los campos de concentración. Acogimos a muchas personas todavía ataviadas con el traje de rayas blancas y azules y venían casi como esqueletos. Esto es lo que unos seres humanos pueden hacer a otros seres humanos, esto es el terror de la violencia. Así que dejé la marina y empecé a trabajar por la paz. Creo que podemos estar avanzando hacia la paz del mundo y hoy hay bastante desesperación. En muchos sentidos, toda esa visión de la unidad, de la paz ha caído; andamos desarrollando sociedades basadas en el individualismo y el dinero, la necesidad...
Hay una previsión en Francia que mira hacia el futuro, está buscando las tendencias mirando hacia atrás, hace 50 años, y piensa que la tendencia del mundo en los próximos 15 años será volver a una espiritualidad, una forma de espiritualidad muy particular, una espiritualidad que viene del miedo de una forma de desesperación. Podéis ver en la TV el dolor del mundo, podemos ver en los medios lo que está sucediendo, podemos ver fotos de Israel, Palestina..., podemos ver todos los lugares donde algo se rompe, en muchos lugares nos vemos en medio de suicidios, enfermedades mentales. Y uno de los aspectos de esa espiritualidad será escaparse de la muerte de esa realidad. Queremos escaparnos, escondernos de este mundo, y toda la misión de Jesús es enviar a todas las personas al mundo paz, traer la paz, ser personas de compasión, no escapar del sufrimiento, sino acercarnos al sufrimiento. Así que este nuevo escenario en el que estamos entrando puede ser muy doloroso, pero también muy excitante.
He tenido bastantes oportunidades de encontrarme con gente joven y he descubierto que en muchas ocasiones la gente joven está muy herida, son muy bellos, pero sus grandes aspiraciones, tienen grandes aspiraciones, pero no saben a donde ir, tienen miedo de una religión que habla del Señor y del Dogma, ellos lo que están buscando realmente son relaciones, están buscando una religión que sea realmente un lugar para la relación y quieren descubrir de que se trata el cristianismo que no es un primer lugar una ley y un dogma sino que es un encuentro, un encuentro con una persona, esa persona es Jesús que vino a revelarnos que todos somos amados, que todos somos preciosos. La personas jóvenes están buscando una experiencia, una experiencia de amor que les llevará al amor. Vamos entrando en un mundo nuevo así que es muy importante que todos nosotros descubramos como estamos llamados a trabajar por la paz. Después del 11 de septiembre mucha gente reza por la paz, quizá rezan por la paz y rezan para que sigamos estando cómodos ¿Es que la paz es simplemente la ausencia de la guerra? Sencillamente se trata de coexistir, o, ¿es algo más?, es encontrarse con la gente, encontrarse con la gente que normalmente es rechazada o dejada de lado. Como seres humanos tenemos una gran tendencia a juzgar a la gente, incluso a condenar a la gente, le ponemos etiquetas a la gente las colocamos en cajas, hay gente buena, hay gente mala y nos escondemos en grupos hoy cada vez siento mas que muchos hombres mujeres deben ser artesanos de la paz y trabajar por la paz necesita que salgamos de nuestro grupo para encontrarnos a gente de otros grupos, encontrarnos con gente, escuchar a la gente y contar nuestra historia, nuestra historia de cómo hemos sido transformados, nuestro deseo se ha convertido en una necesidad de trabajar por la paz. Yo he tenido mucha suerte, dejé la marina, llamado por Jesús, encontré a un sacerdote maravilloso que me enseñó a rezar, rezar no es decir oraciones sino que es estar en comunión con Jesús, es dejar que Dios viva en mi y vivir en Jesús y descubrir lo compasión del rostro de Dios para convertirnos en alguien, en una persona de compasión y ese es todo el sentido del mensaje de los evangelios.
Descubrir el mundo de las personas con deficiencia. En el año 64, lo descubrí en Francia, me di cuenta que ellos eran las personas mas oprimidas de este mundo –porque no los queremos, los excluimos- Así que visité residencias, instituciones, hospitales psiquiátricos y descubrí muchas, muchas mujeres encerradas con una gran cantidad de dolor, de dolor del rechazo, pero también el dolor físico de sus problemas y también descubrí el mundo de los padres, de las familias, el dolor de los padres y madres, descubrí que muchos padres y madres pensaban que tener un hijo con una deficiencia era un castigo de Dios y eso lo descubrí en todos los países. Jesús hacia esta pregunta en el capítulo 9 del Evangelio de Juan, Jesús les dice a los discípulos que salgan del templo y se cruzan con un hombre que nació ciego y que estaba pidiendo y la reacción evidente de los discípulos es plantearle la pregunta de ¿quién es culpable? Le preguntaron ¿ésto es a causa de sus padres o de sus propios pecados que nació ciego?. Esta es una pregunta muy moderna.
Recuerdo a un médico muy cristiano que era padre de una niña con discapacidad y me contó que había estado presente en el nacimiento de su niña y cuando vio la gravedad de su deficiencia de repente sentí que Jesús hacía esto por algo y esto significó una catástrofe para mi, pero la reacción de Jesús a esta pregunta es muy clara. No, no ha pecado nadie, no hay ni que hablar de eso, quizá lo que sucede es que el trabajo de Dios se ha cumplido en el y ya sabéis lo que es el trabajo de Dios es el AMOR, es crecer en el amor y todos hemos nacido para crecer en el amor que significa aceptar a la gente con aprecio, así de modo que todos pueden crecer, de modo que podamos trabajar para la paz, porque sabéis que la paz fluye del amor.
Así que descubrí todo este mundo de las personas con discapacidad. Me conmovió mucho el descubrir el dolor de los padres o de las personas con una deficiencia, así que acogí a dos personas de una residencia de una institución y empezamos a vivir juntos. Vi que el mundo entero se abrió a mi. Este es el origen de las comunidades del Arca y de las comunidades de Fe y Luz.
Esta mañana quiero hablaros de un hombre joven que acogimos en una de nuestras comunidades. Voy a intentar que comprendáis lo que el vivió. Mirar con frecuencia lo que necesitamos es descubrir cómo se ve el mundo con los ojos de una persona con discapacidad. No es solo cuestión de cómo lo veamos desde nosotros, sino lo que ellos están viendo y que es lo que ellos están pidiendo, que es lo que ellos están necesitando.
Voy a intentar entrar dentro de las personas con discapacidad para que intentemos comprender cómo ven ellos el mundo. Os voy ha hablar de un hombre joven que se llama Moisés; hablo de Moisés y no del gran Profeta del Génesis..... ¡ah! del libro del Exodo, perdón. Pero hablo de un pequeño profeta, porque de un modo misterioso las personas con discapacidad son profetas porque nos llama a cambiar, llaman a nuestras sociedades a que cambien, nos llaman a que nos abramos y a que crezcamos en comprensión y comprensión y este es siempre el papel de los profetas. Apuntar siempre hacia la paz es llamar a la gente para que cambien, esto no nos afecta a nuestra vida sino que es una misión completa del mundo.
Moisés fue encontrado en las calles de Eisenhower, estaba tirado por las calle, la policía lo encontró y lo llevó al hospital y desde el hospital; una de nuestras comunidades lo acogió, fue una de las primeras personas acogidas en la comunidad. Era un nombre que no podía caminar, echar su brazos, ni hablar. No sabemos nada de su familia. Solo puedo deciros que nunca podemos juzgar a un padre o madre por no poder hacerse cargo de su hijo, era un niño pequeño no sabíamos la edad podía ser aproximadamente de 4, 5 o 6 años ¿Qué estaba viviendo cuando estaba tirado en la calle? la noche lo primero miedo a los insectos, animales, perros, gatos, nosotros también podemos asustarnos por la noche, debe ser muy difícil para un niño que no puede hablar, andar, gritar, así que en su pequeño corazón hay miedo, hay algo mas importante que esa angustia, el miedo es muy diferente a la angustia, en el miedo nos asustamos de algo objetivo, de un objeto. La angustias es algo que penetra en nuestro cuerpo, no hay un objeto, el sentimiento de no ser querido es algo que penetra en nuestro cuerpo, no hay un objeto. El sentimiento de no ser querido es una agitación interior, una rotura interior que nos trae una gran confusión, no sabemos que hacer, no nos sentimos bien, nos sentimos malos, así que hay un agitación muy profunda que probablemente todos hemos sentido cuando nos hemos sentidos solos, no queridos no aceptados y eso saca al exterior toda la agitación, cuando sentimos que no somos amados tenemos la impresión de que no somos buenos, porque si no soy querido es que no se me puede querer. Me he encontrado mucha gente que puede sentirse culpable de existir, soy una molestia para todos los demás he decepcionado a mis padres a la sociedad.
A veces algunas personas con discapacidad q pueden ir a la iglesia, puede que no se les acepte por que gritan, van caminando, parece que molestan que rompen el orden y es verdad que las personas con deficiencia pueden romper el orden no esta permitido son una excepción fuera de un orden u por tanto crean desorden y por supuesto pueden cambiar el camino, el modo de vida de los padres, de modo que pueden sentirse culpables y pueden tener una imagen rota de si mismos y a algunos les trae una falta de deseo de vivir en algunos casos puede convertirse en un verdadero deseo de muerte, porque no son queridos, asique aquí tenemos al pequeño Moisés, tirado en la calle, el vive emociones, aunque no pueda verbalizarlos o conceptualizarlos el vive emociones.
Un niño pequeño que acaba de nacer puede sentir miedo, aunque o pueda verbalizar puede vivir el miedo.
Moisés fue encontrado por la policía, lo llevaron al hospital, pero el hospital no es un lugar para él, porque el no estaba enfermo, había magníficos enfermeros que lo limpiaban y lo alimentaban pero nadie decía tú me pertenecer y yo te pertenezco. Todo niño necesita pertenecer, todos necesitamos pertenecer, a una comunidad, a una familia, a un grupo. La pertenencia es muy importante para todos los seres humanos, es la tierra en la que crecemos, pero nadie le dijo a el, tu me perteneces. Y me contaron que mientras estaba en el hospital se escondía detrás de sus manos, no podía mirar a la gente a los ojos, estaba demasiado asustado, de ser no creía que tenía ningún valor. Fue acogido en nuestra comunidad, unos meses después fui a visitar esa comunidad para la apertura oficial, y me encontré a un Moisés transformado, empezaba a sonreír, sus ojos comenzaban a brillar, empezaba a querer vivir; sencillamente sentía que el estaba en un proceso de transformación; desde un deseo de muerte a un deseo de vida; de una imagen rota de si mismo, a una imagen positiva.
Os puedo preguntar a vosotros sobre este proceso de transformación . Si os preguntó ¿por qué? Vosotros posiblemente responderéis que ese proceso de transformación era porque él se sintió amado, y es verdad. Pero ¿que el es amor? Es muy importante que comencemos a reflexionar sobre esta increíble realidad, esta en el corazón de un mensaje de Jesús. Es una realidad que todos queremos y necesitamos, pero no tenemos que ir hacia ella . Así que ¿qué es el amor? Creo que con toda la experiencia que tengo en estos años de comunidades de El Arca y Fe y Luz, esto es lo que digo: “Amar, no es ante todo hacer algo, sino que es revelar algo ¿Qué revelamos cuando amamos a alguien? Tu tiene valor, eres precioso, eres importante en ti mismo, importante para tu iglesia, eres una persona importante y por supuesto para alguien como Moisés esto es particularmente importante.” Porque había vivido una experiencia de no ser precioso. Había vivido una experiencia de ser apartado. Así que la pregunta es: ¿cómo va él a descubrir que es importante?, ¿cómo le vamos a dar un deseo de vivir?, ¿cómo va a aprender hacer las cosas? Amar es revelar. De este modo nos habla Jesús. Nos revela a nosotros que somos importantes ¡somos importantes! Todos nosotros tenemos un potencial para hacer cosas bellas, también tenemos un potencial de encerrarnos por el miedo, pero nuestra belleza es que nos podemos abrir a la gente, así que amar es revelar. Y ¿cómo revelamos esto a las personas? Por el modo en que miramos, por el modo en que escuchamos, por el modo en que intentamos entender a las personas, por nuestra alegría.
Muchas veces digo que unas actitudes fundamentales en el Arca y Fe y Luz es estar feliz, estar contento y celebrar, porque celebrar es una manera de decir: “es muy bueno estar contigo y nos divertimos juntos. Porque en el corazón de nuestras comunidades con personas como Moisés tenemos que celebrar la vida y ser capaces de decir: “soy feliz de que existas”. Quizás alguien que te llama para decir que está feliz de que existas. Necesitamos gente que nos llame por teléfono y que nos diga que es importante para mi revelarnos, revelarte que eres precioso; pero amar también es comprender, comprender tu dolor, comprender tus deseos, comprender tus esperanzas. Todos necesitamos ser comprendidos.
Quiero contaros dos historias. Una es la de una chica joven que vino a la comunidad, tenía un problema psicótico , había pasado un tiempo en un hospital psiquiátrico; en alguna ocasión mientras estaba con nosotros había caído en lo que llamamos una regresión (regresión es diferente a depresión) Durante esta regresión ella quería volverse un bebé pequeño y rechazaba comer ella misma y levantarse de la cama, como si ella quisiera volver a ser un bebé, de modo que la sacamos del hogar en que estaba viviendo y la llevamos a vivir a una casa con una persona para que pudiera tener una atención muy personal. Y un día el padre Tomás, el capellán de nuestra comunidad, fue a llevarle la comunión, y después de la comunión le susurró algo al oído, por primera vez, después de mucho tiempo; ella sonrió y desde ese día comenzó a mejorar y cuando la persona que vivía con ella fue a ver al padre Tomás, le preguntó ¿Qué le has dicho para que comenzara a cambiar? El padre Tomás simplemente le dijo: “Te necesito ¿puedes rezar por mi? Necesito tu ayuda”. Como veis todo lo que necesitamos es que alguien nos necesite, que nos telefonee, diciendo: “necesito tu ayuda, necesito tu amor, te necesito”. Tenemos que tener mucho cuidado cuando vivimos con personas con deficiencia para no sólo hacer cosas por ellos sino para que ellos descubran que les necesitamos.
Antes de venir a Salamanca estaba en el hogar en el que vivo, allí está Pascal, no habla, pero se acercó a mi, lo primero que quería era un mapa para que le enseñara dónde estaba Salamanca, dónde estaba España. Le enseñé en el mapa dónde estaba Francia, dónde estaba España, puse un pequeño punto donde pensaba que estaba Salamanca en España y esto es lo que me dijo: “rezaré por ti... ¡Te necesito. Te necesitamos, necesitamos tu amor, necesitamos tu oración!.
Cada uno de nosotros tenemos que descubrir nuestro don, el don que puedo darte y el don que tú puedes darme, porque tú tienes dones en ti que yo necesito porque yo no los tengo; por eso necesito a José Luis, porque vivir juntos es necesitarnos unos a otros. Cuando comenzamos a necesitarnos comenzamos a revelarnos unos a otros lo importante que somos. De esto tratan las pequeñas comunidades, que nos necesitamos unos a otros, necesitamos comprender el dolor y las necesidades de las personas.
Hace años acogimos en nuestra comunidad a una mujer que tenía epilepsia y hemiplejía, tenía un brazo y una pierna paralizado y estaba muy enfadada.. Había gran cantidad de violencia en ella, gritaba, rompía cosas, no podía pegar a alguien porque si lo intentaba podía caer, pero no era fácil vivir con ella debido a toda esa violencia, esa ira que había en ella. Así que la pregunta es importante: ¿de dónde procede esta violencia? Y poco a poco comenzamos a descubrirlo; tenía muchos celos de su hermana, que tenía tres hijos, ella quería un niño, ese era su deseo, y esto es lo normal . En cierto modo su cuerpo estaba hecho para tener un niño, así que estaba muy enfadada, enfadada con su hermana, enfadada con sus padres, enfadada con Dios, enfadada consigo misma. Y... ¿cómo somos nosotros capaces de decirle: mira sabes que te comprendemos, no puedo solucionar tu problema pero lo comprendo y es doloroso para mi. Y cuando ella empezó a darse cuenta de que la comprendíamos comenzó a volverse menos salvaje.
Frecuentemente la violencia es un mensaje. Cuando comprendemos a la gente las cosas comienzan a cambiar, porque ella es una mujer con gran ternura, ahora está en una silla de ruedas, con mucha paz. En ocasiones voy al hogar donde ella vive y me siento a su lado, cuando ella ve que estoy cansado (que pasa de vez en cuando), pone la mano sobre mi cabeza y dice ¡pobre viejo! Y hay un gran ternura en ella, pero muchas veces ella no sabe dónde proyectar esa ternura; la gente puede hacer cosas por ella, pero ella también necesita hacer algo, por eso es muy importante comprender a la gente. La comprensión requiere mucho tiempo en el que escuchamos a la gente, les dejamos decir lo que quieren y lo que desean. No siempre podemos dar lo que desean, pero siempre podemos comenzar a comprender y eso se puede producir con más facilidad dentro en el seno de la comunidad, como en una comunidad de Fe y Luz, en la que intentamos comprender a las personas, poco a poco les ayudamos a comprender el sentido de su vida.
Quiero contaros la historia de un niño pequeño con deficiencia. Estaba celebrando su primera comunión en la iglesia parroquial con una liturgia muy bonita y después de la liturgia una celebración familiar y después de esa celebración el tío del niño, que era además su padrino, se acercó a la madre y le dijo: ¡qué liturgia más bonita! Lo único triste es que el no ha comprendido nada, y el niño oyó aquello y con lágrimas en sus ojos le dijo: “no te preocupes mamá, Jesús me ama tal y como soy”. El era sabio diciendo esto, el tío no. Esto es lo que nos quiere decir Pablo cuando dice que Dios ha escogido a lo débil, a lo necio del mundo para confundir a los ricos, a los poderosos, a los que se creen listos. Así que amar es revelar, es comprender, es cuidar, ayudar a las personas a desarrollarse, ayudarles a vivir en comunidad. ¿Qué sucede cuando alguien como Moisés descubre que es amado? Es algo muy importante, empieza a confiar en los otros y la confianza es algo muy importante, cuando empezamos a confiar en algo salimos de nuestro mundo de miedo de nuestra propia prisión. A veces tengo la ocasión de hablar con gente joven de 15 ó 16 años y les pregunto: cuando tienes problemas en tu vida, cuando descubres, por ejemplo, que tus padres se pelean, o cuando tú te sientes enfadado con tus padres o cuando te enfrentas a situaciones de problemas de sexualidad o caos, ¿qué descubres en ti, angustia e incluso deseos de suicidio?, ¿hay alguien con quien puedas hablar? ¿hay alguien en quien puedas confiar? Ellos no te pueden decir lo que debes hacer, ni te juzgarán y por supuesto no te condenarán, sino que te dirán: “te comprendo, no es fácil lo que vives, hay gran dolor en tí y si me necesitas, llámame”.
Como veis todos vivimos cosas difíciles, todo hombre, toda mujer vive problemas, sentimos que no nos quieren, no somos amados y tenemos depresión e ira. A veces deseamos beber demasiado, pero ¿hay alguien con quien podemos hablar? Alguien que no me juzgue, que me diga lo que tengo que hacer, pero que me escuche y me diga “te comprendo”. En ocasiones ese es el papel del sacerdote, pero algunas veces lo han olvidado porque en ocasiones están muy ocupados.
No siempre es fácil escuchar porque no puedes o no quieres, porque no hay nada que hacer; es como cuando una madre tiene a un hijo y acaba de fallecer, lo que necesita es que alguien la escuche, no para hacer nada, no hay nada que podamos hacer, pero alguien que le diga: “estoy contigo, me siento en comunión contigo”, “lo que estas viviendo es muy doloroso”, gente que pueda escucharte de manera que aflore la confianza. Eso es lo que necesitaba Moisés, confiar. Los adultos no están ahí ya para detener su vida ¿Qué sucede cuando hay desconfianza hacia los asistentes? Los asistentes son aquellos hombres y mujeres que vienen a los hogares a vivir con las personas con deficiencia, igual que en las comunidades de Fe y Luz están los amigos. Vivimos juntos y cuando la gente empieza a confiar unos en otros se produce una comunión de los corazones, que es una forma de amistad . La comunión de los corazones no es poseerte ni manipularte, sino que es creer en tí y liberarnos unos a otros para hacernos más humanos, completamente humanos.
Así que lo importante para Moisés era confiar en las personas con las que vivía y que pudiera haber confianza en él, que ellos pudieran confiar en él, de modo que pudieran vivir la comunión de estos corazones; no es poseer a la gente ni manipularla, sino vivir algo juntos. Pero amar también es perdonar; sabéis que cuando vivimos juntos nos herimos unos a otros, no queremos herirnos pero hay veces que estamos cansados, no podemos escuchar, estamos ocupados -eso lo veo yo en mí mismo- a veces aparto a la gente. A veces algunas personas pueden despertar en mí mismo mi propia angustia, puedo tener buenas relaciones con una persona con deficiencia, pero con otras menos, a veces me hacen subirme por las paredes, a veces del modo en que repiten y repiten las cosas. Algunas personas nos gustan y otras no, así que tenemos que aprender a perdonar y eso significa que no debo cambiar. Tengo que crecer en amor, así podremos descubrir que nos necesitamos unos a otros.
Quería volver a algo que dejé hace un rato. Que Moisés es un pequeño profeta, no es el gran profeta, porque a veces hace renacer en el corazón de las personas compasión. Estoy pensando en un asistente de nuestras comunidades, tras un año en una comunidad, en la que vivió con alguien como Moisés, me dijo: “mira, mi vida ha sido transformada, antes de vivir con personas con una deficiencia; quería escalar, escalar en la escalera de la promoción y ser el mejor y ser agresivo, pero, no era sensible, sólo era sensible a mis propias necesidades, mi deseo de ganar, mi deseo de promocionarme en el colegio, en la Universidad, en el trabajo, donde fuera. Y al estar en el Arca estoy descubriendo a las personas. Hay dolor, y empiezo a escuchar a las personas, no solamente me preocupo de mi éxito, algo estaba sucediendo en este hombre. También escucho algo parecido en los amigos de Fe y Luz. Desde que estoy en Fe y Luz he cambiado, me estoy abriendo, estoy descubriendo la comunidad, estoy empezando a descubrir que quiero a la gente y que la gente me quiere, y la gente con una deficiencia está aprendiendo a querer, no porque tengo mucho poder y consigo el éxito, sino que me quiere tal como soy por lo que soy en mi persona. Así que descubramos que los amigos que van a Fe y Luz o van al Arca empiezan a transformarse y empiezan a descubrir lo que significa aceptar a alguien tal y como es.
Ayudarle a crecer, y frecuentemente descubren quién es Jesús. Mucha gente viene a nuestras comunidades no porque tenga mucha fe en Jesús, pero al vivir en la comunidad descubren quién es Jesús, porque empiezan a descubrir sus problemas para querer a los demás. Cuando tratan de hacerlo bien en los estudios, en el trabajo, no surge la cuestión de querer a la gente, y no se dan porque están encerrados en sí mismos; pero cuando vives en una comunidad con gente, descubres que no es fácil querer a la gente y descubrimos el caos que hay en nosotros, tendencias de dominación, posesión, beber, drogas, sexualidad a algunas personas las queremos y a otras no, empezamos a ver que hay caos dentro de nosotros; entonces descubro que necesito a Jesús, necesito ser salvado y esto no es sólo una idea que aprendí en la catequesis, es algo que vivo; empiezo a descubrir que necesito a Jesús, para ser capaz de querer a la gente, para realmente apreciar a las personas con una deficiencia, para apreciar a cualquier otra persona y, entonces, descubro qué significa la oración. Significa encontrarse con Jesús, significa entrar en comunión con Dios. Así que el pequeño Moisés era alguien que empezaba a llevarnos a nosotros y hacía nacer en nosotros la compasión porque ese es el corazón de todo. Jesús nos dice “sed compasivos como mi Padre es compasivo, no juzguéis y no seréis juzgados. No condenéis y no seréis condenados. Perdonar y seréis perdonados”.
. . . . . .. . . . .. . . . . . Se acaba la charla ...................................
Si queréis hacer preguntas o comentar alguna cosa, no tengáis vergüenza.
¿Cómo comenzaron las comunidades del Arca y Fe y Luz?
Descubrí a las personas con deficiencia en el año sesenta y cuatro. En aquél momento el padre del que os hablé, Thomas Phillip, era el capellán de una residencia y me animó a que fuera a conocer a mis nuevos amigos, y como os dije, entonces acogí a dos personas y empezamos a conocernos. Yo me ocupaba de la cocina, así que comíamos fatal, pero empezamos a vivir juntos. Desde entonces el Arca ha crecido. Ahora hay 120 comunidades en todo el mundo. Cada comunidad está compuesta por 1, 2, 3, 5 ó 10 casas pequeñas, en las que, personas con deficiencia van a vivir con amigos en la comunidad por un año o más, o quizás toda la vida. Hay una comunidad en España, no lejos de Barcelona. Eso es el Arca, vivimos juntos, comemos juntos, nos peleamos juntos, trabajamos juntos, nos divertimos juntos.
Creamos una nueva forma de familia Fe y Luz en 1971. En un encuentro entre Marelien Matieu y yo mismo y una pareja que tenia dos hijos con deficiencia mental muy severa, que habían ido a Lourdes, y no se les permitió alojarse en un hotel, con dos hijos. Les obligaron a dejar a sus hijos en el hospital, no los dejaron permanecer con ellos, así que estos padres tenían una herida muy profunda. Juntos Marelien y yo preparamos una peregrinación a Lourdes que tuvo lugar en 1971, vinieron algunas personas de Madrid y fuimos 12000 personas (4000 personas con deficiencia, 4000 padres y 4000 amigos) y vivimos algo muy importante y muy bonito en la Semana Santa de 1971. A partir de ahí nacieron las comunidades de unas 30 personas: los padres, sus hijos / as, amigos se encuentran una vez al mes en vacaciones, en retiros. Hay unas treinta y tres comunidades en España, siete en Salamanca. Esto es Fe y Luz, y en el mundo hay mil quinientas comunidades en setenta y cinco países.
No hace mucho estuve en Serbia (Yugoslavia), hay una comunidad empezando. Alguna de nuestras comunidades está relacionadas con la Iglesia Ortodoxa. Tenemos comunidades en Moscú; como os he dicho en setenta y cinco países del mundo. Estas comunidades traen gran paz a los padres, porque ellos comienzan a descubrir quiénes son sus hijos. Hace algún tiempo estuve en Eslovenia y tuve la oportunidad de hablar con muchos padres de Fe y Luz y se me acercó una madre y me dijo: “tengo cuatro hijos, tres de ellos tiene una deficiencia severa y he llorado mucho”; y continuó diciendo: “desde que estoy en Fe y Luz estoy descubriendo lo que tienen mis hijos y siento cada vez menos lo que ellos no tienen”. Así que son comunidades que nos unen a todos y creamos lazos, celebramos la vida juntos, rezamos y nos divertimos juntos.... Así El Arca y Fe y Luz tienen la misma espiritualidad, pero diferentes formas de compromiso.
¿Cómo se subvencionan?
En cada país es diferente. En Barcelona nos ha costado mucho tiempo que el gobierno local nos diera dinero, tenemos que crear fundaciones locales. En países como Haití, en que tenemos dos comunidades, o en Africa, encontramos muy poco dinero en el país, tenemos que crear fundaciones a nivel internacional, nunca acumulamos más dinero de lo necesario para un año. Dependemos mucho de la providencia en la certeza de que Dios escuchará el grito del pobre, es un problema real en algunos países. En Francia, Inglaterra y Canadá tenemos ayuda del Estado, es suficiente para los costes operativos, pero no para los costes de capitalización, siempre hay un tema de recibir ayuda; alguna de nuestras comunidades hacen trabajos que nos provee de dinero. En Calcuta tenemos un taller donde se hacen trabajos muy buenos que luego se venden en los países ricos; en Calcuta somos autosuficientes al cuarenta por ciento, siempre tenemos esa necesidad, siempre necesitamos ayuda. Se tata de crear una red de amigos que crean en la comunidad y se comprometan con ella. Esta es una pregunta, que se hace cualquier padre o madre, revelar que eres precioso, pero hay cosas que puedes hacer y cosas que no.
Si le lanzas un cacharro a alguien a la cabeza, eso no lo puedes hacer, porque toda la educación trata de eso. La educación significa dar ideas claras, la educación se vuelve más sencilla cuando hay confianza. Lo más importante es crear relaciones de confianza; cuando he hablado con educadores que se ocupan de niños de la calle, me dicen que no se puede hacer nada hasta que no hay confianza... Necesitamos ganarnos esa confianza, para revelar que realmente te quiero, y quererte no es poseerte, manipularte, sino ayudarte a crecer. Siempre es algo complicado, pero tenemos que crecer para querer a los demás de un modo inteligente y ayudarles a crecer.
En nuestra comunidad de Santo Domingo acogimos a un niño llamado Luisito; siempre había vivido en la calle, no podía caminar y su madre había cuidado de él, pero su madre murió; él vino a nuestra comunidad pero no quería comer en la mesa, no quería trabajar, estaba muy enfadado, hacía mucho ruido. Ahora come en la mesa y trabaja y está bien. Tenemos que respetar a la gente que quiere seguir siendo una víctima y no crecer, a veces eso significa confrontación. Tienes que trabajar las cosas antes. No estamos en un mundo de emociones, sino que tenemos que ser buenos pedagogos, muchas veces necesitamos la ayuda de psiquiatras y de psicólogos.
¿Hay que ser un buen cristiano para comprometerse con las comunidades?
Vino un asistente, muy bueno, que había comenzado a vivir en otra comunidad de El Arca. Vino a decirme que el era ateo, eso le preocupaba.. Yo le pregunté: ¿tú crees en las personas?, ¿realmente crees que son importantes? Me dijo que sí. Le dije yo, casi prefiero a las personas que creen en las personas con deficiencia, pero no creen en Dios, que las personas que creen en Dios y no creen en las personas con una deficiencia. Quizás hay demasiados cristianos que no creen en las personas con una deficiencia. Las personas pueden no ser cristianas por muchas razones y lo puedo comprender. Para nosotros lo importante es que las gentes se comprometan con personas con una deficiencia. He conocido a gente maravillosa que eran musulmanes o hindúes y se han comprometido con las personas con una discapacidad. A veces me dicen los cristianos: “¿por qué pierdes el tiempo con gente así?” He conocido a musulmanes maravillosos, muy comprometidos.
¿ Cual es la diferencia entre Fe y Luz y el Arca?
Empecé en el año sesenta y cuatro, hace treinta años a vivir con personas con discapacidad y la peregrinación a Lourdes que inició las comunidades de Fe y Luz, así que hace 31 años. En el Arca vivimos todo el tiempo juntos, porque algunos hijos no pueden vivir con sus padres, en Fe y Luz viven con sus padres en sus familias y se encuentran una o dos veces al mes ¡vale!
Quiero deciros dos cosas
(Se oye una voz de los asistentes, es María, le dice: te quiero Jean.)
Voy a contaros una historia a propósito de lo que me pregunta el padre Fernando. Estoy pensando en una madre en Kiew (Ucrania). Tiene un niño en silla de ruedas que no habla; ella se sentía muy dolida, enfada con su marido que la abandonó, enfadada con Dios, con su propio hijo..., y un día dos personas jóvenes llamaron a su puerta y le dijeron: “¿quieres venir a la reunión de Fe y Luz?” Ella dijo: “no, iros, podéis llevaros a mi hijo pero yo no voy”. Al mes siguiente sucedió lo mismo, incluso la tercera vez hizo lo mismo: “llevaros a mi hijo, pero a mi dejadme en paz”. Al final, al tercer encuentro toman una taza de té juntos, en ese momento esas dos personas jóvenes le dijeron a la madre: “Dinos ¿cómo estás?” Y dice: “lloro mucho, me rompo en lágrimas”, (ella comenzó a llorar) dijo: “antes nadie me ha preguntado cómo me siento”, y entonces fue a Fe y Luz y hoy es la responsable del grupo.
Tenemos que darnos cuenta que algunos padres han sufrido tanto, es difícil para ellos vivir con su hijo. Tenemos que aprender a visitarles y explicarles. Alguna gente todavía puede tener mucho miedo de algunas personas con deficiencia porque no comprenden lo importante que son para la Iglesia.
San Pablo dice algo extraordinario en el capítulo 12 de su Carta a los Corintios, cuando compara su Iglesia con el cuerpo humano; en un momento dice que aquellas partes del cuerpo que son las más débiles y las menos presentables son necesarias para el cuerpo y deben ser honradas. Pero mucha gente no se da cuenta; hace falta tomarse un tiempo para que nos demos cuenta de esto. Los padres se sienten muy heridos y no entienden lo que ha sucedido, algunos religiosos tampoco se dan cuenta porque todo lleva su tiempo. Tenemos que tener paciencia
Ya hay treinta y tres comunidades en España, quizá de aquí a diez años seamos 100. Podemos seguir creciendo.
¿De dónde sacas tu fuerza, Jean?
Comer bien, intentar ir pronto a la cama, incluso en España. Jesús y su propia comunidad –mi propia comunidad es una comunidad muy bella-. Vivo en una pequeña casa con personas con deficiencia, nos conocemos unos a otros, algunos desde hace 30 años, ellos conocen mis faltas y yo la suyas, yo conozco sus deseos y ellos los míos. Tenemos que cuidar de nuestros cuerpos, tenemos que saber descansar, tenemos que saber descubrir el poder de Jesús y de la comunidad.
¿Cuánto ha crecido Fe y Luz?
Una de nuestras preocupaciones en El Arca es cómo seguir siendo una comunidad y no una institución, una residencia; crear una institución que sea en sí misma una comunidad, ya hay una tensión. En las comunidades del Arca la gente se cansa, hay una pregunta sobre cómo nuestras comunidades evolucionan desde un momento inicial de entusiasmo, hacia una fase madura de sabiduría; no puedo dar respuesta fácil a esto, aunque es una pregunta real y viva. Cuando viven mucho tiempo con personas con una discapacidad puede que cierto entusiasmo desaparezca. Por tanto necesitas medios, necesitas formación, ayuda, una comunidad nunca está hecha, es un crecimiento continuo, cambio, evolución.
Atravesáis momentos malos, muerte, resurrección. Así es la vida. Tenemos que aprender a vivir las diferentes etapas de la vida comunitaria. Es la misma pregunta para la Iglesia; empezó con gran entusiasmo y pudo hacerse un poco vieja. Así que ¿cómo mantenemos el espíritu?, ¿un espíritu de misión, de amor?, ¿lo que hay y existe en la historia de la Iglesia? Es la historia de la comunidad y también de cada uno de nosotros.
La cuestión es cómo vivir continuamente la crucifixión y la resurrección, porque todos estamos en ese proceso, en que perdemos ese entusiasmo y caemos en la rutina. Es una cuestión importante para todos nosotros y para las comunidades, y cómo atravesar todo esto con fe, de manera que permanezcamos verdaderamente creyendo en Jesús y sabedores de que su mensaje es una buena noticia.
¿Con las nuevas técnicas dejarán de existir estos pequeños profetas?
Con la miocentesis sucede que el 60 por ciento de las mujeres en Francia aborta; esto sucede porque no somos capaces de acogerlos, los padres se sienten muy solos; incluso el modo en que son matados, en su muerte son profetas, siempre quisieron matar a los profetas... ¡Jesús fue matado! Esto sucede porque no somos capaces de acogerlos y tenemos que permanecer todos juntos y hacer algo.
¿Quién es nuestro enemigo? / Autor: Padre Rufus Pereira
No duerman, porque satanás jamás duerme
Nuestro enemigo es el demonio. Él está siempre preparándose para atacarnos, para abatirnos. San Pedro dice: "No duerman, porque satanás jamás duerme". Pero no tengan miedo, no se queden con esta obsesión".
El peor enemigo es el demonio. Gran parte del ministerio de Jesús era liberar a las personas de satanás. El Papa Paulo VI dijo: "¿Cual es la gran necesidad de la Iglesia hoy?" No piense que mi respuesta va a ser tonta o supersticiosa. La gran necesidad de la Iglesia, hoy, es saber como defenderse del gran enemigo que tenemos: el demonio.
En mi ministerio pastoral como sacerdote, me deparo con estas situaciones casi todos los días. Que no tienen explicación humanamente hablando y no tienen solución humana.
¿Cómo saber que lo que la persona está viviendo no es psicológico? "La primera área que el enemigo ataca es nuestro deseo. Jesús sabía de eso, por eso oró: Padre, tu voluntad y no la mía".
El demonio ataca nuestro deseo con actos compulsivos de pecado. Desde el alcoholismo, hasta el vicio en las drogas. Yo he visto varios casos en los cuáles con una única oración la persona es liberada.
El enemigo quiere atacar, en segundo lugar, en nuestra mente. Muchos se quedan hipnotizados por esos movimientos de la Nueva Era. El mundo entero hoy está lleno de esas teorías, de esas prácticas.
En tercer lugar, el enemigo puede atacar mis emociones: celos, miedos, tendencias de suicidio. Es eso que él hace en el corazón de los terroristas. Ellos piensan que están haciendo la voluntad de Dios, pero el trabajo de ellos es de satanás.
El enemigo puede atacar mi cuerpo. Todas las veces en que estoy tenso y las personas dicen que ya fueron en todos los médicos y ellos no consiguieron descubrir. Cuando un caso de esos viene a mí, me quedo muy feliz porque sé que Jesús puede curar.
El enemigo también puede atacar mis relaciones, especialmente las relaciones familiares. El enemigo intenta también atacar las personas que tienen trabajo de liderazgo en la Iglesia.
Si en mi pasado, algunos de mis familiares se envolvieron con trabajos satánicos, maldición, hechizo, tú puedes tener certeza de que la raíz está allá.
La fuente también para el ataque pueden ser las personas a mi alrededor. Muchas veces la relación de la pareja es mala porque un miembro de una familia lanzó una maldición. Muchas veces, tu mejor amigo tiene envidia porque tú conseguiste un empleo muy bueno.
Si yo busqué alguna otra persona que no fuera Jesús, si yo busqué a alguien que me leyera las cartas, un hechicero, si escuché algún tipo de rock pesado, asisto determinados tipos de programas en Internet, en la televisión, estoy exponiéndome a satanás para que él pueda entrar y hacer confusión en mi vida.
Cada país tiene sus nombres para prácticas ocultas. Yo estaba dando retiro para sacerdotes en cierta diócesis del mundo y todos los padres habían buscado videntes. ¿Ustedes ya oyeron hablar de macumba? Cualquier persona que recurrió a esto y no a Jesús, se colocó a sí mismo y sus próximas cuatro generaciones bajo el dominio de satanás.
El tercer bloqueo para mi cura es cualquier implicación que yo haya tenido con satanás. Él puede atacarnos a través aún de la comida y de la bebida, medallas, teléfono, e-mails. Él usa todos los medios de comunicación para atacar aquellos que él está buscando. Yo necesito renunciar a cualquier conexión que yo tuve con el reino de la oscuridad.
Yo quiero contar esta historia para que vosotros vean como el enemigo usa todos los tipos de medios para atacarnos.
Hay una familia en Bombay muy próxima a mí, me acompañan de cerca en el ministerio de cura y liberación y el hijo de este matrimonio también me ayudaba. Un día, él me dijo: "Padre, usted podría ir a celebrar una misa en mi casa". Yo dije que ya había ido, pero él dijo que necesitaba de nuevo, porque él no sentía placer de estar en su casa. Él dijo: "hay alguna cosa sucediendo y necesito estar feliz después de la misa, porque mi casa parece un infierno".
Fui y celebré la misa. Después, un hermano mayor que él, me trajo una imagen del Corazón de Jesús para bendecirlo. Entonces, yo comencé a hacer una oración. Fueron amigos hindúes que dieron este presente para esta pareja. El más viejo de la casa se había casado con una chica de las Filipinas. La imagen había sido dada por una pareja hindú muy amiga.
Yo bendije aquella imagen. En el momento en que la bendije la esposa filipina se cayó y ella parecía estar poseída. Una voz salía de ella: "Fui yo quien di esa estatua, porque el matrimonio con mi marido no es bueno y esa pareja católica es feliz". La pareja que dio tenía todo tipo de problema financiero. Ellos colocaron una maldición en la estatua.
Esa filipina hablaba conmigo y gritaba en una lengua que yo no conocía. De pronto, ella comenzó a hablar en la lengua del esposo mejor que él todavía, a pesar de ser filipina. A través de la mujer que cayó fue el propio enemigo que habló porque aquella familia estaba sufriendo hacía nueve meses. Cuando esta filipina volvió en sí, ella no sabía lo que había sucedido. Yo les dije: “Esta noche, esta imagen tiene que salir de aquí”. Caso contrario yo no me responsabilizo de lo que pueda suceder.
Ellos tomaron dos martillos y despedazaron en mil partes la imagen. Tomaron los pedazos y lo arrojaron al mar. De aquella noche en adelante se hicieron una nueva y bendecida familia. Lo que Jesús nos dice de más importante es lo siguiente. ¿Qué dice Jesús que no es bueno? "El mundo entero está bajo el poder de satanás". Y después él da la buena noticia: "No tengáis miedo. ¡Yo vencí al mundo!"
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Padre Rufus Pereira
Vice-presidente de la Asociación Internacional de exorcistas
Prédica durante el encuentro de cura y liberación "¿Quién como Dios?"
Nuestro enemigo es el demonio. Él está siempre preparándose para atacarnos, para abatirnos. San Pedro dice: "No duerman, porque satanás jamás duerme". Pero no tengan miedo, no se queden con esta obsesión".
El peor enemigo es el demonio. Gran parte del ministerio de Jesús era liberar a las personas de satanás. El Papa Paulo VI dijo: "¿Cual es la gran necesidad de la Iglesia hoy?" No piense que mi respuesta va a ser tonta o supersticiosa. La gran necesidad de la Iglesia, hoy, es saber como defenderse del gran enemigo que tenemos: el demonio.
En mi ministerio pastoral como sacerdote, me deparo con estas situaciones casi todos los días. Que no tienen explicación humanamente hablando y no tienen solución humana.
¿Cómo saber que lo que la persona está viviendo no es psicológico? "La primera área que el enemigo ataca es nuestro deseo. Jesús sabía de eso, por eso oró: Padre, tu voluntad y no la mía".
El demonio ataca nuestro deseo con actos compulsivos de pecado. Desde el alcoholismo, hasta el vicio en las drogas. Yo he visto varios casos en los cuáles con una única oración la persona es liberada.
El enemigo quiere atacar, en segundo lugar, en nuestra mente. Muchos se quedan hipnotizados por esos movimientos de la Nueva Era. El mundo entero hoy está lleno de esas teorías, de esas prácticas.
En tercer lugar, el enemigo puede atacar mis emociones: celos, miedos, tendencias de suicidio. Es eso que él hace en el corazón de los terroristas. Ellos piensan que están haciendo la voluntad de Dios, pero el trabajo de ellos es de satanás.
El enemigo puede atacar mi cuerpo. Todas las veces en que estoy tenso y las personas dicen que ya fueron en todos los médicos y ellos no consiguieron descubrir. Cuando un caso de esos viene a mí, me quedo muy feliz porque sé que Jesús puede curar.
El enemigo también puede atacar mis relaciones, especialmente las relaciones familiares. El enemigo intenta también atacar las personas que tienen trabajo de liderazgo en la Iglesia.
Si en mi pasado, algunos de mis familiares se envolvieron con trabajos satánicos, maldición, hechizo, tú puedes tener certeza de que la raíz está allá.
La fuente también para el ataque pueden ser las personas a mi alrededor. Muchas veces la relación de la pareja es mala porque un miembro de una familia lanzó una maldición. Muchas veces, tu mejor amigo tiene envidia porque tú conseguiste un empleo muy bueno.
Si yo busqué alguna otra persona que no fuera Jesús, si yo busqué a alguien que me leyera las cartas, un hechicero, si escuché algún tipo de rock pesado, asisto determinados tipos de programas en Internet, en la televisión, estoy exponiéndome a satanás para que él pueda entrar y hacer confusión en mi vida.
Cada país tiene sus nombres para prácticas ocultas. Yo estaba dando retiro para sacerdotes en cierta diócesis del mundo y todos los padres habían buscado videntes. ¿Ustedes ya oyeron hablar de macumba? Cualquier persona que recurrió a esto y no a Jesús, se colocó a sí mismo y sus próximas cuatro generaciones bajo el dominio de satanás.
El tercer bloqueo para mi cura es cualquier implicación que yo haya tenido con satanás. Él puede atacarnos a través aún de la comida y de la bebida, medallas, teléfono, e-mails. Él usa todos los medios de comunicación para atacar aquellos que él está buscando. Yo necesito renunciar a cualquier conexión que yo tuve con el reino de la oscuridad.
Yo quiero contar esta historia para que vosotros vean como el enemigo usa todos los tipos de medios para atacarnos.
Hay una familia en Bombay muy próxima a mí, me acompañan de cerca en el ministerio de cura y liberación y el hijo de este matrimonio también me ayudaba. Un día, él me dijo: "Padre, usted podría ir a celebrar una misa en mi casa". Yo dije que ya había ido, pero él dijo que necesitaba de nuevo, porque él no sentía placer de estar en su casa. Él dijo: "hay alguna cosa sucediendo y necesito estar feliz después de la misa, porque mi casa parece un infierno".
Fui y celebré la misa. Después, un hermano mayor que él, me trajo una imagen del Corazón de Jesús para bendecirlo. Entonces, yo comencé a hacer una oración. Fueron amigos hindúes que dieron este presente para esta pareja. El más viejo de la casa se había casado con una chica de las Filipinas. La imagen había sido dada por una pareja hindú muy amiga.
Yo bendije aquella imagen. En el momento en que la bendije la esposa filipina se cayó y ella parecía estar poseída. Una voz salía de ella: "Fui yo quien di esa estatua, porque el matrimonio con mi marido no es bueno y esa pareja católica es feliz". La pareja que dio tenía todo tipo de problema financiero. Ellos colocaron una maldición en la estatua.
Esa filipina hablaba conmigo y gritaba en una lengua que yo no conocía. De pronto, ella comenzó a hablar en la lengua del esposo mejor que él todavía, a pesar de ser filipina. A través de la mujer que cayó fue el propio enemigo que habló porque aquella familia estaba sufriendo hacía nueve meses. Cuando esta filipina volvió en sí, ella no sabía lo que había sucedido. Yo les dije: “Esta noche, esta imagen tiene que salir de aquí”. Caso contrario yo no me responsabilizo de lo que pueda suceder.
Ellos tomaron dos martillos y despedazaron en mil partes la imagen. Tomaron los pedazos y lo arrojaron al mar. De aquella noche en adelante se hicieron una nueva y bendecida familia. Lo que Jesús nos dice de más importante es lo siguiente. ¿Qué dice Jesús que no es bueno? "El mundo entero está bajo el poder de satanás". Y después él da la buena noticia: "No tengáis miedo. ¡Yo vencí al mundo!"
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Padre Rufus Pereira
Vice-presidente de la Asociación Internacional de exorcistas
Prédica durante el encuentro de cura y liberación "¿Quién como Dios?"
Sensibilidad ante los sentimientos ajenos / Autor: Alfonso Aguiló
Falta de intuición ante los sentimientos
Pueden, por ejemplo, hablar animadamente durante tiempo y tiempo, sin darse cuenta de que están resultando pesados, o que su interlocutor tiene prisa y lleva diez minutos haciendo ademán de querer concluir la conversación, o dando a entender discretamente que el tema no le interesa en absoluto.
A lo mejor intentan dirigir unas palabras que les parecen de amigable y cordial crítica constructiva –a su cónyuge, a un hijo, a un amigo–, y no se dan cuenta de que, por la situación de su interlocutor en ese momento concreto, sólo están logrando herirle.
• O irrumpen sin consideración en las conversaciones de los demás, cambian de tema sin pensar en el interés de los otros, hacen bromas inoportunas, o se toman confianzas que molestan o causan desconcierto.
• O quizá intentan animar a una persona que se encuentra abatida después de un disgusto o un enfado, y le dirigen unas palabras que quieren ser de acercamiento pero, por lo que dicen o por el tono que emplean, su intento resulta contraproducente.
• O hablan en un tono imperioso y dominante, pensando que así quedan como personas decididas y enérgicas, y no se dan cuenta de que cada vez que con su actitud cierran a uno la boca suelen hacer que cierre también su corazón.
—¿Y por qué crees que esas personas son así? ¿Por qué parecen entrar en la vida de los demás como un caballo en una cacharrería?
No suele ser por mala voluntad. Lo más habitual es que, como decíamos, les falte sensibilidad ante los sentimientos ajenos.
Como ha señalado Daniel Goleman, las personas no expresamos verbalmente la mayoría de nuestros sentimientos, sino que emitimos continuos mensajes emocionales no verbales, mediante gestos, expresiones de la cara o de las manos, el tono de voz, la postura corporal, o incluso los silencios, tantas veces tan elocuentes. Cada persona es un continuo emisor de mensajes afectivos del más diverso género (de aprecio, desagrado, cordialidad, hostilidad, etc.) y, al tiempo, cada persona es también un continuo receptor de los mensajes que irradian los demás.
Esas personas de las que hablábamos, tan inoportunas, son así porque apenas han desarrollado su capacidad de captar esos mensajes de los demás: se han quedado –por decirlo así– un poco sordas ante esas emisiones no verbales que todos irradiamos de modo continuo.
Es un fenómeno que notamos también en nosotros mismos cuando quizá a posteriori advertimos que nos ha faltado intuición al tratar con determinada persona; o que no nos hemos percatado de que estaba queriendo darnos a entender algo; o caemos después en la cuenta de que, sin querer, la hemos ofendido, o hemos sido poco considerados ante sus sentimientos.
Es entonces cuando advertimos nuestra falta de empatía, nuestra sordera ante las notas y acordes emocionales que todas las personas emiten, unas veces de modo más directo, y otras más sutilmente, más entre líneas.
—Pero caer en la cuenta de que hemos cometido esos errores es ya un avance.
Sin duda, pues nos proporciona una posibilidad de mejorar. A medida que aumente nuestro nivel de discernimiento ante esos mensajes no verbales que emiten los demás, seremos personas más sociables, de mayor facilidad para la amistad, emocionalmente más estables, etc.
Se trata de una capacidad que resulta decisiva para la vida de cualquier persona, pues afecta a un espectro muy amplio de necesidades vitales del hombre: es fundamental para la buena marcha de un matrimonio, para la educación de los hijos, para hacer equipo en cualquier tarea profesional, para ejercer la autoridad, para tener amigos..., en fin, para casi todo.
Desde la primera infancia
La capacidad de reconocer los sentimientos ajenos, ese discernimiento que tanto facilita establecer una buena comunicación con los demás, tiene unas raíces que se retrotraen hasta la primera infancia. Ya en los primeros años, algunos niños se muestran agudamente conscientes de los sentimientos de los demás, y otros, por el contrario, parecen ignorarlos por completo. Y esas diferencias se deben, en gran parte, a la educación.
—¿Y cómo se aprende?
Es importante, por ejemplo, que al niño se le haga tomar conciencia de lo que su conducta supone para otras personas.
Hacerle caer en la cuenta de las repercusiones que sus palabras o sus hechos tienen en los sentimientos de los demás.
Para lograrlo, hay que prestar atención a la reacción del niño ante el sufrimiento o la satisfacción ajena, y hacérselo notar, con la correspondiente enseñanza, en tono cordial y sereno. Por ejemplo (y aunque también podría aplicarse, mutatis mutandis, a adolescentes o adultos), en vez de referirse simplemente a que ha hecho una travesura o una cosa buena, será mejor decirle: «Has hecho mal, y mira que triste has puesto a tu hermana»; o bien: «Papá está muy contento de lo bien que te has portado». De ese modo se fijará en los sentimientos que los demás tendrán en ese momento como consecuencia de lo que él ha hecho.
• Sano y cordial inconformismo
La falta de capacidad para reconocer los sentimientos de los demás conduce a la ineptitud y la torpeza en las relaciones humanas. Por eso, tantas veces, hasta las personas intelectualmente más brillantes pueden llegar a fracasar estrepitosamente en su relación con los demás, y resultar arrogantes, insensibles, o incluso odiosas.
Hay toda una serie de habilidades sociales que nos permiten relacionarnos con los demás, motivarles, inspirarles simpatía, transmitirles una idea, manifestarles cariño, tranquilizarles, etc. A su vez, la carencia de esas habilidades puede llevarnos con facilidad a inspirarles antipatía, desalentarles, despertar en ellos una actitud defensiva, ponerles en contra de lo que hacemos o decimos, inquietarles, enfadarles, etc.
Se trata de un aprendizaje emocional que, como hemos dicho, comienza desde una edad muy temprana. Puede consistir en que el niño aprenda a:
• contener las emociones (por ejemplo, para dominar su desilusión ante un regalo bienintencionado, pero que ha defraudado sus expectativas),
• o bien a estimularlas (por ejemplo, procurando poner y manifestar interés en una cortés conversación de compromiso que de por sí no le resulta interesante).
—Pero, en cierta manera, eso es esconder los verdaderos sentimientos y sustituirlos por otros que no se tienen, y que por tanto son falsos, o al menos artificiales.
No se trata de eso.
Lo que debe buscarse no es el falseamiento de los sentimientos, sino el automodelado
del propio estilo emocional.
Si una persona advierte, por ejemplo, que está siendo dominada por sentimientos de envidia, o de egoísmo, o de resentimiento, lo que debe hacer es procurar contener esos sentimientos negativos, al tiempo que procura estimular los sentimientos positivos correspondientes. De esa manera, con el tiempo logrará que éstos acaben imponiéndose sobre aquéllos, y así irá transformando positivamente su propia vida emocional.
—Pero muchos sentimientos no son ni buenos ni malos en sí mismos, sino adecuados o inadecuados a la situación en que estamos.
Sí, y por esa razón en muchas ocasiones es preciso esforzarse en compartimentar las emociones, es decir, procurar no seguir bajo su influencia cuando las circunstancias han cambiado y exigen en nosotros otra actitud.
Por ejemplo, podemos tener una situación en el trabajo que nos lleva a emplear nuestra autoridad de una manera que probablemente luego no es nada adecuada al llegar a casa. O quizá hemos tenido una conversación algo tensa, o una reunión difícil, y salimos algo alterados, con o sin razón, pero... quizá esa actitud, o ese tono de voz, o esa cara, son rigurosamente inoportunos e inadecuados para la reunión o la conversación siguientes.
Por eso, la dificultad de trato de muchas personas no está en que les falte afabilidad o cordialidad, sino en que no saben compartimentar. Al permitir que sus frustraciones contaminen otras situaciones distintas de la causante originaria, hacen pagar por ellas a quienes no tienen nada que ver con el origen de sus males. Ese tipo de personas sufre con facilidad muchas decepciones, porque se ven arrastradas por sus estados de desánimo, crispación o euforia. Son un poco simples, se lee en ellos como en un libro abierto, y son por eso muy vulnerables: el que sepa captar sus cambios de humor jugará con ellos como con una marioneta, con sólo saber tocar los puntos oportunos en el momento oportuno.
—Es cierto que muchas veces experimentamos sentimientos que no nos parecen adecuados..., pero estar todo el día pendientes de corregirlos, produce una tensión interior..., ¿eso es bueno?
Es que no debe ser una tensión crispada, ni agobiante. Debe ser un empeño cordial y amable, como un sano ejercicio, practicado con deportividad, que no nos agota ni nos angustia sino que nos hace estar en buena forma, nos enriquece y nos permite disfrutar de verdad de la vida.
—¿Y cuándo puede uno sentirse ya satisfecho de cómo es su estilo sentimental? Porque esto es una historia sin fin...
Soy partidario de un sano, cordial y prudente inconformismo, pues quienes son demasiado conformistas con lo que ya son, hipotecan mucho su felicidad.
Pueden, por ejemplo, hablar animadamente durante tiempo y tiempo, sin darse cuenta de que están resultando pesados, o que su interlocutor tiene prisa y lleva diez minutos haciendo ademán de querer concluir la conversación, o dando a entender discretamente que el tema no le interesa en absoluto.
A lo mejor intentan dirigir unas palabras que les parecen de amigable y cordial crítica constructiva –a su cónyuge, a un hijo, a un amigo–, y no se dan cuenta de que, por la situación de su interlocutor en ese momento concreto, sólo están logrando herirle.
• O irrumpen sin consideración en las conversaciones de los demás, cambian de tema sin pensar en el interés de los otros, hacen bromas inoportunas, o se toman confianzas que molestan o causan desconcierto.
• O quizá intentan animar a una persona que se encuentra abatida después de un disgusto o un enfado, y le dirigen unas palabras que quieren ser de acercamiento pero, por lo que dicen o por el tono que emplean, su intento resulta contraproducente.
• O hablan en un tono imperioso y dominante, pensando que así quedan como personas decididas y enérgicas, y no se dan cuenta de que cada vez que con su actitud cierran a uno la boca suelen hacer que cierre también su corazón.
—¿Y por qué crees que esas personas son así? ¿Por qué parecen entrar en la vida de los demás como un caballo en una cacharrería?
No suele ser por mala voluntad. Lo más habitual es que, como decíamos, les falte sensibilidad ante los sentimientos ajenos.
Como ha señalado Daniel Goleman, las personas no expresamos verbalmente la mayoría de nuestros sentimientos, sino que emitimos continuos mensajes emocionales no verbales, mediante gestos, expresiones de la cara o de las manos, el tono de voz, la postura corporal, o incluso los silencios, tantas veces tan elocuentes. Cada persona es un continuo emisor de mensajes afectivos del más diverso género (de aprecio, desagrado, cordialidad, hostilidad, etc.) y, al tiempo, cada persona es también un continuo receptor de los mensajes que irradian los demás.
Esas personas de las que hablábamos, tan inoportunas, son así porque apenas han desarrollado su capacidad de captar esos mensajes de los demás: se han quedado –por decirlo así– un poco sordas ante esas emisiones no verbales que todos irradiamos de modo continuo.
Es un fenómeno que notamos también en nosotros mismos cuando quizá a posteriori advertimos que nos ha faltado intuición al tratar con determinada persona; o que no nos hemos percatado de que estaba queriendo darnos a entender algo; o caemos después en la cuenta de que, sin querer, la hemos ofendido, o hemos sido poco considerados ante sus sentimientos.
Es entonces cuando advertimos nuestra falta de empatía, nuestra sordera ante las notas y acordes emocionales que todas las personas emiten, unas veces de modo más directo, y otras más sutilmente, más entre líneas.
—Pero caer en la cuenta de que hemos cometido esos errores es ya un avance.
Sin duda, pues nos proporciona una posibilidad de mejorar. A medida que aumente nuestro nivel de discernimiento ante esos mensajes no verbales que emiten los demás, seremos personas más sociables, de mayor facilidad para la amistad, emocionalmente más estables, etc.
Se trata de una capacidad que resulta decisiva para la vida de cualquier persona, pues afecta a un espectro muy amplio de necesidades vitales del hombre: es fundamental para la buena marcha de un matrimonio, para la educación de los hijos, para hacer equipo en cualquier tarea profesional, para ejercer la autoridad, para tener amigos..., en fin, para casi todo.
Desde la primera infancia
La capacidad de reconocer los sentimientos ajenos, ese discernimiento que tanto facilita establecer una buena comunicación con los demás, tiene unas raíces que se retrotraen hasta la primera infancia. Ya en los primeros años, algunos niños se muestran agudamente conscientes de los sentimientos de los demás, y otros, por el contrario, parecen ignorarlos por completo. Y esas diferencias se deben, en gran parte, a la educación.
—¿Y cómo se aprende?
Es importante, por ejemplo, que al niño se le haga tomar conciencia de lo que su conducta supone para otras personas.
Hacerle caer en la cuenta de las repercusiones que sus palabras o sus hechos tienen en los sentimientos de los demás.
Para lograrlo, hay que prestar atención a la reacción del niño ante el sufrimiento o la satisfacción ajena, y hacérselo notar, con la correspondiente enseñanza, en tono cordial y sereno. Por ejemplo (y aunque también podría aplicarse, mutatis mutandis, a adolescentes o adultos), en vez de referirse simplemente a que ha hecho una travesura o una cosa buena, será mejor decirle: «Has hecho mal, y mira que triste has puesto a tu hermana»; o bien: «Papá está muy contento de lo bien que te has portado». De ese modo se fijará en los sentimientos que los demás tendrán en ese momento como consecuencia de lo que él ha hecho.
• Sano y cordial inconformismo
La falta de capacidad para reconocer los sentimientos de los demás conduce a la ineptitud y la torpeza en las relaciones humanas. Por eso, tantas veces, hasta las personas intelectualmente más brillantes pueden llegar a fracasar estrepitosamente en su relación con los demás, y resultar arrogantes, insensibles, o incluso odiosas.
Hay toda una serie de habilidades sociales que nos permiten relacionarnos con los demás, motivarles, inspirarles simpatía, transmitirles una idea, manifestarles cariño, tranquilizarles, etc. A su vez, la carencia de esas habilidades puede llevarnos con facilidad a inspirarles antipatía, desalentarles, despertar en ellos una actitud defensiva, ponerles en contra de lo que hacemos o decimos, inquietarles, enfadarles, etc.
Se trata de un aprendizaje emocional que, como hemos dicho, comienza desde una edad muy temprana. Puede consistir en que el niño aprenda a:
• contener las emociones (por ejemplo, para dominar su desilusión ante un regalo bienintencionado, pero que ha defraudado sus expectativas),
• o bien a estimularlas (por ejemplo, procurando poner y manifestar interés en una cortés conversación de compromiso que de por sí no le resulta interesante).
—Pero, en cierta manera, eso es esconder los verdaderos sentimientos y sustituirlos por otros que no se tienen, y que por tanto son falsos, o al menos artificiales.
No se trata de eso.
Lo que debe buscarse no es el falseamiento de los sentimientos, sino el automodelado
del propio estilo emocional.
Si una persona advierte, por ejemplo, que está siendo dominada por sentimientos de envidia, o de egoísmo, o de resentimiento, lo que debe hacer es procurar contener esos sentimientos negativos, al tiempo que procura estimular los sentimientos positivos correspondientes. De esa manera, con el tiempo logrará que éstos acaben imponiéndose sobre aquéllos, y así irá transformando positivamente su propia vida emocional.
—Pero muchos sentimientos no son ni buenos ni malos en sí mismos, sino adecuados o inadecuados a la situación en que estamos.
Sí, y por esa razón en muchas ocasiones es preciso esforzarse en compartimentar las emociones, es decir, procurar no seguir bajo su influencia cuando las circunstancias han cambiado y exigen en nosotros otra actitud.
Por ejemplo, podemos tener una situación en el trabajo que nos lleva a emplear nuestra autoridad de una manera que probablemente luego no es nada adecuada al llegar a casa. O quizá hemos tenido una conversación algo tensa, o una reunión difícil, y salimos algo alterados, con o sin razón, pero... quizá esa actitud, o ese tono de voz, o esa cara, son rigurosamente inoportunos e inadecuados para la reunión o la conversación siguientes.
Por eso, la dificultad de trato de muchas personas no está en que les falte afabilidad o cordialidad, sino en que no saben compartimentar. Al permitir que sus frustraciones contaminen otras situaciones distintas de la causante originaria, hacen pagar por ellas a quienes no tienen nada que ver con el origen de sus males. Ese tipo de personas sufre con facilidad muchas decepciones, porque se ven arrastradas por sus estados de desánimo, crispación o euforia. Son un poco simples, se lee en ellos como en un libro abierto, y son por eso muy vulnerables: el que sepa captar sus cambios de humor jugará con ellos como con una marioneta, con sólo saber tocar los puntos oportunos en el momento oportuno.
—Es cierto que muchas veces experimentamos sentimientos que no nos parecen adecuados..., pero estar todo el día pendientes de corregirlos, produce una tensión interior..., ¿eso es bueno?
Es que no debe ser una tensión crispada, ni agobiante. Debe ser un empeño cordial y amable, como un sano ejercicio, practicado con deportividad, que no nos agota ni nos angustia sino que nos hace estar en buena forma, nos enriquece y nos permite disfrutar de verdad de la vida.
—¿Y cuándo puede uno sentirse ya satisfecho de cómo es su estilo sentimental? Porque esto es una historia sin fin...
Soy partidario de un sano, cordial y prudente inconformismo, pues quienes son demasiado conformistas con lo que ya son, hipotecan mucho su felicidad.
Tentación / Autor: P. Jesús Higueras
Jesús, lleno de Espíritu Santo, se volvió del Jordán, y era conducido por el Espíritu en el desierto, durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: "Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan."
Jesús le respondió: "Esta escrito: No sólo de pan vive el hombre."
Llevándole a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra; y le dijo el diablo: "Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a quien quiero. Si, pues, me adoras, toda será tuya."
Jesús le respondió: "Esta escrito: Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto."
Le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el alero del Templo, y le dijo: "Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; porque está escrito: = A sus ángeles te encomendará para que te guarden. Y en sus manos te llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna."
Jesús le respondió: "Está dicho: No tentarás al Señor tu Dios."
Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno.
Lc 4, 1-13
Hay que reconocer que hoy en día, algunas palabras que se han utilizado siempre en la Iglesia para definir realidades ya están pasadas de moda e incluso dan risa: la palabra pecado, la palabra soberbia y en el caso de hoy la palabra tentación. El Evangelio nos habla de la tentación como posibilidad en la vida de Jesús y de tentación como posibilidad en nuestra vida.
Ya nos gustaría ser perfectos, ya nos gustaría que todo lo hiciéramos siempre bien, pero no es así. Todos sabemos que dentro de nosotros hay un mecanismo, un resorte misterioso por el cual yo puedo elegir el mal, puedo elegir el daño, puedo elegir el destruir a los demás e incluso destruirme a mí mismo. Cuando yo escucho ese principio interior de destrucción, tengo dos posibilidades: reconocerlo o disfrazarlo. Y esa es la misión del tentador. Disfrazar la destrucción de belleza, disfrazar la verdad de mentira, entonces es cuando yo cometo esa falta llamada pecado.
Hoy todos debemos preguntarnos cuales son nuestras tentaciones. Tentación en el sentido más profundo de la palabra. Cuantas veces disfrazamos lo malo de bueno, porque no hemos sido capaces de vivir unos principios y acabamos cediendo a ellos justificándolos. Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive. Así hoy vivimos en un mundo en el cual se puede justificar todo. Aparentemente todo está bien mientras que no moleste a los demás, mientras que no haga daño. Hay un acuerdo universal de que cada uno haga lo que quiera, de que cada uno ponga su propia ética. Ante esto, Cristo nos enseña que el hombre no puede encontrar en sí mismo el principio que da la moralidad a las cosas. Yo no soy autónomo. He de tener la suficiente humildad intelectual para reconocer que hay Alguien fuera de mí que es quien me dio la vida y me dio el ser, que es Dios y me dicta qué es lo que es bueno y lo que no lo es. Por eso Jesús ante la tentación recurre a la Sagrada Escritura: Está escrito,...
A veces, siendo cristianos practicantes, cedemos a la tentación de hacer un cristianismo a nuestra medida, olvidándonos de las leyes de Dios y de las leyes de la Iglesia. Incluso hay personas que dicen: “yo no estoy de acuerdo con el Magisterio, o yo no estoy de acuerdo con el Papa en esto.”
Nos atrevemos a hacer nuestra propia religión según nuestras propias necesidades y tenemos que ser lo suficientemente humildes como para saber que yo puedo equivocarme y que incluso me puedo equivocar justificando mis equivocaciones y que siempre tendré el servicio de un Dios que, a través de la Sagrada Escritura y a través de la Iglesia, que es Madre, enseña dónde está la verdad.
Vivimos en un mundo en el que sobran justificaciones de acciones que sabemos que están objetivamente mal hechas. Por eso, que el tentador no nos engañe más, que estemos siempre alertas para tener cuidado. En el tiempo de Cuaresma que los cristianos empezamos con ilusión y con fuerza, debemos estar más atentos y más sensibles a los engaños, ya vengan de dentro o de fuera. Que tengamos la suficiente humildad para reconocer que siempre Dios es Dios y nosotros no somos dioses, y por tanto no somos los autores del bien y del mal, sino que nos es dado reconocer el bien y nos es dado también con nuestra libertad conquistarlo.
Jesús le respondió: "Esta escrito: No sólo de pan vive el hombre."
Llevándole a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra; y le dijo el diablo: "Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque a mí me ha sido entregada, y se la doy a quien quiero. Si, pues, me adoras, toda será tuya."
Jesús le respondió: "Esta escrito: Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto."
Le llevó a Jerusalén, y le puso sobre el alero del Templo, y le dijo: "Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo; porque está escrito: = A sus ángeles te encomendará para que te guarden. Y en sus manos te llevarán para que no tropiece tu pie en piedra alguna."
Jesús le respondió: "Está dicho: No tentarás al Señor tu Dios."
Acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno.
Lc 4, 1-13
Hay que reconocer que hoy en día, algunas palabras que se han utilizado siempre en la Iglesia para definir realidades ya están pasadas de moda e incluso dan risa: la palabra pecado, la palabra soberbia y en el caso de hoy la palabra tentación. El Evangelio nos habla de la tentación como posibilidad en la vida de Jesús y de tentación como posibilidad en nuestra vida.
Ya nos gustaría ser perfectos, ya nos gustaría que todo lo hiciéramos siempre bien, pero no es así. Todos sabemos que dentro de nosotros hay un mecanismo, un resorte misterioso por el cual yo puedo elegir el mal, puedo elegir el daño, puedo elegir el destruir a los demás e incluso destruirme a mí mismo. Cuando yo escucho ese principio interior de destrucción, tengo dos posibilidades: reconocerlo o disfrazarlo. Y esa es la misión del tentador. Disfrazar la destrucción de belleza, disfrazar la verdad de mentira, entonces es cuando yo cometo esa falta llamada pecado.
Hoy todos debemos preguntarnos cuales son nuestras tentaciones. Tentación en el sentido más profundo de la palabra. Cuantas veces disfrazamos lo malo de bueno, porque no hemos sido capaces de vivir unos principios y acabamos cediendo a ellos justificándolos. Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive. Así hoy vivimos en un mundo en el cual se puede justificar todo. Aparentemente todo está bien mientras que no moleste a los demás, mientras que no haga daño. Hay un acuerdo universal de que cada uno haga lo que quiera, de que cada uno ponga su propia ética. Ante esto, Cristo nos enseña que el hombre no puede encontrar en sí mismo el principio que da la moralidad a las cosas. Yo no soy autónomo. He de tener la suficiente humildad intelectual para reconocer que hay Alguien fuera de mí que es quien me dio la vida y me dio el ser, que es Dios y me dicta qué es lo que es bueno y lo que no lo es. Por eso Jesús ante la tentación recurre a la Sagrada Escritura: Está escrito,...
A veces, siendo cristianos practicantes, cedemos a la tentación de hacer un cristianismo a nuestra medida, olvidándonos de las leyes de Dios y de las leyes de la Iglesia. Incluso hay personas que dicen: “yo no estoy de acuerdo con el Magisterio, o yo no estoy de acuerdo con el Papa en esto.”
Nos atrevemos a hacer nuestra propia religión según nuestras propias necesidades y tenemos que ser lo suficientemente humildes como para saber que yo puedo equivocarme y que incluso me puedo equivocar justificando mis equivocaciones y que siempre tendré el servicio de un Dios que, a través de la Sagrada Escritura y a través de la Iglesia, que es Madre, enseña dónde está la verdad.
Vivimos en un mundo en el que sobran justificaciones de acciones que sabemos que están objetivamente mal hechas. Por eso, que el tentador no nos engañe más, que estemos siempre alertas para tener cuidado. En el tiempo de Cuaresma que los cristianos empezamos con ilusión y con fuerza, debemos estar más atentos y más sensibles a los engaños, ya vengan de dentro o de fuera. Que tengamos la suficiente humildad para reconocer que siempre Dios es Dios y nosotros no somos dioses, y por tanto no somos los autores del bien y del mal, sino que nos es dado reconocer el bien y nos es dado también con nuestra libertad conquistarlo.
La Iglesia del siglo XXI: ¿Es carismática? / Autor: Hº Jaime Ruiz Castro CM
1.INTRODUCCIÓN:
En la década de los 60 del siglo pasado, el Espíritu Santo suscita a la Iglesia que vuelva a sus orígenes, en el ámbito institucional sería el Concilio Vaticano II (1962-1965) que definió a la Iglesia como Pueblo de Dios y reconfiguró a la Iglesia con las características esenciales de las Comunidades Cristianas primitivas y una vez finalizado el Concilio, surgió en 1967 cuando unos pocos estudiantes de la Universidad de Duquesne (Pittsburgh, Pennsylvania – Estados Unidos), durante un retiro meditaron sobre la experiencia de Pentecostés en los Hechos de los Apóstoles. Entonces oraron para ocurra lo mismo entre ellos. Experimentaron la efusión del Espíritu Santo y la manifestación de dones carismáticos. La experiencia pronto se propagó por el mundo entero. Más de cien millones de católicos participan de la espiritualidad de la Renovación Carismática Católica (RCC) actualmente.
La RCC junto con la reciente recuperación del catecumenado de adultos, hace que la Iglesia en el siglo XXI se asemeje más a sus orígenes.
La RCC cuenta con los servicios del (ICCRS) – International Catholic Charismatic Renewal Services - [Servicios de la Renovación Carismática Católica Internacional –SRCCI-] y es reconocido por el Consejo Pontificio para los Laicos.
En mayo de 1975, la Renovación Carismática celebró su conferencia en Roma. S.S. Pablo VI, y el 19 de mayo de este mismo año –Lunes de Pentecostés, en la cual se celebró la Misa votiva del Espíritu Santo-, exhortó a los participantes a continuar sus esfuerzos de renovación y a continuar fieles a la Iglesia: “"Este deseo auténtico de situaros en la Iglesia es un signo auténtico de la acción del Espíritu Santo... ¿Como no va a ser esta "renovación espiritual" una oportunidad para la Iglesia y el mundo? Y como, en ese caso no tomar todos los medios para asegurar que permanezca de este modo...”
El Papa Pablo VI permitió al Cardenal Suennens celebrar la Santa Misa en el altar mayor de San Pedro en el Vaticano, sobre los restos mortales de San Pedro y San Pablo, para la conferencia de la Renovación Carismática. Al final de la misa, concurrida por unos 10000 miembros de la Renovación, se impartió esta profecía que debemos hoy recordar: “Porque yo los amo, quiero mostrarles lo que estoy haciendo en el mundo hoy. Quiero prepararles para lo que ha de venir. Días de oscuridad vendrán sobre el mundo, días de tribulación... Edificios que hoy están en pie, no lo estarán más. Seguridades que están allí para mi pueblo, ya no lo estarán más. Quiero que estén preparados, pueblo mío, para conocerme solo a MÍ, para llenarse solo de Mí y tenerme de una forma más profunda que nunca.
Yo los guiaré hacia el desierto... Yo los despojaré de todo de lo que hoy dependen, para que dependan solamente de Mí. Viene un tiempo de oscuridad sobre el mundo, pero un tiempo de gloria viene para mi Iglesia, un tiempo de Gloria viene para mi pueblo. Yo derramaré sobre ustedes todos los dones de mi Espíritu, Yo los prepararé para el combate espiritual; Yo los preparare para un tiempo de evangelización como el mundo nunca ha visto antes ... Y cuando no tengan nada sino a Mi, lo tendrán todo: Tierra, campos, hogares y hermano y hermanas, amor, felicidad y paz como nunca antes. Estén alertas pueblo mío, Yo quiero prepararlos...
Les hablo a ustedes del amanecer de una nueva era para mí Iglesia. Les hablo de un día como nunca antes se ha visto... Prepárense para la acción que hoy empieza, porque las cosas que hoy ven alrededor suyo cambiarán; la batalla que hoy deben comenzar es diferente, es nueva. Necesitan de mi sabiduría que todavía no la tienen. Necesitan el poder de mi Santo Espíritu, en una forma que hasta ahora no han poseído, necesitan comprender Mi voluntad y las maneras cómo yo actúo, que ustedes todavía no comprenden. Abran sus ojos, abran sus corazones para prepararse para Mí y para el día que hoy he comenzado.
Mi Iglesia será diferente; mi pueblo será diferente; dificultades y tribulaciones vendrán sobre ustedes. Las comodidades que hoy conocen estarán lejos de ustedes, pero la comodidad que ustedes tendrán es el consuelo de mi Santo Espíritu. Enviarán por ustedes para quitarles la vida, pero Yo les sostendré. Vengan a Mí. Júntense, únanse a mí alrededor, Prepárense, porque yo proclamo un nuevo día de victoria y de triunfo para su Dios. Miren, ya ha comenzado.
Yo renovaré mi Iglesia. Yo renovaré a mi pueblo; Yo haré de mi pueblo uno. Les llamo a alejarse de los placeres del mundo. Les llamo a alejarse de los deseos del mundo. Les llamo a alejarse de buscar la aprobación del mundo en sus vidas. Quiero transformar sus vidas... Tengo una palabra para mi Iglesia. Estoy haciendo resonar mi llamado. Estoy formando un poderoso ejército... Mi poder está sobre ellos. Ellos seguirán a mis pastores escogidos... Sean los pastores como yo los he mandado ser... Estoy renovando a mi pueblo. Renovaré mi Iglesia. Liberaré el mundo.
Sepan que Yo, soy su Dios; traje a Pedro y a Pablo a Roma para testimoniar mi gloria. Yo los he escogido a ustedes también y los he traído a Roma para ser testigos de mi gloria, confirmada hoy por su Pastor. Id a sanar las naciones. Sabed que yo estoy con ustedes; y aunque tengan que pasar tribulaciones y pruebas, Yo estaré con ustedes, hasta el final. Les estoy preparando un lugar en la gloria. Mírenme a Mí., Yo les liberaré del poder del maligno. Yo estoy con ustedes hoy, todos los, días, hasta la consumación de los tiempos.
Han conocido la verdad estos días. Han experimentado la verdad estos días. Está claro para ustedes en este momento lo que es la verdad. Es la verdad de mi Reino, mi Reino que prevalecerá... Quiero que tomen esa verdad, que descansen en esa verdad, que crean en esa verdad, que no la comprometan, que no la pierdan en confusión, que no sean tímidos acerca de ella, sino que la sostengan simplemente, en amor, pero que se mantengan firmemente enraizados en la verdad como piedras fundamentales sobre las cuales mi Iglesia pueda tener nueva vida y nuevo poder.”
El Papa Juan Pablo II, hablándole a un grupo de líderes internacionales de la renovación, el 11 de diciembre de 1979, les dijo: "Estoy convencido que este movimiento es un componente muy importante en toda la renovación de la Iglesia.” El les dijo que desde sus once años hace una oración diaria al Espíritu Santo y añadió: “Esta fue mi propia iniciación espiritual, así que entiendo todos estos carismas. Son todos parte de la riqueza del Señor. Estoy convencido que este movimiento es una señal de su acción”
A nadie le puede quedar duda sobre el lugar que tiene en la Iglesia a la Renovación Carismática después del Congreso mundial de Movimientos Eclesiales celebrado del 27 al 29 de mayo de 1998. Dicho congreso fue promovido oficialmente por el Pontificio Consejo para los Laicos quien formalmente invitó a la Renovación Carismática Católica. Fue un representante de la renovación carismática quién presentó al Santo Padre en nombre de todos los movimientos, los votos de fidelidad a Su Santidad y a la Iglesia.
El Papa Juan Pablo II dijo sobre la RCC el 29 Mayo, 2004: “Gracias al movimiento carismático, muchos cristianos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, han redescubierto Pentecostés como realidad viva y presente en su existencia cotidiana” y “deseo que la espiritualidad de Pentecostés se difunda en la Iglesia, como empuje renovado de oración, de santidad, de comunión y de anuncio”
El Papa alentó la iniciativa denominada «Zarza ardiente», promovida por la Renovación en el Espíritu, que como él ilustró, es “una adoración incesante, día y noche, ante el santísimo Sacramento; una invitación a los fieles a ‘regresar al Cenáculo’”.
Su objetivo, según el Papa, es que los bautizados, “unidos en la contemplación del Misterio eucarístico, intercedan por la unidad plena de los cristianos y por la conversión de los pecadores”. “Deseo de corazón que esta iniciativa les lleve a muchos a redescubrir los dones del Espíritu, que en Pentecostés tienen su manantial”
“Entre nosotros, con las manos elevadas, está orando la Virgen, Madre de Cristo y de la Iglesia. Imploremos junto a ella y acojamos el don del Espíritu Santo, luz de verdad, fuerza de auténtica paz”
El Cardenal José Ratzinger, Prefecto para la Congregación para la Doctrina de la Fe, en su presentación del libro del Cardenal Suennens sobre la RCC, reconoció el bien que ocurre en la RCC y presentó algunas cautelas: “En el corazón de un mundo inmerso en un escepticismo racionalista, de repente surge una nueva experiencia del Espíritu Santo. Y desde entonces ha asumido una la expansión de un movimiento mundial de renovación. Lo que el Nuevo Testamento nos dice sobre los carismas -que fueron vistos como signos visibles del advenimiento del Espíritu- no es solo historia antigua, ya terminada, sino que una vez mas se esta siendo extremadamente actual”.
Hablando del tema del libro, Renovación y el Poder de las Tinieblas, dice: “¿Cual es la relación entre experiencia personal y la fe común de la Iglesia? Ambos factores son importantes: la fe dogmática sin el apoyo de la experiencia personal permanece vacía; la sola experiencia, sin relación a la fe de la Iglesia permanece ciega”.
Finalmente, el exhorta a quienes lean el libro, a poner atención a la doble petición del autor “... a los responsables del ministerio eclesiástico - desde el sacerdote parroquial hasta los obispos- no dejar que la Renovación les pase sino que le den una completa bienvenida; y por la otra parte... a los miembros de la Renovación que atesoren y mantengan su vínculo con toda la Iglesia y con los carismas de sus pastores”. -Renovación y Poder de las Tinieblas, León Cardenal Suennens.
Dicho esto, podemos afirmar que la RCC no es un grupo más de la Iglesia Universal, o de la Diócesis o de la Parroquia y hay que resituarla en su sitio y redescubrir su función vital vocación y misión que tiene dentro de la Comunidad Cristiana como uno de los fundamentos de ella (Cf. Ef. 2,19-22).
El Cristiano es carismático por naturaleza , recibe el don de profecía en el sacramento del bautismo y reforzado en la Confirmación al recibir los 6 dones restantes. En un grupo carismático se le abre la ocasión de vivirlo con autenticidad, porque la RCC contribuye a la vida de la Iglesia, a través de del testimonio fiel de la presencia y la acción del Espíritu Santo ha ayudado a muchas personas a redescubrir la belleza de la gracia que se les dio en el Bautismo, entrada a la vida en el Espíritu., según afirma Juan Pablo II en el 35 aniversario de la RCC en Roma el 10 de Noviembre del 2002.
Juan Pablo II indica la necesidad de abrir los corazones y las mentes a las necesidades de la humanidad afligida por una “crisis de sentido”. Ante esta situación, subraya la urgencia de una “evangelización de la cultura para hacer que la vida esté marcada por la esperanza y no por el miedo o el escepticismo”
Por este motivo, el sucesor de Pedro alienta a los “carismáticos” a ser “signos vivientes de esperanza, faros de la Buena Noticia de Cristo para los hombres y las mujeres de nuestro tiempo”. Lo que significa, añade, ser “auténticos testigos” en “cordial unión con los sucesores de los apóstoles”, los obispos, y de esa verdad que tanto necesita hoy el mundo. Las comunidades carismáticas, concluye el Papa, tienen también el gran desafío que el nuevo milenio plantea a la Iglesia: ser “la casa y la escuela de la comunión”
2. La función de la RCC en la Comunidad Cristiana:
Canalizar la gracia en el Seno de la Comunidad Cristiana para la edificación de dicha Comunidad, poniendo los dones recibidos al servicio de la Comunidad.
3. Las cinco notas de la RCC:
Trinitaria: Alabamos al Padre por medio del Hijo en el Espíritu Santo.
Cristológica: Como miembro del Cuerpo Místico de Cristo es uno de los brazos junto con la jerarquía donde Cristo derrama su gracia al Pueblo de Dios.
Mariana: Tiene algunas actitudes de la Virgen Maria que las imita. La tradición eclesial de los Padres de la Iglesia que la Iglesia Luterana también heredó y así lo recoge el apóstol Juan en Apocalipsis 12 ha visto a María como modelo de la Iglesia y el mismo Apóstol Pablo nos dice: “Sed mis imitadores como yo lo soy de Cristo” (1Co 11,1) y el autor de los Hebreos nos dice: “Acordaos de vuestros guías, que os anunciaron la palabra de Dios y, considerando el desenlace de su vida, imitad su fe. Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y por los siglos. No os dejéis seducir por doctrinas diversas y extrañas” (Heb 13,7-9). Por lo tanto lo que vamos a ver aquellas actitudes de Maria de Nazaret que debemos de imitar o que la RCC la imita. Para comprender la Renovación en el Espíritu, hay que asomarse a la experiencia de los Apóstoles en Pentecostés. El Cenáculo es el lugar donde los cristianos se dejan transformar por la oración, en torno a María, para acoger al Espíritu. Y es también el lugar de donde salen para llevar "hasta los confines de la tierra" el fuego de Pentecostés. La misión de la Renovación Carismática es hacer presente hoy en el mundo la experiencia de Pentecostés. Confirma así su vocación de servicio a la Iglesia, que fue enriquecida con los carismas del Espíritu desde su nacimiento en el Cenáculo.
A) La RCC como María es “la llena de gracia” (Lc 1,28): En términos paulinos es Santa e Inmaculada (Ef. 5,26) Dios ha colmado y continúa colmando a la RCC de sus dones, de la gracia del Espíritu para edificar la Iglesia.
B) La RCC como María es orante: Adora al Padre en espíritu y en verdad, con sencillez de corazón y con su Magnificat alaba y celebra ese Dios que nos salva dándole gracias y bendiciéndolo por todo lo que ha hecho a favor de su Pueblo.
C) La RCC como Maria guarda la Palabra de Dios poniéndola en práctica (Lc 2,19.51; 11,28), no se la queda para si misma, ya que se nutre de ella, verifica el signo que le ha sido dado y sale anunciarla, entonces resuena en nuestros corazones aquella bienaventuranza de Isabel: “¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!” (Lc 1,45)
D) La RCC como Maria es oferente: Ofrecemos a Jesucristo que es nuestro aval de Salvación.
E) La RCC como Maria es Medianera de todas las gracias: El Apóstol Pablo nos dice que el único mediador entre Dios y los hombres es Cristo (1Tim 2,5). Pero uno de los canales de mediación que tiene Cristo es a través de la Comunidad Cristiana y de sus miembros, tal como afirma el Apóstol: “Para mí, mi vida es Cristo” (Flp 1,21), de tal manera que “Ya no soy el que vive, es Cristo que vive en mí” (Gal 2,20). El cristiano sigue a Cristo en Comunidad y es la Iglesia, como cuerpo de Cristo, que media por él y lo vincula a Cristo y como carismáticos somos los mediadores de la Gracia de Dios para el bien y la edificación de la Iglesia, es Cristo que nos utiliza como canal y derrama su santo Espíritu.
Eclesial: la Renovación como grupo eclesial es la Iglesia en movimiento, donde Cristo mediante su Espíritu derrocha gracias en abundancia a favor de su Pueblo, cumpliéndose lo que dijo el profeta Joel: “Derramaré mi Espíritu sobre todo mortal y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. Y también sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu. Haré prodigios arriba en el cielo y signos abajo en la tierra. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes de que llegue el Día grande del Señor. Y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará” (Hch 2,17-21).
Ecuménica: Por motivos de conflictos internos y alguno de ellos era promovidos por problemas estructurales que agobian a la Iglesia en avanzar en una reforma, la Iglesia de Cristo se fue fracturando y en el seno del protestantismo, también se llegó a fracturar a causa de los intereses propios de los pastores y su línea de interpretar las Escrituras, de tal manera que un Evangélico Bautista se diferencia de un Evangélico Pentecostal, en que los Bautistas creen los dones del Espíritu se dieron en el siglo I y dejó Dios de darlos a la Iglesia y el Pentecostal afirma que se ha dado en todo tiempo de la Cristiandad y sobretodo en estos últimos días.
En el Siglo XIX aparece lo que se llama el movimiento ecuménico: Los protestantes se dan cuenta que les une en la Fe en el Dios Trinitario y Cristo que es el único mediador entre Dios y los hombres es el Salvador. La Iglesia Católica con Pío XII se suma al carro ecuménico para trabajar por dos objetivos que los presenta el Apóstol Pablo y el mismo Cristo: “lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la plena madurez de Cristo” (Ef 4,13) y “Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros.” (Jn 17,11)
Hemos dicho que la RCC es la Iglesia Católica en movimiento y participa de este ecumenismo al poder convocar o participar en encuentros de oración interconfesionales cristianas carismáticas, respectando la identidad de origen de cada uno y sin ánimos de hacer proselitismo, o que un carismático que viva en un sitio que no hay Iglesia Católica pueda participar en un grupo carismático de otra confesión cristiana ya que lo que prima es alimentarse de la Oración, de alimentarse de su Palabra y de poder alabar al Señor según establece los acuerdos ecuménicos.
4. Algunas objeciones para no tener un grupo carismático:
La gente suele creer realidades metahistóricas, son capaces de creer que una persona difunta haya hecho un milagro y la Iglesia la reconozca como Santa, que está en la presencia de Dios y sin embargo no pueden admitir que el milagro lo haga un cristiano, por su naturaleza pecadora. En realidad no son ni el Santo y ni el Carismático que han hecho el milagro, tal como dijimos en el apartado de las mediaciones, es Cristo que canaliza su gracia en aquella persona.
Basándonos en esta objeción sería discutible toda la teología sacramental, ya que el ministro es un pecador y por eso no se van a confesar, también les costaría en creer que un sacerdote que esté en pecado mortal pueda consagrar con el poder del Espíritu el pan y el vino para que se convierta en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Ponemos en cuestión la idoneidad de la persona, cuando la gracia está por encima de que la persona sea digna o no.
Algunos tienden a equiparar la liturgia carismática con otras liturgias “sanadoras” con ritos similares y que no son reconocidos por la Iglesia, tratando al que ora de brujo, hechicero, estas son unas palabras suaves comparadas con las que le dijeron a Jesús (Mc 3, 20-30) o de tratar como dioses a los oradores (Hch 14,11)
Otros atribuyen que la sanación es un efecto psicológico de la persona, que se encuentra bien y luego se encuentra mal o peor que antes. Todo esto es el enemigo que pretende destruir y dividir a la Iglesia y para el carismático le debe fortalecer.
Tal como pasa en otros grupos que hay laicos que contribuyen a la edificación de la Comunidad Cristiana, para algunos sacerdotes llega a ser un estorbo que un catequista y en el caso de los carismáticos un profeta contribuya a ello, siendo una gran ayuda para el presbítero trabajando y cooperando en Comunión y en caridad fraterna. Quizás sea, y esto hay que evitarlo para no romper la comunión, que el laico coja posturas que se clericalize anulando la autoridad del presbítero responsable.
5. Todo cristiano es carismático:
Tal como hemos visto en la parte bíblica que en las comunidades Cristianas primitivas el neófito tiene algunos poderes o dones que el Espíritu Santo le ha concedido y los dones son para la edificación de la Comunidad Cristiana, muchos afirman que es una cosa pasajera, que solamente se dio en aquel tiempo y nada más. Pero hay algún detalle en los Sacramentos de Iniciación Cristiana que confirma que no es una cosa pasajera y lo vemos cuando el cristiano es Confirmado:
El Concilio Vaticano II dice: "por el sacramento de la Confirmación se vinculan (los cristianos) más estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fuerza especial del Espíritu Santo y con ello quedan obligados más estrictamente a difundir y defender la fe como verdaderos testigos de Cristo, por la palabra juntamente con las obras" (LG 11)
Lo primero que conviene reafirmar es que el sacramento por el cual recibimos el Espíritu Santo, el Sacramento del Espíritu, es el Bautismo. Con él nacemos espiritualmente y nos hacemos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad y comenzamos a vivir una vida sobrenatural, la vida en el Espíritu. La Confirmación es el robustecimiento de la Gracia Bautismal. Es un crecimiento espiritual, en este sacramento se van a renovar las promesas del Bautismo que otros hicieron por nosotros si es que se recibió al poco tiempo de nacer. Su fin es perfeccionar lo que el Bautismo comenzó en nosotros.
Lo que caracteriza el símbolo de la Confirmación es la imposición de manos y la unción con el crisma. Esta unción ilustra el nombre de cristiano que significa "ungido" y que tiene origen en el nombre de Cristo, al que Dios ungió con el Espíritu Santo.
En una de las moniciones explicativas a la oración de imposición de manos hay una alusión a elementos propios de los carismáticos en el confirmando, esta monición reza así: “El día de Pentecostés, los Apóstoles recibieron una presencia muy especial del Espíritu Santo. Los Obispos, sus continuadores, transmite desde entonces el Espíritu Santo como un don personal por medio del sacramento de la Confirmación, que ahora va a comenzar con la imposición de manos del Obispo. La imposición de manos es uno de los gestos que aparecen habitualmente en la historia de la salvación y en la liturgia para indicar la transmisión de un poder o de una fuerza o unos derechos”
Imposición de manos:
En este sentido se puede decir que en la Confirmación el obispo, en nombre de la Iglesia, bendice a los bautizados para que el Espíritu Santo los fortalezca y lleve a plenitud la gracia del Bautismo, los haga testigos de Cristo en el mundo extendiendo y defendiendo la fe con sus palabras y sus obras. Con la imposición de manos se hace la inserción plena de las personas bautizadas en la comunidad apostólica, esta inserción es una verdadera participación en el profetismo de Cristo, que los cristianos tendrán que realizar asumiendo, anunciando y confesando la fe en Cristo, testimoniando con palabras y obras, la verdad evangélica, a través del espacio y del tiempo y siendo fermento de santidad en el mundo.
Unción con el Crisma:
En el Antiguo Testamento tiene una significación importante el gesto de ungir a los reyes (1Sam 10,1; 16,13; 1 Re 1,39). Mediante la unción, se otorgaba al rey el poder para ejercer su función que estaba estrechamente relacionada con la defensa de la justicia. Que consistía especialmente en la defensa de los pobres y desvalidos, los huérfanos y las viudas, es decir, de los que por si mismos no podían defenderse.
Para el Nuevo Testamento. Jesús es el Ungido por excelencia. Así lo manifiesta el evangelio de Lucas al narrar el suceso acaecido en la sinagoga de Nazaret, donde se lee el texto del profeta Isaías haciendo referencia a Jesús.
"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres, me ha enviado a proclamar la liberación de los cautivos a dar vista a los ciegos, a libertar a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor" (Lc 4, 18-19)
El cristiano, al recibir la Confirmación, queda ungido y enviado para la misión de anunciar la fe, testimoniar la verdad, comprometerse en la implantación en el mundo de la justicia, la libertad y la paz, para ser fermento de santidad y edificar la iglesia por medio de sus carismas y servicios de caridad.
La Confirmación, como el Bautismo, se da una sola vez en la vida, porque imprime en el alma una marca indeleble, el carácter que es el signo de que Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Espíritu, revistiéndolo de la fuerza de lo alto para que sea su testigo. Cristo mismo se declara marcado con el sello de su Padre (Jn 6,27). El cristiano también está marcado con un sello, este sello marca la pertenencia total a Cristo, la puesta a su servicio para siempre.
Efectos de la Confirmación
El mayor efecto del sacramento de la Confirmación es la efusión plena del Espíritu Santo, y sus siete dones: Sabiduría, Entendimiento, Consejo, Ciencia, Piedad, Fortaleza y Temor de Dios, como fue concedida a los apóstoles el día de Pentecostés.
Si el Bautismo hace al cristiano Hijo de Dios, la Confirmación le enriquece con una fuerza nueva y singular del Espíritu Santo, que le hace capaz de dar testimonio de su existencia y de irradiar la fe que la presencia y acción de Dios ha creado y mantiene en él.
Si el Bautismo une al cristiano con Jesucristo, la Confirmación le hace testigo del Señor en plenitud, activando y profundizando continuamente la nueva vida que reside en él.
Si el Bautismo llena al cristiano con los dones del Espíritu Santo y le ha incorporado a la Iglesia, la Confirmación, le estimula para hacer fructificar en el servicio esos dones recibidos y para estar plenamente unido a toda la Iglesia en su consagración y misión.
Dones del Espíritu Santo
Para que el cristiano pueda luchar, el Espíritu Santo le regala sus siete dones, que son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu, estos dones son:
Sabiduría: Nos da la capacidad especial para juzgar las cosas humanas según la medida de Dios. Iluminado por este don, el cristiano sabe ver interiormente las realidades de este mundo; nadie mejor que él es capaz de apreciar los valores auténticos de la creación, mirándolos con los mismos ojos de Dios.
Ciencia: El hombre iluminado por el don de la ciencia, conoce el verdadero valor de las criaturas en su relación con el Creador. Y no estima las criaturas más de lo que valen y no pone en ellas, sino en Dios, el fin de su propia vida.
Consejo: Este don actúa como un soplo nuevo en la conciencia, sugiriéndole lo que es lícito, lo que corresponde, lo que conviene más al alma. El cristiano ayudado con este don, penetra en el verdadero sentido de los valores evangélicos, en especial de los que manifiesta el sermón de la montaña
Piedad: Mediante éste don, el Espíritu sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios y para con los hermanos. El don de la piedad orienta y alimenta la necesidad de recurrir a Dios para obtener gracia ayuda y perdón. Además extingue en el corazón aquellos focos de tensión y de división como son la amargura, la cólera, la impaciencia, y lo alimenta con sentimientos de comprensión, de tolerancia, de perdón.
Temor de Dios: Con este don, el Espíritu Santo infunde en el alma sobre todo el temor filial, que es el amor a Dios, el alma se preocupa entonces de no disgustar a Dios, amado como Padre, de no ofenderlo en nada, de permanecer y de crecer en la caridad.
Entendimiento: Mediante este don el Espíritu Santo, que "escruta las profundidades de Dios" (1 Cor 2,10), comunica al creyente una chispa de esa capacidad penetrante que le abre el corazón a la gozosa percepción del designio amoroso de Dios, al mismo tiempo hace también más límpida y penetrante la mirada sobre las cosas humanas. Gracias a ella se ven mejor los numerosos signos de Dios que están inscritos en la creación.
Fortaleza: el don de la fortaleza es un impulso sobrenatural, que da vigor al alma en las habituales condiciones de dificultad: en la lucha por permanecer coherentes con los propios principios, en el soportar ofensas y ataques injustos; en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones y hostilidades, en el camino de la verdad y de la honradez. Es decir, tenemos que invocar del Espíritu Santo el don de la fortaleza para permanecer firmes y decididos en el camino del bien. Entonces podremos repetir con San Pablo: "Me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte" (2Cor 12,10).
Si con la Imposición de manos hemos recibido los 7 dones, el cristiano tiene que estar en un lugar propicio para activarlos en función de su propia edificación y la de la Comunidad Cristiana. Una Comunidad Cristiana abierta al Espíritu Santo, reaviva, redimensiona y vive con más autenticidad los otros carismas u opciones de vida Cristiana que están al servicio de la Iglesia y de la Evangelización.
Si la Comunidad Cristiana tiene su opción preferencial por los pobres y el Papa Juan Pablo II en su exhortación apostólica “Ecclesia in Europa” del 28 de Junio del 2003 en su apartado: “Dar esperanza a los Pobres” (Cf. EiE 86-89), sitúa a los enfermos como pobres, la enfermedad es una clase de pobreza, la RCC tiene su campo de misión en este sector y tiene que ser estimulada para que continúe su misión entre los enfermos y podría dar una gran vitalidad a la Pastoral de Enfermos en su equipo de visitadores de enfermos.
En la década de los 60 del siglo pasado, el Espíritu Santo suscita a la Iglesia que vuelva a sus orígenes, en el ámbito institucional sería el Concilio Vaticano II (1962-1965) que definió a la Iglesia como Pueblo de Dios y reconfiguró a la Iglesia con las características esenciales de las Comunidades Cristianas primitivas y una vez finalizado el Concilio, surgió en 1967 cuando unos pocos estudiantes de la Universidad de Duquesne (Pittsburgh, Pennsylvania – Estados Unidos), durante un retiro meditaron sobre la experiencia de Pentecostés en los Hechos de los Apóstoles. Entonces oraron para ocurra lo mismo entre ellos. Experimentaron la efusión del Espíritu Santo y la manifestación de dones carismáticos. La experiencia pronto se propagó por el mundo entero. Más de cien millones de católicos participan de la espiritualidad de la Renovación Carismática Católica (RCC) actualmente.
La RCC junto con la reciente recuperación del catecumenado de adultos, hace que la Iglesia en el siglo XXI se asemeje más a sus orígenes.
La RCC cuenta con los servicios del (ICCRS) – International Catholic Charismatic Renewal Services - [Servicios de la Renovación Carismática Católica Internacional –SRCCI-] y es reconocido por el Consejo Pontificio para los Laicos.
En mayo de 1975, la Renovación Carismática celebró su conferencia en Roma. S.S. Pablo VI, y el 19 de mayo de este mismo año –Lunes de Pentecostés, en la cual se celebró la Misa votiva del Espíritu Santo-, exhortó a los participantes a continuar sus esfuerzos de renovación y a continuar fieles a la Iglesia: “"Este deseo auténtico de situaros en la Iglesia es un signo auténtico de la acción del Espíritu Santo... ¿Como no va a ser esta "renovación espiritual" una oportunidad para la Iglesia y el mundo? Y como, en ese caso no tomar todos los medios para asegurar que permanezca de este modo...”
El Papa Pablo VI permitió al Cardenal Suennens celebrar la Santa Misa en el altar mayor de San Pedro en el Vaticano, sobre los restos mortales de San Pedro y San Pablo, para la conferencia de la Renovación Carismática. Al final de la misa, concurrida por unos 10000 miembros de la Renovación, se impartió esta profecía que debemos hoy recordar: “Porque yo los amo, quiero mostrarles lo que estoy haciendo en el mundo hoy. Quiero prepararles para lo que ha de venir. Días de oscuridad vendrán sobre el mundo, días de tribulación... Edificios que hoy están en pie, no lo estarán más. Seguridades que están allí para mi pueblo, ya no lo estarán más. Quiero que estén preparados, pueblo mío, para conocerme solo a MÍ, para llenarse solo de Mí y tenerme de una forma más profunda que nunca.
Yo los guiaré hacia el desierto... Yo los despojaré de todo de lo que hoy dependen, para que dependan solamente de Mí. Viene un tiempo de oscuridad sobre el mundo, pero un tiempo de gloria viene para mi Iglesia, un tiempo de Gloria viene para mi pueblo. Yo derramaré sobre ustedes todos los dones de mi Espíritu, Yo los prepararé para el combate espiritual; Yo los preparare para un tiempo de evangelización como el mundo nunca ha visto antes ... Y cuando no tengan nada sino a Mi, lo tendrán todo: Tierra, campos, hogares y hermano y hermanas, amor, felicidad y paz como nunca antes. Estén alertas pueblo mío, Yo quiero prepararlos...
Les hablo a ustedes del amanecer de una nueva era para mí Iglesia. Les hablo de un día como nunca antes se ha visto... Prepárense para la acción que hoy empieza, porque las cosas que hoy ven alrededor suyo cambiarán; la batalla que hoy deben comenzar es diferente, es nueva. Necesitan de mi sabiduría que todavía no la tienen. Necesitan el poder de mi Santo Espíritu, en una forma que hasta ahora no han poseído, necesitan comprender Mi voluntad y las maneras cómo yo actúo, que ustedes todavía no comprenden. Abran sus ojos, abran sus corazones para prepararse para Mí y para el día que hoy he comenzado.
Mi Iglesia será diferente; mi pueblo será diferente; dificultades y tribulaciones vendrán sobre ustedes. Las comodidades que hoy conocen estarán lejos de ustedes, pero la comodidad que ustedes tendrán es el consuelo de mi Santo Espíritu. Enviarán por ustedes para quitarles la vida, pero Yo les sostendré. Vengan a Mí. Júntense, únanse a mí alrededor, Prepárense, porque yo proclamo un nuevo día de victoria y de triunfo para su Dios. Miren, ya ha comenzado.
Yo renovaré mi Iglesia. Yo renovaré a mi pueblo; Yo haré de mi pueblo uno. Les llamo a alejarse de los placeres del mundo. Les llamo a alejarse de los deseos del mundo. Les llamo a alejarse de buscar la aprobación del mundo en sus vidas. Quiero transformar sus vidas... Tengo una palabra para mi Iglesia. Estoy haciendo resonar mi llamado. Estoy formando un poderoso ejército... Mi poder está sobre ellos. Ellos seguirán a mis pastores escogidos... Sean los pastores como yo los he mandado ser... Estoy renovando a mi pueblo. Renovaré mi Iglesia. Liberaré el mundo.
Sepan que Yo, soy su Dios; traje a Pedro y a Pablo a Roma para testimoniar mi gloria. Yo los he escogido a ustedes también y los he traído a Roma para ser testigos de mi gloria, confirmada hoy por su Pastor. Id a sanar las naciones. Sabed que yo estoy con ustedes; y aunque tengan que pasar tribulaciones y pruebas, Yo estaré con ustedes, hasta el final. Les estoy preparando un lugar en la gloria. Mírenme a Mí., Yo les liberaré del poder del maligno. Yo estoy con ustedes hoy, todos los, días, hasta la consumación de los tiempos.
Han conocido la verdad estos días. Han experimentado la verdad estos días. Está claro para ustedes en este momento lo que es la verdad. Es la verdad de mi Reino, mi Reino que prevalecerá... Quiero que tomen esa verdad, que descansen en esa verdad, que crean en esa verdad, que no la comprometan, que no la pierdan en confusión, que no sean tímidos acerca de ella, sino que la sostengan simplemente, en amor, pero que se mantengan firmemente enraizados en la verdad como piedras fundamentales sobre las cuales mi Iglesia pueda tener nueva vida y nuevo poder.”
El Papa Juan Pablo II, hablándole a un grupo de líderes internacionales de la renovación, el 11 de diciembre de 1979, les dijo: "Estoy convencido que este movimiento es un componente muy importante en toda la renovación de la Iglesia.” El les dijo que desde sus once años hace una oración diaria al Espíritu Santo y añadió: “Esta fue mi propia iniciación espiritual, así que entiendo todos estos carismas. Son todos parte de la riqueza del Señor. Estoy convencido que este movimiento es una señal de su acción”
A nadie le puede quedar duda sobre el lugar que tiene en la Iglesia a la Renovación Carismática después del Congreso mundial de Movimientos Eclesiales celebrado del 27 al 29 de mayo de 1998. Dicho congreso fue promovido oficialmente por el Pontificio Consejo para los Laicos quien formalmente invitó a la Renovación Carismática Católica. Fue un representante de la renovación carismática quién presentó al Santo Padre en nombre de todos los movimientos, los votos de fidelidad a Su Santidad y a la Iglesia.
El Papa Juan Pablo II dijo sobre la RCC el 29 Mayo, 2004: “Gracias al movimiento carismático, muchos cristianos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, han redescubierto Pentecostés como realidad viva y presente en su existencia cotidiana” y “deseo que la espiritualidad de Pentecostés se difunda en la Iglesia, como empuje renovado de oración, de santidad, de comunión y de anuncio”
El Papa alentó la iniciativa denominada «Zarza ardiente», promovida por la Renovación en el Espíritu, que como él ilustró, es “una adoración incesante, día y noche, ante el santísimo Sacramento; una invitación a los fieles a ‘regresar al Cenáculo’”.
Su objetivo, según el Papa, es que los bautizados, “unidos en la contemplación del Misterio eucarístico, intercedan por la unidad plena de los cristianos y por la conversión de los pecadores”. “Deseo de corazón que esta iniciativa les lleve a muchos a redescubrir los dones del Espíritu, que en Pentecostés tienen su manantial”
“Entre nosotros, con las manos elevadas, está orando la Virgen, Madre de Cristo y de la Iglesia. Imploremos junto a ella y acojamos el don del Espíritu Santo, luz de verdad, fuerza de auténtica paz”
El Cardenal José Ratzinger, Prefecto para la Congregación para la Doctrina de la Fe, en su presentación del libro del Cardenal Suennens sobre la RCC, reconoció el bien que ocurre en la RCC y presentó algunas cautelas: “En el corazón de un mundo inmerso en un escepticismo racionalista, de repente surge una nueva experiencia del Espíritu Santo. Y desde entonces ha asumido una la expansión de un movimiento mundial de renovación. Lo que el Nuevo Testamento nos dice sobre los carismas -que fueron vistos como signos visibles del advenimiento del Espíritu- no es solo historia antigua, ya terminada, sino que una vez mas se esta siendo extremadamente actual”.
Hablando del tema del libro, Renovación y el Poder de las Tinieblas, dice: “¿Cual es la relación entre experiencia personal y la fe común de la Iglesia? Ambos factores son importantes: la fe dogmática sin el apoyo de la experiencia personal permanece vacía; la sola experiencia, sin relación a la fe de la Iglesia permanece ciega”.
Finalmente, el exhorta a quienes lean el libro, a poner atención a la doble petición del autor “... a los responsables del ministerio eclesiástico - desde el sacerdote parroquial hasta los obispos- no dejar que la Renovación les pase sino que le den una completa bienvenida; y por la otra parte... a los miembros de la Renovación que atesoren y mantengan su vínculo con toda la Iglesia y con los carismas de sus pastores”. -Renovación y Poder de las Tinieblas, León Cardenal Suennens.
Dicho esto, podemos afirmar que la RCC no es un grupo más de la Iglesia Universal, o de la Diócesis o de la Parroquia y hay que resituarla en su sitio y redescubrir su función vital vocación y misión que tiene dentro de la Comunidad Cristiana como uno de los fundamentos de ella (Cf. Ef. 2,19-22).
El Cristiano es carismático por naturaleza , recibe el don de profecía en el sacramento del bautismo y reforzado en la Confirmación al recibir los 6 dones restantes. En un grupo carismático se le abre la ocasión de vivirlo con autenticidad, porque la RCC contribuye a la vida de la Iglesia, a través de del testimonio fiel de la presencia y la acción del Espíritu Santo ha ayudado a muchas personas a redescubrir la belleza de la gracia que se les dio en el Bautismo, entrada a la vida en el Espíritu., según afirma Juan Pablo II en el 35 aniversario de la RCC en Roma el 10 de Noviembre del 2002.
Juan Pablo II indica la necesidad de abrir los corazones y las mentes a las necesidades de la humanidad afligida por una “crisis de sentido”. Ante esta situación, subraya la urgencia de una “evangelización de la cultura para hacer que la vida esté marcada por la esperanza y no por el miedo o el escepticismo”
Por este motivo, el sucesor de Pedro alienta a los “carismáticos” a ser “signos vivientes de esperanza, faros de la Buena Noticia de Cristo para los hombres y las mujeres de nuestro tiempo”. Lo que significa, añade, ser “auténticos testigos” en “cordial unión con los sucesores de los apóstoles”, los obispos, y de esa verdad que tanto necesita hoy el mundo. Las comunidades carismáticas, concluye el Papa, tienen también el gran desafío que el nuevo milenio plantea a la Iglesia: ser “la casa y la escuela de la comunión”
2. La función de la RCC en la Comunidad Cristiana:
Canalizar la gracia en el Seno de la Comunidad Cristiana para la edificación de dicha Comunidad, poniendo los dones recibidos al servicio de la Comunidad.
3. Las cinco notas de la RCC:
Trinitaria: Alabamos al Padre por medio del Hijo en el Espíritu Santo.
Cristológica: Como miembro del Cuerpo Místico de Cristo es uno de los brazos junto con la jerarquía donde Cristo derrama su gracia al Pueblo de Dios.
Mariana: Tiene algunas actitudes de la Virgen Maria que las imita. La tradición eclesial de los Padres de la Iglesia que la Iglesia Luterana también heredó y así lo recoge el apóstol Juan en Apocalipsis 12 ha visto a María como modelo de la Iglesia y el mismo Apóstol Pablo nos dice: “Sed mis imitadores como yo lo soy de Cristo” (1Co 11,1) y el autor de los Hebreos nos dice: “Acordaos de vuestros guías, que os anunciaron la palabra de Dios y, considerando el desenlace de su vida, imitad su fe. Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y por los siglos. No os dejéis seducir por doctrinas diversas y extrañas” (Heb 13,7-9). Por lo tanto lo que vamos a ver aquellas actitudes de Maria de Nazaret que debemos de imitar o que la RCC la imita. Para comprender la Renovación en el Espíritu, hay que asomarse a la experiencia de los Apóstoles en Pentecostés. El Cenáculo es el lugar donde los cristianos se dejan transformar por la oración, en torno a María, para acoger al Espíritu. Y es también el lugar de donde salen para llevar "hasta los confines de la tierra" el fuego de Pentecostés. La misión de la Renovación Carismática es hacer presente hoy en el mundo la experiencia de Pentecostés. Confirma así su vocación de servicio a la Iglesia, que fue enriquecida con los carismas del Espíritu desde su nacimiento en el Cenáculo.
A) La RCC como María es “la llena de gracia” (Lc 1,28): En términos paulinos es Santa e Inmaculada (Ef. 5,26) Dios ha colmado y continúa colmando a la RCC de sus dones, de la gracia del Espíritu para edificar la Iglesia.
B) La RCC como María es orante: Adora al Padre en espíritu y en verdad, con sencillez de corazón y con su Magnificat alaba y celebra ese Dios que nos salva dándole gracias y bendiciéndolo por todo lo que ha hecho a favor de su Pueblo.
C) La RCC como Maria guarda la Palabra de Dios poniéndola en práctica (Lc 2,19.51; 11,28), no se la queda para si misma, ya que se nutre de ella, verifica el signo que le ha sido dado y sale anunciarla, entonces resuena en nuestros corazones aquella bienaventuranza de Isabel: “¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!” (Lc 1,45)
D) La RCC como Maria es oferente: Ofrecemos a Jesucristo que es nuestro aval de Salvación.
E) La RCC como Maria es Medianera de todas las gracias: El Apóstol Pablo nos dice que el único mediador entre Dios y los hombres es Cristo (1Tim 2,5). Pero uno de los canales de mediación que tiene Cristo es a través de la Comunidad Cristiana y de sus miembros, tal como afirma el Apóstol: “Para mí, mi vida es Cristo” (Flp 1,21), de tal manera que “Ya no soy el que vive, es Cristo que vive en mí” (Gal 2,20). El cristiano sigue a Cristo en Comunidad y es la Iglesia, como cuerpo de Cristo, que media por él y lo vincula a Cristo y como carismáticos somos los mediadores de la Gracia de Dios para el bien y la edificación de la Iglesia, es Cristo que nos utiliza como canal y derrama su santo Espíritu.
Eclesial: la Renovación como grupo eclesial es la Iglesia en movimiento, donde Cristo mediante su Espíritu derrocha gracias en abundancia a favor de su Pueblo, cumpliéndose lo que dijo el profeta Joel: “Derramaré mi Espíritu sobre todo mortal y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. Y también sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu. Haré prodigios arriba en el cielo y signos abajo en la tierra. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes de que llegue el Día grande del Señor. Y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará” (Hch 2,17-21).
Ecuménica: Por motivos de conflictos internos y alguno de ellos era promovidos por problemas estructurales que agobian a la Iglesia en avanzar en una reforma, la Iglesia de Cristo se fue fracturando y en el seno del protestantismo, también se llegó a fracturar a causa de los intereses propios de los pastores y su línea de interpretar las Escrituras, de tal manera que un Evangélico Bautista se diferencia de un Evangélico Pentecostal, en que los Bautistas creen los dones del Espíritu se dieron en el siglo I y dejó Dios de darlos a la Iglesia y el Pentecostal afirma que se ha dado en todo tiempo de la Cristiandad y sobretodo en estos últimos días.
En el Siglo XIX aparece lo que se llama el movimiento ecuménico: Los protestantes se dan cuenta que les une en la Fe en el Dios Trinitario y Cristo que es el único mediador entre Dios y los hombres es el Salvador. La Iglesia Católica con Pío XII se suma al carro ecuménico para trabajar por dos objetivos que los presenta el Apóstol Pablo y el mismo Cristo: “lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la plena madurez de Cristo” (Ef 4,13) y “Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros.” (Jn 17,11)
Hemos dicho que la RCC es la Iglesia Católica en movimiento y participa de este ecumenismo al poder convocar o participar en encuentros de oración interconfesionales cristianas carismáticas, respectando la identidad de origen de cada uno y sin ánimos de hacer proselitismo, o que un carismático que viva en un sitio que no hay Iglesia Católica pueda participar en un grupo carismático de otra confesión cristiana ya que lo que prima es alimentarse de la Oración, de alimentarse de su Palabra y de poder alabar al Señor según establece los acuerdos ecuménicos.
4. Algunas objeciones para no tener un grupo carismático:
La gente suele creer realidades metahistóricas, son capaces de creer que una persona difunta haya hecho un milagro y la Iglesia la reconozca como Santa, que está en la presencia de Dios y sin embargo no pueden admitir que el milagro lo haga un cristiano, por su naturaleza pecadora. En realidad no son ni el Santo y ni el Carismático que han hecho el milagro, tal como dijimos en el apartado de las mediaciones, es Cristo que canaliza su gracia en aquella persona.
Basándonos en esta objeción sería discutible toda la teología sacramental, ya que el ministro es un pecador y por eso no se van a confesar, también les costaría en creer que un sacerdote que esté en pecado mortal pueda consagrar con el poder del Espíritu el pan y el vino para que se convierta en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Ponemos en cuestión la idoneidad de la persona, cuando la gracia está por encima de que la persona sea digna o no.
Algunos tienden a equiparar la liturgia carismática con otras liturgias “sanadoras” con ritos similares y que no son reconocidos por la Iglesia, tratando al que ora de brujo, hechicero, estas son unas palabras suaves comparadas con las que le dijeron a Jesús (Mc 3, 20-30) o de tratar como dioses a los oradores (Hch 14,11)
Otros atribuyen que la sanación es un efecto psicológico de la persona, que se encuentra bien y luego se encuentra mal o peor que antes. Todo esto es el enemigo que pretende destruir y dividir a la Iglesia y para el carismático le debe fortalecer.
Tal como pasa en otros grupos que hay laicos que contribuyen a la edificación de la Comunidad Cristiana, para algunos sacerdotes llega a ser un estorbo que un catequista y en el caso de los carismáticos un profeta contribuya a ello, siendo una gran ayuda para el presbítero trabajando y cooperando en Comunión y en caridad fraterna. Quizás sea, y esto hay que evitarlo para no romper la comunión, que el laico coja posturas que se clericalize anulando la autoridad del presbítero responsable.
5. Todo cristiano es carismático:
Tal como hemos visto en la parte bíblica que en las comunidades Cristianas primitivas el neófito tiene algunos poderes o dones que el Espíritu Santo le ha concedido y los dones son para la edificación de la Comunidad Cristiana, muchos afirman que es una cosa pasajera, que solamente se dio en aquel tiempo y nada más. Pero hay algún detalle en los Sacramentos de Iniciación Cristiana que confirma que no es una cosa pasajera y lo vemos cuando el cristiano es Confirmado:
El Concilio Vaticano II dice: "por el sacramento de la Confirmación se vinculan (los cristianos) más estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fuerza especial del Espíritu Santo y con ello quedan obligados más estrictamente a difundir y defender la fe como verdaderos testigos de Cristo, por la palabra juntamente con las obras" (LG 11)
Lo primero que conviene reafirmar es que el sacramento por el cual recibimos el Espíritu Santo, el Sacramento del Espíritu, es el Bautismo. Con él nacemos espiritualmente y nos hacemos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad y comenzamos a vivir una vida sobrenatural, la vida en el Espíritu. La Confirmación es el robustecimiento de la Gracia Bautismal. Es un crecimiento espiritual, en este sacramento se van a renovar las promesas del Bautismo que otros hicieron por nosotros si es que se recibió al poco tiempo de nacer. Su fin es perfeccionar lo que el Bautismo comenzó en nosotros.
Lo que caracteriza el símbolo de la Confirmación es la imposición de manos y la unción con el crisma. Esta unción ilustra el nombre de cristiano que significa "ungido" y que tiene origen en el nombre de Cristo, al que Dios ungió con el Espíritu Santo.
En una de las moniciones explicativas a la oración de imposición de manos hay una alusión a elementos propios de los carismáticos en el confirmando, esta monición reza así: “El día de Pentecostés, los Apóstoles recibieron una presencia muy especial del Espíritu Santo. Los Obispos, sus continuadores, transmite desde entonces el Espíritu Santo como un don personal por medio del sacramento de la Confirmación, que ahora va a comenzar con la imposición de manos del Obispo. La imposición de manos es uno de los gestos que aparecen habitualmente en la historia de la salvación y en la liturgia para indicar la transmisión de un poder o de una fuerza o unos derechos”
Imposición de manos:
En este sentido se puede decir que en la Confirmación el obispo, en nombre de la Iglesia, bendice a los bautizados para que el Espíritu Santo los fortalezca y lleve a plenitud la gracia del Bautismo, los haga testigos de Cristo en el mundo extendiendo y defendiendo la fe con sus palabras y sus obras. Con la imposición de manos se hace la inserción plena de las personas bautizadas en la comunidad apostólica, esta inserción es una verdadera participación en el profetismo de Cristo, que los cristianos tendrán que realizar asumiendo, anunciando y confesando la fe en Cristo, testimoniando con palabras y obras, la verdad evangélica, a través del espacio y del tiempo y siendo fermento de santidad en el mundo.
Unción con el Crisma:
En el Antiguo Testamento tiene una significación importante el gesto de ungir a los reyes (1Sam 10,1; 16,13; 1 Re 1,39). Mediante la unción, se otorgaba al rey el poder para ejercer su función que estaba estrechamente relacionada con la defensa de la justicia. Que consistía especialmente en la defensa de los pobres y desvalidos, los huérfanos y las viudas, es decir, de los que por si mismos no podían defenderse.
Para el Nuevo Testamento. Jesús es el Ungido por excelencia. Así lo manifiesta el evangelio de Lucas al narrar el suceso acaecido en la sinagoga de Nazaret, donde se lee el texto del profeta Isaías haciendo referencia a Jesús.
"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres, me ha enviado a proclamar la liberación de los cautivos a dar vista a los ciegos, a libertar a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor" (Lc 4, 18-19)
El cristiano, al recibir la Confirmación, queda ungido y enviado para la misión de anunciar la fe, testimoniar la verdad, comprometerse en la implantación en el mundo de la justicia, la libertad y la paz, para ser fermento de santidad y edificar la iglesia por medio de sus carismas y servicios de caridad.
La Confirmación, como el Bautismo, se da una sola vez en la vida, porque imprime en el alma una marca indeleble, el carácter que es el signo de que Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Espíritu, revistiéndolo de la fuerza de lo alto para que sea su testigo. Cristo mismo se declara marcado con el sello de su Padre (Jn 6,27). El cristiano también está marcado con un sello, este sello marca la pertenencia total a Cristo, la puesta a su servicio para siempre.
Efectos de la Confirmación
El mayor efecto del sacramento de la Confirmación es la efusión plena del Espíritu Santo, y sus siete dones: Sabiduría, Entendimiento, Consejo, Ciencia, Piedad, Fortaleza y Temor de Dios, como fue concedida a los apóstoles el día de Pentecostés.
Si el Bautismo hace al cristiano Hijo de Dios, la Confirmación le enriquece con una fuerza nueva y singular del Espíritu Santo, que le hace capaz de dar testimonio de su existencia y de irradiar la fe que la presencia y acción de Dios ha creado y mantiene en él.
Si el Bautismo une al cristiano con Jesucristo, la Confirmación le hace testigo del Señor en plenitud, activando y profundizando continuamente la nueva vida que reside en él.
Si el Bautismo llena al cristiano con los dones del Espíritu Santo y le ha incorporado a la Iglesia, la Confirmación, le estimula para hacer fructificar en el servicio esos dones recibidos y para estar plenamente unido a toda la Iglesia en su consagración y misión.
Dones del Espíritu Santo
Para que el cristiano pueda luchar, el Espíritu Santo le regala sus siete dones, que son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu, estos dones son:
Sabiduría: Nos da la capacidad especial para juzgar las cosas humanas según la medida de Dios. Iluminado por este don, el cristiano sabe ver interiormente las realidades de este mundo; nadie mejor que él es capaz de apreciar los valores auténticos de la creación, mirándolos con los mismos ojos de Dios.
Ciencia: El hombre iluminado por el don de la ciencia, conoce el verdadero valor de las criaturas en su relación con el Creador. Y no estima las criaturas más de lo que valen y no pone en ellas, sino en Dios, el fin de su propia vida.
Consejo: Este don actúa como un soplo nuevo en la conciencia, sugiriéndole lo que es lícito, lo que corresponde, lo que conviene más al alma. El cristiano ayudado con este don, penetra en el verdadero sentido de los valores evangélicos, en especial de los que manifiesta el sermón de la montaña
Piedad: Mediante éste don, el Espíritu sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios y para con los hermanos. El don de la piedad orienta y alimenta la necesidad de recurrir a Dios para obtener gracia ayuda y perdón. Además extingue en el corazón aquellos focos de tensión y de división como son la amargura, la cólera, la impaciencia, y lo alimenta con sentimientos de comprensión, de tolerancia, de perdón.
Temor de Dios: Con este don, el Espíritu Santo infunde en el alma sobre todo el temor filial, que es el amor a Dios, el alma se preocupa entonces de no disgustar a Dios, amado como Padre, de no ofenderlo en nada, de permanecer y de crecer en la caridad.
Entendimiento: Mediante este don el Espíritu Santo, que "escruta las profundidades de Dios" (1 Cor 2,10), comunica al creyente una chispa de esa capacidad penetrante que le abre el corazón a la gozosa percepción del designio amoroso de Dios, al mismo tiempo hace también más límpida y penetrante la mirada sobre las cosas humanas. Gracias a ella se ven mejor los numerosos signos de Dios que están inscritos en la creación.
Fortaleza: el don de la fortaleza es un impulso sobrenatural, que da vigor al alma en las habituales condiciones de dificultad: en la lucha por permanecer coherentes con los propios principios, en el soportar ofensas y ataques injustos; en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones y hostilidades, en el camino de la verdad y de la honradez. Es decir, tenemos que invocar del Espíritu Santo el don de la fortaleza para permanecer firmes y decididos en el camino del bien. Entonces podremos repetir con San Pablo: "Me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte" (2Cor 12,10).
Si con la Imposición de manos hemos recibido los 7 dones, el cristiano tiene que estar en un lugar propicio para activarlos en función de su propia edificación y la de la Comunidad Cristiana. Una Comunidad Cristiana abierta al Espíritu Santo, reaviva, redimensiona y vive con más autenticidad los otros carismas u opciones de vida Cristiana que están al servicio de la Iglesia y de la Evangelización.
Si la Comunidad Cristiana tiene su opción preferencial por los pobres y el Papa Juan Pablo II en su exhortación apostólica “Ecclesia in Europa” del 28 de Junio del 2003 en su apartado: “Dar esperanza a los Pobres” (Cf. EiE 86-89), sitúa a los enfermos como pobres, la enfermedad es una clase de pobreza, la RCC tiene su campo de misión en este sector y tiene que ser estimulada para que continúe su misión entre los enfermos y podría dar una gran vitalidad a la Pastoral de Enfermos en su equipo de visitadores de enfermos.
Una Oración / Enviado por Viviana Baigorria
Al regresar de un viaje misionero a su Iglesia local en Michigan, EU. Testificaba este misionero lo que Dios había hecho con él:
Mientras servía como misionero en un pequeño hospital en el área rural de Africa, cada dos semanas viajaba a la ciudad en bicicleta para comprar provisiones y medicamentos. El viaje era de dos días, y debería atravesar la jungla. Debido a lo largo del viaje debía acampar en el punto medio, pasar la noche y reanudar mi viaje temprano al dia siguiente.
En uno de estos viajes, llegué a la ciudad donde planeaba retirar dinero del banco, comprar las medicinas, los viveres y reanudar mi viaje de dos días de regreso al hospital. Cuando llegué a la ciudad, observé a dos hombres peleándose, uno de ellos estaba bastante herido. Le curé sus heridas y al mismo tiempo le hable de Nuestro Señor Jesucristo.
Después de esto, reanudé mi viaje de regreso al hospital. Esa noche acampé en el punto medio y a la mañana siguiente reanudé mi viaje y llegue al hospital sin ningún incidente.
Dos semanas más tarde repetí mi viaje. Cuando llegué a la ciudad, se me acercó el hombre al cual yo había atendido en mi anterior viaje y me dijo que la vez pasada, cuando lo curaba, el se dió cuenta que yo traía dinero y medicinas.
El agrego: "Unos amigos y yo te seguimos en tu viaje mientras te adentrabas en la jungla, pues sabíamos que habrías de acampar. Planeabamos matarte y tomar tu dinero y medicinas pero en el momento que nos acercamos a tu campamento, pudimos ver que estabas protegido por 26 guardias bien armados".
Ante esto no pude más que sonreir a carcajadas y le asegure que yo siempre viajaba solo. El hombre insistió y agrego: "no señor, yo no fui la única persona que vió a los guardias armados, todos mis amigos también los vieron, y no solo eso sino que entre todos los contamos, eran 26".
En ese momento, uno de los hermanos de la iglesia se puso en pie, interrumpió al misionero y le pregunto la fecha y hora del suceso, al misionero responderle, el hermano contó la siguiente historia:
"A la hora de su incidente en Africa era de mañana aquí. Yo me preparaba para salir cuando sentí una imperiosa necesidad de orar por usted, de hecho el llamado era tan fuerte que comencé a llamar a los hermanos de la congregación para reunirnos en el Templo a orar por usted. Hoy quisiera que los Caballeros que vinieron ese día a orar por usted, se pusieran de pie". El misionero no estaba tan preocupado por saber quienes eran ellos, más bien se dedicó a contarlos, un total de 26 hombres.
¿Alguna vez has sentido la imperiosa necesidad de orar por alguien?, pero has decidido ponerlo en tu lista de "cosas por hacer" y te has dicho: "Oraré más tarde". ¿Te ha llamado alguien alguna vez que te ha dicho?, necesito que ores por mí.
Si en alguna ocasión sientes la inquietud de orar por alguien, no vaciles en hacerlo, no lo dejes para luego. Nadie seria lastimado por una oración.
Mientras servía como misionero en un pequeño hospital en el área rural de Africa, cada dos semanas viajaba a la ciudad en bicicleta para comprar provisiones y medicamentos. El viaje era de dos días, y debería atravesar la jungla. Debido a lo largo del viaje debía acampar en el punto medio, pasar la noche y reanudar mi viaje temprano al dia siguiente.
En uno de estos viajes, llegué a la ciudad donde planeaba retirar dinero del banco, comprar las medicinas, los viveres y reanudar mi viaje de dos días de regreso al hospital. Cuando llegué a la ciudad, observé a dos hombres peleándose, uno de ellos estaba bastante herido. Le curé sus heridas y al mismo tiempo le hable de Nuestro Señor Jesucristo.
Después de esto, reanudé mi viaje de regreso al hospital. Esa noche acampé en el punto medio y a la mañana siguiente reanudé mi viaje y llegue al hospital sin ningún incidente.
Dos semanas más tarde repetí mi viaje. Cuando llegué a la ciudad, se me acercó el hombre al cual yo había atendido en mi anterior viaje y me dijo que la vez pasada, cuando lo curaba, el se dió cuenta que yo traía dinero y medicinas.
El agrego: "Unos amigos y yo te seguimos en tu viaje mientras te adentrabas en la jungla, pues sabíamos que habrías de acampar. Planeabamos matarte y tomar tu dinero y medicinas pero en el momento que nos acercamos a tu campamento, pudimos ver que estabas protegido por 26 guardias bien armados".
Ante esto no pude más que sonreir a carcajadas y le asegure que yo siempre viajaba solo. El hombre insistió y agrego: "no señor, yo no fui la única persona que vió a los guardias armados, todos mis amigos también los vieron, y no solo eso sino que entre todos los contamos, eran 26".
En ese momento, uno de los hermanos de la iglesia se puso en pie, interrumpió al misionero y le pregunto la fecha y hora del suceso, al misionero responderle, el hermano contó la siguiente historia:
"A la hora de su incidente en Africa era de mañana aquí. Yo me preparaba para salir cuando sentí una imperiosa necesidad de orar por usted, de hecho el llamado era tan fuerte que comencé a llamar a los hermanos de la congregación para reunirnos en el Templo a orar por usted. Hoy quisiera que los Caballeros que vinieron ese día a orar por usted, se pusieran de pie". El misionero no estaba tan preocupado por saber quienes eran ellos, más bien se dedicó a contarlos, un total de 26 hombres.
¿Alguna vez has sentido la imperiosa necesidad de orar por alguien?, pero has decidido ponerlo en tu lista de "cosas por hacer" y te has dicho: "Oraré más tarde". ¿Te ha llamado alguien alguna vez que te ha dicho?, necesito que ores por mí.
Si en alguna ocasión sientes la inquietud de orar por alguien, no vaciles en hacerlo, no lo dejes para luego. Nadie seria lastimado por una oración.
San Francisco de Asís: ¿Señor, qué quieres que haga?
¿Señor, qué quieres que haga?
. Luego de emprender el viaje y de haber llegado a Espoleto para continuar hasta la Pulla, Francisco se sintió enfermo. Empeñado, con todo, en llegar hasta la Pulla, se echó a descansar, y, semidormido, oyó a alguien que le preguntaba a dónde se proponía caminar. Y como Francisco le detallara todo lo que intentaba, aquél añadió: «¿Quién te puede ayudar más, el señor o el siervo?» Y como respondiera que el señor, de nuevo le dijo: «¿Por qué, pues, dejas al señor por el siervo, y al príncipe por el criado?» Y Francisco contestó: «Señor, ¿qué quieres que haga?»... (TC 6).
No es cosa fácil ni sencilla saber qué quiere Dios de nosotros o qué quiere que hagamos, y ni siquiera lo fue para Francisco de Asís. No consta que él tuviese hilo directo con el Espíritu Santo a través del cual le fuese revelado lo que tenía que hacer. Tampoco Francisco supo de buenas a primeras cuál era su vocación y, mucho menos, la misión a que Dios lo destinaba. Todo esto lo fue descubriendo gradualmente, con fases alternas frecuentemente dolorosas y nunca definitivas. Por lo demás, forma parte de la naturaleza del hombre no saber al punto lo que Dios quiere de él, porque con frecuencia el hombre lo busca todo menos a Dios, y los pensamientos humanos son muy otros que los de Dios.
El descubrimiento de la propia vocación por parte de Francisco fue fruto de un proceso de larga y difícil maduración. Francisco vivió siempre en el filo de la incertidumbre, lo que demuestra cuán libre es el hombre en su respuesta al Dios que lo interpela. Y Dios acepta de buen grado que el hombre repiense sus decisiones y las revise.
¿Qué camino no hizo Francisco hasta llegar a pasar de la aplicación material de las palabras que le dirigió el crucifijo de San Damián: «Vete y repara mi iglesia», al descubrimiento de una verdadera misión profética?
San Buenaventura, reflexionando sobre este «parto difícil», sobre este movimiento dinámico que se desarrolla como un «éxodo de la carne al espíritu», como un paso de las cosas exteriores a su significado interior y profundo, afirma: «Ignoraba todavía Francisco los designios de Dios sobre su persona..., no estaba familiarizado su espíritu en descubrir el secreto de los misterios divinos e ignoraba el modo de remontarse de las apariencias visibles a la contemplación de las realidades invisibles» (LM 1,2-3).
Henos, pues, aquí ante un Francisco cuyas dudas e incertidumbres sobre el verdadero sentido que dar a lo que intuía son semejantes a las nuestras. Esto debería hacer reflexionar a todos aquellos que creen tener el «monopolio del Espíritu Santo» y, por consiguiente, de la «Inspiración», y que se creen dispensados de contar también con las mediaciones humanas.
La «inspiración» jamás pone al hombre al amparo de posibles errores de interpretación. Y en Francisco nosotros tenemos no una inspiración sino una interpretación privilegiada de la Inspiración evangélica que anima continuamente al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia y también al corazón de la humanidad. No existen, pues, modelos «prefabricados», sino que es necesario remontarse a las fuentes de la Inspiración.
Cada uno de nosotros es un ser muy definido, inserto en una realidad histórica con sus límites y sus riquezas: tiene su propia sensibilidad, su propia inteligencia, sus cualidades naturales, sus lagunas, su propio «hábitat» social, su propio universo cultural, y precisamente en esta realidad tan concreta es donde resuena la llamada de Dios.
Una de las primeras cosas que tengo que comprender y aceptar es que yo soy aquel ser humano que soy, que me ha sido dado y que tal cual me asumo, y que nunca seré el personaje que sueño y proyecto ser en un mundo imaginario. Dios se me manifestará y me mostrará su voluntad a través de las posibilidades y los límites de mi cuerpo y de mi espíritu, tal cual Él me los ha dado.
Por consiguiente, la primera etapa de toda conversión es «convertirse» a uno mismo. Celano, primer biógrafo de Francisco, dice que el Santo llamaba a esta especie de intuición o discernimiento «sal de la sabiduría o de la discreción». He aquí un testimonio de las fuentes: «Que cada uno sepa medir sus fuerzas en su entrega a Dios»; «Hermanos míos, entendedlo bien: cada uno ha de tener en cuenta su propia constitución física» (cf. 2 Cel 22; LM 5,7; LP 50). Aunque hemos de reconocer que la experiencia en el cuidado de los hermanos, más que el propio temperamento impetuoso y extremista de Francisco, fue lo que le hizo ejercitar el «discernimiento». Quizá pueda afirmarse que Francisco tuvo más discernimiento para con sus hermanos que para consigo mismo.
Uno de los «lugares privilegiados» de la revelación es la conciencia del hombre, donde las llamadas e interpelaciones de Dios son más o menos percibidas. Para Francisco, el «artífice principal» de esta iniciativa divina fue el Espíritu Santo. Francisco inculcó siempre una gran apertura, una máxima disponibilidad al Espíritu del Señor: «... al Espíritu del Señor... a las visitas del Espíritu», porque lo había experimentado personalmente de manera positiva, decisiva.
Obedecer es principalmente «escuchar», según el sentido bíblico de la palabra tanto en hebreo como en latín. Puesto que el Espíritu es la fuente de todo discernimiento, sólo Él puede permitirnos ver y creer en los signos y por medio de los signos humanos. Y toda intuición en este caso es un verdadero nacimiento.
Todos los biógrafos de Francisco subrayan esta actitud interior de escucha como lugar privilegiado de discernimiento de la voluntad de Dios. Francisco «fue impulsado por el Espíritu» a los leprosos, a la soledad, a San Damián... Y jamás se tratará de una actitud de devoción, «una fórmula piadosa», sino que indicará una realidad tan profunda que llegará hasta inducirlo a proclamar que «el Espíritu Santo es el Ministro General de la Fraternidad», es decir, la instancia suprema de toda forma de mediación humana.
Francisco nunca desatiende las mediaciones, las acepta todas, pero, al mismo tiempo, defiende con fervor cuanto creía haber recibido del Señor como «inspiración del Espíritu». Afirma: «Y después que el Señor me dio hermanos, nadie me mostraba qué debía hacer, sino que el Altísimo mismo me reveló que debía vivir según la forma del santo Evangelio» (Test 14). También la Regla, tanto la primera como la segunda, muestra cuán profundamente respetaba él la «inspiración». Más aún, podría decirse que es su nota dominante. A menudo encontramos expresiones como éstas: «Si alguno, por divina inspiración...», «como el Señor o el Espíritu les inspire», u otras semejantes. Poder obrar espiritualmente, «como hombre de espíritu», en lugar de vivir «según la carne», es la oposición que Francisco encuentra entre lo carnal y lo espiritual.
Para Francisco no existe la autoridad absoluta. Siempre hay un límite y éste es «la conciencia del hombre y el Evangelio». En su primera Admonición comenta estas palabras del Evangelio: «Dice el Señor Jesús a sus discípulos: "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie llega al Padre sino por mí"» (Adm 1,1). El Padre es el último fin, la meta definitiva de todo hombre. Y el lugar central y definitivo de su querer es ciertamente el Evangelio y Cristo, que para Francisco son una misma cosa. Cristo es al mismo tiempo «Palabra y Rostro de Dios, enseñanza y acción, llamada y comportamiento práctico». Francisco ve la voluntad de Dios en el conjunto del misterio de Cristo, anterior a la misma creación histórica, encarnada y glorificada. Dirá a Bernardo: «Si quieres probar con los hechos lo que dices, entremos mañana de madrugada en la iglesia y pidamos consejo a Cristo, con el Evangelio en las manos» (2 Cel 15). Evidentemente, tanto Francisco como sus hermanos vivieron con modalidades diversas esta escucha atenta del Verbo hecho Carne: prolongadas soledades, oraciones y adoraciones silenciosas que purifican la mirada, el corazón y las motivaciones de la acción.
Hay que recordar de modo especial su mirada de fe puesta «en el Cristo que se ofreció y fue crucificado» que, para Francisco y sus hermanos, fue un lugar de discernimiento especialmente en los momentos de duda y de angustia, más que una visión especulativa, cuando se trataba de hacer opciones.
Para Francisco, «los leprosos... los mendigos... los pobrecillos sacerdotes...» eran lugares privilegiados en los que encontrar más fácilmente «la voluntad de Dios». Eran para él «sacramento» de la presencia de Cristo en medio de nosotros. Francisco se convirtió al Evangelio precisamente a través del contacto con los pobres, la oración y la soledad. Y su conversión no se quedó en algo a nivel intimista, sino que caló en la realidad de la pobreza, de la miseria, de la enfermedad más repelente: éstos son para Francisco los «lugares privilegiados» de discernimiento.
Francisco ve clara la voluntad de Dios el día en que sale de su ambiente y entra a formar parte de los hermanos marginados de su tiempo. Él mismo nos lo cuenta: «El Señor me dio de esta manera, a mí el hermano Francisco, el comenzar a hacer penitencia; en efecto, cuando estaba en pecados me era muy amargo ver a los leprosos. Y el Señor mismo me condujo en medio de ellos, y practiqué con ellos la misericordia. Y, al separarme de los mismos, aquello que me había parecido amargo, se me tornó en dulzura de alma y cuerpo; y, después de esto, permanecí un poco de tiempo y salí del siglo» (Test 1-3). Este primer paso, este inicio le volverá espontáneamente a la memoria al final de su vida cuando escriba su Testamento a los hermanos.
Ciertamente, este «lugar» fue tan determinante para su vocación que lo impondrá o sugerirá también a los otros hermanos: «Desde el principio de la Religión, después que los hermanos empezaron a multiplicarse, quiso que viviesen en los hospitales de los leprosos para servir a éstos. En aquella época, cuando se presentaban postulantes, nobles y plebeyos, se les prevenía, entre otras cosas, que habrían de servir a los leprosos y residir en sus casas» (LP 9). Y si el biógrafo recuerda esta práctica es porque lamenta que se haya perdido. De hecho, en la Regla no se habla de ella.
Francisco conocía bien la naturaleza humana, de la que desconfiaba; conocía los peligros de la «propia voluntad», los enredos del egoísmo, la tendencia a tomar por «inspiración divina» lo que no es más que simple efecto de la psique o resultado del prisma socio-cultural en que se vive inmerso y que siempre es un poco deformante; todo esto, sin embargo, no le impedía tener una gran confianza en la «inspiración».
De ahí nace en él la preocupación por hacer verificar, confirmar, autenticar sus propias «inspiraciones» por medio de otras mediaciones que no sean las suyas propias. Sabe perfectamente que el receptor humano está con frecuencia ofuscado y a veces bloqueado por su infinita capacidad de autojustificación incluso espiritual. Y uno de los mejores «lugares» es la fraternidad, es decir, el conjunto de los hermanos o, como suele llamarse, «el capítulo». Leemos, en efecto, que los hermanos, al regresar de Roma, discutían para averiguar cómo observar mejor el Evangelio, cómo actuar, cómo vivir (cf. 1 Cel 34; LM 4,1-2). Y sabemos que Francisco mismo recurrió con frecuencia a los hermanos y también a las hermanas para conseguir mayor claridad en lo referente a su vocación y misión.
Francisco debió comprender, sin duda, un punto fundamental del misterio de la salvación, a saber, que «el hombre establece la relación con Dios no como individuo sino como miembro de un pueblo, de una comunidad» (cf. Lumen Gentium 9). Dios habla a los hombres por medio de los hombres. De ahí que, al asaltarle una angustiosa duda, Francisco la propusiera repetidamente a sus compañeros: «Por más que durante muchos días anduvo dando vueltas al asunto con sus hermanos, Francisco no acertaba a ver con claridad... Él, que en virtud del espíritu de profecía llegaba a conocer cosas maravillosas, no era capaz en absoluto de resolver por sí mismo esta cuestión». Aunque había aprendido sublimes lecciones del divino Maestro, no se avergonzaba, como verdadero menor, de consultar incluso a los más insignificantes; su mayor preocupación era averiguar el camino y modo de servir más perfectamente a Dios conforme a su beneplácito y, para ello, «éste fue su más vivo deseo mientras vivió: preguntar a sabios y sencillos, a perfectos e imperfectos, a pequeños y grandes...» (cf. LM 12,1-2).
Convencido de que Dios habla a los hombres por medio de otros hombres, fue un asertor intransigente de la relación interpersonal que excluye del modo más absoluto y decidido la relación «dominante-dominado» o también amo-siervo. Para Francisco, la obediencia es especial y principalmente un servicio de amor fraterno, mientras la autoridad es un servicio de crecimiento y de unidad. Decía: «Igualmente..., ninguno de los hermanos tenga potestad o dominio, y menos entre ellos...; sino, más bien, por la caridad del espíritu, sírvanse y obedézcanse unos a otros de buen grado. Y ésta es la verdadera y santa obediencia de nuestro Señor Jesucristo» (1 R 5,9-15).
Para Francisco, todos y cada uno de los hermanos, la fraternidad misma, podían ser camino o ruta hacia el Padre. Para él, la Comunión de los Santos no era únicamente solidaridad en la oración, sino también en la búsqueda de Dios y de su voluntad. La fraternidad, por tanto, es «lugar privilegiado» para comprender mejor la voluntad de Dios, incluso porque nosotros leemos los acontecimientos y analizamos el dinamismo del mundo con nuestros propios ojos, cuya mirada está frecuentemente ofuscada; de aquí, la necesidad de liberarnos de ella para mirar con los ojos de nuestros hermanos, de nuestro prójimo; de aquí, la consecuencia de que la experiencia franciscana no propone un ejemplar único que sirve de «ejemplo», sino un modelo que junto con los hermanos ha buscado, preguntado, dudado, inventado, realizado.
Francisco nunca fue un defensor fanático de la «Iglesia», pero tampoco separó nunca a Cristo y al Evangelio de su cuerpo vivo que es la Iglesia. Tomó siempre todas sus grandes decisiones «in sinu Ecclesiae», en el seno de la Iglesia, se tratase del obispo de Asís o del pobrecillo sacerdote que atendía la capilla de San Damián, o del papa Inocencio III.
Su continuo recurso a los «clérigos» no hace de Francisco un ser rastrero o tímido, siempre dispuesto a someterse al primero que habla o que dice la última palabra. Si alguna vez sabe renunciar, la mayoría de las veces permanece firme en su «inspiración».
Finalmente, «la Regla», a la que Francisco llama «nuestra vida» (cf. 1 R 1,1; 2 R 1,1) y que, como la vida misma, cambia y evoluciona casi día tras día, constituye también otro lugar de «inspiración» y de búsqueda de la voluntad de Dios. La Regla aceptaba y reflejaba la vida concreta de un determinado momento del movimiento franciscano, por lo que no es un texto jurídico que es impuesto desde el exterior con el riesgo de matar al Espíritu, sino un «lugar» de coherencia y de unidad para los hermanos que han elegido un género de vida evangélica inspirada por el Espíritu. Dice Francisco: «Y mientras perseveren en los mandatos del Señor, que prometieron por el santo Evangelio y por su forma de vida, sepan que se mantienen en la verdadera obediencia, y sean benditos del Señor» (1 R 5,17). De este modo, el «discernimiento» se convierte en una forma de obediencia que se mueve en un conjunto de mediaciones y que «desapropia» de una voluntad naturalmente encerrada en sí misma. Abandonarse completamente a la obediencia significa asumir el riesgo de confrontarse con los hermanos y con los acontecimientos.
Ciertamente, la interpretación que Francisco da a sus inspiraciones o al Evangelio refleja su mundo socio-cultural, su época que busca una nueva identidad. Él, para expresar sus inspiraciones, usa modelos de aquel tiempo: caballeros, trovadores, comerciantes, ambulantes e itinerantes, predicadores laicos, fraternidad de penitencia, y otros semejantes.
También hoy existen, para el movimiento franciscano, mediaciones particulares y privilegiadas para traducir a los hombres de nuestro tiempo el ideal de Francisco. Para un discernimiento auténtico, válido también para nuestros días, Francisco ofrece tres condiciones fundamentales: disponibilidad, rectitud de intención y de voluntad, y pureza de corazón que es simplicidad.
En su Carta a los clérigos, Francisco reprocha a los sacerdotes de modo particular la falta de «discernimiento» respecto a la Eucaristía que es llevada, administrada y abandonada sin respeto alguno. En este caso, el «discernimiento», para Francisco, lo constituye la mirada de fe que percibe la Presencia de Cristo a través de la materialidad de los signos.
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Señor, ¿qué quieres que haga?, en Selecciones de Franciscanismo, vol. XII, n. 34 (1983) 3-8
. Luego de emprender el viaje y de haber llegado a Espoleto para continuar hasta la Pulla, Francisco se sintió enfermo. Empeñado, con todo, en llegar hasta la Pulla, se echó a descansar, y, semidormido, oyó a alguien que le preguntaba a dónde se proponía caminar. Y como Francisco le detallara todo lo que intentaba, aquél añadió: «¿Quién te puede ayudar más, el señor o el siervo?» Y como respondiera que el señor, de nuevo le dijo: «¿Por qué, pues, dejas al señor por el siervo, y al príncipe por el criado?» Y Francisco contestó: «Señor, ¿qué quieres que haga?»... (TC 6).
No es cosa fácil ni sencilla saber qué quiere Dios de nosotros o qué quiere que hagamos, y ni siquiera lo fue para Francisco de Asís. No consta que él tuviese hilo directo con el Espíritu Santo a través del cual le fuese revelado lo que tenía que hacer. Tampoco Francisco supo de buenas a primeras cuál era su vocación y, mucho menos, la misión a que Dios lo destinaba. Todo esto lo fue descubriendo gradualmente, con fases alternas frecuentemente dolorosas y nunca definitivas. Por lo demás, forma parte de la naturaleza del hombre no saber al punto lo que Dios quiere de él, porque con frecuencia el hombre lo busca todo menos a Dios, y los pensamientos humanos son muy otros que los de Dios.
El descubrimiento de la propia vocación por parte de Francisco fue fruto de un proceso de larga y difícil maduración. Francisco vivió siempre en el filo de la incertidumbre, lo que demuestra cuán libre es el hombre en su respuesta al Dios que lo interpela. Y Dios acepta de buen grado que el hombre repiense sus decisiones y las revise.
¿Qué camino no hizo Francisco hasta llegar a pasar de la aplicación material de las palabras que le dirigió el crucifijo de San Damián: «Vete y repara mi iglesia», al descubrimiento de una verdadera misión profética?
San Buenaventura, reflexionando sobre este «parto difícil», sobre este movimiento dinámico que se desarrolla como un «éxodo de la carne al espíritu», como un paso de las cosas exteriores a su significado interior y profundo, afirma: «Ignoraba todavía Francisco los designios de Dios sobre su persona..., no estaba familiarizado su espíritu en descubrir el secreto de los misterios divinos e ignoraba el modo de remontarse de las apariencias visibles a la contemplación de las realidades invisibles» (LM 1,2-3).
Henos, pues, aquí ante un Francisco cuyas dudas e incertidumbres sobre el verdadero sentido que dar a lo que intuía son semejantes a las nuestras. Esto debería hacer reflexionar a todos aquellos que creen tener el «monopolio del Espíritu Santo» y, por consiguiente, de la «Inspiración», y que se creen dispensados de contar también con las mediaciones humanas.
La «inspiración» jamás pone al hombre al amparo de posibles errores de interpretación. Y en Francisco nosotros tenemos no una inspiración sino una interpretación privilegiada de la Inspiración evangélica que anima continuamente al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia y también al corazón de la humanidad. No existen, pues, modelos «prefabricados», sino que es necesario remontarse a las fuentes de la Inspiración.
Cada uno de nosotros es un ser muy definido, inserto en una realidad histórica con sus límites y sus riquezas: tiene su propia sensibilidad, su propia inteligencia, sus cualidades naturales, sus lagunas, su propio «hábitat» social, su propio universo cultural, y precisamente en esta realidad tan concreta es donde resuena la llamada de Dios.
Una de las primeras cosas que tengo que comprender y aceptar es que yo soy aquel ser humano que soy, que me ha sido dado y que tal cual me asumo, y que nunca seré el personaje que sueño y proyecto ser en un mundo imaginario. Dios se me manifestará y me mostrará su voluntad a través de las posibilidades y los límites de mi cuerpo y de mi espíritu, tal cual Él me los ha dado.
Por consiguiente, la primera etapa de toda conversión es «convertirse» a uno mismo. Celano, primer biógrafo de Francisco, dice que el Santo llamaba a esta especie de intuición o discernimiento «sal de la sabiduría o de la discreción». He aquí un testimonio de las fuentes: «Que cada uno sepa medir sus fuerzas en su entrega a Dios»; «Hermanos míos, entendedlo bien: cada uno ha de tener en cuenta su propia constitución física» (cf. 2 Cel 22; LM 5,7; LP 50). Aunque hemos de reconocer que la experiencia en el cuidado de los hermanos, más que el propio temperamento impetuoso y extremista de Francisco, fue lo que le hizo ejercitar el «discernimiento». Quizá pueda afirmarse que Francisco tuvo más discernimiento para con sus hermanos que para consigo mismo.
Uno de los «lugares privilegiados» de la revelación es la conciencia del hombre, donde las llamadas e interpelaciones de Dios son más o menos percibidas. Para Francisco, el «artífice principal» de esta iniciativa divina fue el Espíritu Santo. Francisco inculcó siempre una gran apertura, una máxima disponibilidad al Espíritu del Señor: «... al Espíritu del Señor... a las visitas del Espíritu», porque lo había experimentado personalmente de manera positiva, decisiva.
Obedecer es principalmente «escuchar», según el sentido bíblico de la palabra tanto en hebreo como en latín. Puesto que el Espíritu es la fuente de todo discernimiento, sólo Él puede permitirnos ver y creer en los signos y por medio de los signos humanos. Y toda intuición en este caso es un verdadero nacimiento.
Todos los biógrafos de Francisco subrayan esta actitud interior de escucha como lugar privilegiado de discernimiento de la voluntad de Dios. Francisco «fue impulsado por el Espíritu» a los leprosos, a la soledad, a San Damián... Y jamás se tratará de una actitud de devoción, «una fórmula piadosa», sino que indicará una realidad tan profunda que llegará hasta inducirlo a proclamar que «el Espíritu Santo es el Ministro General de la Fraternidad», es decir, la instancia suprema de toda forma de mediación humana.
Francisco nunca desatiende las mediaciones, las acepta todas, pero, al mismo tiempo, defiende con fervor cuanto creía haber recibido del Señor como «inspiración del Espíritu». Afirma: «Y después que el Señor me dio hermanos, nadie me mostraba qué debía hacer, sino que el Altísimo mismo me reveló que debía vivir según la forma del santo Evangelio» (Test 14). También la Regla, tanto la primera como la segunda, muestra cuán profundamente respetaba él la «inspiración». Más aún, podría decirse que es su nota dominante. A menudo encontramos expresiones como éstas: «Si alguno, por divina inspiración...», «como el Señor o el Espíritu les inspire», u otras semejantes. Poder obrar espiritualmente, «como hombre de espíritu», en lugar de vivir «según la carne», es la oposición que Francisco encuentra entre lo carnal y lo espiritual.
Para Francisco no existe la autoridad absoluta. Siempre hay un límite y éste es «la conciencia del hombre y el Evangelio». En su primera Admonición comenta estas palabras del Evangelio: «Dice el Señor Jesús a sus discípulos: "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie llega al Padre sino por mí"» (Adm 1,1). El Padre es el último fin, la meta definitiva de todo hombre. Y el lugar central y definitivo de su querer es ciertamente el Evangelio y Cristo, que para Francisco son una misma cosa. Cristo es al mismo tiempo «Palabra y Rostro de Dios, enseñanza y acción, llamada y comportamiento práctico». Francisco ve la voluntad de Dios en el conjunto del misterio de Cristo, anterior a la misma creación histórica, encarnada y glorificada. Dirá a Bernardo: «Si quieres probar con los hechos lo que dices, entremos mañana de madrugada en la iglesia y pidamos consejo a Cristo, con el Evangelio en las manos» (2 Cel 15). Evidentemente, tanto Francisco como sus hermanos vivieron con modalidades diversas esta escucha atenta del Verbo hecho Carne: prolongadas soledades, oraciones y adoraciones silenciosas que purifican la mirada, el corazón y las motivaciones de la acción.
Hay que recordar de modo especial su mirada de fe puesta «en el Cristo que se ofreció y fue crucificado» que, para Francisco y sus hermanos, fue un lugar de discernimiento especialmente en los momentos de duda y de angustia, más que una visión especulativa, cuando se trataba de hacer opciones.
Para Francisco, «los leprosos... los mendigos... los pobrecillos sacerdotes...» eran lugares privilegiados en los que encontrar más fácilmente «la voluntad de Dios». Eran para él «sacramento» de la presencia de Cristo en medio de nosotros. Francisco se convirtió al Evangelio precisamente a través del contacto con los pobres, la oración y la soledad. Y su conversión no se quedó en algo a nivel intimista, sino que caló en la realidad de la pobreza, de la miseria, de la enfermedad más repelente: éstos son para Francisco los «lugares privilegiados» de discernimiento.
Francisco ve clara la voluntad de Dios el día en que sale de su ambiente y entra a formar parte de los hermanos marginados de su tiempo. Él mismo nos lo cuenta: «El Señor me dio de esta manera, a mí el hermano Francisco, el comenzar a hacer penitencia; en efecto, cuando estaba en pecados me era muy amargo ver a los leprosos. Y el Señor mismo me condujo en medio de ellos, y practiqué con ellos la misericordia. Y, al separarme de los mismos, aquello que me había parecido amargo, se me tornó en dulzura de alma y cuerpo; y, después de esto, permanecí un poco de tiempo y salí del siglo» (Test 1-3). Este primer paso, este inicio le volverá espontáneamente a la memoria al final de su vida cuando escriba su Testamento a los hermanos.
Ciertamente, este «lugar» fue tan determinante para su vocación que lo impondrá o sugerirá también a los otros hermanos: «Desde el principio de la Religión, después que los hermanos empezaron a multiplicarse, quiso que viviesen en los hospitales de los leprosos para servir a éstos. En aquella época, cuando se presentaban postulantes, nobles y plebeyos, se les prevenía, entre otras cosas, que habrían de servir a los leprosos y residir en sus casas» (LP 9). Y si el biógrafo recuerda esta práctica es porque lamenta que se haya perdido. De hecho, en la Regla no se habla de ella.
Francisco conocía bien la naturaleza humana, de la que desconfiaba; conocía los peligros de la «propia voluntad», los enredos del egoísmo, la tendencia a tomar por «inspiración divina» lo que no es más que simple efecto de la psique o resultado del prisma socio-cultural en que se vive inmerso y que siempre es un poco deformante; todo esto, sin embargo, no le impedía tener una gran confianza en la «inspiración».
De ahí nace en él la preocupación por hacer verificar, confirmar, autenticar sus propias «inspiraciones» por medio de otras mediaciones que no sean las suyas propias. Sabe perfectamente que el receptor humano está con frecuencia ofuscado y a veces bloqueado por su infinita capacidad de autojustificación incluso espiritual. Y uno de los mejores «lugares» es la fraternidad, es decir, el conjunto de los hermanos o, como suele llamarse, «el capítulo». Leemos, en efecto, que los hermanos, al regresar de Roma, discutían para averiguar cómo observar mejor el Evangelio, cómo actuar, cómo vivir (cf. 1 Cel 34; LM 4,1-2). Y sabemos que Francisco mismo recurrió con frecuencia a los hermanos y también a las hermanas para conseguir mayor claridad en lo referente a su vocación y misión.
Francisco debió comprender, sin duda, un punto fundamental del misterio de la salvación, a saber, que «el hombre establece la relación con Dios no como individuo sino como miembro de un pueblo, de una comunidad» (cf. Lumen Gentium 9). Dios habla a los hombres por medio de los hombres. De ahí que, al asaltarle una angustiosa duda, Francisco la propusiera repetidamente a sus compañeros: «Por más que durante muchos días anduvo dando vueltas al asunto con sus hermanos, Francisco no acertaba a ver con claridad... Él, que en virtud del espíritu de profecía llegaba a conocer cosas maravillosas, no era capaz en absoluto de resolver por sí mismo esta cuestión». Aunque había aprendido sublimes lecciones del divino Maestro, no se avergonzaba, como verdadero menor, de consultar incluso a los más insignificantes; su mayor preocupación era averiguar el camino y modo de servir más perfectamente a Dios conforme a su beneplácito y, para ello, «éste fue su más vivo deseo mientras vivió: preguntar a sabios y sencillos, a perfectos e imperfectos, a pequeños y grandes...» (cf. LM 12,1-2).
Convencido de que Dios habla a los hombres por medio de otros hombres, fue un asertor intransigente de la relación interpersonal que excluye del modo más absoluto y decidido la relación «dominante-dominado» o también amo-siervo. Para Francisco, la obediencia es especial y principalmente un servicio de amor fraterno, mientras la autoridad es un servicio de crecimiento y de unidad. Decía: «Igualmente..., ninguno de los hermanos tenga potestad o dominio, y menos entre ellos...; sino, más bien, por la caridad del espíritu, sírvanse y obedézcanse unos a otros de buen grado. Y ésta es la verdadera y santa obediencia de nuestro Señor Jesucristo» (1 R 5,9-15).
Para Francisco, todos y cada uno de los hermanos, la fraternidad misma, podían ser camino o ruta hacia el Padre. Para él, la Comunión de los Santos no era únicamente solidaridad en la oración, sino también en la búsqueda de Dios y de su voluntad. La fraternidad, por tanto, es «lugar privilegiado» para comprender mejor la voluntad de Dios, incluso porque nosotros leemos los acontecimientos y analizamos el dinamismo del mundo con nuestros propios ojos, cuya mirada está frecuentemente ofuscada; de aquí, la necesidad de liberarnos de ella para mirar con los ojos de nuestros hermanos, de nuestro prójimo; de aquí, la consecuencia de que la experiencia franciscana no propone un ejemplar único que sirve de «ejemplo», sino un modelo que junto con los hermanos ha buscado, preguntado, dudado, inventado, realizado.
Francisco nunca fue un defensor fanático de la «Iglesia», pero tampoco separó nunca a Cristo y al Evangelio de su cuerpo vivo que es la Iglesia. Tomó siempre todas sus grandes decisiones «in sinu Ecclesiae», en el seno de la Iglesia, se tratase del obispo de Asís o del pobrecillo sacerdote que atendía la capilla de San Damián, o del papa Inocencio III.
Su continuo recurso a los «clérigos» no hace de Francisco un ser rastrero o tímido, siempre dispuesto a someterse al primero que habla o que dice la última palabra. Si alguna vez sabe renunciar, la mayoría de las veces permanece firme en su «inspiración».
Finalmente, «la Regla», a la que Francisco llama «nuestra vida» (cf. 1 R 1,1; 2 R 1,1) y que, como la vida misma, cambia y evoluciona casi día tras día, constituye también otro lugar de «inspiración» y de búsqueda de la voluntad de Dios. La Regla aceptaba y reflejaba la vida concreta de un determinado momento del movimiento franciscano, por lo que no es un texto jurídico que es impuesto desde el exterior con el riesgo de matar al Espíritu, sino un «lugar» de coherencia y de unidad para los hermanos que han elegido un género de vida evangélica inspirada por el Espíritu. Dice Francisco: «Y mientras perseveren en los mandatos del Señor, que prometieron por el santo Evangelio y por su forma de vida, sepan que se mantienen en la verdadera obediencia, y sean benditos del Señor» (1 R 5,17). De este modo, el «discernimiento» se convierte en una forma de obediencia que se mueve en un conjunto de mediaciones y que «desapropia» de una voluntad naturalmente encerrada en sí misma. Abandonarse completamente a la obediencia significa asumir el riesgo de confrontarse con los hermanos y con los acontecimientos.
Ciertamente, la interpretación que Francisco da a sus inspiraciones o al Evangelio refleja su mundo socio-cultural, su época que busca una nueva identidad. Él, para expresar sus inspiraciones, usa modelos de aquel tiempo: caballeros, trovadores, comerciantes, ambulantes e itinerantes, predicadores laicos, fraternidad de penitencia, y otros semejantes.
También hoy existen, para el movimiento franciscano, mediaciones particulares y privilegiadas para traducir a los hombres de nuestro tiempo el ideal de Francisco. Para un discernimiento auténtico, válido también para nuestros días, Francisco ofrece tres condiciones fundamentales: disponibilidad, rectitud de intención y de voluntad, y pureza de corazón que es simplicidad.
En su Carta a los clérigos, Francisco reprocha a los sacerdotes de modo particular la falta de «discernimiento» respecto a la Eucaristía que es llevada, administrada y abandonada sin respeto alguno. En este caso, el «discernimiento», para Francisco, lo constituye la mirada de fe que percibe la Presencia de Cristo a través de la materialidad de los signos.
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Señor, ¿qué quieres que haga?, en Selecciones de Franciscanismo, vol. XII, n. 34 (1983) 3-8
El Cántico de las Criaturas / Autor: San Francisco de Asís
Altísimo y omnipotente buen Señor,
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.
Alabado seas, mi Señor,
en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.
Alabado seas, mi Señor,
por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.
Alabado seas, mi Señor,
por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran
en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará
en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.
Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad.
Explicación
Esta bella oración de San Francisco es conocida por varios nombres: Cántico de las Criaturas, Alabanzas de las Criaturas e Himno de la Hermana Muerte. Fue escrito en romance umbro (la tierra del santo) y se lo considera el primer poema en la lengua italiana. Se lo celebró como "el más bello trozo de poesía religiosa después de los Evangelios" y "la expresión más completa y lírica del alma y de la espiritualidad de Francisco". La fecha de su composición es el otoño de 1225, posiblemente en San Damián. La estrofa sobre el perdón la redactó con ocasión de una controversia entre el Podestá de Asís, primera autoridad de la ciudad, y el Obispo, reconciliándolos. Y la última, sobre la hermana muerte, la compuso en octubre de 1226.
Las circunstancias físicas en que se hallaba el Pequeñuelo obvian los comentarios y provocan las conclusiones: desangrado por los estigmas, casi ciego, enfermo del hígado, desnutrido y afiebrado. Por el contrario, su vida interior estaba en la mejor salud. Dios había querido recordar a los hombres la pasión de su Hijo a través del cuerpo del Pequeñuelo y, como sólo desde la cruz se preludia la alegría de la Pascua, a la hora de cantar el "aleluya". Ninguno mejor que Francisco.
Lo cantó por todos, por ti y por mi; por los hombres y los astros; por las criaturas y las plantas; por toda esta naturaleza que Cristo reconcilió y pacificó en su cruz. Francisco interpretó el silencioso canto que toda la creación le tributa a Dios, y la silenciosa melodía que Dios canta en la creación. Y lo hizo porque ocupaba el último lugar, y así pudo ser el primero. Porque era el más humilde de los siervos, y esto le permitió comprender como nadie la grandeza de su Señor.
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de nombrarte.
Alabado seas, mi Señor,
en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire y la nube y el cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y fuerte.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.
Alabado seas, mi Señor,
por aquellos que perdonan por tu amor,
y sufren enfermedad y tribulación;
bienaventurados los que las sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.
Alabado seas, mi Señor,
por nuestra hermana muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar.
Ay de aquellos que mueran
en pecado mortal.
Bienaventurados a los que encontrará
en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les hará mal.
Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con gran humildad.
Explicación
Esta bella oración de San Francisco es conocida por varios nombres: Cántico de las Criaturas, Alabanzas de las Criaturas e Himno de la Hermana Muerte. Fue escrito en romance umbro (la tierra del santo) y se lo considera el primer poema en la lengua italiana. Se lo celebró como "el más bello trozo de poesía religiosa después de los Evangelios" y "la expresión más completa y lírica del alma y de la espiritualidad de Francisco". La fecha de su composición es el otoño de 1225, posiblemente en San Damián. La estrofa sobre el perdón la redactó con ocasión de una controversia entre el Podestá de Asís, primera autoridad de la ciudad, y el Obispo, reconciliándolos. Y la última, sobre la hermana muerte, la compuso en octubre de 1226.
Las circunstancias físicas en que se hallaba el Pequeñuelo obvian los comentarios y provocan las conclusiones: desangrado por los estigmas, casi ciego, enfermo del hígado, desnutrido y afiebrado. Por el contrario, su vida interior estaba en la mejor salud. Dios había querido recordar a los hombres la pasión de su Hijo a través del cuerpo del Pequeñuelo y, como sólo desde la cruz se preludia la alegría de la Pascua, a la hora de cantar el "aleluya". Ninguno mejor que Francisco.
Lo cantó por todos, por ti y por mi; por los hombres y los astros; por las criaturas y las plantas; por toda esta naturaleza que Cristo reconcilió y pacificó en su cruz. Francisco interpretó el silencioso canto que toda la creación le tributa a Dios, y la silenciosa melodía que Dios canta en la creación. Y lo hizo porque ocupaba el último lugar, y así pudo ser el primero. Porque era el más humilde de los siervos, y esto le permitió comprender como nadie la grandeza de su Señor.
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