1.INTRODUCCIÓN:
En la década de los 60 del siglo pasado, el Espíritu Santo suscita a la Iglesia que vuelva a sus orígenes, en el ámbito institucional sería el Concilio Vaticano II (1962-1965) que definió a la Iglesia como Pueblo de Dios y reconfiguró a la Iglesia con las características esenciales de las Comunidades Cristianas primitivas y una vez finalizado el Concilio, surgió en 1967 cuando unos pocos estudiantes de la Universidad de Duquesne (Pittsburgh, Pennsylvania – Estados Unidos), durante un retiro meditaron sobre la experiencia de Pentecostés en los Hechos de los Apóstoles. Entonces oraron para ocurra lo mismo entre ellos. Experimentaron la efusión del Espíritu Santo y la manifestación de dones carismáticos. La experiencia pronto se propagó por el mundo entero. Más de cien millones de católicos participan de la espiritualidad de la Renovación Carismática Católica (RCC) actualmente.
La RCC junto con la reciente recuperación del catecumenado de adultos, hace que la Iglesia en el siglo XXI se asemeje más a sus orígenes.
La RCC cuenta con los servicios del (ICCRS) – International Catholic Charismatic Renewal Services - [Servicios de la Renovación Carismática Católica Internacional –SRCCI-] y es reconocido por el Consejo Pontificio para los Laicos.
En mayo de 1975, la Renovación Carismática celebró su conferencia en Roma. S.S. Pablo VI, y el 19 de mayo de este mismo año –Lunes de Pentecostés, en la cual se celebró la Misa votiva del Espíritu Santo-, exhortó a los participantes a continuar sus esfuerzos de renovación y a continuar fieles a la Iglesia: “"Este deseo auténtico de situaros en la Iglesia es un signo auténtico de la acción del Espíritu Santo... ¿Como no va a ser esta "renovación espiritual" una oportunidad para la Iglesia y el mundo? Y como, en ese caso no tomar todos los medios para asegurar que permanezca de este modo...”
El Papa Pablo VI permitió al Cardenal Suennens celebrar la Santa Misa en el altar mayor de San Pedro en el Vaticano, sobre los restos mortales de San Pedro y San Pablo, para la conferencia de la Renovación Carismática. Al final de la misa, concurrida por unos 10000 miembros de la Renovación, se impartió esta profecía que debemos hoy recordar: “Porque yo los amo, quiero mostrarles lo que estoy haciendo en el mundo hoy. Quiero prepararles para lo que ha de venir. Días de oscuridad vendrán sobre el mundo, días de tribulación... Edificios que hoy están en pie, no lo estarán más. Seguridades que están allí para mi pueblo, ya no lo estarán más. Quiero que estén preparados, pueblo mío, para conocerme solo a MÍ, para llenarse solo de Mí y tenerme de una forma más profunda que nunca.
Yo los guiaré hacia el desierto... Yo los despojaré de todo de lo que hoy dependen, para que dependan solamente de Mí. Viene un tiempo de oscuridad sobre el mundo, pero un tiempo de gloria viene para mi Iglesia, un tiempo de Gloria viene para mi pueblo. Yo derramaré sobre ustedes todos los dones de mi Espíritu, Yo los prepararé para el combate espiritual; Yo los preparare para un tiempo de evangelización como el mundo nunca ha visto antes ... Y cuando no tengan nada sino a Mi, lo tendrán todo: Tierra, campos, hogares y hermano y hermanas, amor, felicidad y paz como nunca antes. Estén alertas pueblo mío, Yo quiero prepararlos...
Les hablo a ustedes del amanecer de una nueva era para mí Iglesia. Les hablo de un día como nunca antes se ha visto... Prepárense para la acción que hoy empieza, porque las cosas que hoy ven alrededor suyo cambiarán; la batalla que hoy deben comenzar es diferente, es nueva. Necesitan de mi sabiduría que todavía no la tienen. Necesitan el poder de mi Santo Espíritu, en una forma que hasta ahora no han poseído, necesitan comprender Mi voluntad y las maneras cómo yo actúo, que ustedes todavía no comprenden. Abran sus ojos, abran sus corazones para prepararse para Mí y para el día que hoy he comenzado.
Mi Iglesia será diferente; mi pueblo será diferente; dificultades y tribulaciones vendrán sobre ustedes. Las comodidades que hoy conocen estarán lejos de ustedes, pero la comodidad que ustedes tendrán es el consuelo de mi Santo Espíritu. Enviarán por ustedes para quitarles la vida, pero Yo les sostendré. Vengan a Mí. Júntense, únanse a mí alrededor, Prepárense, porque yo proclamo un nuevo día de victoria y de triunfo para su Dios. Miren, ya ha comenzado.
Yo renovaré mi Iglesia. Yo renovaré a mi pueblo; Yo haré de mi pueblo uno. Les llamo a alejarse de los placeres del mundo. Les llamo a alejarse de los deseos del mundo. Les llamo a alejarse de buscar la aprobación del mundo en sus vidas. Quiero transformar sus vidas... Tengo una palabra para mi Iglesia. Estoy haciendo resonar mi llamado. Estoy formando un poderoso ejército... Mi poder está sobre ellos. Ellos seguirán a mis pastores escogidos... Sean los pastores como yo los he mandado ser... Estoy renovando a mi pueblo. Renovaré mi Iglesia. Liberaré el mundo.
Sepan que Yo, soy su Dios; traje a Pedro y a Pablo a Roma para testimoniar mi gloria. Yo los he escogido a ustedes también y los he traído a Roma para ser testigos de mi gloria, confirmada hoy por su Pastor. Id a sanar las naciones. Sabed que yo estoy con ustedes; y aunque tengan que pasar tribulaciones y pruebas, Yo estaré con ustedes, hasta el final. Les estoy preparando un lugar en la gloria. Mírenme a Mí., Yo les liberaré del poder del maligno. Yo estoy con ustedes hoy, todos los, días, hasta la consumación de los tiempos.
Han conocido la verdad estos días. Han experimentado la verdad estos días. Está claro para ustedes en este momento lo que es la verdad. Es la verdad de mi Reino, mi Reino que prevalecerá... Quiero que tomen esa verdad, que descansen en esa verdad, que crean en esa verdad, que no la comprometan, que no la pierdan en confusión, que no sean tímidos acerca de ella, sino que la sostengan simplemente, en amor, pero que se mantengan firmemente enraizados en la verdad como piedras fundamentales sobre las cuales mi Iglesia pueda tener nueva vida y nuevo poder.”
El Papa Juan Pablo II, hablándole a un grupo de líderes internacionales de la renovación, el 11 de diciembre de 1979, les dijo: "Estoy convencido que este movimiento es un componente muy importante en toda la renovación de la Iglesia.” El les dijo que desde sus once años hace una oración diaria al Espíritu Santo y añadió: “Esta fue mi propia iniciación espiritual, así que entiendo todos estos carismas. Son todos parte de la riqueza del Señor. Estoy convencido que este movimiento es una señal de su acción”
A nadie le puede quedar duda sobre el lugar que tiene en la Iglesia a la Renovación Carismática después del Congreso mundial de Movimientos Eclesiales celebrado del 27 al 29 de mayo de 1998. Dicho congreso fue promovido oficialmente por el Pontificio Consejo para los Laicos quien formalmente invitó a la Renovación Carismática Católica. Fue un representante de la renovación carismática quién presentó al Santo Padre en nombre de todos los movimientos, los votos de fidelidad a Su Santidad y a la Iglesia.
El Papa Juan Pablo II dijo sobre la RCC el 29 Mayo, 2004: “Gracias al movimiento carismático, muchos cristianos, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, han redescubierto Pentecostés como realidad viva y presente en su existencia cotidiana” y “deseo que la espiritualidad de Pentecostés se difunda en la Iglesia, como empuje renovado de oración, de santidad, de comunión y de anuncio”
El Papa alentó la iniciativa denominada «Zarza ardiente», promovida por la Renovación en el Espíritu, que como él ilustró, es “una adoración incesante, día y noche, ante el santísimo Sacramento; una invitación a los fieles a ‘regresar al Cenáculo’”.
Su objetivo, según el Papa, es que los bautizados, “unidos en la contemplación del Misterio eucarístico, intercedan por la unidad plena de los cristianos y por la conversión de los pecadores”. “Deseo de corazón que esta iniciativa les lleve a muchos a redescubrir los dones del Espíritu, que en Pentecostés tienen su manantial”
“Entre nosotros, con las manos elevadas, está orando la Virgen, Madre de Cristo y de la Iglesia. Imploremos junto a ella y acojamos el don del Espíritu Santo, luz de verdad, fuerza de auténtica paz”
El Cardenal José Ratzinger, Prefecto para la Congregación para la Doctrina de la Fe, en su presentación del libro del Cardenal Suennens sobre la RCC, reconoció el bien que ocurre en la RCC y presentó algunas cautelas: “En el corazón de un mundo inmerso en un escepticismo racionalista, de repente surge una nueva experiencia del Espíritu Santo. Y desde entonces ha asumido una la expansión de un movimiento mundial de renovación. Lo que el Nuevo Testamento nos dice sobre los carismas -que fueron vistos como signos visibles del advenimiento del Espíritu- no es solo historia antigua, ya terminada, sino que una vez mas se esta siendo extremadamente actual”.
Hablando del tema del libro, Renovación y el Poder de las Tinieblas, dice: “¿Cual es la relación entre experiencia personal y la fe común de la Iglesia? Ambos factores son importantes: la fe dogmática sin el apoyo de la experiencia personal permanece vacía; la sola experiencia, sin relación a la fe de la Iglesia permanece ciega”.
Finalmente, el exhorta a quienes lean el libro, a poner atención a la doble petición del autor “... a los responsables del ministerio eclesiástico - desde el sacerdote parroquial hasta los obispos- no dejar que la Renovación les pase sino que le den una completa bienvenida; y por la otra parte... a los miembros de la Renovación que atesoren y mantengan su vínculo con toda la Iglesia y con los carismas de sus pastores”. -Renovación y Poder de las Tinieblas, León Cardenal Suennens.
Dicho esto, podemos afirmar que la RCC no es un grupo más de la Iglesia Universal, o de la Diócesis o de la Parroquia y hay que resituarla en su sitio y redescubrir su función vital vocación y misión que tiene dentro de la Comunidad Cristiana como uno de los fundamentos de ella (Cf. Ef. 2,19-22).
El Cristiano es carismático por naturaleza , recibe el don de profecía en el sacramento del bautismo y reforzado en la Confirmación al recibir los 6 dones restantes. En un grupo carismático se le abre la ocasión de vivirlo con autenticidad, porque la RCC contribuye a la vida de la Iglesia, a través de del testimonio fiel de la presencia y la acción del Espíritu Santo ha ayudado a muchas personas a redescubrir la belleza de la gracia que se les dio en el Bautismo, entrada a la vida en el Espíritu., según afirma Juan Pablo II en el 35 aniversario de la RCC en Roma el 10 de Noviembre del 2002.
Juan Pablo II indica la necesidad de abrir los corazones y las mentes a las necesidades de la humanidad afligida por una “crisis de sentido”. Ante esta situación, subraya la urgencia de una “evangelización de la cultura para hacer que la vida esté marcada por la esperanza y no por el miedo o el escepticismo”
Por este motivo, el sucesor de Pedro alienta a los “carismáticos” a ser “signos vivientes de esperanza, faros de la Buena Noticia de Cristo para los hombres y las mujeres de nuestro tiempo”. Lo que significa, añade, ser “auténticos testigos” en “cordial unión con los sucesores de los apóstoles”, los obispos, y de esa verdad que tanto necesita hoy el mundo. Las comunidades carismáticas, concluye el Papa, tienen también el gran desafío que el nuevo milenio plantea a la Iglesia: ser “la casa y la escuela de la comunión”
2. La función de la RCC en la Comunidad Cristiana:
Canalizar la gracia en el Seno de la Comunidad Cristiana para la edificación de dicha Comunidad, poniendo los dones recibidos al servicio de la Comunidad.
3. Las cinco notas de la RCC:
Trinitaria: Alabamos al Padre por medio del Hijo en el Espíritu Santo.
Cristológica: Como miembro del Cuerpo Místico de Cristo es uno de los brazos junto con la jerarquía donde Cristo derrama su gracia al Pueblo de Dios.
Mariana: Tiene algunas actitudes de la Virgen Maria que las imita. La tradición eclesial de los Padres de la Iglesia que la Iglesia Luterana también heredó y así lo recoge el apóstol Juan en Apocalipsis 12 ha visto a María como modelo de la Iglesia y el mismo Apóstol Pablo nos dice: “Sed mis imitadores como yo lo soy de Cristo” (1Co 11,1) y el autor de los Hebreos nos dice: “Acordaos de vuestros guías, que os anunciaron la palabra de Dios y, considerando el desenlace de su vida, imitad su fe. Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y por los siglos. No os dejéis seducir por doctrinas diversas y extrañas” (Heb 13,7-9). Por lo tanto lo que vamos a ver aquellas actitudes de Maria de Nazaret que debemos de imitar o que la RCC la imita. Para comprender la Renovación en el Espíritu, hay que asomarse a la experiencia de los Apóstoles en Pentecostés. El Cenáculo es el lugar donde los cristianos se dejan transformar por la oración, en torno a María, para acoger al Espíritu. Y es también el lugar de donde salen para llevar "hasta los confines de la tierra" el fuego de Pentecostés. La misión de la Renovación Carismática es hacer presente hoy en el mundo la experiencia de Pentecostés. Confirma así su vocación de servicio a la Iglesia, que fue enriquecida con los carismas del Espíritu desde su nacimiento en el Cenáculo.
A) La RCC como María es “la llena de gracia” (Lc 1,28): En términos paulinos es Santa e Inmaculada (Ef. 5,26) Dios ha colmado y continúa colmando a la RCC de sus dones, de la gracia del Espíritu para edificar la Iglesia.
B) La RCC como María es orante: Adora al Padre en espíritu y en verdad, con sencillez de corazón y con su Magnificat alaba y celebra ese Dios que nos salva dándole gracias y bendiciéndolo por todo lo que ha hecho a favor de su Pueblo.
C) La RCC como Maria guarda la Palabra de Dios poniéndola en práctica (Lc 2,19.51; 11,28), no se la queda para si misma, ya que se nutre de ella, verifica el signo que le ha sido dado y sale anunciarla, entonces resuena en nuestros corazones aquella bienaventuranza de Isabel: “¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!” (Lc 1,45)
D) La RCC como Maria es oferente: Ofrecemos a Jesucristo que es nuestro aval de Salvación.
E) La RCC como Maria es Medianera de todas las gracias: El Apóstol Pablo nos dice que el único mediador entre Dios y los hombres es Cristo (1Tim 2,5). Pero uno de los canales de mediación que tiene Cristo es a través de la Comunidad Cristiana y de sus miembros, tal como afirma el Apóstol: “Para mí, mi vida es Cristo” (Flp 1,21), de tal manera que “Ya no soy el que vive, es Cristo que vive en mí” (Gal 2,20). El cristiano sigue a Cristo en Comunidad y es la Iglesia, como cuerpo de Cristo, que media por él y lo vincula a Cristo y como carismáticos somos los mediadores de la Gracia de Dios para el bien y la edificación de la Iglesia, es Cristo que nos utiliza como canal y derrama su santo Espíritu.
Eclesial: la Renovación como grupo eclesial es la Iglesia en movimiento, donde Cristo mediante su Espíritu derrocha gracias en abundancia a favor de su Pueblo, cumpliéndose lo que dijo el profeta Joel: “Derramaré mi Espíritu sobre todo mortal y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. Y también sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu. Haré prodigios arriba en el cielo y signos abajo en la tierra. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes de que llegue el Día grande del Señor. Y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará” (Hch 2,17-21).
Ecuménica: Por motivos de conflictos internos y alguno de ellos era promovidos por problemas estructurales que agobian a la Iglesia en avanzar en una reforma, la Iglesia de Cristo se fue fracturando y en el seno del protestantismo, también se llegó a fracturar a causa de los intereses propios de los pastores y su línea de interpretar las Escrituras, de tal manera que un Evangélico Bautista se diferencia de un Evangélico Pentecostal, en que los Bautistas creen los dones del Espíritu se dieron en el siglo I y dejó Dios de darlos a la Iglesia y el Pentecostal afirma que se ha dado en todo tiempo de la Cristiandad y sobretodo en estos últimos días.
En el Siglo XIX aparece lo que se llama el movimiento ecuménico: Los protestantes se dan cuenta que les une en la Fe en el Dios Trinitario y Cristo que es el único mediador entre Dios y los hombres es el Salvador. La Iglesia Católica con Pío XII se suma al carro ecuménico para trabajar por dos objetivos que los presenta el Apóstol Pablo y el mismo Cristo: “lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la plena madurez de Cristo” (Ef 4,13) y “Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros.” (Jn 17,11)
Hemos dicho que la RCC es la Iglesia Católica en movimiento y participa de este ecumenismo al poder convocar o participar en encuentros de oración interconfesionales cristianas carismáticas, respectando la identidad de origen de cada uno y sin ánimos de hacer proselitismo, o que un carismático que viva en un sitio que no hay Iglesia Católica pueda participar en un grupo carismático de otra confesión cristiana ya que lo que prima es alimentarse de la Oración, de alimentarse de su Palabra y de poder alabar al Señor según establece los acuerdos ecuménicos.
4. Algunas objeciones para no tener un grupo carismático:
La gente suele creer realidades metahistóricas, son capaces de creer que una persona difunta haya hecho un milagro y la Iglesia la reconozca como Santa, que está en la presencia de Dios y sin embargo no pueden admitir que el milagro lo haga un cristiano, por su naturaleza pecadora. En realidad no son ni el Santo y ni el Carismático que han hecho el milagro, tal como dijimos en el apartado de las mediaciones, es Cristo que canaliza su gracia en aquella persona.
Basándonos en esta objeción sería discutible toda la teología sacramental, ya que el ministro es un pecador y por eso no se van a confesar, también les costaría en creer que un sacerdote que esté en pecado mortal pueda consagrar con el poder del Espíritu el pan y el vino para que se convierta en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Ponemos en cuestión la idoneidad de la persona, cuando la gracia está por encima de que la persona sea digna o no.
Algunos tienden a equiparar la liturgia carismática con otras liturgias “sanadoras” con ritos similares y que no son reconocidos por la Iglesia, tratando al que ora de brujo, hechicero, estas son unas palabras suaves comparadas con las que le dijeron a Jesús (Mc 3, 20-30) o de tratar como dioses a los oradores (Hch 14,11)
Otros atribuyen que la sanación es un efecto psicológico de la persona, que se encuentra bien y luego se encuentra mal o peor que antes. Todo esto es el enemigo que pretende destruir y dividir a la Iglesia y para el carismático le debe fortalecer.
Tal como pasa en otros grupos que hay laicos que contribuyen a la edificación de la Comunidad Cristiana, para algunos sacerdotes llega a ser un estorbo que un catequista y en el caso de los carismáticos un profeta contribuya a ello, siendo una gran ayuda para el presbítero trabajando y cooperando en Comunión y en caridad fraterna. Quizás sea, y esto hay que evitarlo para no romper la comunión, que el laico coja posturas que se clericalize anulando la autoridad del presbítero responsable.
5. Todo cristiano es carismático:
Tal como hemos visto en la parte bíblica que en las comunidades Cristianas primitivas el neófito tiene algunos poderes o dones que el Espíritu Santo le ha concedido y los dones son para la edificación de la Comunidad Cristiana, muchos afirman que es una cosa pasajera, que solamente se dio en aquel tiempo y nada más. Pero hay algún detalle en los Sacramentos de Iniciación Cristiana que confirma que no es una cosa pasajera y lo vemos cuando el cristiano es Confirmado:
El Concilio Vaticano II dice: "por el sacramento de la Confirmación se vinculan (los cristianos) más estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fuerza especial del Espíritu Santo y con ello quedan obligados más estrictamente a difundir y defender la fe como verdaderos testigos de Cristo, por la palabra juntamente con las obras" (LG 11)
Lo primero que conviene reafirmar es que el sacramento por el cual recibimos el Espíritu Santo, el Sacramento del Espíritu, es el Bautismo. Con él nacemos espiritualmente y nos hacemos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad y comenzamos a vivir una vida sobrenatural, la vida en el Espíritu. La Confirmación es el robustecimiento de la Gracia Bautismal. Es un crecimiento espiritual, en este sacramento se van a renovar las promesas del Bautismo que otros hicieron por nosotros si es que se recibió al poco tiempo de nacer. Su fin es perfeccionar lo que el Bautismo comenzó en nosotros.
Lo que caracteriza el símbolo de la Confirmación es la imposición de manos y la unción con el crisma. Esta unción ilustra el nombre de cristiano que significa "ungido" y que tiene origen en el nombre de Cristo, al que Dios ungió con el Espíritu Santo.
En una de las moniciones explicativas a la oración de imposición de manos hay una alusión a elementos propios de los carismáticos en el confirmando, esta monición reza así: “El día de Pentecostés, los Apóstoles recibieron una presencia muy especial del Espíritu Santo. Los Obispos, sus continuadores, transmite desde entonces el Espíritu Santo como un don personal por medio del sacramento de la Confirmación, que ahora va a comenzar con la imposición de manos del Obispo. La imposición de manos es uno de los gestos que aparecen habitualmente en la historia de la salvación y en la liturgia para indicar la transmisión de un poder o de una fuerza o unos derechos”
Imposición de manos:
En este sentido se puede decir que en la Confirmación el obispo, en nombre de la Iglesia, bendice a los bautizados para que el Espíritu Santo los fortalezca y lleve a plenitud la gracia del Bautismo, los haga testigos de Cristo en el mundo extendiendo y defendiendo la fe con sus palabras y sus obras. Con la imposición de manos se hace la inserción plena de las personas bautizadas en la comunidad apostólica, esta inserción es una verdadera participación en el profetismo de Cristo, que los cristianos tendrán que realizar asumiendo, anunciando y confesando la fe en Cristo, testimoniando con palabras y obras, la verdad evangélica, a través del espacio y del tiempo y siendo fermento de santidad en el mundo.
Unción con el Crisma:
En el Antiguo Testamento tiene una significación importante el gesto de ungir a los reyes (1Sam 10,1; 16,13; 1 Re 1,39). Mediante la unción, se otorgaba al rey el poder para ejercer su función que estaba estrechamente relacionada con la defensa de la justicia. Que consistía especialmente en la defensa de los pobres y desvalidos, los huérfanos y las viudas, es decir, de los que por si mismos no podían defenderse.
Para el Nuevo Testamento. Jesús es el Ungido por excelencia. Así lo manifiesta el evangelio de Lucas al narrar el suceso acaecido en la sinagoga de Nazaret, donde se lee el texto del profeta Isaías haciendo referencia a Jesús.
"El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres, me ha enviado a proclamar la liberación de los cautivos a dar vista a los ciegos, a libertar a los oprimidos y a proclamar el año de gracia del Señor" (Lc 4, 18-19)
El cristiano, al recibir la Confirmación, queda ungido y enviado para la misión de anunciar la fe, testimoniar la verdad, comprometerse en la implantación en el mundo de la justicia, la libertad y la paz, para ser fermento de santidad y edificar la iglesia por medio de sus carismas y servicios de caridad.
La Confirmación, como el Bautismo, se da una sola vez en la vida, porque imprime en el alma una marca indeleble, el carácter que es el signo de que Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Espíritu, revistiéndolo de la fuerza de lo alto para que sea su testigo. Cristo mismo se declara marcado con el sello de su Padre (Jn 6,27). El cristiano también está marcado con un sello, este sello marca la pertenencia total a Cristo, la puesta a su servicio para siempre.
Efectos de la Confirmación
El mayor efecto del sacramento de la Confirmación es la efusión plena del Espíritu Santo, y sus siete dones: Sabiduría, Entendimiento, Consejo, Ciencia, Piedad, Fortaleza y Temor de Dios, como fue concedida a los apóstoles el día de Pentecostés.
Si el Bautismo hace al cristiano Hijo de Dios, la Confirmación le enriquece con una fuerza nueva y singular del Espíritu Santo, que le hace capaz de dar testimonio de su existencia y de irradiar la fe que la presencia y acción de Dios ha creado y mantiene en él.
Si el Bautismo une al cristiano con Jesucristo, la Confirmación le hace testigo del Señor en plenitud, activando y profundizando continuamente la nueva vida que reside en él.
Si el Bautismo llena al cristiano con los dones del Espíritu Santo y le ha incorporado a la Iglesia, la Confirmación, le estimula para hacer fructificar en el servicio esos dones recibidos y para estar plenamente unido a toda la Iglesia en su consagración y misión.
Dones del Espíritu Santo
Para que el cristiano pueda luchar, el Espíritu Santo le regala sus siete dones, que son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu, estos dones son:
Sabiduría: Nos da la capacidad especial para juzgar las cosas humanas según la medida de Dios. Iluminado por este don, el cristiano sabe ver interiormente las realidades de este mundo; nadie mejor que él es capaz de apreciar los valores auténticos de la creación, mirándolos con los mismos ojos de Dios.
Ciencia: El hombre iluminado por el don de la ciencia, conoce el verdadero valor de las criaturas en su relación con el Creador. Y no estima las criaturas más de lo que valen y no pone en ellas, sino en Dios, el fin de su propia vida.
Consejo: Este don actúa como un soplo nuevo en la conciencia, sugiriéndole lo que es lícito, lo que corresponde, lo que conviene más al alma. El cristiano ayudado con este don, penetra en el verdadero sentido de los valores evangélicos, en especial de los que manifiesta el sermón de la montaña
Piedad: Mediante éste don, el Espíritu sana nuestro corazón de todo tipo de dureza y lo abre a la ternura para con Dios y para con los hermanos. El don de la piedad orienta y alimenta la necesidad de recurrir a Dios para obtener gracia ayuda y perdón. Además extingue en el corazón aquellos focos de tensión y de división como son la amargura, la cólera, la impaciencia, y lo alimenta con sentimientos de comprensión, de tolerancia, de perdón.
Temor de Dios: Con este don, el Espíritu Santo infunde en el alma sobre todo el temor filial, que es el amor a Dios, el alma se preocupa entonces de no disgustar a Dios, amado como Padre, de no ofenderlo en nada, de permanecer y de crecer en la caridad.
Entendimiento: Mediante este don el Espíritu Santo, que "escruta las profundidades de Dios" (1 Cor 2,10), comunica al creyente una chispa de esa capacidad penetrante que le abre el corazón a la gozosa percepción del designio amoroso de Dios, al mismo tiempo hace también más límpida y penetrante la mirada sobre las cosas humanas. Gracias a ella se ven mejor los numerosos signos de Dios que están inscritos en la creación.
Fortaleza: el don de la fortaleza es un impulso sobrenatural, que da vigor al alma en las habituales condiciones de dificultad: en la lucha por permanecer coherentes con los propios principios, en el soportar ofensas y ataques injustos; en la perseverancia valiente, incluso entre incomprensiones y hostilidades, en el camino de la verdad y de la honradez. Es decir, tenemos que invocar del Espíritu Santo el don de la fortaleza para permanecer firmes y decididos en el camino del bien. Entonces podremos repetir con San Pablo: "Me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte" (2Cor 12,10).
Si con la Imposición de manos hemos recibido los 7 dones, el cristiano tiene que estar en un lugar propicio para activarlos en función de su propia edificación y la de la Comunidad Cristiana. Una Comunidad Cristiana abierta al Espíritu Santo, reaviva, redimensiona y vive con más autenticidad los otros carismas u opciones de vida Cristiana que están al servicio de la Iglesia y de la Evangelización.
Si la Comunidad Cristiana tiene su opción preferencial por los pobres y el Papa Juan Pablo II en su exhortación apostólica “Ecclesia in Europa” del 28 de Junio del 2003 en su apartado: “Dar esperanza a los Pobres” (Cf. EiE 86-89), sitúa a los enfermos como pobres, la enfermedad es una clase de pobreza, la RCC tiene su campo de misión en este sector y tiene que ser estimulada para que continúe su misión entre los enfermos y podría dar una gran vitalidad a la Pastoral de Enfermos en su equipo de visitadores de enfermos.
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Una vez mas, gracias por este blog, es enriquecedor y como reza en el inicio "la sabiduría de Jesús Resucitado preside estas página" ... por lo menos es lo que yo siento al leer estos textos que nos enseñan tanto.
ResponderEliminarArturo y Conchi, seguid haciendo apostolado con vuestro blog.
Firma: una carismática de Madrid
Concha
He encontrado vuestro link en
http://juanluisrascon.blogspot.com/