Elige tu idioma

Síguenos en el canal de Camino Católico en WhatsApp para no perderte nada pinchando en la imagen:

lunes, 15 de octubre de 2007

María nos defiende del maligno / Autor: P. Ángel Peña Benito, O.A.R.

María nos defiende del poder del maligno, que siempre está al acecho para hacernos pecar y alejarnos de Dios. Y, en caso de pecar, Ella, como buena madre, nos busca y nos espera para presentarnos arrepentidos ante Jesús.

San Alfonso María de Ligorio cuenta en el libro Las Glorias de María la
famosa historia de Teófilo, escrita por Eutiquiano, patriarca de
Constantinopla, testigo ocular de esta historia y confirmada por san Pedro
Damián, san Bernardo, san Buenaventura y otros.

Era Teófilo arcediano de la Iglesia de Adana, ciudad de Cilicia, y tan
estimado por todos que el pueblo lo quería por obispo. Pero algunos
malévolos lo calumniaron y él concibió tal sentimiento contra ellos que
fue a buscar a un brujo para que, invocando a Satanás, hiciera daño a sus
adversarios. El brujo le dijo que primero debía él renegar de Jesús y
de María y ponerlo por escrito. Y Teófilo lo firmó con tal de conseguir
sus deseos de venganza.

Pero el obispo, al poco tiempo, dándose cuenta de que le habían
calumniado sin motivo, le pidió perdón y lo repuso en su puesto. Entonces,
Teófilo se dio cuenta de su gran error y con gran remordimiento empezó a
llorar amargamente. ¿Qué hacer? Se fue a una iglesia y, postrado ante
una imagen de la Virgen, le rogaba y le pedía perdón. Así estuvo cuarenta
días, hasta que una noche la Virgen se le apareció y le dijo:

- ¿Qué has hecho, Teófilo? ¿Has renegado de mí y de mi Hijo? ¿Has
vendido tu alma al diablo? Consuélate, pediré por ti.

Animado con esto, siguió rogando y llorando para obtener el perdón de
Dios. Al cabo de nueve días, se le volvió a aparecer la Virgen María y
le dijo:

- Dios te ha perdonado, sé fiel y agradecido.

Pero siguió pidiendo hasta conseguir que Dios hiciera aparecer el
escrito que había firmado, en el que renegaba de Jesús y de María, para
quemarlo y así poder quedar tranquilo, y ser hasta el fin de sus días muy
agradecido a Dios por medio de la Virgen, que le consiguió así la
salvación.

El padre Carmagnola cuenta que, asistiendo en la cárcel a una mujer que
había sido acusada injustamente, le pidió que perdonara a su
denunciante. Pero ella le dijo que eso nunca lo haría. Parecía que era imposible
hacerle comprender la importancia del perdón para que pudiera vivir
sin odios y sin deseo de venganza. Por fin, el sacerdote le dio una
estampa de la Virgen y le dijo que le rezara para que pudiera perdonar o, al
menos, que le diera algunos besos para obtener esa gracia. A los dos
días, la prisionera tenía un brillo especial en los ojos. Y le dijo:

- Padre, la Virgen me concedió el milagro de poder perdonar. Ahora rezo
por la persona que me calumnió y siento como si un peso de mil
toneladas se hubiera quitado de mí. Me siento ligera y en paz. ¡Qué grande es
el poder de la oración por intercesión de María!

San Juan Bosco llamaba a la devoción a María, la bancarrota del diablo
y decía que la obra salesiana descansaba sobre el amor a María. Por
eso, afirmaba que podía abandonar muchas devociones, pero no el rosario.
Un día, el político y escritor italiano Massimo D´Azeglio lo visitó y le
dijo que era hora de terminar con el rosario en sus escuelas. Pero Don
Bosco le contestó con firmeza: Prefiero renunciar a su amistad a dejar
de rezar el rosario en nuestras escuelas.

El 20 de agosto de 1862 tuvo un sueño inspirado por Dios. Vio en un
prado, donde jugaban los jóvenes, una gran serpiente de siete u ocho
metros de largo y muy gruesa. Pero un desconocido personaje celestial le
dijo: Agarra una cuerda y amarra la cabeza de la serpiente, sujetando la
cuerda a un peral y a una ventana. El personaje metió la cuerda en una
cajita y, cuando la volvió a abrir, formaba las palabras Ave María. Y le
dijo: Mira la serpiente, representa al demonio y la cuerda el avemaría
o, mejor el rosario, que es una serie de avemarías, con las cuales se
puede vencer y destruir a todos los demonios del infierno.
Pero la serpiente se desesperaba de estar amarrada y se iba muriendo,
poco a poco, soltando pedazos de carne, que algunos chicos comenzaron a
comer, cayendo al suelo envenenados. El personaje de dijo: Hay dos
remedios para curarlos del veneno: el yunque y el martillo. El martillo
significa la confesión y el yunque la comunión. Es necesario hacer uso de
estos dos medios para librarnos del maligno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario