En este mundo ajetreado en el que vivimos, de carreras y prisas, de ruido y bombardeo de información, muchos buscan en la paz de los monasterios un tiempo, quizás el fin de semana, de silencio.
Y yo quería compartir con vosotros otro de mis "descubrimientos":
El silencio no es algo que esté fuera, sino que es algo que está "dentro" de nosotros.
El silencio exterior es algo que puede ayudar, pero el importante es el interior, el que llena nuestro corazón.
El silencio puede ser sólo vacio, y entonces es estéril.
El silencio fecundo es aquel que se transforma en escucha.En la escucha tranquila de Dios.
Hay algo importante que tenemos que saber:
Escuchar es callar.
Desde que nos levantamos por la mañana nos van sucediendo muchos acontecimientos, conversaciones, momentos.Y podemos dejar que en cada instante se dispare nuestro pensamiento, con "nuestro" modo de ver las cosas...o podemos vivir dejando que ese acontecer nos encuentre en silencio, escuchando a Dios. Escuchando lo que Él quiere. "Que no sea lo que yo quiero sino lo que Tú quieres."
Entonces la PAZ profunda de Dios se va haciendo fuerte en nuestro corazón.
Las cosas que suceden no pueden alterar ya esa paz, pues es cómo una brisa fresca que viene de Dios.
Muchos creen que todo esto es imposible en medio del mundo.Que con tantas preocupaciones, líos, asuntos que resolver, todo esto es "ciencia ficción".Que para vivirlo, tienen que hacer una "escapada" ( así lo llaman las agencias de viajes) a un lugar tranquilo.
Os confieso que yo también lo creía y soñaba a todas horas con esas "escapadas".Pero cómo siempre, Él me ha sorprendido, haciéndome comprender que esto no es así.Que Él no quiere que le escuchemos sólo algún rato, cuando, "¡Al fin!", podemos huir de nuestra "cutre"vida. Sino que desea que le escuchemos todos los días de nuestra vida, durante 24 horas.Que no nos quitemos nunca los "cascos".
Vivir el silencio allí dónde estés. En tu casa, en tu oficina, andando por la calle ó haciendo la compra.Vivir en la escucha tranquila de Dios, dejando que su Paz, como brisa suave, acaricie siempre tu corazón.
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