Nuestra vida no es una invención cualquiera: es una invención de Dios, que tuvo tanta confianza en nosotros como para hacernos el regalo de poner en nuestras manos la vida, la existencia, con todos los “accesorios”, de manera que la podamos vivir bien.
Quizás nosotros todavía no hemos reflexionado sobre esta iniciativa de Dios y algunas veces pensamos que hemos nacido así porque lo han querido nuestros padres o por casualidad, por motivos sólo humanos y naturales.
Ante todo debemos convencernos de que Dios nos ha querido dar un gran don, a todos y a cada uno: el don de la vida. Es un don para descubrir, acoger, proteger, amar. Si no descubrimos esto en nosotros, no sabremos acoger y defender la vida de los demás, de nuestros hijos, de aquellos que decimos amar. Si no pruebas un buen vino añejo, ¿ cómo puedes insistir para que otro lo guste?
Debemos creer que la vida no es una casualidad, que no es nuestra. ¡Decir que uno es dueño de la vida es una solemne mentira! La vida es un don de Dios, nace del corazón de Dios que es Amor. Y es un regalo que debemos comenzar a desenvolver, como cuando nos regalan un paquete y deseamos abrirlo para curiosear, para mirar dentro, encontrar el regalo, que es seguramente motivo de alegría. Este camino no lo puede hacer nadie por nosotros.
La vida no tiene semáforos rojos, si te detienes, retrocedes. La vida no nace solo del encuentro de un espermatozoide y un óvulo o de una “historia” de amor entre papá y mamá. Nace de aquel único manantial de amor que es Dios, que es fuente de vida, y que nos ha hecho el don de ser colaboradores de Él para dar la vida.
Todos amamos la vida por lo que vemos, sentimos y tocamos, pero la vida no nos pertenece, es de Otro, nosotros somos de Alguien que se ocupa de nosotros y quiere que descubramos el gusto de la vida, porque sabe que sólo así seremos verdaderamente felices. Toda vida sin Dios es una vida falsa, en la oscuridad, sin sabor, sin calor, sin amor. Por esto ha nacido la Comunidad: para que tantos jóvenes descarriados y solos pudiesen reencontrar el corazón de la vida. Cada día que estos jóvenes pasan en la Comunidad, es un milagro del amor de Dios.
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