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sábado, 9 de febrero de 2008

¿Mujeres objeto? No toda la culpa es de los hombres / Autora: Carrie Gress

Afirmó Helen Alvare en un congreso vaticano
ROMA, lunes, 11 febrero 2008 (ZENIT.org).- Las mujeres han contribuido a fomentar el consumismo que las cosifica, y esto es resultado del pecado original, afirmó Helen Alvare el pasado 9 de febrero en el congreso vaticano celebrado en Roma sobre «Mujer y varón, la totalidad del humanum».

Alvare ha sido portavoz sobre cuestiones relativas a la vida humana de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos y es profesora de la Universidad Católica de América en Washington.
Dado nuestro ambiente de consumismo desenfrenado, «era casi inevitable que los seres humanos se convirtieran en el último producto de consumo --explicó Alvare--. La belleza física de las mujeres y su complementariedad sexual con los hombres, las hacen especialmente deseables en una economía comercial».

«Oscilan las cifras del dinero que se gana con las imágenes sexualizadas de mujeres. Se estima que como mínimo hoy la industria de la pornografía tiene un valor anual de 60.000 millones de dólares. Además se calcula que la pornografía atrae al 40% de todos los usuarios de Internet en Estados Unidos al menos una vez al mes, al 70% de los usuarios de Internet varones entre 18 y 34 años, y a la mitad de todos los clientes de hotel», explicó Alvare.

Sin embargo, añadió, «el grado en el que las mujeres, individualmente y a través de grupos organizados, han asumido su propia cosificación como artículos de consumo es un aspecto especialmente preocupante de nuestra actual situación».
Alvare añadió que «en su serie de charlas sobre la Teología del Cuerpo, y en la "Mulieris Dignitatem", Juan Pablo II habla del efecto del pecado original sobre las mujeres. Repite las palabras que Dios "dirigió a la mujer" tras su primer pecado: ‘Tu deseo se dirigirá hacia tu marido y él te dominará'.
"Esto indica que la mujer desarrolla un deseo insaciable hacia una unión diferente. No por una relación de comunión sino una ‘relación de posesión del otro como el objeto del propio deseo".
«Incluso un observador secular tendría que concluir que la cooperación de las mujeres, incluso animando a la cosificación de sus cuerpos hoy, parece una moderna manifestación de la inclinación que los católicos llaman "pecado original". Las mujeres se rebajan a sí mismas persiguiendo la creencia de que esto les llevará a la unión con un hombre».
«Esto no se limita a la industria pornográfica, ni a la publicidad comercial, cine o televisión --subrayó Alvare--. Más bien, las mujeres normales compran ropas diseñadas para destacar o exponer aquellas partes de su cuerpo asociadas con el sexo. Muchas mujeres a menudo también se rebajan a sí mismas con lo que dicen o exponiéndose a sí mismas a medios que gradualmente las insensibilizan ante la propuesta de que las mujeres son objetos de consumo bellos y sexuales».
«Un aspecto final preocupante de la connivencia de las mujeres en su propia consificación --añadió Alvare-- es la implicación de famosas deformaciones del feminismo que insisten en que están marcado un punto a favor de las libertades de las mujeres identificando libertad con sexualidad incontrolada».

«Por otra parte, se puede ver qué fuerte era la tentación de las mujeres de romper con los papeles que se les asignaban antiguamente», «pero esta respuesta del feminismo era y sigue siendo fundamentalmente defectuosa».

Este tipo de feminismo «se ha inspirado para sus orientaciones en los peores aspectos de la conducta masculina. De manera que se animaba a la mujer feminista a ser una criatura aventurera sexual, desdeñosa del matrimonio y los hijos, guiada por el dinero y la carrera --concluyó Alvare--. El feminismo urgía a la mujer a imitar la versión masculina del pecado original -dominación-- para conseguir igualdad y felicidad».
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Traducido del inglés por Nieves San Martín

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