Isaías 43, 18-19.21-22.24b-25; 2 Corintios 1, 18-22; Marcos 2, 1-12
18 de febrero de 2012.- Un día que Jesús estaba en casa (tal vez en la casa de Simón Pedro, en Cafarnaúm), se reunió tal multitud que no se podía de modo alguno entrar por la puerta. Un grupito de personas que tenía un familiar o amigo paralítico pensó superar el obstáculo destapando el techo y descolgando al enfermo por los bordes de una sábana ante Jesús. Él, vista la fe de aquellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados».
Algunos escribas presentes piensan en sus corazones: «¡Blasfemia! ¿Quién puede perdonar los pecados, sino Dios sólo?». Jesús no desmiente su afirmación, pero demuestra con los hechos tener sobre la tierra el poder mismo de Dios: «Para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados –dice al paralítico--: “A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a casa”».
Lo que ocurrió aquel día en casa de Simón es lo que Jesús sigue haciendo hoy en la Iglesia. Nosotros somos aquel paralítico, cada vez que nos presentamos, esclavos del pecado, para recibir el perdón de Dios. Leer más...
Es una buena reflexión, pues los hombres somos orgullosos, muchas veces y , preferimos seguir pecando a confesarnos cabalmente.A veces la cuesta es dura, pero si contamos conque el Padre es misericordioso y nos escucha y perdona, nos limpiaremos del pecado. Por eso el salmista lo dice: "aparta de mí mi culpa.
ResponderEliminarSALUDOS Y BENDICIONES.