7 de febrero de 2012.- (Dominique Rey / Camino Católico) Buenos días. Gracias a los obispos que me han invitado y a cada uno de vosotros que estáis presentes. Estoy muy contento de estar aquí, un lugar donde ha vivido San Ignacio de Loyola, en este día en el que celebramos a un gran religioso catalán, San Raimundo de Peñafort y mañana celebraremos la fiesta del bautismo de Cristo. Una conjunción de fechas y lugares que coinciden en este encuentro.
Si he venido aquí es porque he sido invitado y por amistad con mis dos hermanos obispos, pero no lo he hecho para aportaros respuestas a una pregunta que es realmente compleja, sino para aportaros primero una experiencia, después mis convicciones y finalmente una relectura después de once años en el episcopado, en mi diócesis, que me han permitido desarrollar numerosas reflexiones y análisis sobre lo que se llama la “Nueva Evangelización”.
Muy rápidamente, mi propio itinerario, cuando yo lo veo ahora, ha sido una preparación para esta Nueva Evangelización. Yo trabajaba en el Ministerio de Finanzas en Francia. Era de origen cristiano, pero mi fe ha sido profundamente renovada cuando tenía 26-27 años por un reencuentro con el testimonio del Evangelio, con personas misioneras y esta experiencia de evangelización ha sido decisiva en mi reencuentro con Cristo y en mi camino interior con Él.
El segundo punto que ha sido muy importante en mi itinerario es mi encuentro con las comunidades. Descubrí la comunidad Emmanuelle en Paris y con ella he vivido experiencias misioneras que para mí son muy proféticas y que me han enseñado mucho en mi ministerio sacerdotal y episcopal.
Me acuerdo de una pequeña historia, una primera experiencia de evangelización. Estaba en Paris, trabajaba en el Ministerio de Finanzas y un día me hablaron de un pequeño grupo de oración que se encontraba justo al lado de mi oficina. Ven a tal hora y podrás orar con algunas personas. Fui a este grupo y al salir, al final del grupo, el responsable dijo, bueno ahora vamos a pasar a la segunda parte de la tarde (¡vaya había una segunda parte!). Yo no sabía que este grupo era en realidad un grupo de oración y de evangelización. Estábamos evangelizando justo al pie del edificio donde yo trabajaba. Era una situación realmente embarazosa para mí. Recuerdo que llevaba una cartera y la puse delante de mi cara para evitar que me reconocieran. Leer más...
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