* «El principal valor de la vida monástica es ser querido por Dios. Mientras Dios continúe llamando a chicos y chicas, jóvenes, a buscarle en los monasterios, éste será un camino que continuará vivo dentro de la iglesia para testimoniar, sobre todo, la primacía de Dios sobre cualquier otra realidad de este mundo. Una primacía de Dios que quiere expresar su gratuidad, su grandeza, su bondad, toda la fuerza de un amor que nos da el don de la existencia y de la vida nueva en Cristo»
3 de febrero de 2012.- Las viñas rodean el gran monasterio de Poblet, construido con una piedra clara que contrasta con el verde oscuro de los bosques de las vecinas montañas de Prades. Desde que se fundó, en el lejano siglo XII, la comunidad cisterciense de Poblet ha sido uno de los corazones espirituales, culturales y simbólicos de Cataluña. Tanto es así que hoy las magníficas tumbas de los reyes de la Corona de Aragón continúan siendo, como si el tiempo no hubiera pasado, testigos privilegiados de los oficios y las eucaristías de la comunidad.
Hoy la comunidad de Poblet está formada por 35 monjes, y su prior es el P. Lluc Torcal. Él forma parte de una hornada de monjes jóvenes que, en aparente contradicción con nuestro mundo materialista, atareado y superficial, han respondido a la llamada contemplativa: «La comprensión que Dios me llamaba a buscarlo en la vida monástica se fue incubando en la oración: una oración que desde que descubrí que Dios era Dios, hacia los 13 años, fue acompañando mi vida; una oración, centrada ya en aquella edad en la Palabra de Dios, que me guió hacia la Eucaristía y la Confirmación, a los 16 años, y que se fue intensificando hasta hacerme descubrir, a los 17, que Dios me invitaba a entrar en Poblet; una oración, todavía, que me hizo de maestra y de alimento todo el tiempo que esperé antes de entrar en el monasterio, estudiando y llevando una vida de joven de aquella edad.» Leer más...
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