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sábado, 22 de diciembre de 2018

3ª predicación de Adviento del padre Cantalamessa al Papa: «Del Espíritu Santo depende si Dios nos es familiar: tener de Él una experiencia personal»

* «Encontrar un contacto cada vez más pleno con la realidad, más aún, con la persona del Espíritu Santo. No contentarnos tampoco de una renovada neumatología, es decir, de una teología del Espíritu, sino aspirar a hacer de él también una experiencia personal. Millones de cristianos de nuestro tiempo han hecho esta experiencia personal que se denomina «bautismo en el Espíritu». He aquí cómo describe sus efectos uno de aquellos primeros que hicieron esta experiencia en la Iglesia católica: “Nuestra fe se ha hecho viva; nuestro creer se ha convertido en una especie de conocer. De repente, lo sobrenatural se ha vuelto más real que lo natural. En resumen, Jesús es una persona viva para nosotros. Prueba a abrir el Nuevo Testamento y a leerlo como si fuera literalmente verdadero ahora, cada palabra, cada línea. La oración y los sacramentos se han convertido verdaderamente en nuestro pan cotidiano, y no en genéricas prácticas piadosas. Un amor hacia las Escrituras que yo jamás habría creído posible, una transformación de nuestras relaciones con los demás, una necesidad y una fuerza para testimoniar más allá de cualquier expectativa: todo esto se ha convertido en parte de nuestra vida. La experiencia inicial del bautismo del Espíritu no nos dio particular emoción exterior, pero la vida se ha rociado de calma, confianza, alegría y paz”»
Camino Católico.-  El Santo Padre asistió la mañana del penúltimo viernes de diciembre, a partir de las 9.00, en la capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico, a la tercera y última Predicación de Adviento del Padre Raniero Cantalamessa, Predicador de la Casa Pontificia, junto a los demás miembros de la Curia Romana. “A Dios nadie lo ha visto nunca”. Es el tema que sintetiza la reflexión que ofreció el Predicador, quien comenzó recordando, tras saludar a los presentes: “El Dios vivo es la Trinidad viviente, dijimos la última vez. Pero nosotros estamos en el tiempo y Dios está en la eternidad”. Por esta razón formuló las preguntas: ¿Cómo superar esta “infinita diferencia cualitativa”? Y ¿cómo “tender un puente sobre semejante abismo infinito?”.

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