* «Lo que nos mantiene enraizados es nuestra vida de oración, especialmente la misa diaria y la Hora Santa. En realidad, la Hora Santa diaria es algo que la Madre Teresa personalmente alentó a nuestros fundadores a hacer cuando nació la comunidad en 1987. Como sacerdote, poner la Eucaristía y el Evangelio en el corazón de mi vida sigue siendo lo más importante porque esta es la fuente de nuestra vida como cristianos y el corazón de toda misión»
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