Camino Católico.- “Hermanos –ha exhortado el Papa al pueblo panameño– no nos dejemos robar la esperanza, la belleza que hemos heredado de nuestros padres, que ella sea la raíz viva y fecunda que nos ayude a seguir haciendo bella y profética la historia de salvación en estas tierras”.
El sábado, 26 de enero de 2019, tercer día del Santo Padre en Panamá, ha presidido la ceremonia de consagración del altar de la Catedral Basílica Santa María la Antigua, catedral de la primera diócesis americana en tierra firme. Ha sido una celebración eucarística con ocasión para el encuentro del Pontífice con sacerdotes, consagradas y consagrados, religiosas y religiosos, y laicos, que se visualiza y escucha en el video.
El evangelio que se ha leído en la Eucaristía nos presenta a Jesús cansado de caminar, ha relatado el Papa. “Al mediodía, cuando el sol se hace sentir con toda su fuerza y poder, lo encontramos junto al pozo”. “Dame de beber es lo que pide el Señor y es lo que nos pide que digamos”, llama Francisco.
“Es volver sobre nuestros pasos y, en fidelidad creativa, escuchar cómo el Espíritu no engendró una obra puntual, un plan pastoral o una estructura a organizar sino que, por medio de tantos ‘santos de la puerta de al lado’ regaló vida y oxígeno a un contexto histórico determinado que parecía asfixiar y aplastar toda esperanza y dignidad”.
Francisco ha observado que de un tiempo a esta parte “parece haberse instalado en nuestras comunidades una sutil especie de fatiga, que no tiene nada que ver con la fatiga del Señor”. Se trata de una tentación que podríamos llamar “el cansancio de la esperanza”, ha matizado.
“Sería imposible tratar de abarcar todas las situaciones que resquebrajan la vida de los consagrados, pero en todas sentimos la necesidad urgente de encontrar un pozo que pueda calmar y saciar la sed y el cansancio del camino”, ha explicado. “Todas reclaman, como grito silencioso, un pozo desde donde volver a empezar”.
“Desilusionados con la realidad que no entendemos o que creemos que no tiene ya lugar para nuestra propuesta, podemos darle “ciudadanía” a una de las peores herejías posibles para nuestra época: pensar que el Señor y nuestras comunidades no tienen nada que decir ni aportar en este nuevo mundo que se está gestando” ha advertido el Papa. “Y entonces sucede que lo que un día surgió para ser sal y luz del mundo termina ofreciendo su peor versión”.
“Las fatigas del camino acontecen y se hacen sentir. Gusten o no gusten están, y es bueno tener la misma valentía que tuvo el Maestro para decir: «dame de beber»”.
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