* «Esa separación ha hecho tambalearse muchas cosas. Fue difícil. Pensé, casi como un reflejo, que solo podía hacer una cosa: rezar. ¿Pero cómo orar si no sabes rezar? Bueno, pues yo aprendí… Eso me dio una fuerza increíble. Ahora ya no vivía con miedo, vivía en el instante presente, con confianza….Recibí una invitación de amistad, la de Jesús. ¡Hizo tambalear en mí muchas ideas preconcebidas!»
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