* «Asistí a un retiro espiritual donde conocí la gran bondad y misericordia de Dios, cómo su amor es infinito, cómo desde siempre me ha estado esperando. Vivo mi fe dejándome amar por Dios cada día, dejando que sea Él quien me guíe y quien me moldee. El hecho de llevar una vida en Dios no te reprime de nada. Ojalá nos quitáramos esa creencia de que profesar nuestra fe es quedarse ensimismado en sí mismo. Yo soy una persona común y silvestre, trabajo, estudio, salgo al cine, a comer helado, pero en todo lo que hago trato de siempre llevar a Dios y dar respuesta de mi fe de una manera coherente»
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