* «Dios encendió en la noche de mi corazón una luz especial de amor y de gracia, de sentido, trayéndome de la incredulidad resignada a su misterio, a la vivencia y a la experiencia apasionada de Él… Allí mismo fui invitado por la belleza, la profundidad y la intensidad de la liturgia del misterio de la Navidad. Esa celebración cambió radicalmente mi vida y me hizo redescubrir el sabor de la experiencia benedictina»
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