* «Empecé a confiar en Dios y a creer que había un propósito detrás de todo esto. Antes, mi relación con Cristo había sido muy superficial. Admirablemente, fue durante este tiempo cuando mi trato con Dios creció hasta un nivel que yo nunca había conocido. Este bebé, de hecho, me dio esperanza, una razón para vivir y seguir adelante. Había vida dentro de mí, pero la realidad es que esa criatura me había dado a mí la vida. Escogí la adopción abierta para mi hija después de mucha oración y reflexión. Quería un hogar estable para ella y unos padres que pudieran darle tiempo y cariño. Esa fue la decisión más difícil que nunca haya tomado, pero puse sus necesidades por delante de mis deseos. La confié a una familia maravillosa. Nunca pensé que era un error o una tragedia. Yo le di la vida y ella me devolvió la oportunidad de recuperar una profunda y verdadera relación con Dios»
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